Hace un tiempo
comenté el libro de José Antonio Marina "Por qué soy cristiano" llegando a la conclusión de que Marina temía el vacío y se abrazaba a la fe católica como a un clavo ardiendo pero sin saber dar razones sólidas de su decisión salvo ese pavor ancestral a la nada que él cree que impregna el ser ateo. Esta vez debo confesarles que el libro de Javier Sadaba "Hacia una bioética laica" (Gedisa, ISBN 8474329965) que he vuelto a releer para escribir esto me ha decepcionado aún más. No esperen una argumentación filosófica por mi parte porque no tengo formación para ello, sólo mis impresiones personales. Les pongo abajo unos breves apuntes al respecto.
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Javier Sádaba es Catedrático de Ética y Filosofía de la Religión en la Universidad Autónoma de Madrid |
El primer problema que tengo con el enfoque de Sadaba es que, cuando esperamos unos
fundamentos sólidos que certifiquen la pertinencia de una ética lejana a todo pensamiento mágico, se encuentra uno con un libro que empeña buena parte de sus páginas en mostrar los conflictos con la ética católica. En mi opinión, aquí no vinimos a eso. Yo esperaba que una ética laica no se desarrolle por contraposición a una religiosa sino cimentando unos fundamentos independientemente de cualquier otra alternativa, que las hay a cientos, no solo la católica. Sólo una vez consolidados esos principios podríamos entrar, tal vez, en un análisis comparativo, posiblemente interesante, probablemente innecesario.
El segundo problema es que los principios "éticolaicos" de Sádaba son poco menos que lugares comunes. Creo que el párrafo siguiente sirve de resumen:
"La superación de los dilemas éticos sólo se puede lograr construyendo una bioética responsable, laica y respetuosa, que no niegue las distintas culturas sino que las integre dentro de una universalidad común [...] y que esté atenta a los datos de la ciencia y a los derechos de los ciudadanos".
Pues vale, cómo no, pero eso no nos soluciona ningún problema y especialmente no responde a las dos preguntas clave ¿cuáles son las bases concretas de su propuesta bioética y por qué esas bases son más sólidas y coherentes que otras? Por un lado, "responsable", "respetuosa", "atenta a la ciencia"... son vaguedades insuficientes y por otro la solidez de los fundamentos queda al final al albur de un "buenismo" con el que podemos estar de acuerdo pero a cuyo favor no esgrime razones poderosas.
La sensación es desalentadora porque Sádaba hace una declaración de principios pero no desarrolla argumentos para que estos se sostengan, se apoyen unos a otros y muestren que
el entramado resultante no es más arbitrario que otros posibles escenarios.
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