16 septiembre 2007

Una prueba necesaria

En Sudáfrica comienza un ensayo clínico singular. Este país tenía, según estimaciones de la OMS para 2005, unos 5.5 millones de personas infectadas con el VIH, una cifra siempre creciente y bastante incierta que supone casi el 12% de la población total. La prevalencia entre mujeres jóvenes (15-24 años) triplicaba la de los hombres (15% frente al 5%) y se suponían unas 320000 muertes al año. En el 2007 no hay razones para pensar que nada vaya mejor.

En este contexto, se ha decidido llevar adelante un ensayo clínico para comprobar la eficacia de un "preparado tradicional" contra el SIDA. Los sujetos del ensayo serán un centenar de pacientes ya infectados por el virus pero que aún no han desarrollado la enfermedad. La idea es comprobar si el "preparado" retrasa o evita ese desarrollo. Las pruebas se desarrollarán en el Hospital Edendale.

El preparado consistirá en cápsulas de Sutherlandia (Lessertia) frutescens, una planta propia de las zonas secas de Suadáfrica y auténticamente multipropósito ya que se dice que aumenta las defensas, la longevidad, reduce el estrés y la depresión, combate algunos tipos de cáncer, tuberculosis, estimula el apetito, actúa contra la hepatitis vírica, asma y bronquitis... etc. Un medicamento universal, como verán.

Ilustración tomada del William L. Brown Center for Plant Genetic Resources

Sudáfrica es un sitio especial respecto a esta prueba por dos motivos. El primero ya está dicho: la enorme cantidad de infectados. El segundo es que en su trayectoria de lucha contra el SIDA han pasado por etapas de lo más extrañas entre las que destaca el empeño de su ministra de sanidad Mantombazana Edmie Tshabalala-Msimang por recomendar tratamientos basados en ajo y remolacha cuestionando los tratamientos con antirretrovirales. O la duda constante del Presidente Thabo Mbeki sobre todo lo descubierto sobre el SIDA incluyendo la relación entre el virus y la enfermedad.

Por otra parte, la "medicina tradicional" en Sudáfrica es de uso generalizado. En este complicado contexto se plantea el ensayo clínico con los preparados de Sutherlandia. financiado por el National Center for Complementary and Alternative Medicines (EE.UU.).

Hay tres actitudes ante este ensayo. La primera es la de quienes defienden que los ensayos clínicos "a la occidental" no son aplicables a las técnicas tradicionales por motivos diversos (que no contemplan al ser humano como un todo o que no atienden al bienestar espiritual, por ejemplo). Es una visión que sólo entiendo como disculpa ante la objetividad, un miedo a las pruebas. Por ese motivo, es interesante que se haya llegado a plantear este ensayo.

Desde el otro extremo se afirma que la "medicina tradicional" es un camelo integral y que hacer este tipo de ensayos clínicos es una pérdida de tiempo, de dinero y de tal vez de vidas.

La mía está entre ambas aunque soy escéptico ante la posibilidad de que los principios activos de la Sutherlandia sean capaces de frenar el desarrollo del SIDA. Voy a dejar mis motivos para más adelante, para agosto o septiembre del año que viene, que es cuando se estima que dispondremos de los primeros resultados.

Mientras tanto, creo que es importante que este ensayo se haga. Eso sí, con todas las garantías y sin ocultar ni métodos ni resultados ya que no estamos sólo ante una prueba más: es la primera colaboración entre científicos y curanderos para comprobar la eficacia de un "remedio" en una enfermedad seria, dice el decano de la Nelson R. Mandela School of Medicine.

¿Podrá la Sutherlandia con la infección? ¿Podrá retrasar la aparición o hacer más lento el desarrollo de la enfermedad? ¿Podrá el gobierno de Sudáfrica ser transparente en el proceso?

Por cierto, no fui tan receptivo en otro caso, aparentemente similar pero en realidad bastante diferente. Léanlo en La "medicina tradicional china" quiere ser seria.

