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01 enero 2009

Fornicario, ¡ese tipo me ha llamado fornicario!

En mi estancia navideña en Oviedo he dedicado tiempo a pasear por esta ciudad. En uno de esos paseos me percaté de unos cartelitos pegados por fachadas y tiendas con el título "Hercólubus o Planeta rojo". Resulta que era propaganda de un libro y dada la trascendencia del mismo he decidido hacerles una reseña en esta primera entrada del año para que lo disfruten, ya que tal vez sea el último de sus vidas.

Se trata de un librito imprescindible porque sin él (algunos incluso con él) vamos a morir horriblemente. Firmado por un tal V. M. Rabolú (nombre artístico), el susodicho panfleto se estructura en tres partes:

  1. Acojone.
  2. Extraterrestres buenos.
  3. Redención (pero no te hagas ilusiones).

Se lo resumo, disfruten de la sintaxis recreativa de las citas.

Parte 1: Acojone.
Subtítulo: esos mierdosos científicos.

El artista comienza con una buena síntesis:

Lo que afirmo en este libro es una profecía a muy corto plazo, porque me consta el final del planeta, lo conozco.

La Humanidad está embelesada con los pronósticos de los falsamente llamados científicos, que no hacen sino llenarla de mentiras, desfigurando la verdad. Vamos a hablar sobre Hercólubus o Planeta Rojo, que viene hacia la Tierra. Los científicos, según versiones, ya hasta lo pesaron, que tiene tantas toneladas y diámetro, como si fuera algún juguete de niños; pero no es así. Hercólubus o Planeta Rojo es 5 ó 6 veces más grande que Júpiter, es un gran gigante, que no hay nada que lo tranque o lo desvíe. Los terrícolas creen que es un juguete y realmente es el principio del fin del planeta Tierra; ya llegó. […] …nadie podrá detenerlo porque éste es el castigo que merecemos, para acabar con tanta maldad.

Sí, Rabolú nos amenaza, literalmente, con el apocalipsis por nuestros pecados. Y cuando digo “nuestros” digo los pecados de los “señores científicos” que somos, según el artista, los responsables de todo el mal en esta Tierra por nuestro orgullo, vanidad, deseo de poder y “porque se creen muy poderosos con sus armas”. Lamentablemente para nosotros

“no tienen en cuenta que existe Dios y su Justicia, quien aplastará todo”.

Lo cual me suena vagamente a Sodoma y Gomorra, donde Dios se pasó claramente de frenada y parece que quiere repetir por tercera vez la broma. Digo eso porque, según Rabolú, algo similar ya ocurrió en la Atlántida hace 13000 años y, en efecto, los resultados son aplastantes ¿o acaso conocen ustedes algún atlante superviviente?

En esta primera parte de acojone, Rabolú nos ilustra con más detalles que dejan clara la inutilidad de la medicina y la “ciencia oficial”:

Cuando Hercólubus se acerque más a la Tierra, que se ponga a la par del Sol, empezarán las epidemias mortíferas expandirse por todo el planeta, y los médicos o ciencia oficial no conocerán qué clase de enfermedades son y con qué se curan; quedarán manos arriba ante las epidemias.

A partir de aquí se pueden imaginar: el puto desastre, todo será llanto, locura, crujir de dientes, etc., etc. Y no crean que podremos hacer algo:

Esta raza va a desaparecer. No quedará vida en el planeta y la Tierra se hundirá en el océano, porque la Humanidad llegó a la perversidad más grande, que ya quiere pasar el mal a otros planetas y eso no se lo van a permitir.

Bueno, hasta aquí la parte “acojone I”. Es más larga pero algo reiterativa por lo que no insisto más en el negro futuro que nos espera. Eliminando la paja de telepredicador toda ella se resume en una frase:

  • viene un planeta gigante rojo que nos destruirá a causa de la perversidad de los científicos ejerciendo así la Justicia Divina.

Pero no todo está perdido…

Parte 2: ET viene a rescatarnos
Subtítulo: son más buenos, rubios y guapos que tú, pringao.

La segunda parte está dedicada a los marcianos y venusinos, gente que el artista conoció en persona lo cual nos da una mejor idea de su salud mental.

