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29 abril 2017

Redes rotas

Revisando viejas fotos me he dado cuenta de la cantidad de gente que he conocido, que he tratado a veces no superficialmente, y que ha desaparecido de mi vida. Al cabo de un tiempo vuelven a presentarse fantasmalmente como en la imagen de abajo, apenas unos miles de puntos grises que, sin embargo, catalizan poderosamente alguna reacción que trae al presente recuerdos aparentemente perdidos. Imágenes cuyo poder no es la calidad fotográfica sino su cualidad evocadora. En un vistazo rápido puedo ver en esas fotos un centenar de personas que se cruzaron en mi camino dejando huella para luego alejarse por sus propios senderos. Muchas de ellas no volvieron a aparecer pero el hito quedó fijado, aunque la pregunta sobre su rumbo quedará, temo, sin contestar.
Luego, se me ocurrió que ese papel es recíproco y posiblemente haya personas que se han preguntado alguna vez qué fue de aquel tipo con extraño apellido que conoció un día y del que hoy se acuerdan, vete a saber por qué. Somos una red tendida en el tiempo llena de roturas, con ramales perdidos, con líneas a trazos. Cada uno de nosotros tiene una red propia, compleja, con cientos de nodos compartidos. Cada uno de ellos forma parte de otra red que, a su vez, se interseca con centenares hasta cubrirlo todo en una imagen de vértigo, en un multiverso de relaciones personales.
En una vuelta de tuerca más, me he preguntado cuántas veces estuvieron algunas redes a punto de cruzarse pero, por una distancia mínima, no llegaron a hacerlo. Una amistad que no se produjo, una relación que podría haber cambiado nuestra vida y que no existió por unos minutos o por unos metros, una encrucijada en la que no tuvimos oportunidad de elegir camino.


12 febrero 2012

La chica de la biblioteca

Un tren nocturno casi vacío es uno de los mejores espejos de la soledad. Parecería que una biblioteca tiene el mismo carácter pero es diferente. Cuando me acomodo en mi sillón a leer, me gusta dedicar unos segundos a hacerme consciente de los libros que me acompañan, todos ellos reflejo de un autor que en algún momento del pasado hizo aparecer palabra a palabra, frase a frase, lo que dentro de unos instantes voy comenzar a leer. En una biblioteca, además de la compañía de los autores, tienes la de los otros viajeros, la de gente que hace el mismo ejercicio que tú: rescatar emociones de personas a través de sus obras, viajar en el tiempo recuperando una y otra vez sensaciones ajenas a partir de esos pequeños signos que conforman la escritura. Los autores despliegan su historia en lo que lees. A veces lo hicieron voluntariamente, dejando señales explícitas de sus sentimientos. En otras lo hacen con menos claridad, dejando pistas que se desentierran poco a poco, a veces en varios libros. Los otros protagonistas, los lectores, me fascinan porque cuando los miro se me asemejan a los libros que, alineados sobre los estantes, aún no has abierto.

Acababa de dejar a unos amigos y volvía hacia lo que me parecía ningún sitio. Y es que no hay como un tren nocturno para reflejar soledades. 
Un viernes a finales de diciembre recogía mi despacho pasadas las 20 h. Ya era de noche y una niebla espesa, iluminada por las farolas de luz amarilla, lo envolvía todo. Miré hacia el aparcamiento y, aparte del mío, sólo había tres coches. Por las pocas luces que quedaban encendidas en los edificios supuse que eran de las personas que atendían esa tarde la conserjería y la biblioteca. Desde mi ventana veo el tercer edificio y, en efecto, había solamente una persona en las mesas de la biblioteca, una chica que leía en una mesa al lado de la ventana. Una luz sobre la mesa, un 23 de diciembre, en una biblioteca rodeada de niebla. Qué buena historia podría comenzar así.

