07 junio 2006

Cuando la información es una pesada carga

Un ejemplo de que la libre circulación de información no es siempre positiva

Eso de la libertad de información está bien. Pero cuidado, que no todo es vino y rosas ni todos los casos iguales. Hay una carta en el número 5777 de Science (por cierto ¿cuándo se acaba la ciencia?) que advierte de un pequeño problema, en concreto sobre la correlación temporal entre el descubrimiento de nuevas especies y su extinción o drástica reducción. Los hechos son simples: la descripción de una nueva especie se acompaña de una detallada información sobre localidades y hábitats donde vive. Lo cual, según la expresión de la carta, "abre nuevos mercados" para los aficionados a terrarios y coleccionistas especializados. Dan algunos ejemplos:
"Hemos publicado descripciones de nuevas especies de reptiles y anfibios de distribución reducida que lamentablemente ayudaron a su explotación comercial. Inmediatamente después de ser descrita, la tortuga Chelodina mccordi de la pequeña isla indonesia de Roti y el gecko Goniurosaurus luii del sudeste de China se consideraron rarezas en el mercado internacional de animales y sus precios alcanzaron los 1500 a 2000 dólares por ejemplar. Fueron cazados tan intensamente que C. mccordi se considera extinta y G. luii ha desaparecido de su localidad tipo."
Yo añado que ese tráfico o comercio no tiene porqué ser ilegal, porque las nuevas especies, por la obvia razón de ser nuevas, no están recogidas en ningún catálogo previo de especies protegidas. Incluso, muchos países de donde proceden carecen de legislación al respecto.
Lo que me lleva a aclarar un problema que surge de vez en cuando en mi entorno: la solicitud de información ambiental "delicada". Pongo un ejemplo ficticio: una persona solicita a la administración un mapa con la situación de las poblaciones conocidas de cierta planta. Esa persona se ampara en la Directiva 2003/4/CE, en vigor desde febrero de 2005, que dice, entre otras cosas:
Es necesario garantizar que toda persona física o jurídica tenga derecho de acceso a la información medioambiental que obre en poder de las autoridades públicas o de otras entidades en su nombre sin que dicha persona se vea obligada a declarar un interés determinado
Bueno, pues no, la administración no tiene obligación de dar ese mapa siempre que pueda argumentarlo ya que en un raro ejercicio de sentido común, la Directiva mantiene algunas prevenciones. Entre ellas, la posibilidad de denegar la información si ésta puede afectar negativamente a "la protección del medio ambiente al que se refiere la información, como por ejemplo la localización de especies raras" (Art. 4.2.h).
En la UE, por tanto, el asunto está, al menos teóricamente, controlado. Pero los problemas que mencionaba la carta anterior siguen bien vivos, más que las especies que describen. ¿Habrá que censurar las descripciones de los nuevos hallazgos? Se admiten propuestas.

05 junio 2006

[Breves] De Juan Rulfo

Tengo fama de ser algo despistado. Eso es falso, por supuesto. Por eso les pido que no le cuenten a nadie que acabo de enterarme de que Juan Rulfo ha muerto. No ahora. Murió hace 20 años. Pensándolo bien, salvo a él y a su entorno inmediato, al resto nos da igual porque para nosotros Rulfo es lo que escribió. Valga esto para recordar y recomendar al mejor escritor de cuentos que he leído. Lo descubrí hace algún tiempo, allá a los quince años más o menos, cuando cogía los libros de la biblioteca al azar, buscando y casi siempre encontrando. Casi todos americanos. ¿Cómo hacen para escribir así?