Datos básicos:

  • comienzo del ensayo: agosto de 2007
    presupuesto: 4.4 M$
  • financia: The National Centre for Complementary and Alternative Medicines (NCCAM), una división del National Institutes of Health, EE.UU.
  • entidades participantes: Universidades de KwaZulu-Natal, Western Cape y Missouri-Columbia y International Center for Indigenous Phytotherapy Studies (TICIPS). También participa, aunque no queda claro cómo, la Traditional Healers' Association of South Africa.

11 septiembre 2007

De dudosa certeza

La noticia científica de la década (o más) sale a la palestra en múltiples blogs, webs y noticiosos en general. La fuente citada como original es Russia Today donde aparece lo siguiente (traducción recreativa):

Científicos rusos han hecho un importante descubrimiento científico en las Montañas Khibinsly en el Círculo Polar Ártico. Han encontrado un nuevo mineral que absorbe la radiación. Todavía no tiene nombre oficial y sólo se le conoce como el número 27-4. Puede absorber radiactividad de los líquidos de desecho nuclear.

"Puede extraer sustancias radiactivas de cualquier solución acuosa lo cual tiene una gran importancia práctica" dice Yakov Pakhomovsky, el director del Kolsky Research Institute.

Tras entrar en contacto con el mineral, el agua radiactiva se vuelve completamente segura. De haber dispuesto los físicos de este mineral tras los desastres de Chernobyl o Three Mile Island, las consecuencias podrían haber sido muy diferentes ya que ambos accidente generaron contaminación por agua radiactiva. Sin embargo, no es tan simple como parece. Los científicos dicen que se necesitan toneladas del mineral y hasta ahora sólo se han descubierto unos pocos gramos. Pero están seguros de que pueden reproducirlo químicamente a mucha mayor escala.

"Necesitamos comprender sus propiedades de forma que los químicos puedan reproducirlo a escala ilimitada" ha dicho Grigory Ivanyuk del Kolsky Research Institute.

[...]

Este último hallazgo puede resultar ser extremadamente relevante para la industria nuclear.

Hace unos meses publiqué un post sobre la verosimilitud de este tipo de noticias (Leyendo noticias de ciencia)donde intenté dar alguna idea sobre cómo distinguir las noticias reales de las falsas o exageradas. No hay reglas completamente fiables pero esta de los rusos cumple condiciones que la hacen enormemente sospechosa. Eso, por supuesto, no ha sido impedimento para que salga en portada de Menéame o de Digg, faltaría más.

Sólo les comentaré algunos detalles:

  • el Kolsky Research Institute parece no existir. El que no aparezca en internet no es suficiente para asegurar su inexistencia pero en el mundo en que vivimos es altamente sospechoso.
  • Yakov Pakhomovsky existe pero, localizada su biografía, parece que no trabaja en el Kolsky Research Institute sino que dirige el Laboratory of Physical Methods of Rocks, Ores and Minerals Investigation, en el Geological Institute del Kola Science Centre. Aunque la web de este Instituto Geológico está sólo en ruso, ahí podemos encontrar a nuestro querido Paco y confirmar que su puesto es, en efecto, заведующий лабораторией физических методов исследования пород, руд и минералов (aquí) y no en el Kolsky.
  • el otro que ha hecho, supuestamente, declaraciones es Grigory Ivanyuk, trabaja también en el Kola Science Centre pero en el Laboratory of Self-Organizing Mineral Systems (Лаборатория самоорганизации минеральных систем, aquí) y, de nuevo, no en el Kolsky.
  • breve pero importante: no hay ninguna reseña del descubrimiento en las páginas del Instituto Geológico ni en la empresa que tienen, Laplandia Minerals Ltd. ni en la Academia Rusa de Ciencias (aunque aquí parece que están de vacaciones desde primeros de año).
  • respecto a su curriculum científico, Paco tiene 22 publicaciones indexadas en el ISI y casi todas son, en efecto, de descripciones de nuevos minerales de la Península de Kola pero no hay ninguna respecto a este último descubrimiento. Tampoco hay nada en el curriculum de Ivanyuk, con 18 publicaciones.