He tratado muchas veces con los extraterrestres, he ido a Venus y a Marte moviéndome en mi Cuerpo Astral […] Los venusinos tienen cuerpos perfectos: frente ancha o amplia, ojos azules, nariz recta, cabellos rubios y una inteligencia sorprendente. Miden más o menos de 1,30 a 1,40 metros de estatura, no hay más altos o más bajos; no hay barrigones...; todos tienen figuras angélicas...

Presentada la raza aria superior nos describe su mundo, idílico, claro, y también nos habla de los marcianos, que van a su bola, como en Warhammer:

En Marte todo el mundo usa uniforme de soldado, su escudo, el casco, armadura, todas estas vestiduras de guerra en un material parecido al bronce. [Y eso lo hacen] para combatir el Mal, la guerra de ellos es contra el Mal…

Resume: “no tengo palabras para describir la sabiduría, la cultura y la vida angélica que llevan”. En realidad sí tiene palabras porque luego nos habla largamente de las naves interplanetarias “que los científicos ignoran o ponen en tela de juicio, haciendo dudar a la Humanidad de la existencia de tales naves”. Para sacarnos de la ignorancia nos las describe detalladamente:

Las naves interplanetarias se mueven todas con energía solar. Son de un material que aquí no lo hay, que está contra las balas y contra todo […] y se conducen por medio de botones.

Por delante, es por donde entra la energía solar y por detrás, sale la energía quemada, que son las colas de fuego que van dejando las naves por donde pasan.

Esta parte “técnica” (por delante es por donde entra y por detrás es por donde sale es lo máximo a lo que llega) es un poco pegote ya que hace que nos distraigamos del acojone principal. Y pensaba yo a ojear estas páginas “a fin de cuentas si viene el apocalipsis a mí qué coño me importa que los marcianos jueguen a soldaditos y los venusinos no follen”.

Pero estaba equivocado porque las naves ¡vienen a rescatarnos! Upss, pero no a todos:

Las naves interplanetarias de los extraterrestres están listas, preparadas ya para salir a rescatar a todas aquellas personas que estén trabajando con la fórmula que en este libro se da. […] Son muy pocos, contados con los dedos de las manos los que van a lograrlo…

Uhmmm, ¿seré capaz de lograrlo yo? Eso de que ET vendrá buscarme no me parece muy fiable vistos los antecedentes pero ¿quién sabe? Seguí leyendo.

Parte 3: el camino de la salvación
Subtítulo: una historia de estupefacientes o qué es lo que pasa por esnifar pegamento.

Según el artista, los caminos de la salvación son sólo dos: la “desintegración de los defectos” y el “desdoblamiento astral”.

Lo primero es fácil porque:

Hay una chispa divina dentro de nosotros que se llama la Madre Divina, cuya misión es desintegrar los defectos con una lanza que ella posee. Por diminuto que sea el detalle debe pedirle a la MADRE DIVINA interna: “Madre mía, sácame este defecto y desintégralo con tu lanza”. Ella lo hará así porque ésa es su misión.

El texto anterior es literal aunque les cueste creerlo. Lo segundo ya es como más complicado porque hay que ir a la Quinta Dimensión, pero no se desanimen porque basta con pronunciar unas palabras mágicas (sic) o “mantrams”, tres o cinco veces y ¡alehop!, ya está usted desdoblado. El artista no se reserva la información, algo que hay que agradecer, que hay mucho gurú secretitos por ahí:

Así es que va adquiriendo la verdadera Sabiduría, que no está escrita en libros ni la enseñan en universidades ni en ninguna parte:

Mantram LA RA S: Este mantram se pronuncia prolongando el sonido de cada sílaba: Lllllaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa Rrrrrrrrrrrraaaaaaaaaaaa Sssssssssssssssss

Otro mantram para salir en cuerpo astral: FARAÓN

Faaaaaaaaaaaaaaaaaaaa Rrrrrrrrrrrraaaaaaaaaa Oooooooonnnnnnnnnn.

¡Hala! ya está. Con esto sale usted de viaje astral y si la madre divina le pulveriza los defectos con su lanza, los extraterrestres vendrán a salvarle antes de que el Planeta Rojo destruya la Tierra debido a los malvados científicos.

Este es el resumen final del librito y de lo que el artista Rabolú quiso decirnos. Lamentablemente, Rabolú murió antes de ver la destrucción de la Tierra, se nota que no llegó a la perfección porque podría haber sido inmortal (por lo visto los ET mueren cuando y donde les da la gana).

