17 abril 2011

Fotografía periférica o "rollout"

Se conoce con este nombre a la técnica fotográfica que persigue "desenrollar" un objeto para verlo en conjunto en algo semejante a una proyección cilíndrica. La rollout photography (RP) se ha utilizado sobre todo en documentación arqueológica para apreciar en su conjunto la decoración de vasijas o jarras.
Curiosamente no hay información técnica sobre RP en internet y muy pocos ejemplos. La mayoría son de proyectos realizados sobre cerámica mesoamericana y se deben a la Fundación para la Investigación Antropológica de América Latina (FLAAR). En esta organización se utilizan cámaras de medio o gran formato aunque no dan demasiados detalles sobre las técnicas ni materiales. En Maya-Archaeology hay noticias breves sobre proyectos y alguna fotografía que aporta algo de información, por ejemplo:
Rollout de la cenefa interior de un plato maya.
Montaje de FLAAR para RP donde parece que el objeto (¿cacao?) está sobre una plataforma giratoria motorizada. No he podido identificar la cámara.
Por motivos que les contaré en unas semanas me he puesto a ensayar esta técnica ayer por la mañana. Como puede suponer, ni plataforma motorizada ni cámara de medio formato pero sí mucha curiosidad. Les cuento lo esencial de la cuestión y si alguien es capaz de completar o corregir algún detalle se lo agradeceré.
El objeto es una pieza que compré hace unos años en Grecia y que pueden ver abajo.

Cerámica de Corinto con decoración figurativa.
La técnica es simple pero tiene un par de trucos. El primero es que tenemos que usar algún sistema que nos permita girar la pieza a intervalos más o menos fijos y sin cambiar la distancia a la cámara. Tras algunas pruebas hice la siguiente chapucilla con pegamento, una tarrina de CD y un cilindro de cartón:

Base rotatoria de "baja tecnología" (por decirlo de alguna manera).
La cosa consiste en una base de una tarrina de CD. Encima se le pone un CD que girará sobre el pivote central y que se marca con un rotulador a intervalos de 10º. Sobre este CD se pega un cilindro de cartón cuidando que esté bien centrado. Finalmente, otro CD pintado de negro y pegado en la parte superior del cilindro hará de plataforma.
El soporte se pone sobre un fondo sin pliegues (yo uso goma EVA blanca, gris o negra), se ilumina y se comienzan a hacer las fotos cuidando que tanto la cámara como la jarra estén niveladas. Comenzando en la posición 1 el conjunto cilindro/CDs/pìeza se hace girar a mano tras cada toma hasta completar una vuelta completa y repitiendo la primera (19 fotos a intervalos de 20º).
El segundo truco, por llamarlo de alguna forma, es que las fotos solo serán útiles en su parte central, la que tiene menos distorsión. Por eso el primer proceso que hay que hacer es recortar esas fotos con el mismo marco. El resultado son 19 fotos como la siguiente:

Zona central de la foto 1.
Al final de este proceso disponemos de 19 fotos de 1629x4928 píxeles todas ellas algo solapadas. Finalmente queda el proceso de fusión que, a falta de software específico (no encontré ninguna referencia al respecto), hice con PTGui. El resultado es un TIFF de 12507x3737 píxeles que les pongo abajo muy reducido y en formato JPG para que no ocupe demasiado. Pulsen encima para ampliar hasta el 50% del tamaño original, que se ve muchísimo mejor.

"Rollout" de la pieza de cerámica griega, pulsar encima para ampliar.
¿Cosas pendientes? Usar una iluminación decente y hacer una calibración de color, cosa que en esta prueba no he hecho. Me he limitado a usar un filtro polarizador para reducir unos brillos bastante molestos y poco más. La cámara, lógicamente, estaba montada en un trípode y se manejó desde un PC conectado con un cable USB.

