31 diciembre 2006

Nature se tira a la piscina ¿sin agua?

Segunda parte del post Nature se tira a la piscina

Recordarán que hace unos meses en Nature iniciaron un ensayo de "revisión abierta" de trabajos científicos para explorar la posible sustitución del clásico método de "revisión por pares", donde dos o tres revisores anónimos analizan, critican y valoran el trabajo. Aquí se abría un blog donde cualquier usuario, previo registro, podía comentar el trabajo. La primera etapa del ensayo (tal vez la única) ha finalizado y con no muy buenas espectativas. Tal como comenta Alfonso Jiménez, ha habido poca participación por ambas partes: ni los autores están por la labor de exponer públicamente sus trabajos ni los potenciales revisores están dispuestos a ponerse a currar sobre los trabajos expuestos. En los comentarios al post Nature se tira a la piscina, Pedro Terán daba un buen número de razones por las que creía que la cosa no era ni siquiera una buena idea. Ahora el tiempo parece que le da la razón.
Nature publica un informe sobre el ensayo de donde extraigo sólo unos dos detalles, el primero de contexto y el segundo de resultados:
  • Nature recibe unos 10000 trabajos al año, de los cuales los editores rechazan directamente (sin otra revisión) un 60%. El 40% restante pasa a dos o tres árbitros externos que evalúan los trabajos y, finalmente, el editor decide. El resultado es que se publica aproximadamente el 7% de lo inicialmente enviado.
  • Durante el periodo de prueba se recibieron 1369 trabajos; sólo accedieron a la prueba los autores de 71 (el 5%). De estos, 33 no recibieron comentarios, y los 38 restantes recibieron 92 comentarios de los cuales 49 se refieren a 8 artículos. Apenas 4 comentarios fueron clasificados como técnicamente relevantes.
La conclusión, aunque un poco escondida, es la siguiente:
"Nature and its publishers will continue to explore participative uses of the web. But for now at least, we will not implement open peer review."
O sea: se acabó. Sobre toda esta efímera historia me gustaría hacer algunas consideraciones. Por ejemplo:
  • es aparentemente contradictorio el teórico apoyo a la idea y que, a la hora de la verdad, casi nadie se prestara a someter sus trabajos a la crítica pública y se prefiriera muy mayoritariamente el método tradicional. Tal vez, digo yo, se preguntó al colectivo equivocado (lectores) en vez de preguntar a los autores de los últimos 5 años, por ejemplo.
  • es chocante (y algo patético) que haya habido tan pocos comentarios y que sólo 4 de ellos hayan sido clasificados como realmente relevantes. Parecería que el colectivo de comentaristas no tenía demasiado nivel mientras que los otros, los que tal vez podrían haber aportado algo interesante, han decidido dedicar el tiempo, recurso escaso y valioso, a sus propios trabajos. Y es que ejercer revisor es ingrato, duro, no haces amigos y encima no te pagan (podrían, al menos, enviarte un ejemplar de la revista al final, pero ni eso).
  • es obvio que la crítica a los colegas sólo se hace cómodamente desde el anonimato y encuentro muy probable que mucha gente se abstuviera por ese motivo (no piensen mal, el anonimato en el método tradicional es sólo relativo ya que el editor sabe quien eres y te juegas tu dudoso prestigio si haces una crítica absurda).
  • los autores, si son mínimamente conscientes, han revisado cien veces su trabajo y lo han enviado a tres o cuatro colegas de confianza para que lo hagan a su vez. Es difícil convencer a nadie que otra revisión asamblearia vaya a aportar nada importante al texto. Tal vez por eso los comentarios han sido mayoritariamente superfluos.
Al final, por suerte o por desgracia, la popularización (que no democratización) de las revisiones en Nature se ha ido al traste. Era un ensayo conveniente, aunque sólo sea para acotar las espectativas de la llamada Ciencia 2.0. Ahora cada cual que saque sus conclusiones.

29 diciembre 2006

Una voz discordante

Leído en Ricardo Galli:
La tarea de la universidad no es ofrecer lo que la sociedad demanda, sino lo que la sociedad necesita. Las cosas que la sociedad demanda son, en general, bien conocidas, y para ello no necesitas una universidad, la universidad tiene que ofrecer lo que nadie más puede proveer. — E.W. Dijkstra

Edsger Wybe Dijkstra, foto tomada de EWD Archive, (c) 2002 Hamilton Richards

28 diciembre 2006

Libros, grutas y arqueólogos

Donde un arqueólogo consigue la biblioteca perdida

A la famosa biblia de Gutenberg le corresponde el honor de ser el primer libro impreso con el sistema de tipos móviles, mientras que anteriormente era necesario esculpir, generalmente en madera, las planchas que se usarían para imprimir en serie cada página. Pero eso fue en Europa. Como en todas estas cosas, en el continente asiático todo se había hecho antes. Parece que los tipos móviles habían sido inventados por un tal 畢昇 (pronúnciese ) allá a mediados del siglo XI y que eran de arcilla endurecida al fuego.
Pero hoy quería hablarles del libro impreso más antiguo que se conoce y de su peculiar aventura. Se trata, cómo no, de un libro chino y ha podido datarse con exactitud: año 868, hace 1138 años.
La historia comienza en un lugar perdido en medio del desierto del Gobi, a cuatro días de camello de Dunhuang, una población del Norte de China donde confluían los caminos norte y sur de la Ruta de la Seda (8000 km de nada para conectar todo el Sur del continente asiático). Ese lugar se ha llamado de varias formas; entre ellas las Grutas de los Diez Mil Budas o, con algo menos de espectáculo, las grutas de Mogao. Se trata de un gran complejo de santuarios excavados en un cortado rocoso de algo más de 1.5 km de longitud. Fue un lugar estratégico donde los viajeros invocaban protección ante el incierto futuro que suponía internarse en el desierto de Taklamakan o, para los que hacían la ruta de Oeste a Este, para agradecer el regalo de haber sobrevivido.
El origen de los santuarios se remonta a mediados del siglo IV, cuando al monje Lo-tsun se le aparecieron mil Budas simultáneamente convenciéndole, supongo que por abrumadora mayoría, de la oportunidad de decorar las grutas con imágenes y textos sagrados. Poco a poco las grutas existentes fueron decoradas hasta alcanzar más de mil, de las cuales quedan actualmente algo menos de la mitad.
Este lugar atesoró pinturas y esculturas durante más de un milenio, circunstancia desconocida para los europeos hasta primeros del siglo XX. Antes había estado allí algún aventurero y explorador como el ruso Nikolai Mikhaylovich Przhevalsky, o el húngaro Lajos Loczy, ambos pioneros en la exploración de las remotas regiones del Tibet e Himalayas (remotas para nosotros, claro).

