16 octubre 2012

La RAE está desnortada ¿quién la desdesnortará?

No resisto la tentación de hacer una entrada rápida ante lo que acabo de ver. Resulta que según El País, la Real Academia Española incorporará acepciones de origen estadounidense al Diccionario. Ya ha habido numerosas críticas a incorporaciones pasadas donde la RAE no parecía tener claro qué palabra era muy probablemente de uso efímero y dejaría de usarse en pocos años (como "tuit" por poner un ejemplo).
Ahora la cosa se pone más seria porque de ciencias no parecen andar muy bien y han aceptado algo extravagante. Es sabido (salvo por algunos periodistas) que billón en español es un millón de millones (un 1 seguido de doce ceros) pero que billion en inglés es equivalente a mil millones (1 seguido de nueve ceros). La RAE incorporó en 1995 el término "millardo" para definir los mil millones y, aunque la palabra era un tanto chocante, fue adoptada con rapidez y sin quejas.
Bueno, pues ya era cansino corregir una y otra vez la traducción automática en las noticias del tipo "en la Tierra habitan 7 billones de personas" como para que la RAE, que lo tenía resuelto en su diccionario con el billón y el millardo, haya caído en la tentación o negligencia de liarla ya que se propone admitir billón con la acepción inglesa de mil millones. La consecuencia es que no sabremos de qué estamos hablando ya que el valor dependerá de cómo se interprete la palabra, en español o en "hispanounidense· (sic).

Lamentablemente no sólo es eso sino que, según El País, el término trillón (un millón de billones en la actualidad, un 1 seguido de 18 ceros) podrá significar ¡mil billones! que, según la acepción que se usa podrían ser desde 1 seguido de 12 ceros a 1 seguido de 15 ceros. Una chapuza impresentable, como podrán suponer.
Visto el asunto sugiero una iniciativa que se extendería a todo el léxico científico: que la RAE abra un web donde gente especialista pueda pulir o rectificar las actuales definiciones de muchas palabras del ámbito de la ciencia que están mal definidas o, en no pocos casos, son simplemente un horror o una risa (ver, por ejemplo, la definición de dinosaurio). Algo como la Wikipedia pero en diccionario. Luego ya estarían los académicos para filtrar, pedir detalles o asesoría y decidir qué acepciones se mantienen o se cambian.

14 octubre 2012

Del supuesto decaimiento de la cultura

Cuando vivía en el Norte era visitante asiduo de la Casa de la Cultura de Avilés que en aquellos años albergaba la biblioteca municipal y, espero que siga igual, tenía una extensa programación de cine y exposiciones de arte, pintura principalmente. Con estas últimas tenía problemas: no sólo no me gustaba casi ninguna sino que me gustaban aún menos las reseñas que las acompañaban, hechas por alguien de la casa. Eran reseñas aparentemente bien escritas, impresas en dípticos de exquisito diseño... y ausentes de todo contenido. Frases con palabras que parecían haber sido colocadas al azar y cuyo significado era más oscuro que los escritos de Lacan.  Ayer me quedé sin internet en casa y me puse a repasar algunos vídeos que tenía a la espera. Entre ellos estaba el de Steven Pinker en TED Talks "La tabla rasa", donde habla de su libro homónimo. Hacia la mitad de la charla entra en el debate sobre el supuesto decaimiento de la creación cultural y artística, un debate extraño por cuanto aparentemente nunca se han editado tantos libros o compuesto tanta música como en las últimas décadas.
¿O será que por “cultura” se entiende otra cosa? En efecto, la idea es que ese decaimiento se ha dado en las artes ejercidas por ciertas "élites culturales" por motivos concretos que veremos a continuación. Donde no hay descenso es en la cultura más "popular", despreciada por la élite por una presunta falta de exquisitez y de sofisticación.
Apenas acabo de empezar el libro de Pinker pero la idea que me he hecho (seguro que mezclando lo que él postula con mis propias impresiones) es la siguiente: Algunas "élites" artísticas del siglo XX generaron movimientos que desprecian la belleza, el placer, la claridad, la comprensión y el estilo tal como se valoraba por la mayor parte de la sociedad. La percepción de la gente no perteneciente a esas élites coincide con invariantes estudiados acerca de esas mismas cosas por la antropología: belleza, armonía, argumento, placer... Las mencionadas élites se apartan de esos invariantes realizando obras donde existe (esta lista aparece en una de las diapositivas de la charla algo modificada):
  • arte visual sin atisbo de belleza porque se busca expresamente la fealdad, la desproporción y la falta de armonía.
  • novela y teatro sin trama y sin narrativa, muchas veces con sintaxis o puntuaciones extrañas o inexistentes.
  • poesía sin metro y sin rima, cuando no sin sentido.
  • arquitectura y urbanismo sin decoración, sin escala humana, sin espacios verdes, sin luz natural.
  • música sin melodía, sin tono, sin ritmo, sin armonía.
  • todo ello aglutinado por una literatura crítica de lenguaje incomprensible, sin ninguna atención a un mensaje claro que el lector pueda asimilar.
En la entrada de la Wikipedia dedicada al “arte conceptual” hay ejemplos de este tipo de productos aunque este "arte" no sea el todo al que se refiere la crítica.
En este punto recuerdo exposiciones en aquella Casa de la Cultura donde el feísmo o el vacío (cuadros en blanco con un punto o con salpicaduras de brocha, por ejemplo) era la norma, algún concierto de música “académica moderna” de donde huí al poco tiempo de soportar golpes, chirridos de violín y algo que parecían latas.
Hoy leo que estudios antropológicos han mostrado que todas las sociedades humanas tienen desarrollos artísticos que coinciden en algunas propiedades, lo que sugiere que, por ejemplo, la percepción de la armonía como algo agradable y placentero está sólidamente implantado en nuestra percepción (por los motivos que sean, eso es otro tema). Por tanto, cuando una tendencia artística se basa en la negación u olvido de esa parte de la naturaleza humana a través de la rotura de los invariantes y pautas generales, está probablemente condenada al fracaso.

Altamira: proporción, color y armonía de hace más de 15000 años
En esta tendencia, que Pinker etiqueta como modernista o postmodernista, las formas de apreciación del arte que funcionan desde hace siglos o milenios son negadas o descartadas y la belleza y el placer en la contemplación del arte son consideradas vulgares, comerciales y poco sofisticadas.
La primera consecuencia es el rechazo general por la mayoría de la sociedad, que se aparta de este "arte de élite" y de su literatura crítica con lo que todo el movimiento queda reducido a un grupo de "iniciados" y de seguidores que se realimentan a sí mismos pero que no tienen vínculos ni nexos con el resto de la gente.
La segunda consecuencia es que el mencionado decaimiento del arte sólo es real en la parte que coincide con esta rotura de la forma tradicionalmente humana de apreciar la creación artística. Ese decaimiento, que podría ser irrelevante, no lo es porque se da en un segmento de la sociedad que tiene influencia en las universidades (supongo que Pinker habla aquí de los EE.UU.) de donde los alumnos van perdiéndose ante la falta de empatía con la concepción de la obra artística.

Obra de Sean Norvet

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