Actualización: me informan de que en FAMSI se ha utilizado con frecuencia este tipo de técnica. Hay una página donde Justin Kerr nos cuenta su experiencia, a veces no muy positiva, en los tiempos de la foto analógica. Finalmente podemos buscar en la Maya Vase Database para ver los cientos de fotos rollout hechas por Kerr. Por ejemplo, el famoso "vaso de Princeton":

Vaso K511 ("Kerr number") de 22 cm de altura y 47 cm de circunferencia. Hay un artículo sobre este vaso (no sobre la foto) que puede descargarse en PDF aquí.

12 abril 2011

No es lo mismo o desinformando sobre la wifi del vecino

No es lo mismo conectarte a una wifi abierta, sin contraseña, para leer tu correo que romper la contraseña cuando existe. No es lo mismo navegar por internet sobre una wifi abierta que aprovechar la circunstancia para entrar en un ordenador ajeno y borrarle archivos. Ni siquiera es lo mismo craquear una wifi protegida para tener internet gratis que para traficar con contenidos ilegales.
Todo esto parece evidente pero las dos entusiastas chicas que dirigían un programa de radio (creo que RNE) ayer por la mañana, sobre las 12:45 h no lo tenían nada claro. Para ellas todo era lo mismo y todo debía llevar a sanción penal, mejor la cárcel si pudiera ser. Lamentablemente llamaron a un capitán de la Guardia Civil especializado en el tema que, aunque hizo tímidos intentos por matizar las circunstancias, no supo salir del lío en el que le metieron a base de preguntas de grueso calibre ¿a que robar la wifi del vecino es delito, a que sí? ¿cuánta cárcel le puede caer a alguien por robar la wifi de su vecino?
¿Matices? Para qué, mejor todo en el mismo saco.


Lo más interesante es que rebuscando por la Red, incluidas las páginas de la Policía Judicial y sus "alertas tecnológicas", llegamos a la conclusión de que en España conectarse y usar una red abierta y sin protección no es delito (otra cosa es romper las protecciones o usar esa conexión para delitos informáticos).
Nada de eso les constaba a las entusiastas aprendices de periodista, demasiados matices supongo, mejor un reportaje aplastante y directo, con impacto. ¿Que es erróneo, incompleto, mal planteado y peor expuesto? Supongo que se consideran cosas deseables pero secundarias, tal vez a solucionar en el futuro, pero malo es que la profesionalidad no esté presente ya desde el principio.

04 abril 2011

¿Es la pedagogía una ciencia?

El texto siguiente no se refiere a mí pero me suena muy familiar porque sufrí algo muy parecido, aunque más breve, en una reunión del colegio de mis hijos. En la universidad no he ido a ningún curso de "perfeccionamiento pedagógico" porque, pobre de mí, creo que tengo cosas que hacer más útiles para mi universidad. Como sin duda estoy equivocado, cuando decida pasar por el curso ya les contaré la experiencia. Mientras tanto, leamos otra:
Empecé como profesor el pasado curso. Ingenuo de mí, asistí a un curso sobre «resolución de conflictos». Al inicio del curso, nuestra «guía espiritual» nos prometió enseñarnos una serie de «herramientas» para resolver o al menos canalizar los conflictos que aparecieran en el aula. A lo largo de 30 insufribles horas, tuve que jugar al corro, danzar en fila india, hacer equilibrios sobre una silla, fingir en un juego de rol que era un padre borracho, y otras chorradas que no solo me hicieron perder tiempo, sino que cuestionaron gravemente mi dignidad. Al final del curso la «guía espiritual» preguntó qué nos había parecido todo, si nos había sido útil, etc. Cuando me llegó el turno de opinar, simplemente pregunté que dónde estaban esas «herramientas» que se nos prometieron al principio. La «guía espiritual» me contestó que la herramienta más grande
que tenía era yo mismo e ilustró su propuesta con un cuento zen. Me fui a casa frustrado, ¿qué había pasado? ¿Es que yo no había jugado bien a la sillita de la reina? ¿Es que no fingí adecuadamente estar borracho? ¿Acaso me salté algún paso de baile? Mi frustración fue mayor cuando pensé que tras 30 horas de ejercicios espirituales todavía no sabía qué hacer con los conflictos.
Visto en La tercera cultura.
Texto tomado de Moreno Castillo, Ricardo (2009) ¿Es la pedagogía una ciencia? Foro de educación, 11: 67-83.

