29 mayo 2009

[Breves] Research Blogging en español

Research Blogging (RB) es un agregador de posts de naturaleza científica. El original en inglés tiene una amplia trayectoria y hace unos días han iniciado el reclutamiento para lanzar la versión en español, ya operativa. Hispaciencia tiene similares objetivos y agrupa unos 80 blogs que tratan de ciencia en español desde hace ya casi tres años (y más de 19000 posts). La diferencia con Research Blogging es que este sólo recoge posts que hablen expresamente de artículos científicos publicados. No es mejor ni peor, sólo algo diferente y más restrictivo. El post anterior, sobre los orígenes de la lepra, es mi primera contribución a RB. Si quieren ustedes seguirlos, la mejor y más cómoda forma es suscribirse a sus feeds. Tomen nota:
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  • Hispaciencia: http://www.hispaciencia.com/feed.php?full=1

28 mayo 2009

Investigando los orígenes de la lepra

El artículo se publicó hace pocos días en PLoS ONE y es muy simple ya que comunica un hallazgo y su análisis. Antes de comentarlo recordemos que esta enfermedad, la lepra, está causada por la infección de una bacteria, Mycobacterium leprae, un microorganismo que no se ha conseguido cultivar in vitro y que debe ser propagado en armadillos (!). Los parientes de M. leprae son también bastante molestos ya que causan la tuberculosis y la úlcera de Buruli. Dediqué un post a la primera, Cuando la evolución es un mal rollo, y hablé de la última en Avances que no son noticia. Actualmente no existe vacuna para la úlcera de Buruli ni para la lepra. La suerte con esta última es que la progresión es lenta, con un periodo de incubación de unos cinco años aunque los síntomas pueden retrasarse bastante más. El contagio, al contrario de la creencia más extendida, es difícil.
El tratamiento contra la lepra es muy efectivo aunque largo (entre seis y doce meses) y necesita una combinación de dapsona (un bacteriostático), rifampicina y clofazimina, llamados conjuntamente MDT (de multi-drug therapy). Lamentablemente esto es algo inalcanzable para una parte importante de los afectados debido a la mala calidad de los servicios sanitarios en sus países.
La lepra lleva con nosotros al menos cuatro mil años. Probablemente será erradicada en este siglo si la atención primaria mejora en los países más afectados
Lo anterior viene a cuento porque el dinero no es aquí un problema: desde 1995, la OMS proporciona la MDT gratuitamente a los enfermos. Desde 1998 esto es posible gracias a la donación de millones de dosis de MDT por la farmacéutica Novartis a través de la Novartis Foundation for Sustainable Development. Estas donaciones han permitido que en los últimos veinte años se hayan curado 14 millones de personas aunque la lepra sigue siendo un serio problema de salud pública en una decena de países (en 1985 eran 122), especialmente en India (donde, paradójicamente, se fabrican los tratamientos de la MDT), Mozambique, Brasil, Congo y Nepal, aunque está presente con menor prevalencia en bastantes otros.
Como resultado global, la enfermedad se ha reducido drásticamente desde 1980, sin duda más de un 90% y el número de enfermos registrados actualmente es de algo más de doscientos mil según la OMS. La cantidad exacta no es muy importante comparada con la necesidad de romper el rechazo social y el ocultamiento de la enfermedad, considerada durante siglos como un mal infamante, y sobre todo de mejorar los servicios de atención sanitaria básica en los países más afectados. El final de la lepra, su erradicación definitiva, es posible y probablemente no tarde mucho.

El artículo que hoy les comento no trata de este final sino de sus inicios ¿desde cuándo la lepra acompaña al ser humano y cómo se ha extendido por todo el mundo?
Algunos trabajos han mostrado que la lepra actual tiene un origen único ya que el genotipo de las bacterias de todo el mundo es llamativamente similar. Rastreando la filogenia se ha propuesto un origen en el Este de África y una diseminación hacia Asia y Europa acompañando a las migraciones humanas. La primera dispersión habría ocurrido hace 40 o 50 mil años. Otras versiones basadas en referencias históricas mantienen que la lepra llegó a la actual Europa mucho más recientemente, a la vuelta de los ejércitos de Alejandro, allá por el siglo III a.C. En América la lepra es reciente, como máximo de hace cinco siglos, y fue introducida por el tráfico de esclavos desde África o por europeos en la colonización a partir del siglo XV.
Suelen citarse textos indios del siglo VI aC (como el Sushruta Samhita , un texto médico) como la primera referencia ya que habla de una enfermedad cuyos síntomas coinciden con los de la lepra. Pero, si vamos a lo más seguro, la prueba más antigua era un esqueleto egipcio del siglo II a.C. con lesiones características.