Una pequeña parte de las grutas en una foto antigua
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El caso es que un 12 de marzo de 1907 apareció en Dunhuang un notable personaje llamado Marc Aurel Stein. Stein fue un explorador sobresaliente que acabó siendo nombrado Sir por el gobierno británico (aunque era húngaro de nacimiento) y doctor honoris causa por Oxford y Cambridge, además de obtener la medalla de oro de la Royal Geographic Society. Nada raro porque Stein abasteció durante décadas al Museo Británico con tesoros traidos de sus expediciones al Taklamakan, en viajes imposibles donde lo mismo atravesaba el Karakorum que excavaba en invierno con temperaturas glaciales.

Stein con su perro y su peculiar equipo arqueológico
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Stein quería ver las grutas poco menos que en plan turista porque acababa de descubrir en las profundidades del desierto de Lob lo que parecían ser restos del extremo occidental de la Gran Muralla (y que, por cierto, lo eran, con 2000 años de antigüedad y 500 km de longitud).
Allá le cotillearon que había un monje llamado Wang Yuanlu que ejercía de guardián de las grutas y que había encontrado una biblioteca en una cueva antes desconocida. Al oir la historia, a Stein se le pusieron las orejas como a un perro perdiguero y se acercó a las cuevas para encontrar que el monje estaba ausente y que la gruta en cuestión estaba cerrada a cal y canto con una sólida puerta.
Mientras esperaba al monje taoísta, le contaron que había miles de manuscritos y que la puerta había sido puesta por orden del gobernador de la provincia, al que había llegado la noticia.
Stein se dedicó en las semanas siguientes a engañar al monje. Primero le ofreció dinero (donaciones para restaurar el lugar), intentó halagarle fingiendo lo interesado que estaba en las restauraciones (parece que horribles) y finalmente logró interesarle hablandole de un santo que reverenciaba, Con esta última estrategia consiguió ganar su confianza hablándole de los lugares que había visitado en pos del santo (muy viajero al parecer). Wang acabó enseñándole algunas pinturas donde el santo salvaba libros sagrados sacándolos de India y llevándolos a China lo que sirvió para convencerle de que Stein había llegado en el momento justo de examinar los antiguos textos y sacarlos del olvido. El momento en el que Wang abre la cueva a Stein queda reflejado en su relato: “una apretada masa de manuscritos enrollados y apilados en estratos sin orden surgió bajo la luz de la pequeña lámpara del monje. Alcanzaban los tres metros de altura y llenaban ciento cincuenta metros cúbicos como pude medir posteriormente” (luego se supo que contenía unos 40000 documentos).
Wang no le dejó sacar los manuscritos aunque sí examinarlos uno a uno en una pequeña cueva vecina. A eso se dedicó Stein durante meses, encontrando que los rollos estaban en un perfecto estado de conservación. Seleccionaron cientos de ellos convenciendo a Wang de que los llevarían a un “templo del saber” en Inglaterra a cambio de una donación al santuario. Al cabo de un año y medio, una pequeña caravana con 24 cajas llenas de manuscritos y 5 más con pinturas sobre seda llegaron a la British Museum Library (luego British Library).
Entre estas riquezas estaba el Sutra del Diamante, el libro impreso más antiguo que se conoce. La datación se debe a que la fecha está escrita en el rollo de casi cuatro metros de largo: “décimotercer día del cuarto mes del noveno año de Xiantong” que, con la misma velocidad que yo, habrán identificado sin dificultad como el 11 de mayo del 868.
El rollo está impreso a partir de 7 bloques de madera. La técnica era, al parecer, pintar los caracteres sobre papel. Este se superponía a un bloque de madera con lo que se transfería la imagen especular de lo escrito. Sólo quedaba rebajar a mano la tabla para poder imprimir cientos o miles de copias. Actualmente, el Sutra del Diamante se expone en el Museo Británico muy cerca de la biblia de Gutenberg. Lógicamente, mientras Stein fue un arqueólogo heroico para Occidente, en China se le considera un vulgar saqueador.
Pero no se retiren aún. Rebuscando por internet encuentro un par de maravillas. La primera es el Digital Archive of Toyo Bunko Rare Books, donde encontramos el original escaneado y pasado por OCR de The Thousand Buddhas de Stein con magníficas imágenes. La otra es el Sutra del Diamante también escaneado y que podemos desenrollar a voluntad en Turning the pages de la British Library junto con otros 14 libros excepcionales. Finalmente, la Biblia de Gutenberg no ha sido menos y ha sido digitalizada por la Universidad de Texas.

Actualmente The International Dunhuang Project está en proceso de digitalización de miles de documentos dispersos por varios países. Piérdanse un rato por sus páginas y que tengan un buen año.