03 junio 2006

Ciencia-ficción de libro

Hay muchas definiciones sobre el género literario de ciencia-ficción. Yo le pongo una condición estricta: que en su argumento intervengan de forma significativa elementos de ciencia real e imaginada. La condición no es inocente ya que el argumento debe tener una estructura coherente y, aunque fantasiosa (por eso es ficción), creíble en sus principios y estructura. ¿Cabe la existencia de un "Mundo anillo" del tipo propuesto en la novela del mismo nombre? Por lo que conocemos ahora no, pero la justificación que se ofrece en el libro es coherente y aceptable dentro de la ficción científica. La segunda condición es también restrictiva: los elementos de CF deben ser parte significativa del argumento, no anecdótica. En este sentido, la saga "Star Wars" no es de CF porque la ciencia no interviene y el escenario futurista es sólo eso: mero decorado. Exactamente el mismo argumento podría ambientarse en cualquier otra época (la Edad Media europea, por ejemplo) sin perder más que efectos especiales.
Por otra parte, la ciencia imaginada en el libro debe ser coherente con la ciencia real conocida en el momento de escribirlo: puede proponerse un vehículo antigravedad pero si su presencia es importante en el argumento, debe plantearse el camino imaginado que lleva a su existencia.
Hoy, por aquello de que es sábado, me apetece llamar la atención sobre dos libros no tan conocidos como los de Clarke o Asimov pero que creo valiosos. Se trata de "Puente mental" (Mindbridge) y de "La guerra interminable" (The forever war), escritos por Joe Haldeman hace mucho tiempo (1975-76). Ambos son un derroche de imaginación en el guión y perfectamente legibles hoy en día porque para estos dos libritos el tiempo no ha pasado. A la calidad de los argumentos tal vez ayudó su profesión (astrónomo con estudios de matemática y computación) y su experiencia (guerra de Vietnam). El caso es que son buenas, muy buenas.


La guerra interminable lo es contra un ejército extraterrestre donde uno de los valores apreciables es que, por fin, los extraterrestres lo son de verdad, extraños, con una mente colectiva, con comportamiento y valores no humanos. Puente mental acude también al contacto con ET para armar su guión, donde un equipo de exploradores profesionales de nuevos mundos encuentran un ser vivo que permite el contacto telepático, eso sí, a un alto precio. No se pierdan ninguna de las dos.
Y como estrambote les cuento mi peli preferida de CF en la que coincido con muchos otros, no soy nada original: Blade Runner. No se les ocurra gastar dinero, en cambio, en el libro en el que se basa titulado ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, de Philip K. Dick. Es uno de esos raros casos donde la película supera ampliamente al original literario, para mí perfectamente prescindible. El caso contrario sería 2001, Una odisea del espacio, donde el libro de Clarke ha perdurado mientras que las imágenes de Kubrick están más rancias que el queso que encontré hoy detrás de la nevera.

30 mayo 2006

El sentido de la vida: guión biográfico con final previsible (II)

Donde defiendo la irrelevancia de la confesión de ateísmo pero la militancia en otras cuestiones relacionadas

En la entrada anterior de esta serie-culebrón hablé del aprendizaje. Tocaré en ésta un tema de discusión recurrente sólo para manifestar que lo veo desde otro punto de vista: Dios(es), religiones e iglesias.
La anécdota: llegaron hace unos años dos Testigos de Jehová a mi casa. Desde hacía tiempo tenía preparada la estrategia que coincide sinceramente con mi forma de ver este asunto. El diálogo fue más o menos así, empezando por una pregunta de ellos a bocajarro:
- Buenos días ¿cree usted en Dios?
- ¿Perdón? No entiendo de qué me habla.
- Le preguntaba que si cree usted en Dios.
- Sigo sin entender ¿me explica qué quiere decir?
- Dios es nuestro padre, el creador del mundo, el que nos premia o castiga por nuestros actos...
- Ahora sí que no entiendo nada, disculpe ¿quién dice que es mi padre?
....
El diálogo de sordos siguió sólo durante unos minutos porque quería dejarles con la sensación de que su visión teísta del mundo no era necesariamente algo natural y podía ser absolutamente incomprensible para algunas personas.
Lo importante para mí de la anécdota es que cuando se habla de dioses se parte de unas premisas que no hay porqué asumir. Por ejemplo, se supone que todo el mundo sabe qué o quién es Dios y que si un ateo y un creyente discuten al respecto el tema será sobre su existencia.
Mi manera de ver estas cosas es algo diferente. Los dioses están tan lejos de mi pensamiento cotidiano (incluso cuando me pongo trascendente después de dos copas de Mascaró) que hacer confesión de ateísmo me parece completamente irrelevante. Y como esa divinidad que mucha gente tiene presente a lo largo de su vida no figura en la mía, me permito, cada vez que alguien me habla del tema, preguntar desde cero: ¿de qué me hablas que no entiendo nada? No tenemos base de discusión, me suena la palabra dios pero no sé que es. Y es curioso que nadie ha sabido explicármelo construyendo el edificio desde abajo.
Consecuentemente, no suelo comentar mi posición dentro de la dicotomía ateo/creyente porque es irrelevante. Sería como tener que decir obligatoriamente de qué equipo de béisbol eres, no siendo de ninguno y, además, no pensando nunca en ese deporte, nada popular en España.