08 febrero 2011

Confidencias de un ateo

No creo que ningún dios exista. Ni Thor, ni Ra, ni Yahvé, ni Shiva, ni ningún otro. Soy, por tanto, ateo.  De vez en cuando tengo algún debate sobre el asunto, a veces con creyentes más o menos verdaderos, a veces con agnósticos más o menos reflexivos. El debate suele plantearse de una manera que, en mi opinión, es errónea y que parte de la suposición de que ser teísta es lo natural y que ser ateo es la consecuencia de algún proceso que te lleva desde el lado "bueno" al "malo". No es mi caso y comentaré algo de eso a continuación aprovechando que acabo de leer un post en la Ciencia y sus Demonios que dice que la "hipótesis de dios" no puede ser abordada desde un punto de vista racional y con el que no estoy completamente de acuerdo.

Evolución: del pensamiento mágico al pensamiento racional
En cierta ocasión una creyente me preguntó cómo había perdido la fe. La pregunta estaba equivocada e intenté explicarle la razón. De niño yo iba a misa, hice algún curso de catequesis y confesaba mis "pecados". No quedaba otro remedio, por supuesto, ya que estábamos en una sociedad que se declaraba católica. A resultas de todo eso creía en el dios de los católicos, y esto es lo importante, del mismo modo con el que creía en los Reyes Magos o en la bruja buena que vivía en la casa blanca del camino al río. El tiempo pasó y como todos los niños me enteré de qué iban los regalos navideños y que aquella bruja era una señora como cualquiera otra. En ese proceso, el dios de los católicos siguió el mismo camino que los otros personajes de ficción infantil y lo hizo sin mayor algarabía ni crisis existencial. Hoy sigo considerándolo justa y solamente eso, una de tantas cosas que los niños creen pero que al crecer vemos como una de tantas fantasías de un periodo donde la inmadurez nos hace compatibles con el pensamiento mágico.
Esa parte de mi vida mostró simplemente que el adoctrinamiento sufrido durante años tuvo que rendirse a la razón, la herramienta que uso para intentar distinguir lo verdadero de lo falso. Otros niños no tuvieron esa posibilidad y, tal vez más influenciables o menos reflexivos, ya no cuestionaron las "verdades" que les inculcaron en una época especialmente vulnerable.
Una vez que descartas a los Reyes Magos y los colocas en el cajón de los seres imaginarios es casi imposible que vuelvas a creer en su existencia. Has leído, has estudiado, has reflexionado, has vivido. El resultado es que poco a poco vas organizando una concepción de mundo basada ya en tus experiencias y no en lo que te cuentan tus padres o el cura de la parroquia. En esa cosmovisión podrías incluir a los Reyes Magos pero eso no sale gratis ya que suponer su existencia generaría conflictos incompatibles con el resto de tu experiencia.
Con los dioses me pasa exactamente lo mismo: los que creen en ellos me cuentan que tienen unas propiedades tan increíbles que el choque con la realidad se me antoja insalvable. Para su pesar, creer en esta etapa de mi vida ya no es lo mismo que creer de niño: el pensamiento lógico ha sustituido al pensamiento mágico y la confianza incondicional en lo que te cuentan ya no existe. Leo por ahí que este proceso me ha convertido en un positivista, filosóficamente hablando. Aparte de las denominaciones, en este momento serían necesarias pruebas extraordinarias para convertirse en un teísta y toda mi experiencia me dice que semejante pruebas no existen.

