16 agosto 2007
[Breves] El Amigo de Ulises nos hace un regalo
Les sugiero que visiten el lugar y, si tienen sus propios mp3 que puedan rellenar posibles huecos, díganselo a amigo.de.ulises. Y a este, mil gracias por su trabajo y que disculpe por no comentarlo aquí antes, que debería haberlo hecho.
Nota: la difusión y redistribución de estos archivos de audio está expresamente autorizada con la condición de mencionar su origen: Radio Exterior de España que, por el momento, mantiene el servicio de podcast de los últimos programas emitidos (buscar en "podcast de REE" o usar el RSS).
[Breves] Nature Collections
En Collections Archive encontramos otros monográficos de acceso libre: SIDA, Nanotecnología y cáncer, Metagenómica y Genoma humano.
Etiquetas, Bitacoras.com: publicación científica
Libros de "viajes"
¿Qué similitud hay entre las experiencias de Davis y Plowman relatadas en "El río" y las de Manuel Córdova-Ríos, contadas en "Un brujo del Alto Amazonas?
Estas semanas estoy leyendo bastante, cosa conveniente para la salud en este pueblo de Tierra de Campos aislado de internet. Entre los libros está el último citado ya que "El río" lo lei, comenté y recomendé en otro post.
El del brujo me lo recomendó un estusiasmado E que se maravillaba de las sabias experiencias que en él se mencionan. Les cuento lo esencial: hace cien años un adolescente Manuel Córdova-Ríos fue raptado por una tribu del Alto Amazonas. Prisionero durante 7 años descubrió que el anciano jefe de la tribu le estaba preparando para su sucesión transmitiéndole la ancestral sabiduría sobre la selva, la caza y la medicina tradicional. El método de enseñanza por antonomasia fue a través de la ingestión de ayahuasca o yagé. En el libro se defiende que los viajes de ayahuasca permiten una suerte de telepatía comunal, clarividencia y aprendizaje a partir de experiencias ajenas.
Libros que prometen mucho y dan más bien poco ("Un brujo del Alto Amazonas") o todo lo contrario ("El río")
Más tarde, en 1971, Frank Bruce Lamb cuenta la historia en el libro Wizard of the Upper Amazon: the history of Manuel Cordova Rios (hay versión en castellano en la colección Terra incognita). Según Bruce la historia debía ser contada debido a la "gran cantidad de valiosa información que contenía sobre las potencialidades del espíritu humano". Igual se lo tomó mi amigo E y más o menos al contrario me lo tomé yo.
En realidad, el libro no contiene prácticamente nada de información valiosa. Es un relato interesante del que uno podría esperar datos novedosos dada la experiencia que se supone se transfirió al protagonista. Lamentablemente sólo se obtienen descripciones de experiencias psicodélicas y supuestos hechos vagamente creíbles como lo de que los indios son capaces rutinariamente de alcanzar flechas al vuelo con otras flechas o partirlas a la mitad como en la película de Robin Hood.
Es interesante comparar el libro con otros que pueden dar ejemplo de variedades dentro del género fantástico-iniciático. El ejemplo más conocido es probablemente la famosa serie de Carlos Castaneda, con el brujo yaqui don Juan como maestro. Igualmente atractiva que el libro de Frank Bruce e igualmente ausente de contenido tangible. Otro ejemplo más grave, trasplantado a los aborígenes australianos, es el perpetrado por Marlo Morgan que comenté ácidamente en Marlo Morgan ilumina mi espíritu.
Y en el otro extremo situaría "El río" de Wade Davis, donde un par de jóvenes botánicos se meten todo lo que pillan siguiendo las huellas de Richard Evans Schultes. Las experiencias de Schultes (12 años desaparecido en la Amazonia y dedicado a estudios etnobotánicos) o de Wade Davis y Tim Plowman son igualmente apasionantes pero mucho más creíbles además de estar llenas de información contrastable.
Mi amigo E utiliza el libro para reforzar el moderno mito de la existencia de ancestrales fuerzas y conocimientos que, como son secretos, no podemos ver pero que sin duda son reales. La prueba, según él, es que el comportamiento del animal X se aprende introduciéndose en él mediante un trip lo cual, lógicamente, da mucho más conocimiento que la observación y la experiencia convencionales. O sea, que se cree sin cuestionar nada todo lo que se cuenta. Curiosamente, E también ha leído El antropólogo inocente de Nigel Barley pero eso no socava su fe en lo más mínimo.
No cuestiono que la historia básica del libro sea real pero mi impresión general es que se exagera como tributo al espectáculo y al marketing. He encontrado alguna reseña que sin negar el atractivo del libro achaca al autor estadounidense un excesivo estusiasmo que le lleva a introducir contenidos inexistentes en la experiencia real.
