30 marzo 2013

¿Elegir con libertad?

Discutía estos días en un blog aparentemente filosófico sobre la libertad de actuar. Su autor, llamémoslo J, defendía que el suicidio implicaba la creencia en otra vida posterior a la muerte, que los materialistas no se suicidaban y que la decisión de suicidarse nunca se tomaba con completa libertad. Las dos primeras afirmaciones son, para mí, absurdas, pero la tercera es más interesante y me recordó algunas nociones sobre decisión que doy en una asignatura.
Cuando tomamos un decisión estamos eligiendo entre al menos dos alternativas. En el caso del suicidio son justo eso, dos: suicidarse o no suicidarse. Lo que mi contertulio decía es que el suicida (hablamos de suicidio en el contexto de la muerte digna, ver el post Mortalidad y suicidio) no actúa con libertad ya que está condicionado por el dolor o por la depresión.
En ese contexto, nunca actuaríamos con libertad ya que será raro que una decisión de cierta transcendencia no esté afectada por factores del entorno. El problema, además, es que J usaba este argumento para intentar deslegitimar la decisión del suicidio en caso de enfermedad irreversible. En su visión, el suicidio asistido y la eutanasia estarían completamente prohibidos ya que el sujeto, aunque aparentemente estuviera de acuerdo y pidiera reiteradamente su propia muerte, no era realmente libre para hacerlo.


En mi opinión, J confundía la libertad de tomar una decisión con la ausencia de influencias. En el caso que comentaba de la asignatura que imparto, les digo a mis alumnos que en el proceso de decisión hay dos tipos de factores: influyentes y limitantes. Los primeros añaden peso o valor a unas alternativas y se lo quitan a otras. Los segundos se interpretan como barreras y pueden hacer que una alternativa sea descartable si no se cumple una condición determinada. En el típico ejemplo de ubicación de un vertedero, es un factor influyente la capacidad del mismo (cuanto mayor, mejor) mientras que el sustrato geológico es un factor limitante ya que si no es impermeable, la ubicación se descarta con independencia del resto de criterios. En las decisiones técnicas existen algoritmos que combinan los valores de los criterios para elegir la mejor alternativa, que no tiene que ser necesariamente óptima.
En las decisiones cotidianas la cuestión no se resuelve mediante un algoritmo pero el esquema es el mismo: hoy es sábado y debo decidir si salgo de compra para mañana o no. La lluvia es un factor influyente y el hecho de que casi no me queda pan también lo es. La lluvia me incita a quedarme en casa pero lo del pan me empuja a salir porque me gusta desayunar tostadas. ¿Por qué no lo hice ayer, que no llovía? Porque había un factor limitante: el comercio estaba cerrado, con lo que cualquier otro criterio deja de ser tenido en cuenta.

Mi hipótesis es que, no solo es posible tener libertad de elección en un escenario lleno de factores influyentes, sino que en nuestra vida sólo tomamos decisiones en ese tipo de escenarios.
Lo que defendía J es que, ante un dolor intenso en una enfermedad terminal, la decisión del suicidio no era libre. Mi visión es que el dolor no es más que un factor influyente y que la decisión, simplemente, lo tiene en cuenta: seguimos pudiendo elegir entre el suicidio o seguir viviendo. Si no hubiera enfermedad, la decisión sería vivir pero la libertad a la hora de decidir es la misma, sólo que una alternativa se hace más deseable en un caso y la otra puede que en el otro.

J planteaba que la decisión "correcta" es siempre no suicidarse: cuando no hay enfermedad terminal porque es lo razonable y cuando la hay porque esa circunstancia quita la libertad. Es un planteamiento que parece claramente mediatizado por la ideología (otro factor influyente). El error, en mi opinión, es obviar que la enfermedad terminal cambia por completo el escenario y que la decisión del suicidio, antes sin sentido, puede ser la adecuada (o no) en este momento.

En el tema que comentamos, el suicidio, no hay decisión sin factores influyentes pero eso no quita que yo pueda decidir. Como comentaba en post mencionado, en mi caso ya lo he hecho y ha sido en un escenario muy poco mediatizado ya que no padezco enfermedad alguna no dolor crónico. Cuando le dije eso a J no le gustó nada porque derrumbaba su hipótesis y no podía aceptar que alguien tomara es decisión fuera de un escenario de presión insoportable. Ahí terminamos nuestra discusión.


