28 noviembre 2006

[Off topic]

El que avisa no es traidor, de vez en cuando cuelo un post que no va de lo de siempre. En Hispaciencia aparecen de forma automática, no puedo evitarlo aunque no vayan de ciencia. Disculpas por tanto.
Este tiene 3 fragmentos aparentemente inconexos, pero podría haber algunos antes y otros después. Depende del estado de ánimo. Es un desahogo después de una temporada complicada, no me hagan mucho caso.

Fragmento 1. Conversando.
Escuchamos mucha música entonces ¿verdad? Pero luego me di cuenta de que la música no era lo esencial porque el volverla a oir, lejos de hacerme recuperar las buenas vibraciones, me producia tristeza.
E., hace unos pocos días.
Fragmento 2. Canned Heat.
El tipo de la armónica es Bob Hite y el que canta Alan Wilson. Bob murió de un infarto a los 36 años; Al le había precedido en el viaje gracias a una sobredosis. Lo mismo pasó con otros insignes “triunfadores” de la época algunos de los cuales consiguieron tener dos o tres momentos luminosos, no más, pero fueron suficientes. Me atraería saber que fue del resto de la banda pero ahora no recuerdo quienes eran (¿Vestine? ¿Taylor?) y, en cualquier caso, me quedo con estas imágenes de los buenos tiempos.



Fragmento 3. Epitafio.
A tí no sé qué decirte salvo que no has demostrado merecer lo que tuviste. Lo tuviste todo, o al menos todo lo que creias poder tener, que es lo mismo. Pero pudiste ver que tu éxito no iba a ser eterno y la mera perspectiva de la caída pudo contigo. Eras inteligente pero no fuerte. Eras bueno pero no generoso. Creiste que todo empezaba y terminaba en el espejo de los demás. Esos que te sostuvimos un tiempo, hasta que tú mismo, sólo tú, te tiraste por la borda.

27 noviembre 2006

Laicismo, sociedad y ciencia

Los obispos salen a la palestra demostrando su incapacidad para entender lo de no meterse donde no te llaman. Benedicto XVI encarga un estudio para analizar las consecuencias de que la Iglesia Católica pueda, tal vez, permitir el uso del condón en algunos casos. Nuestro Estado sigue siendo aconfesional en vez de laico y se empiezan a impartir clases de religión islámica en la escuela pública, además de las siempre presentes de catolicismo, todas pagadas con dinero público. La Iglesia católica tiene miedo de que la asignatura de 'educación para la ciudadanía' sea un vehículo de adoctrinamiento anticatólico y no se respete "la neutralidad del Estado" en materias como "la definición del bien y el mal moral y la educación de la conciencia de los alumnos".

Entre tanto mejunje me ha apetecido recordar las cinco tesis sobre el laicismo de Fernando Savater mencionadas también en Periodistas 21. Desde que escribió ese breve folio no se ha hecho necesario escribir mucho más sobre el tema: todo está dicho y, además, muy claro.
Respecto a la ciencia estamos en un escenario similar pero con sus peculiaridades. Por ese motivo, con el siniestro aderezo del asesinato planificado de científicos en Iraq, me atrevo a hacer una pobre imitación de don Fernando y proponer un esbozo de tesis (sólo 4) sobre laicismo y ciencia:

1. La injerencia de la religión en la ciencia es un hecho histórico, no así lo contrario, porque los propios fundamentos de la ciencia le impiden abordar temas sólo soportados por la fe, que no por la razón ni la evidencia. La religión conoció mejores tiempos para su entremetimiento, aquellos donde su poder terrenal le permitía dominar la justicia, que juzgaba, y ejercer de verdugo, que ajusticiaba. La evolución social ha permitido que ya esté al alcance de muchos comprender y acotar claramente las competencias de cada cual. Así, el ser humano tiende a querer conocerse a sí mismo y desea comprender al medio en el que nace, vive y muere. Este es el ámbito al que debe reducirse la ciencia. Limítense las religiones a explicar, a quien quiera oirlas, los estados de antes y después de la vida, donde la ciencia no tiene ni quiere decir nada.