24 diciembre 2006

Suplemento de fin de semana

Golem Blog está incluido en dos portales donde se hacen compañía un grupo de blogs más o menos afines por sus intenciones y contenidos. El primero es la Red por una información crítica y el segundo Hispaciencia. Esta afiliación facilita la difusión de las entradas pero también condiciona los contenidos. En el primer caso no hay problema porque cada post debe ser enviado expresamente por lo que, si alguno se sale de la temática esperada, basta con no darlo de alta. En el caso de Hispaciencia, sin embargo, todas las entradas se recogen automáticamente. Como consecuencia, los usuarios de este portal se encuentran ocasionalmente con entradas bastante inoportunas si buscan exclusivamente contenidos científicos. Hasta ahora han tenido paciencia conmigo pero como la homogeneidad no me va mucho he considerado conveniente dividir este blog en dos mediante al recurso fácil de abrir otro. Y hoy, desde Oviedo, quedan ustedes invitados a darse un paseo de vez en cuando por Totum revolutum, una especie de suplemento emocional para lo que me pida el cuerpo en cada momento.

18 diciembre 2006

Que no, que los SMS ni son lenguaje ni son una novedad

222 entradas, el número de entradas del segundo hermano pequeño de la bestia

Contexto: si, soy un borde. No tanto como House pero a veces me acerco. Desde hace tiempo me llegan correos electrónicos pidiendo información o ayuda sobre cuestiones académicas. Salvo error, contesto a todos intentando echar una mano. Pero eso se acabó. El reciclador de bits va a tener trabajo añadido.
Intenten entenderme: me llega un correo de un remitente genérico (tkpelot@yahahoo.com) que ni siquiera firma. El texto consta de una o dos líneas y no entiendo nada de lo que dice. No tiene acentos, no tiene signos de puntuación, no diferencia mayúsculas y minúsculas (o a veces me llega sólo en mayúsculas ¿me grita tal vez?). Eso sí, este viene con un saludo y una despedida, menos da una piedra:
k tal? kro un sig gtis pero kmo no se ingls qro mnual en espñl
Luego ya caigo: el tipo ha escrito como no tuviera un artilugio rectagular de más de 100 teclas delante del morro. Tal vez tenía que ir al baño urgentemente. El caso es que no le voy a contestar. La razón es que, de entender la pregunta, mi respuesta intentaría ser meditada, informativa, tal vez con un par de referencias o enlaces… lo que me llevará un cuarto de hora como mínimo. Y resulta que el tipo se ha despachado en 15 segundos sin molestarse en escribir con un mínimo de corrección y suponiendo que soy criptopolíglota. Pues no, dedicaré a la respuesta más o menos el mismo tiempo e interés que él a la pregunta pero redondeando: cero.

Pero además de aguantar el correo, con este tipo de escritura ocurre como con los grafitis o pintadas, que han pasado a llamarse “arte urbano” aunque decoren el acueducto de Segovia. Algunos se han empeñado en definir esta cutrez como nuevo lenguaje. Vean la introducción de diccionarioSMS.com (las cursivas son mías):

Los jóvenes están desarrollando nuevas formas de comunicarse a través de los móviles e Internet, su lenguaje es transgresor, sintético, rebelde y práctico. Una forma de comunicarse que es utilizada diariamente por millones de jóvenes, una realidad que va a influir en la evolución de la lengua y de la gramática.

Fíjense en los cuatro adjetivos calificativos (¿aún se llaman así?) de la primera frase y digan lo primero que se les venga a la cabeza. A mí me sale algo así:

Transgresor: chachi, guai, connotación positiva del atributo, la juventud es transgresora, rompe el idioma, un idioma que lleva siglos haciéndose por la gente, por todos nosotros, no por legisladores (por si alguien se siente tentado, la RAE, con trescientos años de historia, no legisla sobre las palabras sino que las recoge). Y si yo, que ya no tengo 20 años, escribo así ¿será transgresión chachi también?

Sintético: hay prisa, mucha prisa, no tienes tiempo para escribir un mensaje completo porque vas corriendo, aunque no sepas si de algo o hacia algo. Mucha síntesis: prescinde de los adverbios, luego de las vocales, finalmente de todo, total para lo que hay que decir.

Rebelde: ¿contra quién? ¿es lo mismo que la transgresión? ¿cómo se dice transgresión en SMS? ¿y literatura? ¿y biblioteca? Huy, perdón, que ya no se escribe de eso, además son palabras largas, no tengo tiempo, corred, corred. En realidad, les confieso que sí, que creo que alguno se siente rebelde con esta costumbre e incluso que supone que los poderes tiemblan ante un SMS suficientemente comprimido.

Práctico: mentira, todo lo contrario, ver más abajo.

Luego viene lo de “una realidad que va a influir en la evolución de la lengua y de la gramática”. Aquí ya dejo de correr y me paro a pensar un momento. Tres hipótesis ligeras al respecto:
Hipótesis 1: esto no es un lenguaje. Su sintaxis es un residuo de la castellana, no hay aportaciones propias ni desarrollo de ningún tipo, sólo pérdida. No tiene gramática, no tiene tiempos verbales compuestos (¿para qué?), no tiene tildes ni signos de puntuación.
Hipótesis 2: esto no es nuevo (ni de coña). Los radioaficionados llevan décadas utilizando síntesis cuando se comunican en morse (sí, en onda larga, que da la vuelta al mundo, aún se hace) donde la brevedad es virtud. Se ha llamado código Q (hay también un código Z) que conforma un conjunto ternas de letras con significados predefinidos. Con la ventaja de que es un código (fíjense que no lo llaman lenguaje) universal.
  • Hipótesis 3: los SMS tienen los días contados. El tecleo en el teclado del móvil es una operación técnicamente primitiva e ineficiente. Es un canal de comunicación prácticamente unidireccional, sin posibilidad de respuestas ágiles y sin capacidad para trasmitir información mínimamente elaborada. Actualmente se utiliza por cuestiones de precios y moda, por lo que eso de práctico queda en evidencia. Es mucho más práctico, rico y funcional llamar y hablar.

