La Conferencia Episcopal Española está a favor de la libertad de expresión y el derecho a la libertad religiosa. Pero parece que sólo de la suya.
Dicen en su página web:
La libertad de expresión es un derecho fundamental. Todos pueden ejercerlo por medios lícitos. Pero los espacios públicos que deben ser utilizados de modo obligado por los ciudadanos no deben ser empleados para publicitar mensajes que ofenden las convicciones religiosas de muchos de ellos. Si se hace así, se lesiona el derecho al ejercicio libre de la religión, que debe ser posible sin que nadie se vea necesariamente menospreciado o atacado.
Insinuar que Dios probablemente sea una invención de los creyentes y afirmar además que no les deja vivir en paz ni disfrutar de la vida, es objetivamente una blasfemia y una ofensa a los que creen.
En mi simpleza entiendo que dudar de la existencia de Dios jamás puede ser un insulto a nadie. Tú crees y lo dices, yo no creo y lo digo, así de simple. Es como si dudar de que los OVNIS sean visitas extraterrestres fuera una ofensa a los que así lo creen. Menos aún puede ser una lesión al “libre ejercicio de la religión”. ¿O es que esos carteles impiden a alguien ir a misa los domingos?
¿Qué piden los obispos como solución a la afrenta? Lean:
Las autoridades competentes deberían tutelar el ejercicio pleno del derecho de libertad religiosa. Es posible hacerlo compaginándolo al mismo tiempo con el amparo y la promoción de la libertad de expresión de todos. Así lo muestra el modo en que se ha procedido en ciudades como Roma, Milán o Zaragoza.
¿Qué ha pasado en esas ciudades “modelo de ejercicio pleno del derecho de libertad religiosa”? En Milán y Roma lo ignoro pero el caso de Zaragoza es claro: tanto el alcalde socialista Juan Alberto Belloch como la empresa concesionaria de los transportes urbanos se han negado a contratar los anuncios. Ese es el modelo de "libertad de expresión de todos" según los obispos.
Respecto a la frase "los espacios públicos que deben ser utilizados de modo obligado por los ciudadanos no deben ser empleados para publicitar mensajes que ofenden las convicciones religiosas de muchos de ellos" se me ocurre que no estaría de más que la Conferencia Episcopal recordara, por poner un ejemplo, cuando los espacios públicos son ocupados por las procesiones de Semana Santa, obligando a los no creyentes y a los creyentes en otras religiones a recibir su propaganda religiosa, visual y sonora, incluyendo escenas explícitas de tortura y muerte. Eso sí tenemos que soportarlo sin rechistar, claro, en aras de la "libertad de expresión de todos".
Procesión en una vía pública con acompañamiento de la Policía Municipal en León, 2007 (tomada de Wikimedia).
En fin, una pataleta a la altura justa de la catadura de los redactores de la nota para los cuales la libertad de expresión sólo es un derecho cuando les hace coro. Por cierto, ayer, volviendo a mi casa, vi la primera pegatina en un coche particular. Decía “Dios existe. Vive la vida en pleno gozo en Cristo Jesús”. Me pareció un ejercicio de libre expresión un tanto esotérico, no voy a negarlo, pero no un insulto.
En Italia, allá donde les dejen ponerla, la frase es diferente y, en mi opinión, más certera: La mala noticia es que Dios no existe. La buena es que no hay necesidad.