Respecto a la noticia en sí, hay alguna cosa más que "canta". Una que parece haber pasado desapercibida es la incongruencia de las descripciones sobre las capacidades del mineral. Primero se dice que absorbe la radiación y luego que extrae las sustancias radiactivas. Ambas cosas son esencialmente diferentes. La primera supone una barrera a la radiación (¿alfa, beta, gamma?) y la segunda la adsorción de sustancias. Una sustancia que sea las dos cosas a la vez sería la maravilla del siglo: se mete en el agua radiactiva, adsorbe la sustancia y, por añadidura, bloquea la radiación. Hecho extraordinario que exige pruebas, aunque sean normales.

Se podría seguir un rato más pero creo que basta la aureola amarillista de la noticia para meter este artículo en la fresquera y esperar a ver de qué va la cosa. Mientras tanto, su credibilidad es baja, muy baja.

La moraleja es la de siempre: la tendencia a repetir sin demasiada reflexión cualquier cosa que sea espectacular o asegure la solución a alguno de nuestros problemas más graves, independientemente de la fiabilidad de las fuentes ni de lo exótico de los descubrimientos. La energía gratuita, las curas del cáncer, los remedios caseros milagrosos... todo alcanza la popularidad para luego desaparecer una temporada y volver a resurgir bajo otra versión.

Y si dentro de unos meses se demuestra que este artículo es cierto no sólo admitiré mi error sino que como penitencia les pondré en video como veo un episodio completo de un programa rosa.

01 septiembre 2007

Más sabe el diablo...

Fausto ha sido traducido de cien formas diferentes pero el mensaje permanece. Habla Mefistófeles:

Si desdeñas la razón y la ciencia, la más potente fuerza de los hombres, y te abandonas al espíritu de la mentira mediante el embuste y la hechicería, entonces, ya te tengo en mis manos.

Mínimo homenaje a L. A. Gámez y su tarea en Magonia, incómoda y difícil pero necesaria.

29 agosto 2007

Razón, ciencia, anatema...

En "Ciencia versus religión", Stephen Jay Gould propone una visión de las relaciones entre ciencia y religión que difiere claramente a la de Richard Dawkins en "El espejismo de Dios". La idea central de Gould es que convivencia pacífica es posible si se realiza y respeta una nítida separación de ámbitos de competencia, lo que él llama "magisterios que no se superponen" —non-overlapping magisteria—. En resumen y sin matizar, un "zapatero a tus zapatos" donde las religiones se limitarían a actuar en el ámbito religioso sin interferir en aquellos otros donde la ciencia genera conocimiento objetivo y la ciencia a lo suyo sin meterse en camisas de once varas. Si alguno dijere que las disciplinas humanas deben ser desarrolladas con tal grado de libertad que sus aserciones puedan ser sostenidas como verdaderas incluso cuando se oponen a la revelación divina, y que estas no pueden ser prohibidas por la Iglesia: sea anatema.

Gould se limita a las religiones cristianas en sus diversas variantes, católicos, protestantes de ramas diversas, Testigos de Jehová... y aborda a lo largo del libro debates históricos relacionados principalmente con el caso Galileo, los primeros debates darwinistas y la más actual corriente creacionista en los EE.UU.

La solución de Gould parece estupenda pero, en mi opinión, es tan bienintencionada como inexistente. Por un lado, es muy difícil definir los ámbitos de ambos magisterios sin superposición. Hay que tener en cuenta que las Iglesias se ocupan no sólo de la fe sino de la moral y en este último campo la injerencia es difícil de evitar. Véase, sólo por poner un par de ejemplos, la oposición al uso del preservativo en las relaciones sexuales o a la vacuna del papiloma humano en las niñas. En ambos casos, el argumento es que incita a la promiscuidad sexual, uno de las obsesiones morales de la Iglesia Católica, mientras que desde la ciencia está claro que preservativo y vacuna reducen la prevalencia de un conjunto no despreciable de enfermedades.