Lo menciono aquí porque cuando sale el tema de qué pinta uno en este mundo, parece que los dioses son un punto que conviene dejar aclarado. Pues quede aclarado: están tan lejos de mi pensamiento cotidiano como puede estarlo la hípica: sé lo que es, a veces me pilla de observador involuntario, pero me aburre y cambio de canal en la TV.

La segunda parte va de religiones, no de dioses. Y es que no son lo mismo. Por ejemplo, vaya por delante mi convencimiento de que ningún dios ha hecho mal al mundo. No pueden. Las que sí han intervenido e intervienen son las religiones. Algunas son, hasta donde yo sé, esencialmente inocuas, como el budismo o algunas suertes de panteísmo. Otras son esencialmente nocivas: todas aquellas que son proselitistas y que tienen como objetivo convertirse en ecuménicas. La religión patibularia es una de ellas, el islamismo otra.
En este sentido no diferencio entre religiones oficiales y sectarias porque es sólo una cuestión de éxito evolutivo: las sectas lo son porque aún no han conseguido suficientes acólitos.

Y finalmente, en tercer lugar, están las iglesias, esas estructuras que se arrogan la representación de la religión en la vida colectiva. En sentido estricto, las relaciones con los dioses suelen tener una base esencialmente privada pero en el tiempo eso no es viable. Las religiones que se hacen colectivas tienen más éxito evolutivo: es el sentido de tribu biológica aplicado a las ideas. Y aquí tienen que aparecer los atributos de los que ninguna religión colectiva carece: los rituales colectivos y la progresiva toma de las riendas por una jerarquía de "expertos" o canalizadores de la conexión con el dios. El que encuentre diferencias sustanciales entre los sacerdotes y los mediums que avise.
Aparecida la estructura iniciática siempre estrictamente jerárquica, su programa de actuaciones se hace siempre más ambicioso. Las metas iniciales, básicamente espirituales, se amplían de forma que las iglesias se entremeten en la vida pública con la intención de ganar prosélitos a través de la injerencia en las leyes y en la educación.
Las iglesias son, por tanto, estructuras que sólo se sostienen si su intervención en la vida pública se hace fuerte. Y mi hostilidad hacia ellas (todas) es debido a algunas de sus coincidencias: ninguna promueve la cultura, sólo el adoctrinamiento; ninguna promueve la libertad de actuación, sino la sujección a una red de normas dictadas por la jerarquía; ninguna promueve la tolerancia, sino la visión de los demás a través del filtro doctrinal.

¿Qué tiene que ver el primer post con este? Verán, si tienen paciencia, que son piezas que encajan para definir una postura razonable ante el destino que nos espera a todas las máquinas biológicas. Y recuerden que la culpa la tiene Bujanda, que empezó a filosofar primero.

29 mayo 2006

Parece que Freud nos sigue mirando (torcido)