Probando, probando (o intentándolo)
Con lo anterior creo que mi opinión sobre este tema queda bastante clara pero podemos dar un par de pasos más. La pregunta del millón es, por supuesto si la existencia de un dios puede ser probada. Aquí comienzan a manifestarse los conflictos con los adictos al pensamiento mágico ya que es necesario un consenso sobre que consideramos "prueba". Algunos "mágicos" defienden que su única experiencia personal es prueba suficiente: ellos "saben" que dios existe, luego dios existe. Lo sorprendente es que la incoherencia de su argumento no les es evidente. Si funcionara, el yeti, las abducciones extraterrestres y la Tierra plana serían reales solo porque alguien cree en ellos. En resumen, si alguien tiene una epifanía o un "viaje" puede acabar creyendo en un dios y estar convencido, más allá de cualquier duda, de su existencia pero esa "existencia" no se transfiere mágicamente a la realidad. Curiosamente, este argumento fue utilizado sin rubor en foros presuntamente serios.
Otros "mágicos" intentan acercarse a un concepto de prueba más general. Aquí hay dos tendencias que, en mi ignorancia de la terminología filosófica, llamaré respectivamente "prueba argumental" y "prueba empírica".
La prueba argumental se basa exclusivamente en razonamientos que aplicando la lógica y los conocimientos disponibles intentan llegar a la conclusión de que un dios existe (o de todo lo contrario). Los más conocidos son el argumento ontológico y el cosmológico. Desde mi punto de vista, las pruebas basadas en argumentos verbales tienen un problema fundamental aparte de su mayor o menor consistencia lógica: dan a entender que el salto desde el mundo de las palabras al mundo real tiene efectos reales o, dicho de otro modo, un argumento aparentemente correcto ejercerá una misteriosa fuerza sobre la realidad que hace que esta se adapte a lo que de él se deduzca. Insisto en la expresión "aparentemente correcto" porque en el pasado se han propuesto muchos argumentos que hoy se revelan de una candidez extrema pero que entonces parecían irrefutables. Entre unos y otros solo ha cambiado nuestro conocimiento del mundo. En mi opinión, un argumento formalmente correcto (aparentemente correcto) es poderoso en el sentido de que puede ser un estímulo intenso (piensen en los "experimentos mentales" de Einstein) pero le falta un requisito: el contraste empírico. Conste que lo mismo es aplicable a los argumentos en sentido contrario, como la paradoja de Draygomb, por poner un ejemplo cualquiera.
Y llegamos al final porque ese contraste empírico es el último tipo de prueba y, de hecho, la única que desde mi enfoque sería aceptable y suficiente. Hasta el presente, entiendo que la única prueba empírica que los "mágicos" pueden esgrimir son los llamados "milagros", hechos que la ciencia no es capaz de explicar y que al violar las leyes de la naturaleza prueban que hay una intervención sobrenatural que se atribuye a un dios. En mi opinión, esas pruebas presentan un par de problemas que las hacen insuficientes. El primero es que el hecho de que la ciencia no sea capaz de explicar algo hoy no significa que no pueda hacerlo mañana. El segundo, el más importante, es que el hecho de que la ciencia no pueda explicar algo hoy, o mañana, o nunca, no prueba ni implica que la causa sea sobrenatural siendo indicio únicamente de nuestras limitaciones. En los "milagros", la relación causa (un dios) efecto (curación, por ejemplo) siempre es un suposición, una afirmación gratuita que los creyentes aceptan sin más y que yo veo con absoluto escepticismo.

Dioses con atributos humanos
Finalmente, en las discusiones suele aparecer la pregunta ¿y tú puedes demostrar que los dioses no existen? A eso se suele contestar de dos formas. La primera es que la carga de la prueba corresponde al que afirma su existencia. Es una respuesta razonable pero insatisfactoria porque realmente no responde a la pregunta. La segunda es que no es posible demostrar la inexistencia de algo como "dios". La primera dificultad radica en la propia demostración de "inexistencia": yo no puedo demostrar que nuestro universo no es una simple vesícula en el interior de una gigantesca serpiente que vive en un mundo de seis dimensiones. Pero si yo lanzara esa afirmación no me extrañaría de que cualquiera me pida pruebas de semejante atrevimiento y esas pruebas deberían ser rotundas.

La serpiente cósmica en cuyo interior se aloja nuestro universo.
Con la existencia de uno o varios dioses pasa lo mismo pero solo hasta cierto punto ya que el entusiasmo de los creyentes les ha llevado a cruzar una línea de difícil retorno. Por ejemplo, los cristianos asignan a su dios propiedades extraordinarias, entre ellas el ser omnipotente, omnisciente e infinitamente bueno y misericordioso entre otras cosas. Esas supuestas características divinas han creado un enorme cúmulo de problemas ya que, a cualquiera con un mínimo de comprensión lectora le resulta evidente que en su libro sagrado ese dios manifiesta frecuentemente una crueldad espantosa. Incluso haciendo abstracción de ese libro, la existencia de víctimas inocentes en desastres naturales es incompatible con la bondad y omnisciencia de su dios. En algunas discusiones con fundamentalistas bíblicos yo les ponía el ejemplo siguiente: estoy observando a un niño jugar y me doy cuenta de que un camión está dando marcha atrás y va a aplastarlo; si yo puedo retirar al niño de ese lugar pero me quedo mirando como muere sin hacer nada, la mayoría de la gente dirá que soy un malvado. Curiosamente, esa es la conducta del dios cristiano: jamás interviene, pudiendo hacerlo, para salvar a alguien obviamente inocente, de una desgracia. Por ese motivo, la existencia de un dios con las características del cristiano es imposible, se da de bruces con la evidencia de la realidad.

