Donde declaro mi apostasía de algunos gurús de la cultura y casi caigo en el intimismo
Allá por los 70 del siglo pasado se pusieron de moda los cines de arte y ensayo. En Oviedo, donde yo estudiaba, había sólo uno, que se llamaba Palladium. Eran tiempos en los que vestíamos con el uniforme de la época. Los fachas de abrigo loden, zapatito fino y pelo con gomina (me sigue pareciendo de pésimo gusto); los progres, de chirucas, pelo más casposo y anorak. No creo que sea necesario matizar qué grupo era el asiduo al Palladium.Ahora debo reconocer que íbamos a ese cine casi como otros van a la misa, con cara de transcendencia, como si se tratara de una ceremonia de iniciación por capítulos, a película por semana. Como esos que ahora flipan con Coelho, vamos.
Vimos mucho cine. Desde alguna rareza como "If..." con un primigenio Malcolm McDowell (creo que fue su primera película) y con un subtítulo que nos iba al pelo: an anarchist punk dream.
Pero de repente todo se vino abajo: se les ocurrió hacer un ciclo de Pier Paolo Pasolini. Y ahí acabó todo el encanto, el anarchist punk dream y la madre que lo trajo. Como consecuencia del shock ahora defiendo que Pasolini es el peor director de cine de la historia, con bodrios infumables de los cuales sitúo en primer lugar Il Vangelo secondo Matteo (versión original subtitulada), seguido muy de cerca por casi todos los demás Edipo Re, Teorema, Porcile, su trilogía erótica... Para finalizar con Salò o le centoventi giornate di Sodoma, banal, ofensiva, zafia y, lo que es peor para el cine, insoportablemente aburrida. Pasolini rompió el encanto y la sensación reverente que teníamos ante supuestos gurús del arte.
Le debemos un favor, por tanto, pero no está solo. Habiendo hecho apostasía de Pasolini no me costó nada vomitar por otros directores como Rainer Wender Fassbinder cuyo mayor bodrio fue probablemente Querelle. Pero tampoco se salvan otros directores de culto. ¿Ejemplos? Pues el mismísimo Stanley Kubrik, que después de los venerables 'Senderos de Gloria' o 'La naranja mecánica' engendra 'El resplandor' o, al final ya de su vida, Eyes Wide Shut, que parece una pasarela de descerebrados.
En otras ramas de las artes (sensu lato) hay ejemplos sin fin. Por poner algunos conocidos: ¿qué le pasó a Fernando Sánchez Dragó? Escribió Gárgoris y Habidis, una historia mágica de España, más falsa que un euro de chocolate, pero atractiva, incluso apasionante a ratos. Y luego, aparte de soltar soplapolleces en mil tertulias de la radio y televisión nos cuela de rondón cosas como 'El camino del corazón' o 'La prueba del laberinto', tan vacías como la filosofía de tres al cuarto de Carlos Castaneda. A veces hay que fumar menos, Fernando.
Y si nos vamos a la pintura, el colmillo me gotea veneno. No quiero entrar en detalles pero a varios pintores/creativos actuales españoles les dedicaría a decorar papel de regalo de grandes almacenes. Y gracias.
Aparte de demostrar mi obvia mala leche, con esta entrada quiero insistir en que la gurulandia del arte es muy similar a las demás, cada santón tiene su secta y sus prosélitos. Lo que pasa es que estamos en unos tiempos donde decir que no te gusta nada de lo que pintó Miró es considerado una herejía, y no poner los ojos en blanco ante algunos personajes idolatrados por los medios de comunicación te hace muy poco cool. En este sentido lo siento pero no me gusta Martirio y sus discos-fusión, ni Berlanga con sus películas-algarabía, ni Amenábar y su "Mar adentro".
Falta de sensibilidad, sin duda. Yo tengo mis preferencias en música, cine y demás, pero no son a personas sino a obras concretas. Creo que las personas tenemos raros momentos de lucidez entre periodos grises por lo que es imposible salvar la obra completa de nadie (ni siquiera de Borges). A esos momentos mágicos pertenecen The River de Bruce Springsteen, o Janis Joplin cantando Me and Bobby McGee, o la "Laura" de Lluis Llach. En la novela es más difícil porque tantas páginas exigen una lucidez perseverante y nadie la tiene, tal vez por eso prefiero, por ejemplo, a Juan Rulfo con sus cuentos de "Pedro Páramo" o "El llano en llamas" o a Borges. En el cine Coppola crea la luz (o las tinieblas) con Apocalypse Now y Rumble Fish, o la rareza de Dead Man. donde a Johnny Deep se le unen las guitarras atormentadas de Neil Young.
No sé porqué me ha dado por escribir esta entrada, más bien personal. Tal vez porque creo que los pacientes lectores de este blog no pertenecen a esa nueva ola donde lo que mola es el aserejé y torrente, o donde las niñas quieren ser como Victoria Adams, que comenta, como tierna anécdota, qué natural ella, que nunca ha acabado un libro. Gracias por leer, aunque sea esto.