Refiriéndose al creacionismo y afines, Gould mantiene que el problema no es tan profundo como aparenta porque, en realidad, los literalistas bíblicos son una minoría y la inmensa mayoría de cristianos está abierta al avance de la ciencia. Ojalá tenga razón aunque recientes estadísticas sobre las creencias creacionistas/evolucionistas en los EE.UU. no son tranquilizadoras. De todas formas no se trata del número de fundamentalistas sino de su capacidad para influir en la sociedad, algo mucho más importante.

Tampoco tengo nada claro que la principal oposición venga de minorías fundamentalistas —que también y además arman más escándalo— sino que hay principios, al menos en la ortodoxia católica, que son claras injerencias en el papel de la razón en general y de la ciencia en particular. Estas injerencias pueden tener una repercusión enorme a pesar de ser aplicadas con sordina y sin la algarabía característica de los extremistas.

Gould recoge algunos de estos casos a través de citas de los documentos generados en el Concilio Vaticano I (1869-1870) convocado por el Papa Pío IX. He confirmado la corrección de esos párrafos porque su redacción, tal como aparece en el libro, deja muy pocas esperanzas de convivencia relajada entre el catolicismo y la ciencia.

El Concilio Vaticano I se conoce principalmente por hacer dogma de fe la doctrina de la infalibilidad papal pero hubo bastante más. Entre otras cosas, se quiso dejar clara la oposición a las corrientes racionalistas de la época, que ponían en entredicho tanto el poder terrenal del Papado, ya muy deteriorado respecto a los siglos anteriores, como la propia autoridad de la Iglesia en cuestiones que antes eran aceptadas sin más. Para solucionar estos problemas hubo una intensa dedicación a definir claramente "los errores del racionalismo, materialismo y ateísmo modernos" (1).

Se utilizó para ello un listado de proposiciones que terminaban, todas, en "sea anatema". Roma locuta est causa finita est. Asunto resuelto y a otra cosa, los católicos ya tienen una guía para sus relaciones con las razón. Gould incluye tres en su libro y yo he rescatado cinco que estoy seguro considerarán sugerentes; piensen si caen en alguno de estos errores, mi preferido es el cuarto:

Si alguno fuere tan osado como para afirmar que no existe nada fuera de la materia: sea anatema.
Si alguno dijere que la razón humana es de tal modo independiente que no puede serle mandada la fe por Dios: sea anatema.
Si alguno dijere que todos los milagros son imposibles [...] o que los milagros no pueden ser nunca conocidos con certeza, ni puede con ellos probarse legítimamente el origen divino de la religión cristiana: sea anatema.
Si alguno dijere que las disciplinas humanas deben ser desarrolladas con tal grado de libertad que sus aserciones puedan ser sostenidas como verdaderas incluso cuando se oponen a la revelación divina, y que estas no pueden ser prohibidas por la Iglesia: sea anatema.
Si alguno dijere que es posible que en algún momento, dado el avance del conocimiento, pueda asignarse a los dogmas propuestos por la Iglesia un sentido distinto de aquel que la misma Iglesia ha entendido y entiende: sea anatema.

No tengo noticia de que estos cánones hayan sido revisados en los últimos ciento treinta años pero mi impresión es que si se desea una convivencia armónica entre ciencia y religión católica, algunos de estos párrafos lo dificultan. La otra opción es que no haya demasiados científicos católicos porque recordemos que anatema conduce a excomunión. Menos mal que la mayor parte de los católicos desconoce la religión que dice profesar.