Finalizando
Verán que no me he puesto a discutir sobre lo positivo o negativo de las religiones ya que el objetivo del post es simplemente contarles el punto de vista sobre los dioses, punto de vista extrapolable a todo el cortejo de seres sobrenaturales que suelen acompañarlos en la mayoría de las religiones. Lo que sí me gustaría destacar es que todos los creyentes de las religiones monoteístas niegan los dioses de los demás. Son ateos para todos los dioses menos uno que, casualmente, suele coincidir con el de la religión que le inculcaron de niño. Dada la diversidad de dioses en los que la humanidad cree, se me hace especialmente llamativo que cada cual vea tan evidente la falsedad de los ajenos como la realidad del propio.

20 enero 2011

¿Cómo funcionan los recuerdos?

Disculpen la entrada a lo Punset pero hoy toca ida de olla. Resulta que con el tiempo he confirmado que mi memoria es algo caprichosa, por decirlo amablemente. Siempre tuve claro que su comportamiento era problemático, por ejemplo, soy un pésimo fisonomista y sería un testigo inútil ante una rueda de reconocimiento. Sin embargo puedo recordar una fotografía vista en un libro aunque haga años de ello. Y poco a poco me he dado cuenta de que hay episodios de mi vida que recuerdo con cierta nitidez pero hay otros, tal vez demasiados, que han sido borrados íntegramente de mis neuronas. Por ejemplo, un viaje que sé que hice en un momento dado y del cual no queda rastro alguno.
No sé si han visto La ley de la calle, de Coppola. En la película, el protagonista dice que ve la vida como en un televisor en blanco y negro y con el volumen bajo. En mi caso, cuando miro hacia atrás es como si rebobinara una cinta de vídeo donde solo se ven secuencias más o menos largas pero siempre sembradas de fragmentos donde todo se oculta bajo una interferencia. Debajo de ese ruido deberían estar partes de mi vida.
Al hilo de esta historia veo que así como vivimos con diferentes intensidades los diferentes tiempos, también los recuerdos tienen diferentes brillos y persistencias.


A veces lo veo como una red, una telaraña casi caótica de finos hilos de luz que se conectan en nodos que brillan con una menor o mayor intensidad. La telaraña crece y se expande en un espacio vacío según pasa el tiempo. Los nodos son los recuerdos, aquella tarde lluviosa que por algún motivo se convirtió en un hito vital, o un momento en el que nos despedimos de alguien que ya no volvimos a ver. Los hilos son la frágil sujeción de la memoria, el camino que enlaza nuestra consciencia con esos recuerdos, los soportes de nosotros mismos. A veces los hilos se deterioran, como un sendero abandonado que poco a poco se ve cerrado por la vegetación. Entonces el recuerdo se apaga, tal vez para siempre, porque los caminos de la memoria deben ser utilizados. Otras veces una relación fugaz tiende un hilo en el vacío que alimenta un recuerdo que estaba ahí, aunque no tuviera la luz que le da presencia consciente.
Otras veces la metáfora es distinta. Imaginen una especie de cometa que avanza en el tiempo según vivimos (el tiempo es el único camino real que recorremos). El núcleo eres tú en el efímero presente y la cola del cometa son los recuerdos en los que, día a día, se convierten las vivencias. En ese viaje inexorable en el tiempo los recuerdos más recientes y luminosos aún están sólidamente unidos a ese núcleo por un brillante hilo pero según se alejan en el pasado se van apagando y haciendo invisibles, tal vez se desprenden y se pierden en el negro e infinito espacio del olvido.