2. Aceptando esta separación de ámbitos, ciencia y religión son compatibles para aquellos que deseen tal cosa. Los beneficios de separarlos son tantos que ambas partes deberían promocionar esta actitud recíproca pero, en su defecto, los Estados deben asegurar el reparto de sus competencias en aquellos asuntos que afectan a la sociedad civil y muy especialmente en la legislación civil y penal y en la educación. El motivo es patente allí donde las religiones pretenden introducirse en ámbitos que no les competen camuflando su doctrina de ciencia, aceptando tácitamente como válidas las herramientas que antes despreciaban o combatían.

3. La adopción de una religión es, para el científico, una opción válida pero afectando al exclusivo ámbito personal por lo que debe evitar su influencia en su quehacer de equipo como científico o investigador. El Estado tiene la obligación de salvaguardar los derechos de los no religiosos para no someterse a dictados, normas o conductas ajenas a la ciencia. Esto incluye, obviamente, la inclusión de contenidos religiosos en las universidades, sean estas públicas o privadas, con títulos homologados. Las religiones no deben tener cabida en la educación universitaria salvo como objeto de estudio.

4. La separación entre moral y ética es un requisito para definir los límites de la investigación científica que, en cualquier caso, deben ser resultado de un consenso social, no de juicios morales. Las sociedades, en cada caso y en cada circunstancia, deben decidir qué consideran o no aceptable bajo el principio de libre acuerdo y con la consciencia de la revocabilidad de las decisiones por mecanismos equivalentes. Las religiones son libres de condenar las líneas de investigación que se opongan a su doctrina, pero con la exclusiva afección de sus prosélitos, no del resto de la sociedad. El Estado tiene la obligación de velar por el libre ejercicio de la ciencia dentro de las leyes civiles y salvaguardarlo de guerras santas y actitudes similares.

Debo reconocer, finalmente, que no me apetece distinguir entre religiones, aunque debo reconocer su grado de agresividad es diverso. De las que están en nuestro país en los periódicos día sí, día también, no recuerdo que nunca hayan promocionado o alentado el conocimiento científico, habiendo en cambio abundantes ejemplos de lo contrario. Y todo este rollo se resume en una frase: "zapatero a tus zapatos" o "no te metas en tu ámbito de incompetencia".

24 noviembre 2006

Algo se derrite en Groenlandia

Datos calientes sobre deshielos y niveles del mar, saquen la canoa del sótano

¿Se acuerdan de Grace? Dos satélites gemelos que miden la gravedad de la Tierra. En el post sobre ellos les comenté un trabajo donde se hablaba de la reducción del hielo en la Antártida. Hoy se publica otro en Science cuyo resumen no puede ser más claro, les traduzco sólo una frase de los resultados (Gt son gigatoneladas):
Desde 2003 a 2005, la capa de hielo ha perdido 101±16 Gt/año, con una ganancia de 54 Gt/año por encima de los 2000 m y una pérdida de 155 Gt/año a menores alturas.
Esta tasa se ajusta bien a la estimación de -117 Gt/año hecha entre 1996 y 2005 mediante una técnica completamente diferente llamada interferometría radar de la que prometo hablarles próximamente.
Este segundo trabajo añade algunos datos sobre el movimiento de los glaciares; dicen, por ejemplo:
Hemos detectado una aceleración en los glaciares por debajo de los 66º N entre 1996 y 2000, que se ha ampliado a los 70º en 2005. La aceleración en la descarga de hielo supone un incremento en la pérdida de masa de hielo de 90 a 200 km3/año.
¿Qué efectos tiene esto sobre el nivel del mar? He buscado datos, no opiniones, y los he encontrado en la página Sea Level Change de la Universidad de Colorado. De nuevo, dos satélites son los responsables: Topex/Poseidon y Jason. Llevan altímetros que miden la distancia entre ellos y el mar con una precisión excepcional. Dada la incertidumbre en la posición orbital y el movimiento del mar, a pesar de esa precisión es necesaria una cantidad ingente de medidas para obtener una exactitud razonable. Pero ya las tenemos y los datos tomados desde 1992 señalan que el nivel medio del mar sube unos 3.0±0.6 mm/año. No parece mucho pero, al menos a mí, la gráfica me desasosiega un poco.