Respecto a los anatemas, hay más, yo he utilizado como fuente la Biblioteca Electrónica Cristiana donde encontrarán otros, resultado también del Vaticano I.

La referencia del libro de Gould (edición en español, traducida por Juandomènec Ros):

Stephen Jay Gould, 2007, Ciencia versus religión. Un falso conflicto. Drakontos Bolsillo, Crítica, Barcelona, 232 páginas.

En síntesis, el entendimiento es posible pero siempre que se cumplan las condiciones adecuadas, explicadas ya hace mucho tiempo:

"Que el entendimiento, el conocimiento y la sabiduría crezcan con el correr de las épocas y los siglos, y que florezcan grandes y vigorosos, en cada uno y en todos, en cada individuo y en toda la Iglesia: pero esto sólo de manera apropiada, esto es, en la misma doctrina, el mismo sentido y el mismo entendimiento". San Vicente de Lerins, Commonitorium primum, siglo V.

26 agosto 2007

¿Vida inorgánica?

Estos días se ha levantado cierto revuelo en internet sobre un trabajo publicado en el New Journal of Physics. La referencia concreta es la siguiente:

Tsytovich, V.N.; Morfill, G.E.; Fortov, V.E.; Gusein-Zade, N.G.; Klumov, B.A.; Vladimirov, S.V., 2007, From plasma crystals and helical structures towards inorganic living matter, New J. Phys., 9(8): 263-274.

El artículo puede descargarse completo en el enlace del título ya que la revista es de libre acceso.

El meollo de la cuestión es que Tsytovich y colegas dicen que han encontrado estructuras en el polvo espacial que tienen propiedades que asignamos a la "vida". La noticia ha dado lugar a comentarios como, por ejemplo, este:

Hallan en partículas inorgánicas de polvo espacial todas las propiedades de la vida

¿Puede la vida extraterrestre florecer a partir de pequeñas partículas inorgánicas de polvo interestelar? Esa es la pregunta que atormenta a los investigadores después de haber realizado un descubrimiento, cuando menos, intrigante: una serie de estructuras procedentes del espacio exterior que, a pesar de no estar basadas en el carbono, tienen características muy parecidas a las mostradas por las moléculas orgánicas que aquí, en la Tierra, dan sustento a la vida (ABC.es)

Normalmente, los noticieros y los blogs se han limitado a repetir la noticia con más o menos detalles. Pocos se han decidido a comentarla, de hecho sólo he encontrado a uno, Juan José Ibáñez, en cuyo blog aprendo mucho de edafología. Juanjo elabora dos posts (uno y dos) donde se muestra estusiasmado con los descubrimientos y se extraña de la poca repercusión del trabajo al menos en nuestro país. "¿Somos tan paletos?" pregunta.

Creo que no o, en todo caso, yo soy uno de ellos porque no me entusiasma la publicación de Tsytovich y colegas por los motivos que expondré después. Vaya por delante que el tema básico entra completamente en mi amplio campo de incompetencia pero hay cosas que creo que pueden ser comentadas a pesar de todo. Intentaré explicar primero la cuestión en términos generales extrayendo fragmentos del resumen:

Toda la vida terrestre está basada en el carbono y sus compuestos y no conocemos excepción a eso. Tsytovich et al. dicen que conjuntos de partículas en plasmas complejos pueden autoorganizarse de forma natural formando estructuras helicoidales con propiedades que suelen usarse para definir lo que llamamos "vida". Estas estructuras interactúan mostrando propiedades termodinámicas y evolutivas exclusivas de la materia viva. Por ejemplo: bifurcaciones que actúan como "marcas de memoria", autoduplicación, tasas metabólicas en un sistema termodinámico abierto... Y concluyen que estas estructuras poseen todas las propiedades necesarias para calificarlas como "vida inorgánica" con posible existencia en el espacio.

Verán que la cosa es muy fuerte. De hecho Tsytovich y colegas mencionan al final del artículo que la vida inorgánica tal vez haya "inventado" la orgánica.