¿Si no es un lenguaje, qué es entonces esta forma de escribir? Pues aunque a muchos les parezca una novedad tecnológica, tampoco lo es. Su nombre es taquigrafía, que puede definirse como una forma de escribir basada en signos y abreviaturas con el objetivo de transcribir un dictado. Los SMS han perdido incluso este último sentido, son tributarios de la prisa y de la neurona huérfana. Y las taquigrafías (ha habido muchas) no han influido en la “evolución de la lengua y la gramática”. Ninguna. Nunca.

17 diciembre 2006

Vientos del Oeste (2)

¿Recuerdan esta figura? La puse en un post anterior donde hablaba de Vito Dumas y su inverosímil vuelta al mundo. Y también comentaba que la imagen provenía de un satélite llamado Quikscat que, con apenas 110 W, escaneaba continuamente los océanos para darnos datos de velocidad y rumbo del viento (diarios y gratuitos).


La figura representa la velocidad del viento en el hemisferio Sur, con la Antártida en el centro. La banquisa y las zonas terrestres aparecen en negro: pueden reconocer Sudamérica abajo a la izquierda, Australia arriba a la derecha y África y Madagascar asomando arriba a la izquierda.
La zona oscura central es la suma del hielo continental y oceánico con lo se puede seguir la extensión de la banquisa día a día desde que el satélite fue lanzado a mediados de 1999 (¿alguien se anima?).
Las velocidades están representadas en una gama de grises desde el negro (calmas) hasta el blanco (30 m/s o más).
En aquel post comenté la zona blanca en el Cabo de Hornos, de cuyas dificultades dan fe los testimonios literarios y los pecios en el fondo del mar. También estaba claro el cinturón de vientos llamados los 40 rugientes, por cuyo borde hizo el viaje Vito Dumas. Pero quedaban por explicar los fortísimos vientos justo al borde de la banquisa, rodeados por zonas más calmas. Hace unos días, de casualidad, encontré la razón.
El fenómeno ocurre en realidad en muchos lugares montañosos: durante el día, el Sol calienta las laderas y estas, por proximidad, el aire en contacto con ellas. Al calentarse el aire se hace más ligero y acaba por remontar ladera arriba en forma de brisa cálida. Por la noche, las laderas se enfrían por radiación y la capa de aire adyacente baja de temperatura. El aire frío, pesado, desciende ladera abajo acumulándose al final en los valles inferiores y facilitando las heladas de inversión que se acompañan frecuentemente de nieblas. Una vez sufrí un episodio que ilustra bien el fenómeno. Acampamos en el fondo de una dolina, donde se abría una cueva que queríamos explorar al día siguiente. Por la noche hizo un frío sorprendentemente intenso que apenas nos dejó dormir. Al amanecer fue suficiente con subir una centena de metros por las paredes de la dolina para que la temperatura subiera espectacularmente y, de paso, descubrir nuestra estupidez.
Se trata de los llamados vientos catabáticos, vientos de gravedad por los cuales el aire frío fluye sobre el terreno como un río hasta “desembocar” en las llanuras o en el mar.
En la Antártida, el símil debería ser más bien como un torrente o un tsunami porque se han medido vientos catabáticos de más de 300 km/h. En BBC Weather podemos leer un resumen:
But one of the strongest katabatic winds we experience on this planet blows in the Antarctic. Here the lowest layers of the air, sitting on some of the high plateaux, come into contact with the cold dense ice sheet. The air cools to very low temperatures and spills over the mountain ridges as a katabatic wind. These Antarctic winds have been measured at over 200 miles and hour and are some of the strongest winds measured on our planet at ground level, outside those in some tornadoes.
Los vientos catabáticos en esta zona son enormemente violentos no sólo por las bajísimas temperaturas sino por los grandes desniveles ya que la Antártida tiene 2500 m de altura media, una pista de aceleración magnífica porque, además, no hay árboles ni ningun otro obstáculo que retarde el flujo. El resultado es que en algunas bases científicas la velocidad media anual del viento supera los 70 km/h. Mal sitio para vivir, especialmente si la situación se adereza con episodios como el descrito en la estación Dumont d'Urville donde en 1993 se registró un periodo de vientos catabáticos de diez días durante los cuales la velocidad no bajó de 150 km/h. Como dicen en esa página, los tornados pueden ser más violentos pero desde luego no tan persistentes.
Para terminar, un recuerdo a Douglas Mawson, que trabajó en la medida sistemática del clima antártico. Fue él que que dio los primeros datos sobre estos huracanes de gravedad, tal vez porque plantó su “laboratorio” en el peor sitio posible: la Commonwealth Bay, el mejor observatorio de vientos catabáticos del mundo. Su libro The Home of the Blizzard, está disponible en Proyecto Gutemberg.

Sobre la Antártida sólo una frase: Antarctica is the coldest, highest, windiest, driest, and iciest continent on earth"(de aquí)
  • Temperatura mínima absoluta: -89.4 ºC (-129 ºF) en Vostok, 21 de julio de 1983 (temperatura mínima absoluta mundial).
  • Elevación media: 2500 m
  • Viento: lo dicho, registro de vientos de 360 km/h (200 mph) en la Commonwealth Bay.
  • Precipitación: la precipitación media no llega a los 5 l/(m2.año)
  • Hielo: en la Tierra de Wilkes se ha medido una capa de hielo de 4776 m de espesor.

