11 abril 2007

Ley Orgánica de Universidades v.3.x

Pues eso, hace unos pocos días han aprobado en el Congreso de los Diputados las reformas a la Ley Orgánica 6/2001 de Universidades.
La verdad, sólo encuentro interesante el cambio en las pruebas de acceso al funcionariado (Profesor Titular y Catedrático) que se desarrolla en los artículos 57 y siguientes.
Este cambio es un reconocimiento del fiasco que supuso el método anterior, que metió a tribunales y aspirantes en una dinámica absurda que era, a todas luces, insostenible tanto por motivos económicos como personales. La nueva fórmula es mucho más ligera en su primera parte ya que la acreditación se consigue a través del curriculum vitae. Falta saber si los méritos necesarios se establecerán con claridad o se seguirá el método oscurantista de las actuales acreditaciones para las diversas categorías de profesor contratado.
La segunda parte, un concurso de acceso en cada universidad que oferte una plaza, es una vuelta a los métodos de Juan Palomo (yo me lo guiso, yo me lo como) de la antigua LRU ya que la forma del concurso queda en manos de cada universidad lo que no es precisamente una garantía de igualdad de oportunidades. Realmente, para este viaje no hacían falta estas alforjas.
El resto no es más, en una lectura rápida, que un conjunto de retoques intranscendentes para un cambio en profundidad que no parece interesar a nadie. Mientras la cosa empieza a debatirse aquí tienen el texto con las modificaciones.

09 abril 2007

No más flores por favor

Hay flores grandes, pequeñas, olorosas, discretas en su color, llamativas en su forma...
Esta que ven aquí abajo lo tiene todo: grande, olorosa, colorista. Se llama Rafflesia arnoldii y no se les ocurra regalar un ramo de una docena a esa chica tan simpática que les trae de cabeza.

Rafflesia en Lost World Arts, © Karl Lehmann

Primero, tendría que contratar a una empresa de mudanzas porque la flor de Rafflesia pesa entre 7 y 10 kg. Luego tendría que cambiar algún mueble de sitio porque mide casi 1 m de diámetro.
Las Rafflesiáceas son una familia de plantas de los bosques del Sudeste asiático de lo más ahorrativa: no tienen hojas, no tienen raíces, no tienen tallo, no hacen fotosíntesis. Son parásitos que viven como filamentos inmersos en sus hospedadores (unas lianas muy sufridas) y sólo emergen a la superficie para que sus grandes flores se desarrollen.
Su posición taxonómica no se conoce nada bien y aparecen, por si fuera poco, incongruencias que sugieren que parte del genoma del parásito es transferido a las lianas que parasitan, detalle, como ya saben, que me mola un montón (DOI:10.1126/science.1100671). Como puede suponerse su estudio no es fácil debido que la planta (o a lo que se ha reducido) está dentro del hospedador y no es accesible. Pueden hacerse secciones, claro, pero sólo observaremos individuos muertos.
¡Ah! Se me olvidaba la tercera razón para no regalar un ramo: huele, pero no como las rosas. Las flores emanan olor para atraer insectos que sirvan de polinizadores y la Rafflesia ha elegido desprender un intenso olor a carne en putrefacción. Y por lo visto, eso de "intenso" describe bien la realidad. Los polinizadores son varios pero la candidata con más papel en esta pieza es una mosca aficionada a la carroña llamada Chrysomyia megacephala (un asco de bicho).
Como no podía ser de otra forma, Rafflesia fue utilizada como afrodisíaco (¡) en esta zona del Sureste de Asia.
Aunque la primera descripción la hizo P. C. E. Deschamps en 1797, el género fue bautizado en 1822 en un homenaje a Sir Stamford Raffles, gobernador británico que creó el jardín botánico de Buitenzorg en Java en 1811, mientras el nombre específico lo fue para recuerdo del botánico Joseph Arnold.

03 abril 2007

¿Transgénicos no? ¿O depende?

