17 noviembre 2006

Eldorados y otros objetivos improbables

Donde no todos los aventureros son famosos ni terminan sus búsquedas comiendo perdices

Percy Harrison Fawcett era un ingenuo. En el mejor y en el peor sentido de la palabra. En el libro que les reseño al final relata sus viajes por la Amazonia. Viajes de los que ni ustedes ni yo quisiéramos ser protagonistas. Comenzaba el siglo pasado cuando le encargaron deslindar las fronteras de Bolivia lo que le llevó a explorar territorios que sólo eran un blanco en los mapas. Los viajes fueron cualquier cosa menos envidiables: legiones de moscas, de mosquitos, de avispas, parásitos, hombres, serpientes de todos los tamaños, hambre, agotamiento… Pero su relato es apasionante porque viene de una personalidad única, capaz de ver la muerte y las penalidades con un distanciamiento sorprendente y con una visión límpida y sin dobleces. Era de otro mundo por lo que no se encontraba bien en este.
Tal vez por eso dio crédito a todas las leyendas que llegaron a sus oidos: ciudades perdidas, gigantes prediluvianos, civilizaciones ocultas. Y eso le costó la vida cuando en 1925 salió a buscarlas y no volvió. Por el camino nos deja visiones de anacondas de veinte metros, de rumores de grandes animales desconocidos para la ciencia y toda la mitología que los lugares vírgenes generan inevitablemente en nuestra mente.
Y al leerlo me recordó a otro personaje, esta vez español, empeñado en metas igualmente innacesibles. Este se llamaba Jordi Magraner y se ilusionó con encontrar al yeti o bar-manu en las montañas de Chitral, en Pakistán. Tuvo la misma mala fortuna que Fawcett y tras unos años de vida en los valles del norte de ese país fue asesinado en el año 2002.
Fawcett y Magraner son igualmente respetables porque eran personas convencidas de la razón de su aventura y no hay que mezclarlas con los infames que hacen del engaño su profesión. Ingenuos, simplemente, pero honrados.
Fawcett dedica los últimos tres capítulos de su libro (escrito en realidad por su hijo a partir de las notas originales) a exponer una teoría delirante sobre las civilizaciones perdidas del Amazonas, con evidencia basada en relatos indígenas y leyendas. Algo muy lejos de sus rigurosos levantamientos topográficos en condiciones imposibles y de sus notas que permitieron llenar poco a poco los vacíos en los mapas. Magraner esgrimía argumentos similares (“yo sé que está ahí”) a partir de declaraciones de pastores y de cuestionarios que paseaba por los pueblos buscando testimonios que confirmaran aquello de lo que él ya estaba convencido. Su trabajo parece haber sido realizado con rigor y consecuentemente los resultados fueron claros: nada.
Apenas he encontrado textos suyos, ahora que la web de la Sociedad Española de Criptozoología parece cerrada pero recordaba haber leido hace un año una comunicación sobre las características de los sonidos que emiten los bar-manu y las consecuencias en la comprensión de la evolución del aparato fonador humano. He reencontrado el texto en otro lugar por si tienen curiosidad, se titula Oral statements concerning living unknown hominids: analysis, criticism, and implications for language origins. Es un curioso ejercicio, bien escrito, bien documentado y carente de toda evidencia.

P. H. Fawcett, A través de la selva amazónica, 395 p.
Biblioteca Grandes Viajeros, Barcelona, 2003.
ISBN 84-666-1105-3.

16 noviembre 2006

Ventanas y espejos (nada de ciencia, sólo una reflexión personal)