Para terminar y como dije al hablar de GRACE; los métodos de medida no saben de ideologías, ni de consecuencias políticas, son sólo instrumentos que toman datos, es decir, información verificable sobre la realidad. Los datos no saben si es usted neocon o antisistema, saque sus conclusiones pero no obvie la información.

Referencias
S. B. Luthcke, et al., 2006, Recent Greenland Ice Mass Loss by Drainage System from Satellite Gravity Observations, Science, 314 (5803): 1286-1289. DOI: 10.1126/science.1130776
Rignot, E.,Kanagaratnam, P., 2006, Changes in the Velocity Structure of the Greenland Ice Sheet, Science, 311 (5763): 986-990. DOI: 10.1126/science.1121381

23 noviembre 2006

De cuevas y mayas

Un largo viaje desde el Norte de España al de Guatemala

Asturias es un paraíso de la espeleología debido a la enorme potencia de las calizas de los tres macizos de los Picos de Europa (no se salten este enlace, échenle un vistazo especialmente a la foto del pozo P90 y se harán una buena idea sobre qué estamos hablando).
Las cuevas ahí son verticales, frías, con cascadas de agua que se pierden en la oscuridad. La más profunda por ahora es la Torca del Cerro, con un desnivel de 1589 m entre la boca superior y el final; la segunda es el Sistema del Trave, con -1441 m.
Yo hice espeleología durante una década hasta que la dedicación que exigía me hizo mirar otras aficiones, y es que nunca fui amigo de dedicarme a una sola tarea. Una lástima porque las cuevas son la última aventura al alcance de la mano. Los polos, los desiertos, han perdido la parte de misterio que tenían pero el mundo subterráneo permanece inexplorado, a la espera de que encuentres la entrada y sigas los pozos y galerías cuya única trampa es la oscuridad y el esfuerzo. Y no funciona el GPS, culpable de que los viajes ya no sean lo que fueron.
Tengo dos recuerdos intensos de esa etapa. El primero me marcó una parte de mi carácter y el segundo de mis aficiones.
Ese primer recuerdo es una sensación, la de entrar en un lugar, una sala, una galería, donde nadie ha estado nunca. Era una sensación real porque no era difícil descubrir cuevas y su exploración nos llevaba a salas y galerías que las lámparas de carburo iluminaban por primera vez en su historia de miles de años. Y a veces posiblemente por última.
El segundo recuerdo no viene de esos laberintos verticales que la humanidad nunca ocupó ya que incluso hoy son extremadamente hostiles. Hay que descender a las zonas bajas, menos frías y menos impresionantes pero donde las cuevas fueron refugio de nuestros antepasados en tiempos difíciles. Una vez llegamos a una pequeña sala chapoteando por el río, y bajo las luces de los cascos pudimos ver, en una terraza elevada, restos de madera quemada bajo una pared con pinturas. Pinturas muy simples, de círculos y puntos rojos, hechas por alguien que se alumbró en algún momento con aquella fogata. La pátina de limo y calcita que lo cubría todo era transparente y estaba intacta. Localizamos la entrada original, cegada por un derrumbe, y salimos siguiendo el cauce del arroyo aguas abajo. Éramos tres y no tocamos ni dijimos nada nunca porque quisimos mantener la sensación de haber tenido una visión privilegiada y única. Y ahí nació mi afición por la arqueología, en esa cueva de apenas 200 metros de desarrollo.
Esa afición me llevó después a disfrutar visitando sitios tan distantes como Tirinto o las orillas de un helado Lago Argentino donde en una roca en medio del viento vi pinturas similares.
Por eso, ya en presente, me ha ilusionado leer que un equipo de arqueólogos ha encontrado cosas interesantes en un lugar llamado San Bartolo, en Petén, Guatemala. Son restos de la cultura maya y hasta el año 2001 sólo había sido excavado por saqueadores.