¿Qué me falta para tomarme con seriedad este libro? Hay que darse cuenta de que Manuel Córdova existió y que Frank Bruce tuvo mucho trato con él, tal como relata en el prólogo. Hubiera sido una evidencia aplastante que los vegetales usados en alguna de las maravillosas experiencias hubieran sido identificados y su forma de preparación documentada. El caso de la ayahuasca ha sido estudiado (ver abajo) pero otros no. Y son espectaculares. Por ejemplo, en las primeras páginas del libro se describe la "zombificación" de una cautiva cuya voluntad es sometida mediante la aplicación de emplastos vegetales. Pero este tipo de información jamás aparece en estos libros, qué lástima. Hubiera sido fácil ya que hay excelentes especialistas en flora amazónica en centros y universidades del mundo.
En fin, le diré a mi amigo que no dude en probar la ayahuasca en su próximo viaje y que use la clarividencia para algo palpable, como ver el número premiado en el siguiente sorteo de la lotería. O, algo menos pragmático: que me envíe una carta con 5 números de 3 cifras y luego se comunique conmigo en sueños y me los de a conocer. Les contaré si tuvo éxito.
Mientras tanto y a pesar de todo no dudaré en buscar y leer el otro libro titulado "Río Tigre y más allá" dedicado, parece ser, a la medicina de don Manuel. Tal vez allá sí encuentre información fresca.
Aclaración: aquí se unen dos circunstancias diferentes que quiero dejar claras. Por un lado, la ayahuasca tiene efectos descritos abundantemente de los cuales no me cabe duda aunque mi experiencia al efecto es nula. Pero no hablamos de eso sino de crear un aura de misterio impenetrable para añadir a esos efectos la adquisición de habilidades telepáticas y de precognición entre otras.
Información: se conoce como ayahuasca a un preparado hecho con una liana de nombre científico Banisteriopsis caapi (descrita para la botánica por Spruce) y con hojas del arbusto Psychotria viridis (las posibilidades son mucho más amplias ya que se han descrito un centenar de especies vegetales con DMT y susceptibles de ser mezcladas con la liana, ver abajo). Los alcaloides encontrados en los preparados son principalmente la harmina, la THH (1,2,3,4-tetrahidroharmina) y el DMT (N,N-dimetiltriptamina); todos han sido ya sintetizados artificialmente.
El funcionamiento de la mezcla es interesante: la DMT no tiene efectos psicotrópicos si se ingiere aisladamente debido a que es eliminada por un enzima presente en nuestro organismo, la monoamino-oxidasa (MAO). Pero la THH y la harmina actúan como inhibidores de la MAO permitiendo que la DMT manifieste su actividad.
03 agosto 2007
De la curiosidad aI desasosiego
No hacemos ciencia ni creamos arte para conocer o disfrutar sino como consecuencia de la necesidad de sobrevivir. Somos animales culturales, lo cual nos diferencia del resto. Pero el surgimiento de la cultura no ha sido fruto de la casualidad sino un efecto de la curiosidad. Y la curiosidad es una potente característica evolutivamente ventajosa, probablemente porque lleva al conocimiento y éste al progresivo control del medio.
La curiosidad y el consecuente conocimiento permitieron dos logros esenciales en nuestra evolución como humanos. El primero fue la capacidad de elaborar modelos de la realidad lo que permite adelantarse a ella, reconocer sus ciclos, establecer causas y consecuencias. La segunda, que dió aún más importancia a la primera, fue el nacimiento de la tecnología que nos permitió en momentos muy difíciles vestirnos previniendo los ciclos meteorológicos, resguardarnos de los enemigos tras barreras artificiales, desarrollar trampas e instrumentos de caza como el propulsor o la honda, usar el fuego para iluminar la noche, cocinar o defendernos del frío... Ambos aumentaron la estabilidad ante la incertidumbre, nos aisló del azar y permitió a nuestros antepasados lejanos experimentar un éxito evolutivo inédito para una única especie en tan corto espacio de tiempo.
Es importante reparar en que sólo en un contexto de estabilidad, de razonable independencia del azar, puede desarrollarse la complejidad. Complejidad cultural en nuestro caso, que necesitó y llevó a la búsqueda y desarrollo de métodos de comunicación entre individuos y el surgimiento, consecuentemente, de la cultura como patrimonio colectivo.
Aquí aparece otro tipo de evolución, la cultural, que debe cumplir, como la biológica, algunas condiciones. La más importante es que debe transmitirse entre generaciones. Esta transmisión supone la existencia de un mensaje, el acervo cultural, y de un soporte o medio.