El artículo que menciono, firmado por investigadores norteamericanos e indios, retrasa la evidencia de la enfermedad con pruebas directas ya que describe restos de un esqueleto de 4000 a 4500 años de antigüedad localizado en el Noroeste de India. Enterrado en la periferia de una población, dentro de un gran espacio cerrado con muros de piedra, pertenece a un hombre cercano a los 40 años y de 1.80 m de estatura aproximadamente. Son claramente visibles erosiones y pérdida de hueso en la cara, costillas, vértebras y extremidades. Las características de las erosiones han permitido descartar otras afecciones como la tuberculosis, leishmaniasis, sífilis, osteomielitis o infecciones óseas inespecíficas.
Este hallazgo prueba, en definitiva, algo simple pero importante: la lepra existía en El Noroeste de India hace al menos 4000 años. Los autores recuerdan en la discusión que aunque M. leprae es actualmente muy homogéneo, se distinguen 4 tipos, numerados del I al IV y radicados en Asia, África Este, Europa y América respectivamente. Los autores comentan las dos hipótesis principales respecto a su evolución. La primera, ya mencionada antes, es que el tipo II es el más antiguo y original de África del Este desde donde se dispersó diferenciándose progresivamente hacia Asia (tipo I) y Europa (tipo III). El tipo europeo es frecuente también en África Oeste y América, sugiriendo una colonización que derivó, al otro lado del Atlántico, en el tipo IV. La segunda hipótesis es que la dispersión comenzó en Asia bastante más recientemente, en la época de fuertes relaciones comerciales coincidente con el desarrollo de la civilización del Indo, hace unos 4500 años. La realidad es que no se sabe aún nada definitivo sobre estas etapas primigenias de la enfermedad ni sobre cómo se originó. Tal vez alguna respuesta llegue si se encuentra en el esqueleto de Balathal ADN de la bacteria, algo en lo que los investigadores se han puesto ya a trabajar.

Cráneo del individuo 1997-1 localizado en el asentamiento calcolítico de Balathal (Rajasthan, India) donde se señalan las lesiones más evidentes (fuente).

ResearchBlogging.org
Robbins, G., Tripathy, V., Misra, V., Mohanty, R., Shinde, V., Gray, K., & Schug, M. (2009). Ancient Skeletal Evidence for Leprosy in India (2000 B.C.) PLoS ONE, 4 (5) DOI: 10.1371/journal.pone.0005669

27 mayo 2009

Fragmentos de historias

El monasterio de San Juan de los Reyes está en Toledo. Tiene una gran historia, claro. Pero también revela restos de otros pasados menos reflejados en los libros. La gárgola de abajo es sólo una de las que rodean el claustro del monasterio. Cada una es diferente y puede suponerse que cada una fue cincelada cuidadosamente por un artesano que pensó la forma, buscó la piedra, la rebajó golpe a golpe y la fijó en su lugar desafiando el obvio desequilibrio. Me gusta pensar que el primer día que llovió se quedó observando desde los soportales del claustro como el agua comenzaba a manar de las bocas de sus extraños seres.

Otras historias entre las muchas posibles están al salir del edificio. Por ejemplo, sobre algunos de los muros exteriores se fijaron hace tiempo trozos de cadenas.

Cada uno de esos trozos es parte de la vida de alguien que estuvo cautivo hace más de cinco siglos. Iglesia y monasterio de construyeron a finales del siglo XV por orden de los Reyes Católicos. Según avanzaba la Reconquista se fueron liberando prisioneros de las cárceles del Sur, hasta llehar a Granada. Algunos de ellos conservaron las cadenas que les habían mantenido presos y las dieron como exvotos a la iglesia. Son las que hoy aún cuelgan en las fachadas.