Una de esas cosas es un bloque de piedra como cualquier otro, con la salvedad de tener pintada una decena de signos jeroglíficos con una edad probable de 2200 años. La escritura, ese milagro al que ya me he referido varias veces en este blog, no tiene nada de tosca lo que hace suponer que no estamos viendo una muestra de sus inicios sino algo mucho más maduro.

Y otra de las cosas es un mural policromado de apenas uno o dos siglos después: en un “lienzo” de 9 metros de largo el artista ha representado el mito de la creación del mundo, la historia de un dios y la coronación de un rey.
Poco después, cerca de la pirámide donde está el mural, se encontró una tumba real maya, la más antigua hasta el presente y casi contemporánea con el mural. Eso sólo en unos pocos años de excavación.
La información publicada sobre San Bartolo es escasa, todo es un copio/pego, en parte por el poco tiempo que el proyecto lleva en ejecución pero también posiblemente por las condiciones que la National Geographic Society impone por ser la principal entidad financiadora de la aventura.


No me ha sido fácil encontrar buenas imágenes o artículos de nivel sobre los últimos hallazgos. Pero al final, en sitios no muy evidentes, encontré un buen documento sobre mural en español, con esquemas casi completos, y un video sorprendente donde podemos entrar en la excavación y asistir casi en vivo a la liberación de las imágenes de los restos que las protegieron. Son 20 Mb pero creo que merece la pena, descárguenlo aquí.
El caso es que aunque ya sa sabía que la selva oculta secretos no deja de asombrar que en este siglo aún aparezcan vestigios de aquello que una vez fue y parecía perdido.

22 noviembre 2006

De ginkgos y celacantos

Rodeados por el tiempo

La entrada al Centro Universitario de Mérida está bordeada por fósiles vivientes. Y no, no fumo ni he tomado ninguna sustancia especial salvo para intentar olvidar la gripe de estos días. Es que para encontrar fósiles vivientes no hace falta ir a Parque Jurásico sino que tenemos algunos más cercanos. Los tiburones por ejemplo, llevan unos cuantos millones de años sin cambios aparentes. Tampoco los necesitan demasiado porque son bichos de diseño perfecto.
¿Algo más exótico? Bueno, tenemos los celacantos, descubiertos en 1938 y que se creían extintos 65 millones de años atrás. Ya tenían una larga historia como grupo porque se conocen fósiles de hace más de 400 millones de años. Aún así, los celacantos decidieron seguir vivos y sin complejos en el refugio de las profundidades marinas entre Madagascar y la costa Este de África.
Era el año 1938 y Marjorie Courtenay Latimer era conservadora de un museo local en Ciudad El Cabo. El 23 de diciembre, un barco de pesca llamado Nerine entró en el puerto con un extraño huésped en sus redes. Marjorie fue a verlo y confesó no tener la más remota idea de qué era el pez en cuestión: un metro y medio de largo, de color entre azul y malva y marcas dispersas plateadas. Mirando en los libros del museo sólo encontró algo similar en un libro de paleontología. Aunque inicialmente nadie le hizo mucho caso, un par de meses después, un profesor de una universidad local llamado Smith, identificó por fin el ejemplar como un auténtico celacanto. Por su parte, Marjorie perpetuó su apellido más allá de la familia porque el hallazgo pasó a llamarse Latimeria en el lenguaje científico
Como habían transcurrido dos meses y del pez quedaba más bien poco, Smith quiso obtener otro en un estado más presentable. Puso anuncios en los puertos del Este africano. Tuvo que esperar 14 años para que un pescador de las Islas Comores capturara otro celacanto.
Desde entonces han sido pescados y filmados más ejemplares, no muchos, pero ha sido más sorprendente descubrir que su presencia se extiende a las Islas Célebes, a casi 10000 km de las Comores.
El descubrimiento del celacanto ha sido de interés biológico pero también puede suponer el principio de su fin: un grupo de peces que reinó antes que los dinosaurios y que ha sobrevivido a las extinciones masivas desde hace 400 millones de años puede desaparecer en las próximas décadas por las razones de siempre. A pesar de la dificultad de estimar poblaciones, no se cree que haya más de unos centenares de celacantos en las aguas de las Comores lo que le pone en una difícil situación. Por suerte su interés gastronómico es nulo porque sino veríamos especialidad de sushi de celacanto. Si quieren verlo cara a cara unos breves instantes, cómo no, en Youtube. Y si no, aquí abajo tienen uno.