Antes, el objetivo era dejar hijos que continuaran la sangre familiar, una entelequia persistente. Ahora tal vez podamos ser más ambiciosos y aspirar a ser algo más que la máquina perpetuadora de nuestros genes (Dawkins dixit) ya que hemos inventado el más poderoso instrumento de inmortalidad: la escritura.
Pero no todo es tan fácil. Decía Borges que bastaba con un libro o unos pocos. Era mentira y él lo sabía y, al menos a mí, la sensación de lo inabarcable me desazona. Soporto mal que el tiempo se me acabe y los libros por descubrir no disminuyan.
Mis lecturas pueden dividirse en dos grupos. Las científicas son, paradójicamente, las que menos me descubren cosas nuevas. O al menos esa es la impresión que me dejan. A veces encuentras cuatro o cinco páginas memorables pero lo más frecuente es que en un buen montón de artículos sólo media docena de párrafos tengan vocación de permanencia. Cierto que debo leerlos porque es mi profesión hacerlo y lo hago con placer pero sin sorpresa.
A estas alturas de mi vida los mejores momentos vienen del otro grupo de lecturas. Las de los libros sacados casi al azar de un estante de la biblioteca las conocía hace tiempo. Las de esas cosas que llamamos blogs han sido una sorpresa reciente.
Frecuento blogs de varios tipos pero tengo media docena de los que siempre espero algo más, momentos de luz.
Son blogs que no estarán nunca en los primeros puestos de los rankings. Ni maldita falta que les hace. Tienen el feeling de algunas músicas, con entradas únicas, de cantautor, en un esforzada construcción verso a verso. Son a la vez una ventana y espejo, para asomarse desde dentro o para atisbar desde fuera, para reflejar al autor y, en momentos efímeros, al lector.
No creo en eso que llaman comunidades sociales en la "blogosfera", pero sí en las relaciones personales construidas en esta suerte de gota a gota que construye y alimenta los blogs. Raras relaciones, en la distancia, pero que disfruto como aquella vez, hace años, que conversaba con los guardas en Misiones mientras tomábamos mate y una tormenta inundaba las ruinas.
No dejeis de escribir.

Esto ya no es lo que era

Ya en unas cuantas entradas anteriores hablé largo y tendido sobre el estado de nuestras universidades y la sensación de desazón y desconcierto que reina en ellas por diferentes motivos. El fin de semana pasado me acerqué a Sevilla a recordar paisajes y recovecos. Allí, en una esquina roñosa, encontré lo que ven en la foto siguiente.


Les amplío el cartelito a continuación, por si alguien no reconoce las iniciales. Espero que no sea una premonición ;-)

14 noviembre 2006

Una visión moderna del servicio a la universidad

Lo primero que me llamó la atención fue la publicidad. Entras en la web y te encuentras con un “banner” animado anunciando un Opel Corsa al grito de c'mon (?). Mientras piensas qué diablos hace eso en un sitio como éste, las imágenes cambian ágilmente a un anuncio de Macbook con precios explícitos. El resto de la portada está salpicado por media docena más de vibrantes anuncios en Flash. Abajo del todo una lista de anuncios adsense de Google y todo el conjunto plagado por ad.es.doubleclicks. Una delicia.

Y preguntarán ustedes que dónde diablos me he metido. Se lo digo: en “el portal de 985 universidades” Universia.es. Y no, no pongo el enlace porque no me da la gana, cosa que comprenderán ustedes un poco más abajo.
Universia.es es una página web enlazada desde las portadas de un montón de universidades españolas e iberoamericanas. Por su nombre y su "filosofía" se deduce que es un portal universitario, sea lo que sea tal cosa. Yo lo entendería como animado por una mentalidad de servicio a la cultura, eliminando los vicios de los portales comerciales, posiblemente bajo licencia Creative Commons, etc. (bueno, eso lo supongo yo bajo mi misma y arriesgada mismidad).
Luego, buscando en la letra pequeña (muy pequeña) nos vamos enterando de la realidad.