Sin embargo, a veces ocurre que en un lugar de esa cola de recuerdos algo se enciende y vuelve a la vida, un recuerdo revive y se hace presente. Recuperamos con ello una parte perdida de nosotros.
Me preguntaba E. hace poco la razón de hacer cierto tipo de fotos. Es difícil contestar pero sí puedo asegurar que para mí son un seguro ante el olvido. Cuando miro una foto de hace diez o veinte años se enciende una luz en alguna parte del cometa y ese recuerdo se afianza en su sitio reduciendo mi riesgo de desaparecer.
Y es que somos lo que recordamos (y seremos lo que los demás recuerden de nosotros).

Nota: si han llegado aquí abajo (a mí me ha costado) recuerden que les avisé que era una ida de olla, no se quejen. 

07 mayo 2010

Neandertal

Ya saben lo del genoma Neandertal. Se lo comenté brevemente en el post anterior y hoy es portada de muchos diarios y comentario general en los primeros programas de radio del día. Les copio abajo un enfoque de asunto diferente que escribí cuando se supo que se estaba secuenciando su genoma hace unos meses. Es mi recuerdo personal y subjetivo de estos personajes, hoy un poco más próximos.

No llegaba yo a los veinte años, creo. El día, un ventoso sábado de invierno, no daba para ir a la montaña y tras examinar las opciones decidimos conocer lo que teníamos más a mano. Cualquier cosa antes de quedarnos en casa un fin de semana. Nos acercamos a una de las treinta o cuarenta cuevas que estaban a menos de una hora de carretera. Cuevas en principio con poco interés pero que tal vez depararan alguna sorpresa.

El precedente era una de apenas cien metros en un monte de Candamo, a poca distancia de un chorco de lobos de piedra, hoy oculto por la vegetación. Allá encontramos pinturas en una pared y restos de madera quemada cubiertos de una fina pátina de calcita.

Esta vez no sería así. Recorrimos una carretera sinuosa, flanqueada de árboles ahora sin hojas. Entramos a media mañana sin gran entusiasmo porque había empezado a llover y con una vestimenta poco ortodoxa: buzos azules de obra y arneses sólo para llevar el carburero, casco y botas de goma. En esto último yo disentía y prefería las "chirucas" de siempre que me mantendrían con los pies mojados permanentemente pero que eran más seguras en cuevas como esta, sin dificultades técnicas pero con agua y barro.

El día transcurrió sin pena ni gloria, curioseamos por la galería superior, llena de polvo (o al menos la recuerdo así) y al final bajamos a la del río. Con la seguridad de la ropa seca en el coche nos metimos hasta el cuello avanzando hasta que la galería se cerró. Nada especial nos llamó la atención.

Salimos ya de noche. La ropa completamente empapada acabó en las bolsas de plástico y con la calefacción del coche volvimos a Avilés. No hicimos ninguna foto. Unas cervezas en un bar y la conversación derivó a cualquiera de nuestras obsesiones de entonces. A cualquiera menos a esa cueva que no nos había llamado la atención comparada con las maravillas de otras más próximas a los Picos de Europa.

Pasó el tiempo, dejé la espeleología y de aquellos años quedaron unas pocas fotos y un casco Peltz que aún guardo colgado en una esquina del garaje.
Casi tres décadas después leí que se habían encontrado restos humanos en una cueva asturiana. No eran restos recientes, de la guerra civil, sino muy antiguos, de hacía más de 40 mil años. Un niño, tres jóvenes y cinco adultos acabaron sus vidas allí. O dicho de otra forma, cuando visitamos aquella cueva una tarde de invierno, en algún lugar de aquellas galerías por las que pasamos estaban los restos de nueve personas, de nueve neardertales. Hoy se ha secuenciado parte de su genoma, muy próximo al nuestro y que, sin embargo, señala a una especie distinta. Distinta pero humana. Extintos, los neandertales descansaron decenas de miles de años en la Cueva del Sidrón, en el concejo de Piloña, en Asturias.

10 octubre 2009

Hoy que es de madrugada

Hoy que es domingo y es de madrugada y llevo un tiempo perdido por Youtube y Spotify mientras los demás duermen, me apetece ponerles un poco de música. Es ese estado de ánimo que llega a veces sin avisar el que me permite usar como coartada y como catalizador que Mary Travers murió hace un par de semanas y que en mi adolescencia pasé muchas horas oyendo su música, la de Peter, Paul & Mary. La oí a destiempo, como tantas cosas que hicimos en esos años, qué le vamos a hacer. A destiempo pero, viéndolo hoy con perspectiva, no necesariamente mal. Que tengan una buena noche.