31 marzo 2011

Enseñanzas de Fukushima

El desenlace del caso Fukushima aún está por ver y tampoco conocemos sus consecuencias con exactitud. En estas semanas hemos leído de todo, desde los que afirman que el accidente es una muestra de la resistencia de las centrales y, por tanto, de su seguridad, hasta los que sostienen exactamente lo contrario.
Por mi parte, lo que he aprendido no es sobre la seguridad sino sobre las conductas. No importa que las centrales sean más o menos fiables, que todo haya sido por un terremoto seguido de un tsunami, no importa que las medidas de seguridad sean doble o triplemente redundantes. Lo que importa es que la gente, nosotros, somos mucho menos fiables que la tecnología. Lo relevante es que no somos de confianza.

Un mapa ficticio para añadir más confusión aún (ver por qué)
Lo que quiero comentarles aquí es que, aunque la tecnología nuclear de fisión es potencialmente muy peligrosa, el auténtico peligro somos nosotros.
El caso Fukushima es consecuencia de una conducta temeraria previa: poner una central en una zona de altísimo riesgo sísmico y, además, justo al borde del mar. Tal vez lo primero sea difícil de evitar en Japón (aunque el riesgo no es homogéneo) pero lo segundo creo que no lo era tanto. Es el mismo tipo de imprudencia que llevó en España a la catástrofe del camping de Biescas en 1996. A alguien se le ocurrió ponerlo justo debajo de un cono de deyección de un torrente y nadie quiso corregirlo a pesar de los avisos. Lo del terremoto, incluida su magnitud, era previsible, y el tsunami no fue algo sorprendente. A pesar de eso, alguien decidió poner la central en la costa.
Si la mala evaluación del riesgo es el primer síntoma de que no somos de confianza, el segundo es la falta de transparencia: la información debería ser, desde el principio, veraz, continua y centralizada ante un caso tan grave como este. Aunque poco a poco ese aspecto ha ido mejorando, durante muchos días la realidad fue otra: mensajes esporádicos, ambiguos, contradictorios... (1). 
En resumen: podemos debatir sobre la conveniencia de la fisión nuclear como fuente de energía pero antes deberíamos corregir nuestras actitudes en cuanto a responsabilidad y transparencia. Yo estoy razonablemente seguro de que las centrales en España están bien controladas pero no acabo de quitarme la sensación de que si ocurre un problema serio no nos lo van a contar con la exactitud y rapidez que me gustaría.

(1) Hay que mencionar las dos vías de información que la empresa TEPCO mantiene abiertas. La primera es una cuenta en Twitter (@OfficialTEPCO) pero que solo está en japonés y cuenta con 44 notas, algo evidentemente ridículo para lo que está pasando. Google permite traducir estos mensajes con bastante dificultad pero está claro que al menos los últimos son solo avisos de cortes de luz y agradecimientos por el ahorro de energía. Nada de mantenerte al día de los problemas.
La segunda vía incluye valores de radiactividad mediante hojas en formato PDF que se van añadiendo poco a poco a una larga lista. Aunque se aportan medidas frecuentes son solamente de unos pocos sitios (Nearby MP-4, Main building, Main gate, West gate) y el formato es lo más incómodo que pudieron elegir para hacerse una idea de la evolución del problema. Menos es nada, por supuesto, pero debería ser mucho más, especialmente ahora que están apareciendo rastros de contaminación en el agua y los alimentos incluso a muchos kilómetros de distancia.
Por su parte, el Consejo de Seguridad Nuclear español proporciona informes diarios que son de agradecer. Tal vez es el sitio donde podamos seguir con más detalle, dentro de lo que cabe, la situación. 

