El 3 de marzo de 1998 se aceptó la Patente 5723765 en los EE.UU. con el nombre "Control of Plant Gene Expression" y que cubría algo llamado TPS, siglas de "Technology Protection System". La patente estaba a nombre de un Servicio de Investigación del Departamento de Agricultura de los EE.UU. y de una empresa llamada Delta and Pine Land Co.
TPS es el resultado de técnicas de ingeniería genética y se refiere a algunas plantas que tienen su ADN modificado. El objetivo final de la TPS, a pesar de su ambiguo nombre, es simple: el agricultor comprará semilla de un cultivo, ese cultivo crecerá y será cosechado normalmente pero si pretende reservar parte de la nueva semilla para la siguiente cosecha fracasará porque esas semillas no son viables. El agricultor tendrá que comprar nueva semilla en cada cosecha que quiera recoger.
La TPS ha sido bautizada por sus críticos como "gen terminator" ya que mata los embriones de las plantas en desarrollo para no se puedan volver a sembrar en años posteriores.El sistema es complejo pero creo puede entenderse al menos en sus grandes rasgos. Partimos de que el genoma de las plantas ha sido manipulado y se han introducido 3 genes nuevos: dos bacterianos y uno de otra planta. Estos tres genes actúan secuencialmente y sus papeles son los siguientes:
- Gen 1: cuando se activa mediante un promotor (P1) permite que se produzca una proteína represora (PR) que se une a un sitio concreto del gen 2.
- Gen 2: tiene su propio promotor (P2) que activa la producción de una proteína recombinasa (PRC). Sin embargo, entre ambos existe un sitio de unión donde puede unirse (o no) la PR del gen 1. Si la PR se une, se bloquea la acción del promotor P2 y la proteína recombinasa PRC no se produce. Si la PR no está presente, el promotor funciona y la PRC se produce.
- Gen 3: tiene su propio promotor (P3) que activa la producción de una toxina letal para los embriones de la planta. Sin embargo, entre ambos existe un bloqueador que impide esa acción del promotor. La proteína recombinasa PRC producida por el gen 2 corta el fragmento de ADN correspondiente al bloqueador eliminándolo y permitiendo la producción de la toxina. En este caso el embrión muere. El promotor P3 es tardío, es decir, actúa sólo cuando la semilla está madura con lo que la cosecha es normal pero los embriones de las semillas están muertos.
Como verán, esta imaginativa reacción en cadena sólo se produce si la proteína represora PR del gen 1 llega al punto de unión del gen 2. El truco está en que este paso puede controlarse tratando la semilla con un producto químico antes de su venta. Este producto, llamado inductor, bloquea el sitio de unión en el gen 2 impidiendo que la PR haga lo mismo con lo que la PRC se produce, elimina el bloqueador del gen 3 y la toxina hace su aparición estelar. Si la empresa productora quiere tener cosechas propias normales y fértiles le basta con no hacer el tratamiento químico con el inductor.
La TPS no es útil para todos los cultivos. Así, las semillas híbridas procedentes de plantas con fertilización cruzada no son conservadas por los agricultores porque sus propiedades se desvanecen en una o dos generaciones. En este sentido, los productores pueden vender sus semillas sin más protección que la que le brinda la genética natural. Es el caso del maíz, del sorgo o del girasol. En cambio, las líneas que se autopolinizan son más estables y la endogamia permite que sus propiedades permanezcan año tras año. Son estas plantas las que son adecuadas para aplicar la TPS y evitar que el agricultor pueda reutilizarlas al año siguiente.
Como verán, el sistema es de los que hace pensar. Las empresas lo defienden y sus argumentos no son malos: la creación de una variedad de semilla de alto rendimiento cuesta decenas de millones de euros y esa inversión debe protegerse. Pero por tora parte, el pequeño agricultor, especialmente en los países pobres, teme que las grandes corporaciones tomen el control de las semillas y su vida dependa de una política de precios arbitraria donde ellos no van a tener ninguna influencia. En cualquier caso, el anzuelo puede ser la mayor productividad y resistencia a plagas de estas variedades, que puede tentar a los campesinos a abandonar las tradicionales y dejarse caer en este "anticiclo" donde todo debe volver a empezar cada año.
Pero queda contar la última novedad que intenta reducir las críticas a la TPS. Se llama T-Gurt y es una técnica, también de plantas transgénicas pero, en este caso, las semillas pueden utilizarse de un año a otro porque son fértiles. ¿Cuál es el método de control entonces? Pues que las características de alta productividad o de resistencia de esas semillas deben ser activadas antes de la siembra mediante un producto químico que, como pueden suponer, hay que comprar a la casa comercial. ¿Un avance? Tal vez sí pero, en cualquier caso, la gran cantidad de variedades que aún existen de muchos cultivos está claramente amenazada por el dominio de unas pocas estirpes genéticamente homogéneas. ¿Qué opinan ustedes?