La malaria mata al menos 1 millón de personas cada año, la mayoría niños. ¿Por qué se resiste tanto esta enfermedad a una vacuna o un tratamiento eficaz?
El motivo es que la malaria no la provoca una bacteria sino un protozoo, en concreto cuatro especies del género Plasmodium. Los Plasmodium son parásitos de vertebrados pero para cerrar su complejo ciclo de vida necesitan pasar también por mosquitos del género Anopheles (sólo hembras) que actúan como vector de la enfermedad infectándose al picar a los enfermos e inoculando el parásito con sus picaduras a los sanos.
La magnitud del problema puede estimarse sabiendo que en zonas tropicales donde los mosquitos son comunes una persona desprotegida puede recibir cientos de picaduras en una noche.
Los protozoos no pueden combatirse mediante antibióticos convencionales y los tratamientos existentes suelen ser tóxicos por la similitud entre su estructura celular y la nuestra. La enfermedad de Chagas (15-20 millones de personas afectadas), la leishmaniosis (12 millones), la enfermedad del sueño o tripanosomiasis... son ejemplos actuales de graves enfermedades causadas por protozoos.
En el caso de la malaria se pueden utilizar métodos preventivos como usar mosquiteras impregnadas de insecticida a la hora de dormir. A este respecto se está debatiendo la conveniencia de volver a usar DDT, prohibido en los años 70, como impregnante de las mosquiteras y para el rociado de las casas no sólo por su bajo coste sino por su alta persistencia. Aún así, apenas el 2% de la población bajo riesgo en África usa mosquiteras, tanto por motivos económicos como de costumbres.
La segunda vía sería conseguir una vacuna, buscada desde hace bastantes años, pero cuyos resultados aún no son concluyentes. Como el tema es complejo sólo mencionaré dos casos que nos caen próximos. El primero es el de Pedro Alonso, español en el Hospital Clínico de Barcelona, cuyo equipo consiguió en un primer ensayo en Mozambique reducciones globales del 31% y de hasta el 48% para la malaria severa (aunque me han llamado la atención los grandes intervalos de confianza, del 12.3 al 71.0 en este último caso, ver resumen aqui). También es pertinente recordar al pionero en esta tarea, Manuel Elkin Patarroyo, científico colombiano, creador de una primera vacuna cuyos ensayos han tenido resultados muy controvertidos que no han desembocado por el momento en nada definitivo.
Pero hay un tercer camino que es actuar directamente sobre el vector.
Como introducción a esta estrategia, recordemos se pudo erradicar la enfermedad del sueño de la isla de Zanzíbar en los años 90 mediante la suelta de millones de moscas macho estériles. La esterilidad se consiguió irradiando las moscas y el método funcionó porque la mosca tse-tsé, Glossina, el vector en este caso, sólo copula una vez. Al soltar repetidamente millones de machos estériles la fecundidad de las poblaciones cae en picado y puede acabar en la extinción como ocurrió en Zanzíbar.
En el caso que tratamos hoy aqui el camino empezó con la publicación en el año 2000 de un artículo que abría una posibilidad nueva: manipular genéticamente los mosquitos para que sean ellos los inmunes al protozoo o, más exactamente, para que no pueda completar su ciclo de vida en el interior del insecto. Catteruccia y colegas desarrollaron métodos para hacer realidad la trasferencia de genes a los Anopheles algo que aún no había sido conseguido (aunque sí a en la famosa mosca de la fruta Drosophila melanogaster, a quien tanto debemos). Un poco más tarde, en el 2002, Ito y col. "crearon" los mosquitos transgénicos y encontraron que todo parecía funcionar bien en el laboratorio: eran más resistentes al plasmodio y en caso de infección, la cantidad de parásitos en su saliva era mucho menor.
Desde entonces han pasado muchas cosas, desde la secuenciación completa del genoma del Anopheles gambiae (un trabajo con un centenar de firmantes) hasta el descubrimiento de poblaciones de mosquitos que han desarrollado resistencia al plasmodio de forma natural.
El último episodio es reciente y ha sido ya contado en algunos blogs pero creo que merece la pena amplificar el eco porque Mauro Marrelli y colegas han conseguido un mosquito transgénico que además parece más competitivo que el resto. Es decir: en una mezcla de ambos tipos de mosquitos, gracias a una mayor fecundidad y a una vida más larga, los transgénicos van desplazando a los otros hasta ser mayoritarios en la población. Este aspecto es esencial porque es necesario que en la naturaleza acaben erradicando o al menos reduciendo drásticamente al mosquito no resistente.
Pero no todo está hecho porque el experimento se realizó con ratones (Plasmodium berghei) y en el ambiente controlado del laboratorio por lo que aún hay que dar el salto a la malaria humana y a las complejas condiciones naturales. Por cierto, que los mosquitos transgénicos lucen unos bonitos ojos verdes porque, ya de paso, se les insertó otro gen que codifica una proteína fluorescente de ese color para que fuera fácil reconocerlos.
En estos momentos hay al menos media docena de grupos norteamericanos y europeos trabajando sobre mosquitos transgénicos abarcando entre otros al Aedes aegypti, que propaga el dengue y la fiebre amarilla (virus en ambos casos) y al Anopheles stephensi, responsable de la malaria en India.
Aunque hay personas que apoyan el ensayo inmediato de la técnica en condiciones reales supongo que tampoco faltarán detractores aunque no he localizado aún una oposición bien argumentada a la posible aplicación práctica. Por eso he traido este caso aquí, porque creo que puede ser un buen ejemplo donde la manipulación genética ofrece esperanzas para solucionar un enorme problema. La idea que se está gestando es hacer un proyecto piloto en un área aislada, barajándose como adecuada la isla de Santo Tomé, en el golfo de Guinea donde además ha aparecido malaria resistente a la cloroquina.
La pregunta que surge a partir de este ejemplo es evidente ¿debemos evitar los transgénicos sin matices?