¿Es todo tan simple como lo he descrito? Sin duda no, hay factores influyentes que limitan nuestra libertad. Eso ocurre cuando las consecuencias de nuestra decisión generan reacciones más allá del ámbito estrictamente personal. Les pondré un ejemplo y les propondré una receta. Pongamos el caso del chador en países como Afganistán. Hay quien defiende que esa mujer que va completamente cubierta lo hace en ejercicio de su libertad, porque decide usar esa prenda en respeto a una tradición y guiada por sus propias convicciones. Puede ser así pero en este tipo de dilemas hay una forma de evaluar la potencial libertad de elección: preguntarse qué pasaría si esa mujer saliera vestida de otra forma, con pantalones, blusa y sin pañuelo en la cabeza. Si se imaginan ustedes lo mismo que yo, convendremos en que la libertad de elección es ese escenario es inexistente ya que la mujer acabaría detenida en el mejor de los casos.
¿Es posible que una mujer lleve chador voluntaria y libremente? La respuesta es que sí, que es posible, pero no en un escenario donde los condicionantes son de tal trascendencia que puede peligrar tu vida si optas por otra alternativa.

El caso del suicidio es similar en muchos países ya que la asistencia al mismo está penalizada. Mi decisión, de ser tomada, tendrá consecuencias en otras personas por lo que solo tengo libertad para decidir si no necesito ayuda de otras personas. Por eso es importante que las leyes despenalicen la asistencia al suicidio y exista una ley de eutanasia bien diseñada que evite los abusos pero que garantice la libertad de elección ante, sin duda, una decisión importante que debe ser tomada con el mínimo de injerencias externas.

8 comentarios:

Aguafiestas dijo...

Buen post, Ángel.
hace tiempo que no comento, pero quiero que sepas que aún sigo tu blog.

Jaime dijo...

Es que nadie es ajeno "a sus circunstancias". Somos quienes somos en gran parte por esa cantidad de "equipaje" como educación, características fisicas, sexo, entorno, etc... Todo eso nos moldea y la noción de que el "libre albedrío" es una especie de enanito que tenemos dentro que toma las decisiones ¿casi aleatoriamente? no tiene sentido...

Hay un componente externo en la libertad, claro, que vendría a ser que no puedas realizar algo que quieres por factores externos que te limiten (el caso que has puesto del chador, suponiendo que se quiera ir vestida con pantalones y no se haga por miedo), pero si es algo permanente, va a terminar condicionado y la inmensa mayoría de la gente en esa situación acaba asumiendo que "es la forma que debe ser" e interiorizándola.
Por poner un ejemplo "occidental" (tonto, lo sé), digamos llevar falda siendo hombre. Si un hombre decide llevar falda (pongamos un kilt escocés, en España), nadie le va a dar una paliza ni nada similar. Alguien con la suficiente personalidad lo hará y no pasa nada. Sin embargo, la inmensa mayoría de los hombres prefieren, libremente, llevar pantalones. ¿Es una imposición externa? Bueno, lo es culturalmente, pero es aceptada libremente en la inmensa mayoría de los casos. ¿Es uno libre de llevar kilt? Sin duda. ¿Habría presión social si se lleva (la gente te mira, burla, etc? También. Al final a los hombres españoles no se les ocurre llevar kilt a sus trabajos...

Es un tema que por reducción al absurdo vemos muy bien, nadie va a decir que una madre es libre porque ha tomado la decisión de matar a su hijo, sobreponiéndose a sus condicionamientos de moralidad y sentimientos (esos condicionamientos, de hecho, nos parece bien que estén ahí), ni diremos que un adicto a la heroína es totalmente libre de seguir pensando sólo en su próxima dosis y robando para ello... Pero la zona intermedia es muy muy gris...

Ángel M. Felicísimo dijo...

Aguafiestas: cuento contigo :-)
Jaime, en efecto, la zona gris existe como en todo lo que no es meramente técnico. Creo que por eso es bueno hablar y escribir sobre estas cosas, que son cotidianas pero sobre las que rara vez reflexionamos. ¿Llegamos a alguna conclusión o al menos avanzamos un poco en el problema? A veces se puede y otras no pero intento proponer puntos de vista diferentes para ofrecer una perspectiva distinta. Saludos.

Numeros dijo...

Echo de menos una referencia al post original. Más que nada porque me gusta leer directamente de las fuentes y no de intermediarios.

En cualquier caso, desde mi punto de vista la primera pregunta que debemos responder es:

¿Cuándo podemos decir que actuamos en libertad?

Ángel M. Felicísimo dijo...

Numeros, pensé poner un enlace al post del filósofo pero acabé con tal rebote que preferí obviarlo. En cualquier caso, era la excusa para escribir este post y proponer mi tesis que es que no se puede decir que solo hay libertad de decisión cuando no hay influencias externas.

seorimícuaro Colombia dijo...

Por lo que aprecio, difícilmente tomamos una decisión con libertad, siempre estamos influenciados por algún factor que nos motiva o desmotiva para tomar una decisión

Anónimo dijo...

Eutanasia? Hay gente que se ha levantado después del coma y si yo cayese en el mismo y alguien me desconectara me levantaría de mi tumba, al tercer día y se las verían conmigo...

Ángel M. Felicísimo dijo...

¿Quién ha hablado de coma? El único que ha hablado de eutanasia eres tú, lee con un poco más de atención.

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