Por ejemplo, es obligado registrarse para usar los servicios del portal (mensajería, correo, SMS, foros...), lo cual me parece razonable. Lo que ya me mosqueó fue que al entrar en el formulario de registro me encontré con que además del alias (otros lo llaman “nick”), nos piden nombre y dos apellidos, número del documento nacional de identidad, código postal de tu residencia y fecha de nacimiento.
Y yo, que ya estoy un poco harto de que me pidan descaradamente información sobre mis datos personales, me niego a identificarme hasta ese extremo. Especialmente, no creo que mi DNI o mi edad deba interesarle a Universia.es lo más mínimo.
Con la mosca detrás de la oreja, reviso tres pequeñas ventanas que aparecen debajo del formulario.
En la primera podemos leer 5 páginas de “Aviso legal”. Con un poco de dificultad porque la minúscula ventana sólo permite ver 4 líneas a la vez. Haciendo el impertinente scroll encuentro algunas perlas de las cuales sólo les transcribo unas pocas (las cursivas son mías):
...queda prohibida la reproducción, distribución, transmisión, adaptación o modificación, por cualquier medio y en cualquier forma, de los contenidos del Web del Portal Universia (textos, diseños, gráficos, informaciones, bases de datos, archivos de sonido y/o imagen, logos,…)...
"Portal universitario", uhmmm... Y yo que pensaba que iba a tener licencia Creative Commons, no se cómo puedo ser tan memo. Sigue:
El usuario, desde el momento que se registra en PORTAL UNIVERSIA, S.A., autoriza a esta empresa a ofrecer sus servicios de comunicaciones informativas y promocionales. En caso de no querer recibir este tipo de comunicaciones podrá revocar su consentimiento en todo momento a través de correo escrito a la dirección […cortado]
Traducción: autorizo a que me envíen spam y será necesario que renuncie expresamente mediante un correo para que me hagan el favor de no llenarme el buzón con publicidad no solicitada. Esto último, por cierto, es obvio porque es sólo reflejo de la legalidad.
PORTAL UNIVERSIA no garantiza ni se hace responsable, en ningún caso ni circunstancia, de los siguientes hechos y contenidos, ni de cualesquiera daños y perjuicios que pudieran, en su caso, derivarse de los mismos:
  • Falta de disponibilidad, continuidad, acceso, mantenimiento y efectivo funcionamiento de la web o/y de sus servicios y actualización, exactitud, exhaustividad, pertinencia, actualidad y fiabilidad de sus contenidos... [...]
  • La transmisión o/y existencia de virus, otros elementos o programas lesivos para el equipo de los usuarios que pudieran afectarlos, como consecuencia del acceso, uso o examen del sitio, o produjeran alteraciones en sus documentos electrónicos o ficheros.
  • Por el incumplimiento, por parte de terceros de sus obligaciones derivadas o contraídas en relación con los servicios prestados a los USUARIOS a través de PORTAL UNIVERSIA, así como por la falta de calidad, fiabilidad, adecuación a lo ofertado, licitud, utilidad y disponibilidad de los servicios prestados por terceros y puestos a disposición de los USUARIOS en este sitio.
Traducción: Universia.es usa masivamente la publicidad en su portal pero no se hace responsable de que sea real o engañosa, ni siquiera de los contenidos propios. Tampoco de que existan virus, troyanos o cualquier otra basura en su código o alguna de sus aplicaciones...
Pero no acaba aquí la historia. En la siguiente ventanita de 4 líneas bajo el título “Política de confidencialidad” encontramos que
El Usuario garantiza que los Datos Personales facilitados a UNIVERSIA son veraces y se hace responsable de comunicar a ésta cualquier modificación en los mismos. UNIVERSIA se reserva el derecho de verificar los mencionados datos a través de las universidades correspondientes.
¿Que mi universidad va a darle a Universia.es información sobre mí para que verifique mis datos personales? ¿Que Universia.es “se reserva el derecho” de qué?
UNIVERSIA queda expresamente autorizada a utilizar tales datos para finalidades comerciales y promocionales sobre sus servicios y productos. El usuario también acepta de forma expresa que sus datos puedan ser cedidos a otras entidades colaboradoras de UNIVERSIA, con las que ésta suscriba acuerdos de colaboración con fines comerciales con el fin de tener informado al usuario de los bienes o servicios que se comercialicen, aceptando el usuario la recepción de información por parte de estas sobre cualesquiera bienes o servicios que comercialicen directa o indirectamente, en el momento presente o en el futuro. Este consentimiento a la cesión de datos, tiene carácter revocable de conformidad con la legislación vigente.
La misma historia: Universia.es se considera autorizada a usar tus datos personales, previa verificación en tu universidad, para venderlos a quien quiera. Aún así, no crean, tienen un "código ético" donde encontramos alguna perla más, por ejemplo:
En cumplimiento de la normativa vigente, PORTAL UNIVERSIA ha adoptado las medidas y técnicas necesarias para mantener el nivel de seguridad requerido atendiendo a los datos personales tratados […cortado] No obstante, el USUARIO debe quedar informado y advertido a través de este aviso de que tales medios no son infalibles e inexpugnables y por tanto UNIVERSIA no puede hacerse responsable de tales prácticas.
Leyendo toda esta basura no acabo de entender como es posible que este portal lleve el nombre de Universia para hacerse pasar por un portal universitario. Tampoco entiendo como esta desfachatez se realizó y sigue realizándose con el apoyo de la Conferencia de Rectores de Universidades Españolas y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
En resumen, si quieren que sus datos personales (nombre, correo electrónico, DNI…) sean cedidos a cualquiera, si quieren ser inundados de correo basura, si quieren recibir publicidad y ofertas con calidad, licitud, etc. no contrastadas, todo desde unas páginas cuyos responsables no se hacen idem de nada, no lo duden, dense de alta en Universia, el portal de 985 universidades.