En sus estadios iniciales el proceso encontró rápidamente sus límites técnicos ya que el medio era la transmisión oral, un mecanismo incompleto, ineficaz y muy sensible a los errores. Cualquier descubrimiento o avance individual apenas tenía repercusión más que en el ámbito inmediato, espacial y temporal.
La solución vino, ya lo sabemos, con una creación revolucionaria que garantizaba el éxito del proceso y lo catalizaba: la escritura. De construcción lenta pero muy eficaz como medio de transmisión, permitió que el conocimiento se propagara, por fin, rompiendo límites temporales y espaciales. En la época de la transmisión oral la cadena era estricta: una persona hablaba con otra sólo cuando coincidían en un lugar y en un momento; además el hecho era único, difícilmente repetible. La escritura rompió esas limitaciones y hoy leemos textos con independencia de donde y cuando hayan sido escritos.
La eficacia de la escritura es efecto de varias causas. Una de ellas es la tecnología implicada: la copia manual, un método ineficaz y trabajoso, duró muchos siglos. Las imprentas permitieron que nacieran las bibliotecas y con ellas la generalización del acceso a la cultura.
Hoy todo está cambiando. Al mensaje escrito se ha unido la imagen y el sonido. Desde el daguerrotipo o el colodión húmedo hasta la fotografía actual, desde los discos de cera o pizarra hasta la grabación magnética apenas nos separan un siglo. La información ya no se codifica en formatos analógicos sino digitalmente lo que permite, si fuéramos cuidadosos, la réplica exacta e ilimitada. La difusión ya no se hace mediante el intercambio de material tangible sino de secuencias de estados de energía. La revolución tecnológica ha permitido unificar soportes, medios y procedimientos de transmisión para las tres formas básicas de información cultural: escritura, imagen y sonido.
Pero la revolución tecnológica lleva aparejada otra silenciosa: la del contenido, el mensaje. Y en esta última somos seres inadaptados.
Estamos adaptados a recibir por nuestros sentidos un ingente flujo de información de forma continua. Nuestros ojos son equivalentes a una cámara de algo más de 1 Megapíxel y funcionan de forma continua en la vigilia. Nuestros oídos reciben un flujo continuo de sonido. Otros sentidos están captando también continuamente información del medio: el tacto, la presión, el equilibrio, el olfato, la temperatura...
Toda esa información debe ser procesada por nuestro cerebro de forma, además, de que quede "CPU" libre para cualquier análisis consciente que estemos haciendo, desde manejar una herramienta hasta examinar un mapa.
Pero eso ya sabemos hacerlo, en parte porque la información que recibimos por nuestros sentidos es muy redundante y en parte porque lo que queda es filtrado bastante eficazmente hasta separar lo útil de lo irrelevante, una herencia evolutiva.
Lo que ya no sabemos hacer, ya que la evolución no nos ha preparado para ello, es aplicar ese mismo proceso a la información cultural. Esa información nos llega desagregada, aislada, independiente una de la otra a través de los medios de transmisión: radio, televisión, libros, discos, internet, fotografía... Estamos ante ella en una situación de desamparo derivada de la falta de mecanismos para conocer y filtrar. Obviando incluso la información basura, ya no podemos leer lo que se escribe, ni mirar lo que se fotografía, ni escuchar lo que se compone. Ni una fracción ínfima. Estamos en una situación equivalente a cuando imperaba la tradición oral: antes no había tiempo de viajar y hablar con todos los maestros; hoy, que ya no hay que viajar, no lo hay de seleccionar entre todo lo desplegado ante nosotros.
Y seguimos, con mucho esfuerzo, analizando y seleccionando nuestras lecturas... Pero el tiempo pasa y la labor pendiente crece. Por eso la sensación ante lo que existe y la porción minúscula a la que el tiempo nos permite acceder es a veces de vértigo y las más de desasosiego. Necesitamos vivir más ¿se apuntan?
30 julio 2007
Una aventura fotográfica (1862-1866)
Rafael Castro llevó adelante su cometido en unas condiciones difíciles. Las fotografías se hacían con una técnica nueva, introducida por Gustave Le Gray y Frederick Scott Archer apenas 10 años antes de la expedición: el colodión húmedo sobre placas de vidrio. Esta técnica permitía unos tiempos de exposición relativamente breves debido a la "alta" sensibilidad del soporte (ISO 6º), entre 2 y 30 segundos en buenas condiciones de luz. La técnica alternativa, el daguerrotipo, exigía unas 15 veces más.