20 enero 2009

[Personal] Obama

Hoy es un buen día para contarles esto. No es ciencia pero forma parte de mi manera de ver las cosas.

Mis abuelos fueron emigrantes y eligieron como destino, quién sabía si final, los EE.UU. Sus dos hijas nacieron en el estado de Virginia. Ambas mantuvieron su nacionalidad estadounidense cuando volvieron a España, impulsadas por una crisis tal que hacía deseable volver a un país como éste. Casi medio siglo más tarde, mi madre me llevó de vuelta unos meses a Detroit a finales de los 60. Era fácil porque yo tenía la doble nacionalidad.

Era un niño pequeño y no me enteré de nada. Hoy apenas tengo un par de imágenes muy lejanas en la memoria.

Una de ellas es un jardín. Yo estoy revolviendo la tierra con una pala de juguete. Una ardilla había escondido algo unos minutos antes y yo intentaba encontrarlo. Al fondo, el porche de una casa de madera.

En la otra estoy jugando con otros niños en una calle. Estamos sentados en el suelo, no hay coches y las casas son de planta baja. Hay ropa tendida y una valla de madera blanca.

Años más tarde supe que todos aquellos niños eran negros y que el permiso de mi madre para que jugara con ellos era algo escandaloso en las casas de blancos del barrio. Supe también que el barrio era modesto y que no se había definido una zona blanca ni una zona negra pero las relaciones sociales eran estrictas. No hay mezcla, no hay conversación, no hay juegos. Fui probablemente el primer niño blanco que jugó con niños negros sin saber, ni yo ni los demás, que estábamos haciendo algo raro.

Aquel mismo año o tal vez el siguiente mataron a Martin Luther King en Memphis, relativamente cerca de allí. Mi tía recuerda perfectamente a sus noventa años ese acontecimiento, pero recuerda aún mejor el ambiente en el que se produjo: el hartazgo de la población negra, la segregación (y no era un estado del Sur) y, sobre todo, la esperanza de que algo podía cambiar con Martin Luther King. Una esperanza truncada. En Europa, un mes después se truncaría otra: era mayo del 68.

Martin_Luther_King_motel_Lorraine_abril_1968

Hosea Williams, Jesse Jackson, Martin Luther King y Ralph Abernathy en la terraza del hotel Lorraine, en Memphis, el día 3 de abril de 1968. King fue asesinado en el mismo lugar al día siguiente.

A esa esperanza, me cuenta, se unía la suya. No sabía que se llamaba "el sueño americano" pero era indistinguible de él. La crisis del acero, sector donde trabajaba mi abuelo, les obligó a tomar el barco en Nueva York para volver acá. Fue el reconocimiento de una derrota de la que nunca se recuperaron del todo.

Mi lectura del triunfo de Barack Obama está más relacionada con esa sensación de esperanza renacida, algo que ya está presente, que con expectativas de futuro. No sé si Obama hará una décima parte de lo que se propone pero ya ha conseguido algo impensable en esta mierda de años que llevamos recorridos en el siglo XXI. La mejor explicación es la cara de Jesse Jackson en Chicago. Jackson estaba al lado de Martin Luther King cuando lo mataron hace cuarenta años. Yo no, claro, pero oyendo a Obama vuelvo a estar en aquella acera de Detroit hace tanto tiempo. Y me gusta la sensación.

Jackson2008

Jackson, cuarenta años después, en la victoria electoral.

24 diciembre 2006

Suplemento de fin de semana

Golem Blog está incluido en dos portales donde se hacen compañía un grupo de blogs más o menos afines por sus intenciones y contenidos. El primero es la Red por una información crítica y el segundo Hispaciencia. Esta afiliación facilita la difusión de las entradas pero también condiciona los contenidos. En el primer caso no hay problema porque cada post debe ser enviado expresamente por lo que, si alguno se sale de la temática esperada, basta con no darlo de alta. En el caso de Hispaciencia, sin embargo, todas las entradas se recogen automáticamente. Como consecuencia, los usuarios de este portal se encuentran ocasionalmente con entradas bastante inoportunas si buscan exclusivamente contenidos científicos. Hasta ahora han tenido paciencia conmigo pero como la homogeneidad no me va mucho he considerado conveniente dividir este blog en dos mediante al recurso fácil de abrir otro. Y hoy, desde Oviedo, quedan ustedes invitados a darse un paseo de vez en cuando por Totum revolutum, una especie de suplemento emocional para lo que me pida el cuerpo en cada momento.