18 mayo 2009

Emulando al coronel Tapioca

O la biodiversidad me mata

Me voy de viaje en unas pocas semanas. Aparte de lo habitual, éste requiere algunos pequeños complementos que les cuento para desahogarme:
  • para empezar, un chute de Stamaril, una vacuna contra la fiebre amarilla con virus vivos atenuados de la cepa 17D, cultivados en inocentes embriones de pollo. Para ello hay que ir a un Centro de Vacunación Internacional que, en mi caso, me queda relativamente cerca, en Badajoz. Dos horas de gestiones, 10 segundos para la inyección y 5 días de efectos secundarios.
  • para seguir, Vivotif, contra la fiebre tifoidea. Interesante su contenido según el prospecto: Salmonella typhi cepa Ty-21a, gérmenes atenuados vivos y Salmonella typhi cepa Ty-21a, gérmenes vivos (¿sin "atenuar"? Glups...). Eso sí, garantizan un mínimo de 3x10^9 gérmenes de pura cepa, rechace imitaciones.
  • un complemento siempre recomendable: una dosis de 40 UI de toxoide tetánico para prevenir esa infección especialmente desagradable que se llama tétanos. UI son las siglas de unidades internacionales, que no se cuanto son pero tratándose de toxoide tetánico seguro que demasiado. Menos mal que ya estaba vacunado de esto aunque, pensándolo bien, igual tengo que ponerme una dosis de recuerdo porque hace nueve años de la última.
  • casi finalmente, una inyección de Havrix 1440, con virus de la hepatitis A (HM 175) inactivado (bieeen...).
  • en su momento, antes, durante y después del viaje, una pastillita diaria de Malarone siempre a la misma hora, preventivo contra la malaria como su propio nombre sugiere. La suerte es que, según el médico, es nuevo y se tolera mejor que las alternativas anteriores.
  • y dado que algunas otras putadas de gran calibre son responsabilidad de bichitos como el de abajo, y a falta de un perro lobo o tiranosaurio que me defienda, habría que echarse Relec Extra Fuerte (cada 6-8 horas). Hay que tener cuidado si llevas gafas porque corroe el plástico. O, si quieres oler algo mejor, Halley Repelente (cada 4 o 5 horas, todo tiene su precio). ¿Por la noche? Mosquitera, supongo.
¿Será para tanto? Creo que no pero mientras pasa el tiempo llevo una semana tirado por las reacciones a las vacunas. No somos ná.

Aedes aegypti hembra en plena faena

17 mayo 2009

El lugar más inaccesible del mundo

No, no se trata de la Isla de Pascua, ni de Bouvet, ni de algún rincón antártico. Es un lugar al que sólo se ha ido una vez en la historia. Lo hicieron el 23 de enero de 1960 Jacques Piccard y Don Walsh a bordo del batiscafo Trieste, de 51 t. Comenzaron el descenso a la 8 de la mañana y tardaron cuatro horas y 48 minutos en llegar al fondo. Estuvieron 20 minutos observando el panorama y retornaron en apenas 3 horas y cuarto. El viaje fue autónomo, sin cables que unieran el batiscafo con el barco nodriza (USS Wandank) y las comunicaciones, con frecuentes interrupciones, se hacían mediante un teléfono que se amplificaba como un sonar.

Walsh, en primer término, y Piccard a bordo del Trieste

El Trieste fue diseñado por Auguste Piccard y fue botado en 1953. En 1958, la Marina estadounidense lo compró para el Proyecto Nekton, cuyo objetivo era observar directamente en punto más profundo de mundo, el Abismo Challenger, en el extremo Sur de la Fosa de las Marianas. Hoy se sabe que ese punto está a casi 10924 m de profundidad y sus coordenadas son 11º22.4’ N y 142º35.5’ E.

Esfera inferior (habitable) del batiscafo Trieste (fuente)

Once kilómetros no parecen mucho pero cuando cada diez metros se suma una presión atmosférica la cosa se complica rápidamente: la presión allá abajo multiplica por más de mil la existente en la superficie. Eso no fue obstáculo para que Piccard y Walsh observaran desde la ventanilla del Trieste un pez plano (algo fantasmal, supongo, aunque sólo fuera por su color blanco) aunque no he conseguido localizar fotografía alguna de la expedición. Actualmente, el Trieste descansa en el Museo Naval de los EE.UU.

La aventura del Trieste fue única y parece que va seguir siéndolo. Hubo más batiscafos, claro, como el Alvin (usado en la exploración del Titanic), pero ninguno se diseñó para las enormes profundidades del Abismo Challenger. La única excepción fue el sumergible japonés Kaiko, que descendió y recogió muestras de bacterias del fondo marino, pero el Kaiko era robótico, no tripulado por personas.

Recientemente se ha anunciado otro descenso al Abismo Challenger, esta vez por parte de un sumergible bautizado Nereus pero que tampoco será tripulado. Este trasto de apenas 2800 kg podrá realizar algunas tareas cartográficas y posee una autonomía de 20 horas con lo que podría cubrir unos 70 km de terreno. También podrá recoger muestras y tomar imágenes. Para ver los primeros resultados no habrá que esperar mucho ya que la misión comienza el próximo 23 de mayo y si todo va bien estará concluida a mediados de junio. Personalmente me parece lógico que todas estas misiones no sean tripuladas ya que el riesgo es grande y las decisiones pueden tomarse desde la superficie sin mayores problemas. Pero, lo mismo que en la exploración espacial, a veces echo en falta algo de componente épico, un condimento que hizo que las exploraciones polares, las primeras travesías por los grandes desiertos de Asia y África, o los azarosos viajes de los grandes navegantes perduren aún hoy en nuestra memoria y, al menos a algunos, nos hagan soñar.

El Kaiko ancló su firma en el fondo oceánico a 10911 m de profundidad. Creo que era innecesario.

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