¿Se acuerdan del editorial de El País aquél sobre Freud nos mira? La puse aquí junto con la respuesta de Ignacio Morgado. El dichoso editorial y la réplica generaron en los días siguientes reacciones diversas. Hoy me envían una de ellas, bastante interesante. Luego les doy fe de otra del lado opuesto.
La primera la firma Esteve Freixa y fue publicada como carta en El País hace pocos días. Esteve Freixa es catedrático de Ciencias de la Conducta y Epistemología de la Universidad de Amiens (lo he comprobado siguiendo mi particular y patológico instinto escéptico) y dice lo siguiente:
La culpa es mía, señor juez.
Llevo semanas dudando, pero, vistas las proporciones que está tomando el asunto, mi conciencia me empuja a denunciarme. En efecto, aunque a más de 1.000 km de distancia (norte de Francia), he seguido con estupefacción la polémica provocada por la respuesta del profesor Ignacio Morgado Bernal al editorial de su periódico conmemorando el 150 aniversario del nacimiento de S. Freud. Y debo confesarles que todas las acusaciones, anatemas y afirmaciones (desagradables e insultantes donde las haya) dirigidas contra el profesor Morgado constituyen una grave injusticia para este buen amigo, puesto que toda la culpa es mía. Me explico. Estaba yo pasando un par de semanas en mi Barcelona natal y aproveché para visitar a compañeros de los que los años y la distancia me habían alejado; y Ignacio fue uno de ellos. Entre las mil cosas que evocamos salió el eterno tema del psicoanálisis y su influencia respectiva en España y en Francia. Pocos días más tarde, participé en una emisión de divulgación científica en el canal “Barcelona TV” en la que se me entrevistó justamente acerca de Freud y en la que tuve la ocasión de exponer algunas de las críticas que desde hace ya un cierto tiempo son dirigidas contra el psicoanálisis y su fundador. Y después apareció el editorial de su periódico. Ignacio estaba indignado pero me comentó que ya ni siquiera pensaba replicar. Y yo, que acababa pues de “arremeter”, le contesté que era lástima dejar un tal escrito sin la respuesta que se merece, pero no pensaba llegar a convencerle. Cual no fue pues mi sorpresa al leer su escrito y la retahíla de cartas que han seguido. Y por ello me siento obligado a saltar a la arena, a menear la capa y la muleta para desviar la atención del toro que está ferozmente embistiendo al profesor Morgado cuando el instigador, el culpable, soy yo. Y para muestra, un botón.
El profesor Morgado, al tratar al psicoanálisis de “falacia”, se ha quedado corto, cortísimo. Hoy en día existen pruebas documentadas, publicadas e irrefutables que demuestran claramente que Freud mintió descaradamente, que ninguno(a) de sus pacientes mejoró nunca (al contrario); que el mismo día que pronunciaba una conferencia afirmando que Dora estaba completamente curada escribía una carta a su amigo el Dr. Fliess confesándole que estaba desesperado y que no sabía qué hacer con ella (se han encontrado, en efecto, los registros de los diferentes hospitales psiquiátricos por los que erró el resto de su vida) etc. Yo, como muchos, llevaba años criticando al psicoanálisis (por mil razones que estoy dispuesto a exponer cuando y donde sea) pero pensaba que su fundador era intelectualmente honrado y obraba convencido. Equivocado, pero de buena fe. Hoy en día, incluso esto se derrumba, lo que no implica que sus seguidores sean también unos impostores: nunca he dudado de que la inmensa mayoría de psicoanalistas creen sinceramente en lo que predican y aplican. Pero también pienso que la mayoría de curas y obispos creen sinceramente en Dios, el Cielo y la Virgen sin que por ello yo esté obligado a ser creyente. Y puesto que hablamos de religión, llamemos las cosas por su nombre (y vayan ya preparando la hoguera para quemarme): el verdadero estatus del psicoanálisis es el de una secta (o una religión, si prefieren ustedes, puesto que una religión no es más que una secta que ha triunfado). Y se lo voy a argumentar. ¿Cómo se llega a ser psicoanalista? Sencillamente, sometiéndose (con todos los sentidos de la palabra) a un psicoanálisis hasta que el psicoanalista formador considera que el novicio ha integrado suficientemente la doctrina como para poder ejercer a su vez. Este procedimiento tiene un nombre: rito de iniciación, noviciado; cooptación, en suma. Como para entrar en cualquier secta. ¿Sabe el hombre de la calle que para ser psicoanalista no es necesario ser ni psiquiatra ni siquiera psicólogo? ¿Que muchos de ellos son filósofos? ¿Que el vecino de al lado puede serlo si sigue el rito? Cierto, muchos de ellos lo son, pero cuando ejercen como psicoanalistas no aplican lo que les han enseñado en las facultades de medicina o de psicología sino lo que han aprendido tendidos en un diván. Esto es gravísimo, señoras y señores. ¿Sabe el hombre de la calle que la mayor parte de los escritos de Freud fueron encerrados por sus “herederos” (su hija Ana, la princesa Maria Bonaparte y su historiador oficial, Jones) en unos contenedores que se hallan en la Biblioteca del Congreso de los EEUU, con prohibición de ser abiertos antes de finales de siglo? ¿Qué terribles secretos han así segrestado, sustrayéndolos a la mirada de los historiadores y difundiendo en su lugar una versión expurgada, una especie de Vulgata? Seguramente algo de muy grave, capaz de dar un golpe mortal a la doctrina. ¿No les recuerda esto algo?
El psicoanálisis es a la ciencia de la conducta lo que la astrología es a la astronomía, lo que la alquimia a la química, el vitalismo a la biología, el charlatanismo a la medicina, el creacionismo al darwinismo: un oscurantismo reaccionario e inoperante. Y si sólo se tratase de una discusión metafísica, como la del sexo de los ángeles, yo le hubiese dado razón a Ignacio: no vale la pena perder el tiempo polemizando con sectarios disfrazados de humanistas. Pero detrás de lo que puede parecer una simple querella de escuelas están los pacientes, estas persones que sufren, que piden ayuda y que merecen que se les atienda como Dios manda, es decir, con todos los adelantos que, en un siglo, hemos conseguido en el campo del conocimiento del ser humano y de su conducta. ¿En qué otro ámbito celebraríamos y nos conformaríamos con conocimientos viejos de más de un siglo? El bienestar de los pacientes es demasiado importante como para dejarlo en ciertas manos.
Dixit et salvavit animam meam.
Esteve Freixa i Baqué
Catedrático de Ciencias de la Conducta y Epistemología
Universidad de Amiens (Francia)
Iba a ponerles otra carta escrita desde la acera de enfrente pero mientras releía a don Esteve he decidido que no, que propaganda del lado oscuro, la justa. El que esté interesado que le eche un vistazo al blog de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis. Apasionante.