28 noviembre 2006

[Off topic]

El que avisa no es traidor, de vez en cuando cuelo un post que no va de lo de siempre. En Hispaciencia aparecen de forma automática, no puedo evitarlo aunque no vayan de ciencia. Disculpas por tanto.
Este tiene 3 fragmentos aparentemente inconexos, pero podría haber algunos antes y otros después. Depende del estado de ánimo. Es un desahogo después de una temporada complicada, no me hagan mucho caso.

Fragmento 1. Conversando.
Escuchamos mucha música entonces ¿verdad? Pero luego me di cuenta de que la música no era lo esencial porque el volverla a oir, lejos de hacerme recuperar las buenas vibraciones, me producia tristeza.
E., hace unos pocos días.
Fragmento 2. Canned Heat.
El tipo de la armónica es Bob Hite y el que canta Alan Wilson. Bob murió de un infarto a los 36 años; Al le había precedido en el viaje gracias a una sobredosis. Lo mismo pasó con otros insignes “triunfadores” de la época algunos de los cuales consiguieron tener dos o tres momentos luminosos, no más, pero fueron suficientes. Me atraería saber que fue del resto de la banda pero ahora no recuerdo quienes eran (¿Vestine? ¿Taylor?) y, en cualquier caso, me quedo con estas imágenes de los buenos tiempos.



Fragmento 3. Epitafio.
A tí no sé qué decirte salvo que no has demostrado merecer lo que tuviste. Lo tuviste todo, o al menos todo lo que creias poder tener, que es lo mismo. Pero pudiste ver que tu éxito no iba a ser eterno y la mera perspectiva de la caída pudo contigo. Eras inteligente pero no fuerte. Eras bueno pero no generoso. Creiste que todo empezaba y terminaba en el espejo de los demás. Esos que te sostuvimos un tiempo, hasta que tú mismo, sólo tú, te tiraste por la borda.

16 noviembre 2006

Ventanas y espejos (nada de ciencia, sólo una reflexión personal)

Antes, el objetivo era dejar hijos que continuaran la sangre familiar, una entelequia persistente. Ahora tal vez podamos ser más ambiciosos y aspirar a ser algo más que la máquina perpetuadora de nuestros genes (Dawkins dixit) ya que hemos inventado el más poderoso instrumento de inmortalidad: la escritura.
Pero no todo es tan fácil. Decía Borges que bastaba con un libro o unos pocos. Era mentira y él lo sabía y, al menos a mí, la sensación de lo inabarcable me desazona. Soporto mal que el tiempo se me acabe y los libros por descubrir no disminuyan.
Mis lecturas pueden dividirse en dos grupos. Las científicas son, paradójicamente, las que menos me descubren cosas nuevas. O al menos esa es la impresión que me dejan. A veces encuentras cuatro o cinco páginas memorables pero lo más frecuente es que en un buen montón de artículos sólo media docena de párrafos tengan vocación de permanencia. Cierto que debo leerlos porque es mi profesión hacerlo y lo hago con placer pero sin sorpresa.
A estas alturas de mi vida los mejores momentos vienen del otro grupo de lecturas. Las de los libros sacados casi al azar de un estante de la biblioteca las conocía hace tiempo. Las de esas cosas que llamamos blogs han sido una sorpresa reciente.
Frecuento blogs de varios tipos pero tengo media docena de los que siempre espero algo más, momentos de luz.
Son blogs que no estarán nunca en los primeros puestos de los rankings. Ni maldita falta que les hace. Tienen el feeling de algunas músicas, con entradas únicas, de cantautor, en un esforzada construcción verso a verso. Son a la vez una ventana y espejo, para asomarse desde dentro o para atisbar desde fuera, para reflejar al autor y, en momentos efímeros, al lector.
No creo en eso que llaman comunidades sociales en la "blogosfera", pero sí en las relaciones personales construidas en esta suerte de gota a gota que construye y alimenta los blogs. Raras relaciones, en la distancia, pero que disfruto como aquella vez, hace años, que conversaba con los guardas en Misiones mientras tomábamos mate y una tormenta inundaba las ruinas.
No dejeis de escribir.