El tal Rabolú, en uno de sus actos de acojone.

Epílogo: por qué no voy a salvarme.

Teniéndolo todo tan claro no me parecía difícil conseguir que una venusina viniera a rescatarme en un OVNI en el último momento. Lamentablemente la madre divina no me hizo ni puñetero caso y aunque me puse a mantrear no fui capaz de astralizarme. Aún así, ese no fue el motivo de mi abandono. El auténtico motivo estuvo en una de las descripciones de los ET a cuya altura quería llevarnos Rabolú. Y es que escribió lo siguiente:

No existe la fornicación como aquí, pues los terrícolas son peores que bestias […]

Al darles la mano se siente un corrientazo eléctrico que lo sacude, como si cogiera energía, porque ellos son energéticos; no son fornicarios como aquí. Esa energía se la da la Castidad Científica.

Y a mí no me llama fornicario ni Rabolú, ni ET ni la madre divina que los parió. ¿Castidad científica? Que vengan los venusinos y se van a enterar.

Nota final: rebuscando por internet se encuentra citas sobre que Hercólubus estará visible “en 1999 ante todos los seres humanos como una gran estrella al amanecer”. Esta frase ha desaparecido del libro en sus ediciones recientes ¿por qué será? También aparece:

La primera referencia al Hercólubus que hacen las profecías mayas es para el año 2005 […]. Para el 2006, cuando ya la humanidad esté bien diferenciada entre quiénes trabajan por la Luz y quiénes por la Oscuridad, el nuevo planeta se instalará en la órbita entre Marte y Júpiter...

Ya. Es lo malo de meterse a profeta, que luego quedas con el culo al aire.

Que tengan todos un buen año, moderadamente feliz.

26 agosto 2007

¿Vida inorgánica?

Estos días se ha levantado cierto revuelo en internet sobre un trabajo publicado en el New Journal of Physics. La referencia concreta es la siguiente:

Tsytovich, V.N.; Morfill, G.E.; Fortov, V.E.; Gusein-Zade, N.G.; Klumov, B.A.; Vladimirov, S.V., 2007, From plasma crystals and helical structures towards inorganic living matter, New J. Phys., 9(8): 263-274.

El artículo puede descargarse completo en el enlace del título ya que la revista es de libre acceso.

El meollo de la cuestión es que Tsytovich y colegas dicen que han encontrado estructuras en el polvo espacial que tienen propiedades que asignamos a la "vida". La noticia ha dado lugar a comentarios como, por ejemplo, este:

Hallan en partículas inorgánicas de polvo espacial todas las propiedades de la vida

¿Puede la vida extraterrestre florecer a partir de pequeñas partículas inorgánicas de polvo interestelar? Esa es la pregunta que atormenta a los investigadores después de haber realizado un descubrimiento, cuando menos, intrigante: una serie de estructuras procedentes del espacio exterior que, a pesar de no estar basadas en el carbono, tienen características muy parecidas a las mostradas por las moléculas orgánicas que aquí, en la Tierra, dan sustento a la vida (ABC.es)

Normalmente, los noticieros y los blogs se han limitado a repetir la noticia con más o menos detalles. Pocos se han decidido a comentarla, de hecho sólo he encontrado a uno, Juan José Ibáñez, en cuyo blog aprendo mucho de edafología. Juanjo elabora dos posts (uno y dos) donde se muestra estusiasmado con los descubrimientos y se extraña de la poca repercusión del trabajo al menos en nuestro país. "¿Somos tan paletos?" pregunta.

Creo que no o, en todo caso, yo soy uno de ellos porque no me entusiasma la publicación de Tsytovich y colegas por los motivos que expondré después. Vaya por delante que el tema básico entra completamente en mi amplio campo de incompetencia pero hay cosas que creo que pueden ser comentadas a pesar de todo. Intentaré explicar primero la cuestión en términos generales extrayendo fragmentos del resumen:

Toda la vida terrestre está basada en el carbono y sus compuestos y no conocemos excepción a eso. Tsytovich et al. dicen que conjuntos de partículas en plasmas complejos pueden autoorganizarse de forma natural formando estructuras helicoidales con propiedades que suelen usarse para definir lo que llamamos "vida". Estas estructuras interactúan mostrando propiedades termodinámicas y evolutivas exclusivas de la materia viva. Por ejemplo: bifurcaciones que actúan como "marcas de memoria", autoduplicación, tasas metabólicas en un sistema termodinámico abierto... Y concluyen que estas estructuras poseen todas las propiedades necesarias para calificarlas como "vida inorgánica" con posible existencia en el espacio.