Celacanto capturado en Mozambique; con casi 1.80 m y 100 kg es el mayor ejemplar capturado hasta la fecha.

Pero antes del pescado este, hablaba de fósiles vivientes en Mérida. No me refería a ningún profesor en concreto sino a algo mucho más inocuo y que Linneo llamó, allá por 1771, Ginkgo biloba. Es un arbolito discreto que no llama la atención por nada y que a un jardinero que me gustaría conocer le dio por plantar ante la fachada del centro universitario.
Dentro de su aparente sosez, el ginkgo es un caso algo especial. Es la única especie de un único Género, de una única Familia, de un Orden único en la única Clase del Filum Ginkgophyta. Tiene menos parientes que mi apellido paterno, que ya es decir.
Su nombre viene del chino, donde aparece en un diccionario ilustrado de 1668 y que fue la fuente de un botánico llamado Engelbert Kaempfer para la primera descripción de la especie en Europa.
La semejanza del ginkgo con el celacanto reside en que es otro fósil viviente, relacionado con un grupo de plantas cuyo fósil más antiguo data de hace 270 millones de años.

Impresiones fósiles de hojas de ginkgo
Una hoja actual de ginkgo pasada por el escáner

Actualmente se ha extendido por los jardines de clima templado por su enorme resistencia ante las plagas y la contaminación. Eso sí, sólo los ejemplares macho (es una especie donde cada pie tiene un sexo único) porque los frutos huelen bastante mal al descomponerse en el suelo.
Aparte de la antigüedad, ya de por sí venerable, el ginkgo es una fuente permanente de sorpresas. Les cuento sólo una: se ha descubierto hace poco que dentro de sus células vegetales hay algas eucarióticas viviendo en una relación que aún no se comprende. Algas con su propia dinámica y material genético y sólo en algunos tipos de células lo que supone una rareza no observada en ningún otro vegetal.
También merece la pena citar otro trabajo donde se mantuvieron ginkgos durante tres años bajo concentraciones de CO2 similares a las que se supone había en el Mesozoico. Los resultados básicos fueron que los estomas de las hojas, unos poros por donde se intercambian los gases en la fotosíntesis y respiración, se redujeron a un tamaño similar al observado en las hojas fósiles de aquellos lejanos tiempos. En mi opinión, el experimento no demuestra nada pero desde un punto de vista menos estricto es casi un melancólico salto en el tiempo.
Si es que ya lo decía mi profesor de fisiología vegetal que siempre se refería a él como “el nunca bien ponderado Ginkgo biloba”.

Nota. “Fósil viviente” es una expresión que se aplica a organismos actuales cuyo aspecto externo es muy similar al de sus parientes lejanos. El tiempo ha pasado por ellos sin cambios morfológicos aparentes aunque es posible que la evolución haya inducido cambios en factores menos visibles.