Rafael Castro no vió su obra acabada pero documentó fotográficamente una de las aventuras científicas más importantes del siglo XIX. Sólo muy recientemente los fondos han sido digitalizados y salvados del olvido.El colodión húmedo actuaba como sustrato donde quedaban inmersos los minúsculos cristales de yoduro de plata. Para fabricar un negativo debía mezclarse celulosa de algodón con nitroglicerina y diluirse con éter y alcohol. Intenten recrear el proceso posterior en condiciones tropicales y dentro de una tienda de campaña a oscuras (tomado de aquí):
Una vez obtenida la solución correcta de nitrocelulosa, éter y alcohol se saturaba ésta con bromo-yoduro de potasio. En la botella se veian suspendidas las partículas de bromo y iodo todas equidistantes y muy bien distribuidas. Esa suspensión se colocaba por goteo continuo sobre un vidrio perfectamente limpio y sin imperfecciones. Emulsionado el vidrio con una capa uniforme de colodión, se pasaba a una solución de nitrato de plata. La placa de vidrio se introducía por inmersión total y a oscuras en el nitrato de plata por algunos segundos y vigilando si la reacción de cristalización de sales de plata era homogénea, constante y progresiva. Cuando la placa presentaba un color blanquecino, casi nacarado, la sensibilización era correcta y la placa húmeda se colocaba en el chasis de la cámara para su exposición. Una vez expuesta, aún húmeda, se revelaba con nitrato de celulosa y ácido pirogálico. El proceso de fijado se realizaba con hiposulfíto de sodio y cianuro de potasio. Acto seguido, se lavaba con agua destilada abundandante y se dejaba secar.
Dado que las placas debían ser elaboradas in situ, expuestas y reveladas inmediatamente, era obligatorio llevar tiendas-laboratorio a donde quiera que se tomaran las imágenes. Como curiosidad, el colodión es conocido también como algodón-pólvora, un explosivo.
Rafael Castro, que era dibujante además de fotógrafo, no tuvo tiempo de rematar su faena. Volvió a Madrid desde Guayaquil a finales de 1864 pero murió al año siguiente. Su legado, depositado en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, está formado por 282 negativos de colodión húmedo, 131 copias a la albúmina (positivos, otro procedimiento espectacularmente complejo) y nueve copias al platino.
Este fondo documental quedó inédito y casi perdido en el MNCN, donde se redescubrió en 1984. Se hicieron copias a partir de 1990 pero por procedimientos convencionales con lo que los resultados no eran especialmente buenos.
En 1995 se descubrieron más fotografías en el Fondo Marcos Jiménez de la Espada de la Biblioteca General de Humanidades del CSIC: 524 copias a la albúmina que no sólo complementaron el fondo anterior sino que permitieron la identificación de algunos lugares antes indocumentados. Los resultados finales se resumen así:
En el MNCN:
- Fotografías: 392 imágenes (113 fotos únicas y 271 fotos iguales a las copias de la BGH)
- Soporte original: 285 placas de vidrio (colodión húmedo, negativos) y 105 positivos (albúmina). Aún hay 76 imágenes no identificadas. El resto pertenecen a Argentina, California, Chile, Ecuador, España, Panamá, Perú, Uruguay y Venezuela.
En la BGH:
- Fotografías: 586 imágenes con 184 duplicados y 133 imágenes únicas. El resto son copias similares a las existentes en la colección del MNCN.
- Soporte original: positivos (albúminas).
Los fondos del MNCN y del BGH fueron finalmente digitalizados a partir del año 2005 y una parte de las reproducciones se muestran en una exposición itinerante por las sedes del Instituto Cervantes. Las fotografías de abajo son sólo una muestra mínima de esta expedición cuyos detalles pueden visitarse en la web Comisión Científica del Pacífico. Y es que en los museos aún hay muchas cosas por descubrir.
Río Solís Uruguay 1862/1863
Mujer con niño (sin fecha ni localización)
El fondo textual está (parcialmente) disponible aquí y el iconográfico aqui. (Nota: a la hora de escribir este post el servidor no responde). Y es muy recomendable el breve viaje virtual de la expedición.
Los componentes de la CCP fueron:
- Patricio M. Paz (1808-1874), marino, presidente de la comisión científica.
- Fernando Amor y Mayor (1822-1863), se encargó de la geología y la entomología hasta su fallecimiento en San Francisco de California en 1863.
- Francisco de Paula Martínez y Sáez (1835-1908) y Marcos Jiménez de la Espada (1831-1898), encargados de los estudios zoológicos.
- Manuel Almagro y Vega (1834-1895), encargado de los estudios etnológicos y antropológicos y redactor de la memoria oficial.
- Juan Isern y Batlló (1825-1866), responsable de los estudios botánicos. En el viaje a través del Amazonas contrajo una enfermedad que le costó la vida.
- Bartolomé Puig y Galup (1826-?), encargado de los trabajos de taxidermia y conservación.
- Rafael Castro Ordóñez (?-1865), dibujante y fotógrafo de la expedición.
Etiquetas, Bitacoras.com: ciencia , personajes , viajes