13 diciembre 2006

Test de Turing: la objeción de ET

Hay temas que regresan una y otra vez, como las mareas o el cartero. El test de Turing es uno de ellos y recientemente me ha llamado la atención el post titulado ¿Superará pronto Google el test de Turing? Otro post al respecto se atreve nada menos que a decir esto:
En enero os contábamos los rumores de que Google podría estar desarrollando un sistema artificial entrenado para poder superar con éxito el test de Turing, y crear así la primera máquina realmente inteligente.
Y como he logrado recuperarme del ataque les invito a repasar brevemente la cuestión y ya me contarán sus opiniones.

Alan Mathison Turing propuso su test en un trabajo titulado Computing machinery and intelligence, publicado en la revista Mind en 1950.
El artículo comienza fuerte: I propose to consider the question, ‘Can machines think?’ Y ya en la primera página propone su “juego de imitación” como herramienta para responder a la pregunta. Posteriormente se han propuesto variantes del juego pero la explicada en la Wikipedia se entiende perfectamente:
La prueba consiste en un desafío. La máquina debe hacerse pasar por humana en una conversación con un hombre a través de una comunicación de texto estilo chat. Al sujeto no se le avisa si está hablando con una máquina o una persona. Si el sujeto es incapaz de determinar si la otra parte de la comunicación es humana o máquina, entonces se considera que la máquina ha alcanzado un determinado nivel de madurez: es inteligente.
Llegados aquí es importante distinguir entre dos cuestiones muy diferentes porque si no lo hacemos llenaremos de ruido la discusión. Y es que Turing hace algo de trampa: plantea la pregunta ¿pueden pensar las máquinas? pero no la responde sino que propone el test como vía de solución llevando las cosas a escenarios más controlables. Esta actitud genera la segunda pregunta ¿permite el test de Turing responder a la cuestión inicial? Y Turing y sus estusiastas intentan convencernos de que la segunda es equivalente a la primera.
Debo confesarles que siempre he pensado que el TT es una tontería y representa una rama del conductismo desprovista de verosimilitud. Pero también debo suponer que si tanta gente se ha pasado años discutiendo del asunto algo habrá que se me escapa. En cualquier caso, un conductista de esta secta diría que al ser indiferenciables los comportamientos, la base subyacente es la misma. Por ejemplo, entre los escritos entusiastas que he encontrado hay uno que lo expresa con claridad señalando
“si algo hace X es porque tiene la facultad, o la capacidad, o la posibilidad, o la aptitud de hacer X”
Lo cual me parece una frase interesante pero que no se ajusta a lo que en realidad ocurre en el TT por dos razones simples:
  • Cuando observamos las respuestas sólo estamos observando un efecto de su comportamiento, no el comportamiento en sí.
  • Nuestras herramientas de observación son incompletas, sesgadas y parciales lo que sólo permite en la prueba hacer una interpretación igualmente incompleta de lo observado (el efecto) cuya extrapolación a la causa es un ejercicio de fe, no de razón.
Para mí bastaría con estas dos razones que supongo alguien habrá dicho antes que yo (o a lo mejor soy un crank): que una máquina pase el TT sólo significa, en principio, que imita adecuadamente las respuestas que un ser humano. Y esta condición no es ni necesaria ni suficiente para otorgarle cualidad de inteligente.

Un contraejemplo que tal vez sea interesante es la simulación de organismos vivos (bacterias, por ejemplo) mediante programas de “vida artificial”. Ahora mismo es perfectamente posible ver en una pantalla la evolución de “organismos”, su crecimiento, sus interacciones y su división reproductiva sin que podamos distinguir si estamos observando organismos reales o virtuales. ¿Significa eso que hay vida detrás de esa pantalla?

Independientemente de mi incapacidad para darle trascendencia al test, el propio Turing plantea varias objeciones al mismo para luego demolerlas con estusiasmo. Las objeciones son banales y fácilmente refutables salvo la primera, que Turing llama desafortunadamente “objeción teológica”. Digo desafortunamente porque esta objeción está relacionada más bien con una concepción dualista donde los dioses pueden estar ausentes: el pensamiento es una propiedad del espíritu luego la superación del test es a) esencialmente imposible si el test es correcto o, b) irrelevante si el test se supera porque implicaría que hay un error en el proceso.

El problema de esta parte de la discusión es que en el planteamiento de las objeciones hay una constante confusión entre la pregunta original y la secundaria. A pesar de todo y desde mi inexperiencia en estas cosas, quiero aportar la mía a la que he llamado la “objeción de ET” y que, de nuevo, estoy seguro que no es original. Es breve: el test de Turing se basa en una concepción antropocéntrica que supone que, caso de desarrollarse una inteligencia, sería una réplica de la humana. El test sólo mediría, en el mejor de los casos, la propiedad de inteligencia "tipo-humano" que la máquina es capaz de trasladarnos. Y podemos proponer que si una máquina fuera inteligente y se sometiera al TT, en realidad sólo estaríamos observando los resultados de una interfaz comprensible para nosotros pero no “nativa”. Si la máquina quisiera que le diéramos por superado el TT tendría una doble carga: ser inteligente y desarrollar una interfaz que pudiéramos entender e imitara eficazmente nuestra forma de comunicarnos. Una emulación en cualquier caso que hace que el TT carezca de sentido.

Y aviso, anticipándome a posibles respuestas ya conocidas, que lo mio no es una objeción defensiva porque soy materialista y creo, hasta que alguien me demuestre lo contrario, que el pensamiento es sólo una propiedad emergente de la complejidad.

Nota final para tocar los bemoles: ¿está el test de Turing de moda en otros ámbitos? Por ejemplo, los polícias que mataron a Jean Charles de Menezes en Londres el 22 de julio del 2005 lo hicieron como consecuencia de un siniestro TT: observaron al joven, interpretaron que se comportaba como un terrorista luego era un terrorista. El resultado ya lo conocemos. Lo que sugiere que no todo el mundo es lo que parece ser.