Algunas referencias:
Tremouillaux-Guiller, J. et al., 2002, Discovery of an endophytic alga in Ginkgo biloba, American Journal of Botany 89(5): 727–733. 2002.
Beerling, D., McElwain, J, Osborne, C., 1998, Stomatal responses of the 'living fossil' Ginkgo biloba L. to changes in atmospheric CO2 concentrations. Journal of Experimental Botany 49(326), 1603-1607.

17 noviembre 2006

Eldorados y otros objetivos improbables

Donde no todos los aventureros son famosos ni terminan sus búsquedas comiendo perdices

Percy Harrison Fawcett era un ingenuo. En el mejor y en el peor sentido de la palabra. En el libro que les reseño al final relata sus viajes por la Amazonia. Viajes de los que ni ustedes ni yo quisiéramos ser protagonistas. Comenzaba el siglo pasado cuando le encargaron deslindar las fronteras de Bolivia lo que le llevó a explorar territorios que sólo eran un blanco en los mapas. Los viajes fueron cualquier cosa menos envidiables: legiones de moscas, de mosquitos, de avispas, parásitos, hombres, serpientes de todos los tamaños, hambre, agotamiento… Pero su relato es apasionante porque viene de una personalidad única, capaz de ver la muerte y las penalidades con un distanciamiento sorprendente y con una visión límpida y sin dobleces. Era de otro mundo por lo que no se encontraba bien en este.
Tal vez por eso dio crédito a todas las leyendas que llegaron a sus oidos: ciudades perdidas, gigantes prediluvianos, civilizaciones ocultas. Y eso le costó la vida cuando en 1925 salió a buscarlas y no volvió. Por el camino nos deja visiones de anacondas de veinte metros, de rumores de grandes animales desconocidos para la ciencia y toda la mitología que los lugares vírgenes generan inevitablemente en nuestra mente.
Y al leerlo me recordó a otro personaje, esta vez español, empeñado en metas igualmente innacesibles. Este se llamaba Jordi Magraner y se ilusionó con encontrar al yeti o bar-manu en las montañas de Chitral, en Pakistán. Tuvo la misma mala fortuna que Fawcett y tras unos años de vida en los valles del norte de ese país fue asesinado en el año 2002.
Fawcett y Magraner son igualmente respetables porque eran personas convencidas de la razón de su aventura y no hay que mezclarlas con los infames que hacen del engaño su profesión. Ingenuos, simplemente, pero honrados.
Fawcett dedica los últimos tres capítulos de su libro (escrito en realidad por su hijo a partir de las notas originales) a exponer una teoría delirante sobre las civilizaciones perdidas del Amazonas, con evidencia basada en relatos indígenas y leyendas. Algo muy lejos de sus rigurosos levantamientos topográficos en condiciones imposibles y de sus notas que permitieron llenar poco a poco los vacíos en los mapas. Magraner esgrimía argumentos similares (“yo sé que está ahí”) a partir de declaraciones de pastores y de cuestionarios que paseaba por los pueblos buscando testimonios que confirmaran aquello de lo que él ya estaba convencido. Su trabajo parece haber sido realizado con rigor y consecuentemente los resultados fueron claros: nada.
Apenas he encontrado textos suyos, ahora que la web de la Sociedad Española de Criptozoología parece cerrada pero recordaba haber leido hace un año una comunicación sobre las características de los sonidos que emiten los bar-manu y las consecuencias en la comprensión de la evolución del aparato fonador humano. He reencontrado el texto en otro lugar por si tienen curiosidad, se titula Oral statements concerning living unknown hominids: analysis, criticism, and implications for language origins. Es un curioso ejercicio, bien escrito, bien documentado y carente de toda evidencia.

P. H. Fawcett, A través de la selva amazónica, 395 p.
Biblioteca Grandes Viajeros, Barcelona, 2003.
ISBN 84-666-1105-3.
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