Verán que la cosa es muy fuerte. De hecho Tsytovich y colegas mencionan al final del artículo que la vida inorgánica tal vez haya "inventado" la orgánica.

En fin, asumiendo el riesgo de columpiarme y de romperme la crisma, al menos seré sincero: mi impresión es que Tsytovich y colegas han hecho un artículo que no es mucho más que una elucubración.

La primera cuestión, esencial, es que los autores no han descubierto nada real. La noticia no existe tal como se plantea. Los resultados que presentan no responden a observaciones reales sobre la materia sino a simulaciones realizadas con un ordenador. Ya he manifestado antes en otros posts de este blog que las simulaciones no tienen valor de demostración. Como mucho, son prospecciones sometidas a los riesgos inherentes a los modelos, cuya relación con el objeto real debe ser comprobada, cosa que no se ha hecho en ese trabajo.

La segunda cuestión, tampoco banal, es que no hay evidencia de que las estructuras reales tengan las propiedades que aparecen en algunas de las simulaciones. De hecho, ni siquiera me queda claro que la existencia de estructuras helicoidales iguales a las simuladas esté confirmada.

Y la tercera cuestión es sobre la transmisión de información contenida en las estructuras helicoidales, cuestión que sería esencial para hablar de "vida". Según los autores, las estructuras pueden tener "bifurcaciones" —dos estados de diferente diámetro― cuya secuencia podría codificar información. Pero hasta donde entiendo, no se ha demostrado que contengan información alguna y mucho menos que esa información sea relevante para una posible replicación y éxito en un mecanismo de competencia tampoco descubierto.

Creo que con cualquiera de esas tres objeciones la espectacularidad de algunos titulares y declaraciones del autor principal quedan algo aguadas. También quiero comentar un detalle que creo manifiesta un deseo de llamar la atención algo fuera de lugar: se insiste que las estructuras helicoidales son "similares a las del ADN".

"Similar al ADN" es una frase espectacular pero gratuita ¿similar en qué? Pues de lo leido, la "similitud" no es más que formal y relativa al aspecto helicoidal ya que lo poco que comentan sobre la posible replicación, además de ser puramente especulativo, no tiene nada que ver con lo que se conoce del ADN, su estructura y su funcionamiento. Eso sí, llama la atención. Pero además ¿sería realmente relevante esta similitud? Según ellos, estamos hablando de "vida" esencialmente diferente de la conocida hasta ahora por lo que, al menos en mi opinión, la estructura replicante podría tener cualquier forma siempre que se mostrara su funcionalidad para el objetivo de la replicación —cosa que aquí no se ha producido—. Que fuera o no helicoidal no añadiría ni quitaría verosimilitud. Por cierto, el ADN es una molécula y nadie hasta donde conozco le atribuye la propiedad de estar viva como pretende Tsytovich con sus hélices.

En fin, que mi impresión del artículo es que los autores se han dejado arrastrar por un estusiasmo que no parece justificado por lo que describen. Seguramente esté yo equivocado, el tiempo lo dirá, pero hay un tufillo a amarillismo científico que debería disiparse. Mientras tanto, no parece que haya habido reacciones al trabajo salvo las repetitivas notas de prensa y blogs. A ver si en los próximos números de New Journal of Physics se abre algún debate o todo se diluye en un vórtice de polvo virtual.

Para terminar, quisiera dejar claro que no tengo mayores razones para negar la posible existencia de vida extraterrestre ni, supuesta ésta, de vida no basada en el carbono. Es una de esas posibilidades sobre las que no existe evidencia ni a favor ni en contra por lo que afirmar o negar carece de sentido.

Nota: el artículo parece basarse en las observaciones de The Plasma Crystal Experiment que se lleva a cabo en la Estación Espacial Internacional con el objetivo de estudiar el comportamiento del plasma en condiciones de microgravedad. Tsytovich no parece pertenecer a este grupo aunque alguno de los coautores sí.

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