Por terminar menos serio ¿quién se anima a hacer el TT a un Replicante Nexus-6? Acuérdense de cómo termina la prueba

  • Holden: Sólo son preguntas, Leon. En respuesta a la suya, le diré que me las dan escritas. Es un test hecho para provocar una respuesta emocional. ¿Quiere que sigamos? Descríbame con palabras sencillas sólo las cosas buenas que le vienen a la mente... acerca de su madre.
  • Leon: Le voy a hablar de mi madre... (disparos)

12 diciembre 2006

Porqué no escuchar a Amaral por el teléfono móvil

Hace no mucho tiempo, nuestra aspiración adolescente era conseguir tener un buen equipo de música. Y se asumía que ese equipo estaba formado al menos por un giradiscos (hablamos de discos de vinilo), por una pletina o reproductor de cassetes y por un amplificador. De ahí salían los cables a los bafles o juegos de altavoces. Nuestra máxima aspiración era un giradiscos Dual, una pletina Marantz y amplificador Grundig. Las combinaciones se multiplicaban a la hora de elegir la aguja del giradiscos, la composición de las cintas magnéticas, la necesidad o no de incluir un preamplificador…
En mi casa, el procedimiento era ritual: cuando se compraba un disco se grababa en una cassette nueva. A continuación el disco se devolvía a su envoltorio que a su vez se metía en un sobre de plástico y se sellaba para guardarlo al abrigo del polvo durante un año. Al cabo del año, la grabación magnética se había deteriorado algo y debía regrabarse: se borraba dos o tres veces la cinta y se repetía el ciclo.
El proceso permitía mantener en perfecto estado los discos de vinilo, cuya integridad apenas se sostenia más allá de una veintena de reproducciones, y disfrutar de una música de calidad durante muchos años.
La llegada del CD supuso una revolución en este proceso pero sigo teniendo la misma costumbre: copio el original, lo guardo cuidadosamente y reproduzco la copia.

Pero todo eso dependía del último eslabón de la cadena: los altavoces. Y aquí había un problema serio porque las cajas o “bafles” que se vendían en España o eran muy malos o eran muy caros. Y en mi casa nos pusimos fabricarlos importando planos y esquemas de los EE.UU., donde esto del bricolaje técnico estaba mucho más arraigado.
Baste decir que conservo 4 cajas de aquellas, cada una con 4 altavoces: uno para graves, dos para medios y uno para agudos. Los filtros están calculados y bobinados a mano para conseguir una buena separación de frecuencias. Cada caja pesa unos 15 kg y espero conservarlas hasta el final y más allá si puede ser.

Y ahora lo de Amaral. Saben ustedes que es un grupo español (dicen que un dúo) y que el otro día actuaron en un teatro en Madrid. Los medios acogieron el concierto con gran algarabía debido a una circunstancia nueva: la actuación podría seguirse a través del teléfono móvil. Esto fue aplaudido en algunos blogs como un avance en la difusión de la música a imitar por otros artistas. Mi idea es que, además de avanzar en la difusión, supone un retroceso en la calidad. Sólo he encontrado un periódico que haya mencionado que el sonido no era demasiado bueno y aún así tímidamente.
Mucha gente escucha música ahora mediante microaltavoces de sobremesa conectados al PC, a través de los altavoces del ordenador portátil, en el coche o, peor aún, mediante auriculares minúsculos conectados al reproductor de MP3. El efecto de todo esto en la calidad del sonido es devastador.
Quede claro que no es cierto que el sonido digital bien elaborado sea peor que el analógico. Y lo dice un nostálgico de los vinilos pero con los pies en la tierra. Pero a la hora de reproducirlo estamos con los mismos problemas que antes: las respuestas de los dispositivos pueden ser buenas, malas o malísimas.
En principio, un altavoz debería reproducir sonidos de frecuencias entre 20 y 20000 Hz con la misma eficacia. Esto es físicamente imposible, lo que llevó a diseñar cajas con varios altavoces de características y dimensiones diferentes que se dividían el trabajo. Las respuestas conjuntas pueden ser ya muy satisfactorias y los pequeños defectos para el oido caprichoso podían corregirse con el ecualizador. Los auriculares tienen problemas ya que un único y pequeño altavoz debe lidiar con todas las frecuencias.
Es interesante comprobar la absoluta imposibilidad de acceder a las curvas de respuesta de cualquier auricular o altavoz de los usados en nuestros PC o en los reproductores MP3. Los fabricantes deben considerar que el pequeño detalle de la calidad no es relevante para el consumidor actual. Y tal vez tienen razón.
Yo he hecho una pequeña prueba. Entren en esta página de la New South Wales University y comparen su respuesta a las diferentes frecuencias con diferentes auriculares y altavoces. Yo lo he hecho con tres: los altavoces del portátil (un Toshiba Portégé), unos auriculares convencionales de unos 12 euros de precio y unos venerables Sennheiser HD 535 ya descatalogados. Las curvas que he obtenido son las siguientes y creo que describen claramente lo ocurrido con la salvedad de que los 12 y 16 kHz están siempre a cero porque no me han funcionado:

A través de los altavoces del ordenador portátil

Con auriculares simples

Con auriculares de calidad

La prueba no es buena porque la circuitería del PC es inadecuada y el volumen no puede regularse bien con lo que a mis Sennheiser apenas les llegaba comida para sonar. Aún así pueden darsw una idea de lo que quiero comunicarles. Para insistir les haré una comparación visual. Les incluyo cuatro imágenes de la misma obra, la habitación de Van Gogh. La primera está más o menos ajustada al original:


La segunda muestra un pixelado grosero que impide apreciar los detalles.


La tercera tiene una severa distorsión en el color, con el verde reducido y el azul casi eliminado.


Y finalmente, la cuarta sufre ambos efectos, reducción de la resolución y distorsión en el color.