Para leer más: Malaria Journal es una revista de acceso abierto.

31 marzo 2007

Redescubriendo la sopa de ajo

M. M. Tai, del St. Luke's-Roosevelt Hospital Center de Nueva York publica en Diabetes Care (17, 2: 152-154, 1994) un trabajo titulado A mathematical model for the determination of total area under glucose tolerance and other metabolic curves.
El objetivo del trabajo es "desarrollar un modelo matemático para la determinación del área total bajo las curvas de diferentes estudios metabólicos". Es decir, en la figura de abajo, se trata de determinar, por ejemplo, el área en azul delimitada por el eje de abscisas, la curva y los valores a y b sobre el mismo eje.
El autor desarrolla y propone un método (traduzco y resumo): "el área bajo la curva se calcula dividiéndola en pequeños rectángulos y triángulos cuyas áreas se calculan con exactitud mediante sus respectivas fórmulas geométricas". Luego se suman y ya tenemos el área total. Es decir, dividimos la zona azul en rectángulos "verticales" estrechitos que van desde el eje de abscisas hasta la curva. La suma de las áreas individuales es una aproximación al área total que es el problema a solucionar.

Algunos se preguntarán de qué va esto. Pues se lo digo: M.M. Tai ha logrado publicar en una revista con un factor de impacto de nada menos que 7.84 un método de integración propuesto desde más de 150 años y llamado, entre otras formas, sumas de Riemann (matemático alemán que vivió entre 1826 y 1866). El concepto es incluso anterior a Riemann aunque lleva su nombre porque fue quien definió formalmente las condiciones para la integración.
La publicación ha sido, además, un éxito porque ha recibido 75 citas en unos años.

¿Qué puede haber pasado para que un concepto perfectamente conocido sea publicado en un revista importante y además sea reconocido mediante docenas de citas por otros colegas? Fliptomato fue el que levantó la liebre en su blog An American Physics Student in England y dice que la razón puede deberse al escaso diálogo entre áreas.
Yo estoy de acuerdo en que esa incomunicación ha sido una de las causas de esta publicación pero creo que ha habido otra que, para no ser hiriente, podríamos llamar "excesiva especialización". Y es que el concepto entra dentro de la cultura general básica de cualquier científico, independientemente de su campo de actuación. El "redescubrimiento" del Sr. Tai, la aceptación del artículo por la revista y las citas de sus colegas sólo se explican por la manía de compartimentar el conocimiento en cajas demasiado estrechas.
Aparte de lo anterior, voy a aceptar que M. M. Tai fue honrado y redescubrió la sopa de ajo con independencia. Pero lo que ya me escuece un poco es que decida alcanzar la inmortalidad llamando a su método "the Tai model". Ahí le ha podido la soberbia.