27 mayo 2006

¿Docentes frente de investigadores?

Donde el rector de la UCM yerra cual escolar de primaria y no propone nada, pero se lo publican en El País

Don Carlos Berzosa es rector de la Universidad Complutense de Madríd. Casi nada. Por eso su artículo en El País me ha dejado perplejo (gracias Jesús por avisar). Y es que ser rector de la mayor universidad de España debería dar para más.
Pero vayamos al grano. Léanlo que es corto y después vean si están de acuerdo con este resumen, donde intento recoger lo sustancial eliminando lo accesorio.
El primer párrafo es irrelevante. En el segundo cita las características que un estudio dice que tienen los llamados “profesores extraordinarios”. Dichas características son en esencia dos: el superprofe es un especialista en su tema y un generalista en los demás. Es decir, tiene un fondo cultural amplio y domina su materia.
Hasta ahí vale, tampoco creo que sea una sorpresa que el profesor excelente tenga ese perfil. Y después dice que algunos tienen muchas publicaciones científicas, otros no tantas y algunos ninguna.
Y el resto, para mí, es irrelevante, una mezcla de impresiones personales, de citas y algunos tópicos sin más desarrollo…
Pero nos queda el último párrafo donde nos comenta:
  • Que la universidad española tiene muchos y buenos profesores
  • Que no todos publican lo suficiente o, aunque lo hagan, no obtienen los sexenios de investigación (¿)
Y lo mejor, que copio literalmente (las cursivas son mías), y comento después:
Ante esta realidad, lo que hay que preguntarse por qué el ministerio quiere mantener en la reforma de la Ley Orgánica de Universidades (LOU) un modelo de selección del profesorado universitario sin modificar lo que se establece en la LOU actual, tan contestada, y con ello se prescinde de gran parte de buen profesorado, dando cabida a otros muchos que tendrán méritos muy estimables y valorables, y que hay que apoyar sin lugar a dudas, pero que no son esos buenos docentes de los que estamos tan necesitados.
Por un lado ¿pero no ha dicho que tenemos muchos y buenos docentes apenas una frase más arriba? Esos docentes han salido de los mecanismos de selección que critica, no de otros.
Por otro lado: si no está de acuerdo con el sistema de selección proponga uno. No basta con tirar la piedra y esconder la mano, hay que hacer propuestas. Y yo esperaba de un rector que se vanagloria de llevar 40 años de carrera a sus espaldas que lo hiciera así.
Pero lo peor no es eso: el rector se atreve a dar un salto mortal sin red y afirma que se da cabida a gente con méritos pero que no son buenos profesores ¿de dónde diablos deduce usted eso? El informe en el que basa su artículo sólo dice que hay buenos profesores sin publicaciones pero de eso no se deduce que los que tengan publicaciones sean malos profesores. La falacia de escolar que comete no dice nada bueno de su forma de razonar: o no da usted más de sí o nos quiere engañar. Espero que sea sólo incapacidad de razonamiento. ¿Prefiere usted la selección a dedo?
Podríamos suponer que después nos propondría qué meritos habría que evaluar según él. Pero no, el resto son vaguedades propias de los tiempos bobos que vivimos: “busquemos fórmulas en las que quepan todos”, “no menospreciemos la docencia”… En suma: nada. Pésimo artículo sin aportaciones, sólo un poco de pataleta y una falacia argumental de órdago, qué pena.

Para terminar voy a hacer una lectura maliciosa entre líneas, arriesgándome a fallar, claro. Pero yo sí quiero mojarme. Don Carlos es catedrático en el área de Economía Aplicada de la UCM. En su curriculum aparecen muchos libros en español pero ninguno internacional y ninguna publicación en revistas de impacto. Sí, han leído bien: cero publicaciones en revistas internacionales en 40 años de carrera universitaria. Y se queja de que entren profesores con publicaciones internacionales. No lo entiendo, debería estar dando saltos de alegría.
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