13 noviembre 2006

El "crank" y su circunstancia

No se pierdan la entrada de Pedro Terán en su blog de títulos efímeros (y adaptables a las circunstancias del país). Aparte del propio tema, con el que me he reido un buen rato, da la definición de "crank", concepto para mí desconocido hasta ahora pero muy aplicable a todos aquellos iluminados que pretenden hacernos creer los secretos de la vida les han sido revelados sin haber dado un palo al agua: artífices del movimiento perpetuo, resolvedores de la cuadratura del círculo, descubridores de las incoherencias de la teoría de la relatividad en sus experimentos de cocina...

10 noviembre 2006

Publicaciones científicas gratis para países en desarrollo

Una iniciativa necesaria

Las revistas científicas suelen ser caras, a veces carísimas. Science y Nature son la excepción, probablemente con la ayuda de su gran tirada, y la cuota anual es de unos $6 por número (sólo $100 al año si nos limitamos a la edición digital de sus 54 números).
En el otro lado están revistas como el International Journal of Remote Sensing cuya suscripción supone más de 6000 € al año (¡más de 500 € el número!). Esto no lo puede pagar todo el mundo, obviamente, con lo que se crea un abismo entre los países con dinero abundante y los demás. Hacer ciencia no es necesariamente caro (no todo es “gran ciencia”) pero sí es imperativo tener acceso a la bibliografía en cada área lo que supone un gasto de fondo continuo con una productividad segura pero indirecta.
La solución ha sido, al menos para mí, una sorpresa y se llama OARE | Acceso en Línea a Investigaciones Ambientales.

OARE es un consorcio patrocinado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), la Universidad de Yale y un conjunto de 40 editoriales cientificas entre las cuales figura Elsevier, Blackwell, Taylor & Francis…

OARE se ha creado para permitir el acceso gratuito a unas 1000 publicaciones científicas desde un conjunto de países con muy bajo PIB per capita (<$1000). El listado incluye a Bolivia, Honduras y Nicaragua de los países de América Latina. El acceso desde estos países ya es efectivo desde el pasado octubre. El próximo año está previsto abrir el acceso a otros países “algo más acomodados” (entre $1000 y $3000 de PIB per capita) donde estarán Colombia, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Paraguay, Perú y Cuba (esperemos que aquí no funcione el embargo). Para estos no será gratis pero se promete un bajo coste.
¿Qué hay que hacer? De acuerdo con las instrucciones de la página web:

Las instituciones que deseen acceder al texto completo de artículos y usar las herramientas de búsqueda en bases de datos para investigación de resúmenes e información deben registrarse con OARE para recibir una clave institucional de acceso. Una vez terminado el proceso de registro, todos los empleados, personal administrativo, docentes, administradores y estudiantes de la institución podrán usar la clave para acceder a los recursos de OARE. No hace falta una clave de acceso para acceder a los resúmenes de las publicaciones.
En resumen: una magnífica noticia.

Otras dos iniciativas similares:
Hinari (OMS, acceso a más de 3000 revistas en el área de la sanidad)
Agora (AFO, acceso a 900 revistas en el sector agrícola)

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