Malos tiempos para las ranas. Un hongo parásito, enfermedades víricas y la destrucción del hábitat hacen que un tercio de las especies de anfibios esté amenazada y más de un centenar se hayan entinguido en los últimos años.
Desde hace unos 20 años las poblaciones de anfibios están decayendo
Se sospecha que al menos 122 especies se han extinguido desde 1980 y muchas más han visto mermadas sus poblaciones. Y se sospecha también que la escasa atención que se le presta a este grupo hace que una parte importante del desastre no sea evidente. Por ejemplo, según el trabajo de La Marca et al. publicado en Biotropica en el año 2004 (enlace) el género Atelopus contaba con 113 especies descritas de las cuales 30 no han sido observadas en los últimos 8 años, otras 42 han visto reducidas sus poblaciones a menos de la mitad y sólo 10 especies mantienen poblaciones estables. Del resto no hay datos.
Cuando saltaron las alarmas también se vió que el fenómeno era general, no sólo de unas zonas concretas o de un continente. Y que muchas de las especies vivían en zonas que aparentemente no habían sufrido alteraciones importantes o, como en el caso de Australia, estaban incluso declaradas Parque Nacional.
En 1998 se publicó un trabajo (Berger et al., 1998, PNAS, 95:9031-9036) donde se destapó la posible causa: en la piel de los cadáveres recogidos en Australia y Panamá durante los periodos de mortandad masiva se encontró un hongo hasta entonces desconocido. Datos experimentales corroboraron que la infección era frecuentemente mortal, según las especies.
Este tipo de hongos (grupo Chytridiomycota) es ubicuo en habitats acuáticos y suelos húmedos, donde degradan celulosa, quitina y queratina. Los parásitos conocidos lo eran de plantas, algas, protozoos e invertebrados y, al final, los anfibios tuvieron el dudoso honor de constituirse en el primer caso conocido de parasitismo de vertebrados por un hongo de este grupo que fue bautizado Batrachochytrium dendrobatidis. Aparece sólo en los tejidos queratinizados por lo que puede suponerse que usan la queratina de la piel como alimento. El mecanismo por el cual produce la muerte de los ejemplares infectados no se conoce con seguridad aunque se ha propuesto que la reacción de hiperplasia ante la infección impide el normal intercambio gaseoso a través de la piel. Recordemos que en los anfibios son especialmente sensible a problemas de este tipo debido a que el intercambio de agua y gases a través de su piel es vital (literalmente) en ambas fases de su ciclo de vida.
Un trabajo del año pasado (enlace) ha logrado documentar el efecto devastador de la infección por B. dendrobatidis en poblaciones de El Copé, en un Parque Nacional de Panamá. La aparición del hongo se detectó en septiembre de 2004 y en los 6 meses siguientes fueron recogiéndose cientos de cadáveres según el parásito se expandió afectando al 57% de las especies de ranas y salamandras y con una prevalencia superior al 50%.
En otra publicación del año 2004 (enlace) nos muestran una figura que resume lo conocido del proceso señalando además que el declive no es aleatorio y afecta preferentemente a especies de la montaña neotropical asociadas a cursos fluviales.
La micosis surgió más o menos simultáneamente en Australia y América. La causa no se conoce aunque se ha sugerido que el patrón de infección y su avance coincide con el de un patógeno introducido en poblaciones antes libres. El hongo aparece en especies de zonas más bajas y secas (incluyendo larvas) sin que se manifiesten síntomas de enfermedad por lo que se plantea una introducción accidental debido a la suelta, tráfico o comercio de ejemplares infectados fuera de sus habitats nativos.
Los problemas de los anfibios no acaban ahí ya que se han descubierto muertes masivas debidas a varias enfermedades víricas que parecen estar en expansión por causas que tampoco se conocen.
En resumen: está en marcha un proceso de extinción del cual sólo sabemos la causa inmediata pero no las circunstancias que permitirían proponer soluciones (si las hubiera). El proceso es rápido por lo que tampoco hay mucho tiempo para actuar, de hecho, más de un centenar de especies ya se han extinguido. Y aún así, otros procesos siguen su imparable marcha: deforestación, desecamiento de Zonas húmedas, contaminación de los cursos fluviales, lagos y embalses.
The Amphibian Ark es un proyecto que ha surgido para intentar paliar este desastre ganando tiempo mediante el "rescate" de individuos, su conservación en habitats artificiales y, se supone, su reintroducción cuando sea más oportuno. Una iniciativa desesperada de la cual no he conseguido muchos detalles pero que necesita unos 2.5 IWD de financiación (1 IWD, o Iraq War Day = 190 millones de dólares).
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