Y ya puestos, les comentaré una estrategia semifraudulenta para publicar que se usa con demasiada frecuencia: X hace una estancia en Y donde se entera de una técnica Z. Sea Z, por ejemplo, un análisis estadístico conocido y usado en su campo pero no en otros. X ve la luz: vamos a poner en marcha la churrera y hacer una serie de trabajos más o menos banales donde todo gravita alrededor de Z. Eso sí, los vamos a publicar en revistas de áreas menos numéricas donde las ecuaciones diferenciales impresionan mucho. Se sorprenderían de ver como una parte no despreciable de los artículos científicos se deben y se alimentan de esta "transferencia horizontal".

Actualización:
Buscando donde está actualmente M. M. Tai, encuentro que hubo algunas reacciones a su "descubrimiento" en la propia revista. He localizado las referencias de los comentarios y las réplicas pero la revista no está digitalizada en esta parte por lo que habría que buscar las páginas en alguna biblioteca ¿alguien tiene acceso y se anima? Todo está en solo número y en tres páginas. Pongo las referencias a continuación:

Bender, R., 1994, Determination of the area under a curve. Diabetes Care, 17 (10): 1223.
Wolewer, T.M.S., 1994, Comments on Tai mathematical model - reply. Diabetes Care, 17 (10): 1223-1224.
Monaco, J.H., Anderson, R.L., 1994, Tai formula is the trapeziodal-rule - reply. Diabetes Care, 17 (10): 1224-1225.

Respuestas:
Tai, M.M., 1994, Determination of the area under a curve - reply. Diabetes Care, 17 (10): 1225-1226.
Tai, M.M. 1994, Comments on Tai mathematical model - reply. Diabetes Care, 17 (10): 1226.
Tai, M.M., 1994, Tai formula is the trapeziodal-rule - reply. Diabetes Care, 17 (10): 1226.


Propuesta (ya puestos...):
The Golem's rule (c) pa integrar en 5 sencillos pasos; material necesario: lápiz, papel, regla, tijeras (o sierra de calar, ver abajo), báscula de baño, acceso a internet (para la wikipedia) y calculadora científica (para la regla de tres). Pasos a seguir:
  1. Dibujar la curva en cuestión sobre un papel.
  2. Dibujar sobre los restos del papel un cuadrado equivalente a la unidad de superficie.
  3. Recortar ambas formas.
  4. Pesar ambas formas.
  5. Buscar "regla de tres" en la wikipedia y aplicar.
Problemas conocidos:
  • la báscula de baño no es suficientemente precisa; solución: en vez de recortar las superficies en papel hágase sobre un tablón de 5 cm de grueso.
  • el punto 5 es crítico, asegúrese de poner los términos en su sitio.

25 marzo 2007

El viaje del Nautilus

Todo el mundo sabe que Robert Edwin Peary y sus acompañantes fueron los primeros en alcanzar el Polo Norte, allá por abril de 1909. El Polo Sur le correspondió a Roald Amundsen en diciembre de 1911, mientras que Robert Falcon Scott y su equipo lo alcanzaron apenas un mes después muriendo en la vuelta.
Pero poca gente sabe que William R. Anderson capitaneó el primer equipo que alcanzó el Polo Norte por debajo de la capa de hielo que cubre el Océano Ártico.
Y es que el Nautilus existió. Fue un submarino de propulsión nuclear estadounidense con nombre USS Nautilus SSN 571. Fue botado el 21 de enero de 1954 y detuvo sus máquinas definitivamente 25 años después, en marzo de 1980. Nunca entró en combate.
La aventura comenzó el 22 de julio de 1958 en la famosa base Pearl Harbor en Hawai cuando zarpó rumbo Norte con una tripulación de 116 hombres en cumplimiento de una misión secreta llamada Sunshine. No era la primera vez: el año anterior lo habían intentado pero los hielos les cerraron el paso en las aguas poco profundas del Mar de Chukchi, al Norte del estrecho de Bering. En cierto momento pasaron entre el fondo marino y un enorme témpano flotante con apenas un par de metros de holgura lo cual fue suficiente para que Anderson ordenara dar media vuelta y esperar tiempos mejores. Estos llegaron al verano siguiente. Después de intentar meterse bajo la banquisa por el mismo lugar que el año anterior lograron llegar al mar Barrow que hoy podemos ver en directo a través de una webcam. Allí encontraron aguas profundas y avanzaron hacia su objetivo.