Convendrán conmigo en que ningún aficionado al arte aceptaría que le vendieran reproducciones así. Pues por ese motivo, exactamente, no me apetece escuchar a Amaral por el teléfono móvil.

05 diciembre 2006

Revistas de acceso abierto y entrada cerrada

Revistas open-access en las que es difícil publicar

The Royal Society se apunta al lanzamiento de revistas en internet bajo la fórmula del open access, acceso libre y gratuito para todo el mundo. Es decir, como las revistas de la Public Library of Science, que han alcanzado unos factores de impacto muy relevantes en pocos años. El pero viene cuando decides unirte a la iniciativa y que tus trabajos, si pasan el control de calidad, se publiquen bajo este formato:
The new open access' journal service, called EXiS Open Choice', is being tested by the Royal Society to see if it provides a viable way of sustaining the costs of peer review and other aspects of journal production. Authors who choose to pay to make their papers immediately available on the web will be charged a full cost of £300 per A4 page, although the Society will initially be offering a discounted rate of £225 per A4 page to encourage authors to use the service.
Un trabajo nuestro puede ocupar entre 4 y 8 páginas (somos minimalistas); echando cuentas, publicar aquí un artículo nos saldría por 1200 a 2400 libras (1775 a 3550 euros, sin aplicar el descuento). A mí, la verdad, no me salen las cuentas, tendré que seguir sacando las cosas en revistas normales a menos que mi financiación suba escandalosamente.

04 diciembre 2006

Los cromosomas de las palabras

Iba a pasar del asunto, se lo juro. Pero el idioma merece un respeto y con ese objetivo, sólo con ese, me meto en el fangal. La cosa salió en el blog de Javier Armentia, donde se nos informa de una iniciativa del Instituto de la Mujer promocionando a) el uso del femenino a la hora de mencionar, por ejemplo, oficios ejercidos por mujeres y b) el recurso al neutro cuando el genérico sea masculino o, alternativamente, la enumeración de ambos sexos. Ejemplos del caso a) albañila, estudianta, bedela, bachillera…(tomados del blog citado); ejemplo del caso b) donde antes se decía “a los árabes” ahora tenemos varias opciones: “al pueblo árabe”, “a la población árabe”, “a las personas árabes”, “a las y los árabes”, “a los y las árabes”.
La entrada de Armentia generó un amplio debate de más de 100 comentarios donde hubo de todo, desde argumentaciones más o menos pedestres hasta unas pocas de buen nivel por ambas partes salpimentadas con faltas de ortografía y sintaxis exóticas que llaman la atención dado el contexto del debate. Se citaron artículos de Pérez Reverte donde trata este tema con su prosa característica, tal vez incluso algo más ácida que de costumbre (¿existen los pH negativos?).
Pero yo quería abordar el asunto desde una perspectiva distinta pero igualmente apasionada.
Las palabras, los idiomas, no son artilugios donde ahora aprieto una tuerca, luego le cambio los halógenos y mira qué bien me ha quedado el tuning. Son sistemas complejos fruto de una evolución de siglos y en cuya forma intervenimos todos cuando nos toca vivirlos. Y si hablamos del nuestro, del castellano o español, que tanto me da, la sensación es de vértigo ante los centenares de millones de personas que hemos dado forma a esta herramienta que hoy permite que nos comuniquemos.
En este contexto, la iniciativa del Instituto de la Mujer incurre, en mi opinión, en dos errores.
El error básico es suponer que las lenguas pueden ser manejadas desde arriba, tirando de este hilo por aquí y del otro por allá para que se muevan en la dirección deseada. Subyacente al error parece estar algo peor: el desprecio al idioma, al que se quiere amputar, remendar y suplementar como un Frankenstein con su criatura, con la prepotencia que solo da la insensatez. Esto es sólo una suposición mía, claro, pero es que en la exposición de la iniciativa el predominio de los argumentos ideológicos sobre los lingüísticos (inexistentes) es demoledor.
El segundo error es que ese desprecio conduce a un perverso efecto colateral: el uso del idioma como arma de segregación. Porque, a partir de ahora, los que escribimos o hablamos sin seguir las directrices de la neolengua caemos bajo sospecha. Ya no podré escribir “los árabes” sin que haya gente que me acuse, como mínimo, de tibieza en la defensa de la igualdad de sexos. Y no seguiré la neolengua porque disfruto escribiendo y ni los corsés ni los cilicios han dado nunca placer.
Finalmente, habría que recordar que las palabras no surgen mágicamente de la marmita del brujo de turno. Alex Grijelmo habla en su “Defensa apasionada del idioma español” de los “cromosomas” de las palabras, queriendo decir que tienen historia y que sus formas pasadas, actuales y futuras son parte de ella y no son mudables a demanda.
Ya comenté otras veces mi defensa a ultranza de las lenguas separándolas de los intereses politicos por lo que sólo repetiré aquí lo esencial: las lenguas son inocentes, no así sus hablantes. Dejen en paz a las palabras y no carguen sobre ellas la responsabilidad de distinguir entre buenos y malos que ya tienen bastante con sobrevivir a la incultura.