18 marzo 2011

[Foto] Cómo superar el problema de la profundidad de campo

De vez en cuando se encuentra uno con artistas de la programación que hacen cosas sorprendentes. Alan Hadley es uno de esos y su producto es CombineZP. CZP intenta solucionar el problema, habitual en macrofotografía, de tomas cuya mínima profundidad de campo impide sacar la totalidad del sujeto enfocado. Si tenemos poca luz, ese problema no tiene solución directa por lo que usaremos una estrategia distinta. La idea es tomar una serie de fotografías enfocando zonas sucesivamente más alejadas. CZP combinará esas fotos tomando la zona enfocada de cada una para generar una imagen final correcta.
Como acabo de enterarme del asunto no he tenido tiempo de hacer una prueba seria pero recordé que hace unos mese había tomado dos fotos de una mosca con cara de pocos amigos y que no había logrado enfocarla bien. Abajo tienen esas dos imágenes (pulsen encima para ampliar).

Toma 1, están enfocados el abdomen, las patas, la parte distal del ala izquierda y la roca. Tórax, cabeza y ala derecha están desenfocadas.  
Toma 2, la cabeza. el tórax y el ala derecha están bastante bien enfocadas, el resto (patas, roca...) está fuera de foco.
Esas fotos se hicieron a mano con el objetivo Hexanon de 50 mm tuneado como les comenté aquí. Como no había automatismos el enfoque se hizo acercando la cámara hasta que todo parecía en foco y la exposición por puro ensayo y error. Menos mal que el sujeto se quedó inmóvil un par de minutos.
Ambas tomas se introducen en CombineZP ("New stack"), se selecciona "All methods" en la lista siguiente y "Go" a continuación.
CZP hace un ajuste de las fotos para una correcta superposición y las combina. Un dato sorprendente es que no parece importarle que el sujeto sea de tamaño algo diferente. Tienen el resultado abajo:

Imagen combinada.
CZP ajusta también con bastante acierto la luminosidad y los contrastes.
Según su autor, el programa está preparado para combinar bastantes más tomas, con el único problema de la disponibilidad de memoria. En las pocas pruebas que he hecho, el programa se ha mostrado algo inestable sobre Windows 7 x64, tal vez por ser una aplicación de 32 bits con algún fleco suelto. Mañana espero probar algo más complejo, ya les contaré.

13 marzo 2011

¿Realmente van los tsunamis a 500 km/h?

Siguiendo con el triste tema de la semana, supongo que a todos nos ha llamado la atención que se haya hablado de que un tsunami viaja a 500 o 600 km/h. Viendo la llegada de las olas a las costas de Japón es obvio que el frente de agua va rápido pero no a esa enorme velocidad. Sin embargo, la afirmación es correcta pero necesita una explicación que, además, nos ayudará a entender la enorme fuerza del fenómeno en la costa.

La gran ola de Kanagawa (Wikimedia Commons
Un tsunami tiene su origen en un movimiento del fondo marino que, simplificando, empuja el agua hacia arriba. El fondo marino que se desplaza a causa del terremoto transmite su energía al agua creando una onda de presión. Esta se desplaza como una esfera de radio creciente hasta que llega a la superficie. Allí solo queda la componente horizontal: una onda en superficie que se mueve sobre ella como cuando tiramos una piedra al agua.
La onda se mueve a una velocidad que depende de la profundidad de la masa de agua de la forma siguiente: v = sqrt(g · h), siendo sqrt la raíz cuadrada, g la aceleración de la gravedad y h la profundidad. Por ejemplo, sobre un océano de 3 km de profundidad, la velocidad será de 170 m/s, algo más de 600 km/h.
Sin embargo, en esta etapa el agua no se traslada, sólo la onda que, en alta mar, apenas se mostrará como una ondulación de uno o dos metros de altura como máximo, pasando frecuentemente desapercibida por los barcos.
El problema comienza cuando llega a profundidades menores donde, como plantea la fórmula, la velocidad se reduce, la energía se acumula y la altura de la ola aumenta. Al llegar a la costa la velocidad puede estar entre los 50 y los 100 km/h, según la topografía submarina, y la inmensa energía acumulada hace su efecto.
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