En fin, asumiendo el riesgo de columpiarme y de romperme la crisma, al menos seré sincero: mi impresión es que Tsytovich y colegas han hecho un artículo que no es mucho más que una elucubración.

La primera cuestión, esencial, es que los autores no han descubierto nada real. La noticia no existe tal como se plantea. Los resultados que presentan no responden a observaciones reales sobre la materia sino a simulaciones realizadas con un ordenador. Ya he manifestado antes en otros posts de este blog que las simulaciones no tienen valor de demostración. Como mucho, son prospecciones sometidas a los riesgos inherentes a los modelos, cuya relación con el objeto real debe ser comprobada, cosa que no se ha hecho en ese trabajo.

La segunda cuestión, tampoco banal, es que no hay evidencia de que las estructuras reales tengan las propiedades que aparecen en algunas de las simulaciones. De hecho, ni siquiera me queda claro que la existencia de estructuras helicoidales iguales a las simuladas esté confirmada.

Y la tercera cuestión es sobre la transmisión de información contenida en las estructuras helicoidales, cuestión que sería esencial para hablar de "vida". Según los autores, las estructuras pueden tener "bifurcaciones" —dos estados de diferente diámetro― cuya secuencia podría codificar información. Pero hasta donde entiendo, no se ha demostrado que contengan información alguna y mucho menos que esa información sea relevante para una posible replicación y éxito en un mecanismo de competencia tampoco descubierto.

Creo que con cualquiera de esas tres objeciones la espectacularidad de algunos titulares y declaraciones del autor principal quedan algo aguadas. También quiero comentar un detalle que creo manifiesta un deseo de llamar la atención algo fuera de lugar: se insiste que las estructuras helicoidales son "similares a las del ADN".

"Similar al ADN" es una frase espectacular pero gratuita ¿similar en qué? Pues de lo leido, la "similitud" no es más que formal y relativa al aspecto helicoidal ya que lo poco que comentan sobre la posible replicación, además de ser puramente especulativo, no tiene nada que ver con lo que se conoce del ADN, su estructura y su funcionamiento. Eso sí, llama la atención. Pero además ¿sería realmente relevante esta similitud? Según ellos, estamos hablando de "vida" esencialmente diferente de la conocida hasta ahora por lo que, al menos en mi opinión, la estructura replicante podría tener cualquier forma siempre que se mostrara su funcionalidad para el objetivo de la replicación —cosa que aquí no se ha producido—. Que fuera o no helicoidal no añadiría ni quitaría verosimilitud. Por cierto, el ADN es una molécula y nadie hasta donde conozco le atribuye la propiedad de estar viva como pretende Tsytovich con sus hélices.

En fin, que mi impresión del artículo es que los autores se han dejado arrastrar por un estusiasmo que no parece justificado por lo que describen. Seguramente esté yo equivocado, el tiempo lo dirá, pero hay un tufillo a amarillismo científico que debería disiparse. Mientras tanto, no parece que haya habido reacciones al trabajo salvo las repetitivas notas de prensa y blogs. A ver si en los próximos números de New Journal of Physics se abre algún debate o todo se diluye en un vórtice de polvo virtual.

Para terminar, quisiera dejar claro que no tengo mayores razones para negar la posible existencia de vida extraterrestre ni, supuesta ésta, de vida no basada en el carbono. Es una de esas posibilidades sobre las que no existe evidencia ni a favor ni en contra por lo que afirmar o negar carece de sentido.

Nota: el artículo parece basarse en las observaciones de The Plasma Crystal Experiment que se lleva a cabo en la Estación Espacial Internacional con el objetivo de estudiar el comportamiento del plasma en condiciones de microgravedad. Tsytovich no parece pertenecer a este grupo aunque alguno de los coautores sí.

24 agosto 2007

15 posts 15

Pues eso, se me ocurrió pasar algunos a PDF y hacer alguna anotación:



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