01 diciembre 2006

La universidad de los mercaderes

El cierre de titulaciones en Reading, un aviso a navegantes

Hace tres o cuatro años que se ha planteado en las universidades españolas una campaña de reeducación que a mí se me antoja algo discutible. Uno de los arietes es el tema de la interacción universidad-empresa. Desde mi punto de vista, las relaciones U-E están bien y son interesantes a veces. Pero no son el objetivo principal ni deben conducir (o coaccionar) las actitudes universitarias. Tal vez mis líneas de investigación no interesen a ninguna empresa. Eso no debería ser un demérito sino simplemente la constatación de que los intereses de "Fibrocementos Acme" no son los mismos que los del "grupo Kraken". Lo cual no debería sorprender a nadie.
Las relaciones se van a establecer con más facilidad con aquellos que se dediquen a la investigación aplicada y sólo en un número limitado de campos. En términos generales, no será posible para la investigación pura, que suele dedicarse a la ampliación de conocimiento en campos de nulo interés para la empresa.
La justificación de la imperiosa necesidad de que la universidad establezca vínculos indisolubles con la empresa fue en su momento aquello de que la universidad vive en su torre de cristal, aislada de la sociedad y tal... Una idea tan falsa como estúpida porque la universidad es una parte de la sociedad y los que estamos en ella interactuamos con el resto como cualquiera o más. Pero como en los tiempos que vivimos nos alimentamos de tópicos, el mensaje inicial se ha acompañado de ideas colaterales aún más preocupantes. Por ejemplo, que la universidad debe adaptar sus contenidos docentes a “lo que la sociedad demanda”. La expresión entrecomillada es más falsa que un euro de chocolate por dos motivos: 1. Se quiere decir “lo que las empresas demandan” y las empresas no son la sociedad, sólo una parte de ella con unos intereses peculiares y particulares, y 2. La demanda lo es siempre a corto plazo y no tiene porqué ser lo deseable a medio y largo plazo para el conjunto de la sociedad.

El eslogan anterior convierte a la universidad es una academia al servicio de los intereses empresariales, muy respetables pero ajenos a lo que deberíamos contemplar. Las consecuencias son previsibles ¿para qué una licenciatura o un grado en matemática, por ejemplo, si no hay demanda social? Los matemáticos son entes molestos que tardarán años en incorporarse a una plaza laboral, probablemente en la propia universidad, jodiendo las estadísticas durante ese periodo (“España va bien”).
Lo mismo con el arte, la historia, la física... por no hablar de la filosofía. Si creen que exagero, entre los criterios de calidad de las titulaciones que se están cocinando cosas tan bonitas como el porcentaje de egresados que consigue empleo en el primer y segundo año, o el tiempo que tardan en terminar la carrera los alumnos... Lo que convierte a nuestras aulas en un centro de colocación: hay que enseñar sólo lo que integre ipso facto al alumno en el ciclo productivo y, además, no conviene exigir demasiado porque entonces el alumno terminará en 5 o 6 años en vez de en los 4 políticamente correctos y eso restará puntos a la titulación.

Hay mucha gente con vocación por conocer, investigar y vivir en el descubrimiento de las cosas, mucha. Lamentablemente, esa gente se verá condicionada por planes de estudios que deberán atender otras prioridades porque así se marca desde el Ministerio del ramo. Porque, o pasas por las horcas caudinas o te quedas con títulos no homologados y sin financiación. Así de claro. Ya comenté en este blog en otro momento que es perfectamente posible, según los planes actuales, que un universitario consiga el título de grado sin haber tenido ningún contacto con la investigación. Incluso hay modalidades de postgrado que tampoco la contemplan y donde se valora la presencia de patrocinadores empresariales que sufraguen los gastos. Y se supone que es enseñanza reglada, que ha de ser estable y captar profesores de calidad. Seguro.
Bien, hasta aquí el desahogo. Para que vean por dónde van los tiros, les traduzco una noticia de la Universidad de Reading (GB), aparecida en el Science de esta semana (vol. 314:1363).
La Universidad de Reading se ha convertido esta semana en la vigésimoprimera universidad británica que desde 1997 anuncia el cierre de su Departamento de Física. A pesar de las protestas de profesorado y estudiantes y de las peticiones de más de 2000 investigadores de todo el mundo, el Consejo de la universidad votó el pasado 20 de Noviembre no aceptar más estudiantes de física. El Departamento se cerrará en el 2010.
Las universidades de Gran Bretaña están financiadas en gran parte por la administración, con cantidades dependientes del número de alumnos y de la calidad de la investigación. El vicerrector de Reading, Gordon Marchall, comunicó en una carta abierta que el Departamento de Física está perdiendo sobre 1 millón de dólares al año debido a que no consiguen suficientes nuevos estudiantes (28 este año sobre un objetivo de 50) ni suficientes ingresos por investigación.
Estos dos párrafos apuntan alguna otra perversión. Por ejemplo, la evaluación de los departamentos atiende a su balance económico. Esta ingeniosa idea supone implícitamente:
  • considerar que la universidad es un negocio y no una inversión: el balance económico debe ser equilibrado a corto plazo, no importa que los egresados se integren posteriormente en el sistema de investigación nacional y a lo mejor desarrollen una carrera larga y fructífera.
  • cerrar titulaciones por la escasa demanda, sin tener en cuenta que hay carreras que son en sí mismas minoritarias pero cuya eliminación supone una pérdida social no evaluable económicamente y que conduce, poco a poco, a la degradación cultural de la sociedad.
  • descargar en los profesores no sólo la docencia y la investigación sino también la responsabilidad de captar alumnos en la enseñanza secundaria a menos que quieran ver como su disciplina se extingue.
  • concebir que la investigación debe incrementar las cuentas más que incrementar el conocimiento (que no se evalúa). La necesidad de ingresar dinero obliga a dirigir los proyectos hacia líneas de financiación jugosas (lo que se ha venido en llamar sexy-science). ¡Ay de aquél que se salga de las líneas marcadas!
Para finalizar les confesaré que soy pesimista y que creo que el cierre de titulaciones será una consecuencia ineludible del enfoque economicista de las reformas universitarias. En el fondo está siempre el desprecio al conocimiento, lo que lleva a ver la universidad como un negocio más: hay que compensar los sueldos de sus profesores introduciendo a los alumnos lo antes posible en el ciclo económico de los “mileuristas”. La formación científica, la cultura, el espíritu crítico son irrelevantes en este esquema, cuando no perniciosos. Y las titulaciones que no entren por el aro que se vayan muriendo ellas solas de déficit crónico.
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