El cierre de titulaciones en Reading, un aviso a navegantes
Hace tres o cuatro años que se ha planteado en las universidades españolas una campaña de reeducación que a mí se me antoja algo discutible. Uno de los arietes es el tema de la interacción universidad-empresa. Desde mi punto de vista, las relaciones U-E están bien y son interesantes a veces. Pero no son el objetivo principal ni deben conducir (o coaccionar) las actitudes universitarias. Tal vez mis líneas de investigación no interesen a ninguna empresa. Eso no debería ser un demérito sino simplemente la constatación de que los intereses de "Fibrocementos Acme" no son los mismos que los del "grupo Kraken". Lo cual no debería sorprender a nadie.
Las relaciones se van a establecer con más facilidad con aquellos que se dediquen a la investigación aplicada y sólo en un número limitado de campos. En términos generales, no será posible para la investigación pura, que suele dedicarse a la ampliación de conocimiento en campos de nulo interés para la empresa.
La justificación de la imperiosa necesidad de que la universidad establezca vínculos indisolubles con la empresa fue en su momento aquello de que la universidad vive en su torre de cristal, aislada de la sociedad y tal... Una idea tan falsa como estúpida porque la universidad es una parte de la sociedad y los que estamos en ella interactuamos con el resto como cualquiera o más. Pero como en los tiempos que vivimos nos alimentamos de tópicos, el mensaje inicial se ha acompañado de ideas colaterales aún más preocupantes. Por ejemplo, que la universidad debe adaptar sus contenidos docentes a “lo que la sociedad demanda”. La expresión entrecomillada es más falsa que un euro de chocolate por dos motivos: 1. Se quiere decir “lo que las empresas demandan” y las empresas no son la sociedad, sólo una parte de ella con unos intereses peculiares y particulares, y 2. La demanda lo es siempre a corto plazo y no tiene porqué ser lo deseable a medio y largo plazo para el conjunto de la sociedad.
El eslogan anterior convierte a la universidad es una academia al servicio de los intereses empresariales, muy respetables pero ajenos a lo que deberíamos contemplar. Las consecuencias son previsibles ¿para qué una licenciatura o un grado en matemática, por ejemplo, si no hay demanda social? Los matemáticos son entes molestos que tardarán años en incorporarse a una plaza laboral, probablemente en la propia universidad, jodiendo las estadísticas durante ese periodo (“España va bien”).
Lo mismo con el arte, la historia, la física... por no hablar de la filosofía. Si creen que exagero, entre los criterios de calidad de las titulaciones que se están cocinando cosas tan bonitas como el porcentaje de egresados que consigue empleo en el primer y segundo año, o el tiempo que tardan en terminar la carrera los alumnos... Lo que convierte a nuestras aulas en un centro de colocación: hay que enseñar sólo lo que integre ipso facto al alumno en el ciclo productivo y, además, no conviene exigir demasiado porque entonces el alumno terminará en 5 o 6 años en vez de en los 4 políticamente correctos y eso restará puntos a la titulación.
Hay mucha gente con vocación por conocer, investigar y vivir en el descubrimiento de las cosas, mucha. Lamentablemente, esa gente se verá condicionada por planes de estudios que deberán atender otras prioridades porque así se marca desde el Ministerio del ramo. Porque, o pasas por las horcas caudinas o te quedas con títulos no homologados y sin financiación. Así de claro. Ya comenté en este blog en otro momento que es perfectamente posible, según los planes actuales, que un universitario consiga el título de grado sin haber tenido ningún contacto con la investigación. Incluso hay modalidades de postgrado que tampoco la contemplan y donde se valora la presencia de patrocinadores empresariales que sufraguen los gastos. Y se supone que es enseñanza reglada, que ha de ser estable y captar profesores de calidad. Seguro.
Bien, hasta aquí el desahogo. Para que vean por dónde van los tiros, les traduzco una noticia de la Universidad de Reading (GB), aparecida en el Science de esta semana (vol. 314:1363).
La Universidad de Reading se ha convertido esta semana en la vigésimoprimera universidad británica que desde 1997 anuncia el cierre de su Departamento de Física. A pesar de las protestas de profesorado y estudiantes y de las peticiones de más de 2000 investigadores de todo el mundo, el Consejo de la universidad votó el pasado 20 de Noviembre no aceptar más estudiantes de física. El Departamento se cerrará en el 2010.Estos dos párrafos apuntan alguna otra perversión. Por ejemplo, la evaluación de los departamentos atiende a su balance económico. Esta ingeniosa idea supone implícitamente:
Las universidades de Gran Bretaña están financiadas en gran parte por la administración, con cantidades dependientes del número de alumnos y de la calidad de la investigación. El vicerrector de Reading, Gordon Marchall, comunicó en una carta abierta que el Departamento de Física está perdiendo sobre 1 millón de dólares al año debido a que no consiguen suficientes nuevos estudiantes (28 este año sobre un objetivo de 50) ni suficientes ingresos por investigación.
- considerar que la universidad es un negocio y no una inversión: el balance económico debe ser equilibrado a corto plazo, no importa que los egresados se integren posteriormente en el sistema de investigación nacional y a lo mejor desarrollen una carrera larga y fructífera.
- cerrar titulaciones por la escasa demanda, sin tener en cuenta que hay carreras que son en sí mismas minoritarias pero cuya eliminación supone una pérdida social no evaluable económicamente y que conduce, poco a poco, a la degradación cultural de la sociedad.
- descargar en los profesores no sólo la docencia y la investigación sino también la responsabilidad de captar alumnos en la enseñanza secundaria a menos que quieran ver como su disciplina se extingue.
- concebir que la investigación debe incrementar las cuentas más que incrementar el conocimiento (que no se evalúa). La necesidad de ingresar dinero obliga a dirigir los proyectos hacia líneas de financiación jugosas (lo que se ha venido en llamar sexy-science). ¡Ay de aquél que se salga de las líneas marcadas!