Batimetría del Océano Ártico, desconocida en los años del viaje. Los azules más oscuros señalan mayor profundidad (hasta 4500 m aprox.)

Finalmente, el 3 de agosto de 1958, el Nautilus llegó al Polo Norte geográfico. Un lugar sin características especiales, en medio de la nada, donde la temperatura del agua era exactamente 0 ºC y la profundidad 4089 m. La travesía en inmersión continua fue de 1830 millas, casi 3400 km, y se realizó en 96 horas. Anderson envió más adelante (las transmisiones eran imposibles sumergidos) un mensaje al jefe de Operaciones Navales en un buen ejercicio de síntesis: “Nautilus 90º Norte”.
Derrota aproximada del Nautilus en su viaje bajo la banquisa ártica

¿Por qué hubo que esperar a la propulsión nuclear para el fantasmal viaje bajo la banquisa boreal? Básicamente porque en los submarinos convencionales es necesario salir a la superficie periódicamente (o al menos sacar un snorkel) para recargar los acumuladores mediante sus motores diesel que, además, necesitan oxígeno para funcionar. Un viaje en inmersión tan largo era imposible. Los submarinos atómicos no tienen esa necesidad y además son más rápidos, algo conveniente para recorrer 3400 km sumergido. También fue necesario perfeccionar los girocompases y sistemas inerciales de navegación, avances que luego serían muy útiles en usos civiles.

En algún sitio, hace años, encontré la lista de nombres que formaban la tripulación del Nautilus. Nemo no estaba pero sí anoté a un tal Stepherd M. Jenks, oficial de derrota, que tuvo la difícil pero crítica tarea de saber dónde diablos había que ir ya que a latitudes altas la brújula no funciona y los giróscopos necesitan atención constante para no caer en lo que se llama la “ruleta de las longitudes”, una desorientación de los instrumentos que puede acabar haciendo que el submarino de continuas vueltas al Polo sin poder definir el rumbo ni la posición.

El USS Nautilus navegando en superficie

22 marzo 2007

El silencio como respuesta

En los últimos años algunas universidades británicas de reciente creación ofertan BSc (bachelor of science) en "medicinas alternativas" lo que incluye un amplio batiburrillo que va desde aromaterapia hasta Qi-gong. En la revista Nature se preguntan la razón porque, añaden, sería esperable que un BSc tuviera algo de Sc.
Por tanto, han escrito a las universidades
británicas de Westminster, Central Lancashire y Salford pidiendo una respuesta oficial sobre los motivos para considerar estas prácticas como objeto de un BSc. Todas han declinado contestar (doi:10.1038/446352a).
David Colquhoun (Departamento of Farmacología de la University College London) se pregunta la razón en un amplio comentario (doi:10.1038/446373a). Él también preguntó al rector de Westminster sin recibir respuesta. La razón que Colquhoun encuentra es clara: si los diarios y revistas ganan dinero con las columnas de astrología ¿por qué no van a ganarlo las universidades con cualquier curso que tienen demanda social? Los aspectos éticos quedan al margen debido a la presión económica que las universidades sufren en un régimen de alta competencia.

Las respuestas no llegarán nunca, de la misma forma que la Generalitat no contestará nunca a las alegaciones que se le hicieron ante "El Decreto". Detrás sólo puede haber dos cosas: sacar tajada de un negocio que mueve miles de millones y ganar votos con una política de fin de semana donde todo se mueve a golpe de encuesta callejera.
Mientras tanto, y no sé porqué me ha venido a la cabeza, recordemos que mi universidad sigue ofertando asignaturas de libre elección como Cristología,
El Dios de la Revelación Cristiana, Teología de la Revelación y Fe, Moral Fundamental... que imparte un presunto "Instituto Superior de Ciencias Religiosas". ¿He dicho ciencias? Glups...

Una duda para terminar ¿puede un licenciado en Teología Dogmática o un licenciado en Biblia (sic) impartir clases en una universidad pública española así, sin más? No lo digo con ánimo de molestar, por supuesto, sino por el pequeño detalle de que esos títulos no tienen validez académica en nuestro país.
Grab this Widget ~ Blogger Accessories
 
º