07 noviembre 2006

Rematando la faena

O cómo barrer una cultura del mapa y de la historia.

Hay formas de destruir un país. Una bastante eficaz es bombardear las infraestructuras de comunicación, los centros de producción de energía y los hospitales. El daño es enorme pero no es completo. Tan importante como lo anterior, o más, es destruir la cultura, las raíces y la historia.
En Iraq la eficacia es impresionante ya que el saqueo del Museo de Bagdad fue inmediato tras la entrada de las tropas de los EE.UU. en la capital. La quema de la Biblioteca Nacional, de los Archivos y de la Biblioteca Coránica vino apenas unas horas después. Todo ocurrió en abril de 2003 y entre los centenares de miles de libros y documentos que se perdieron estaban, por ejemplo, los originales de Averroes o las más antiguas traducciones de Aristoteles al árabe.
Hubiera sido suficiente tal vez, pero hay perfeccionistas a los que no les gusta dejar las cosas a medio hacer. Siguió el saqueo de las excavaciones y luego se pasó a una fase más animada: la caza de escritores, científicos y, en general, cualquiera que pueda poseer algo de ese peligroso atributo que se llama cultura.
El último ha sido Isam Kadhem F. al-Rawi, fundador y presidente de la Iraqi Association of University Lecturers, geólogo en el Departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Bagdad.


Un tipo que hablaba con frecuencia de los riesgos del extremismo religioso y que fue asesinado a tiros hace apenas 7 días al salir de su casa. No sé si era bueno, malo o regular. Ni me importa demasiado. En una de sus declaraciones denunciaba la cacería:
"Assassins are targeting Iraqi university professors in a coordinated, liquidation process to force well-known scholars to leave the country and thus hinder the country's reconstruction."
No ha sido el único, sólo el último. En junio de este año se descubrió una lista con 461 nombres de personas que debían ser asesinadas: científicos, ingenieros, periodistas... Ya antes, desde abril de 2003, había sido comprobado el asesinato de unas 200. Añadamos otros tantos desaparecidos y unos miles de exiliados. La aparición de la lista revela que estas muertes no son casuales dentro de la extrema violencia que impera en Iraq sino resultado de una estrategia de profundizar en la destrucción e impedir cualquier recuperación cultural.
Para terminar les comentaré que no tengo espíritu gremial y estas muertes no me parecen mejores ni peores que otras, pero sí me preocupa la pérdida de la memoria. Por ese motivo me conformo hoy con llamar la atención sobre los intentos para barrer un país del mapa y de la historia.

30 octubre 2006

A la ministra de Cultura, Carmen Calvo

(Muy) malos tiempos para la cultura

Mi hija tiene 7 años y saca libros de la biblioteca. Para ella ir y rebuscar en los estantes es una aventura que le ilumina la cara. Dentro de pocos meses, tendrá que pagar por hacerlo porque se va a imponer un canon por leer esos libros. La Ministra de Cultura (¿) Carmen Calvo se disculpa diciendo que “es cosa de Europa”. ¿No sería el momento de dar un puñetazo encima de la mesa? ¿No sería el momento de desobedecer a la Europa de los Mercaderes?
Pero no, no será así. Nosotros no dejaremos de leer, ni Ruth, ni su hermano, ni el resto de la familia. Pero tal vez otros tengan otras necesidades y no les sea tan fácil pagar por leer. Ministra, me avergüenza usted y me hace avergonzarme de este país que no sabe defender lo más elemental, lo que hizo que el Mediterráneo fuera la cuna de la Cultura con mayúscula, la que acuñó, entre otros derechos, el de acceder a ella. Las bibliotecas tienen miles de años y usted, no rehuya responsabilidades, va a cambiarlas para mal, para que los menos pudientes pero que quieren leer, tengan más dificultades para hacerlo. Felicidades ministra.
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