De BBC News. |
No había caído yo en esto de las reliquias laicas. Antes de comentar un par de ellas les diré que creo que la veneración de reliquias es un fenómeno casi inevitable porque da cohesión a la comunidad. Este no es un enfoque moral sino, si me permiten, sociobiológico. La reliquia actúa como punto focal donde se refleja la imagen exterior sin dar lugar a ninguna diversidad de interpretaciones. Es un totem para la tribu, una imagen de su "espíritu". Por ese motivo, el hecho de que las reliquias sean o no verdaderas es irrelevante, el caso es que cumplan con su función. La cosa encuentra campo abonado en las religiones pero se extiende más allá, donde fuera necesario o ventajoso unir alrededor de un símbolo.
Un caso reciente de reliquia religiosa venida a menos es el de los restos de la normanda Juana de Arco, santificada en 1920 por el anterior Benedicto. Es un caso de santa nacionalista que guió una guerra y que es la actual santa patrona de la laica Francia. Las reliquias, supuestamente extraidas de la pira de Rouen donde un tribunal eclesiático ordenó quemarla viva en 1431, fueron localizadas en 1867 en una farmacia parisina. Los restos fueron reconocidos por la Iglesia católica en 1909 (año de su beatificación) y alojados en un museo de la archidiócesis de Tours. Hace un par de años fue autorizado un estudio que desacreditó sin sombra de duda su autenticidad ya que los restos resultaron ser de una momia egipcia.
El caso local, más laico y enormemente tonto, es el de una espada. Se trata de la Tizona de Rodrigo Díaz de Vivar, alias el Cid, que fue comprada por la Junta de Castilla y León y un consorcio de empresarios a un particular por unos módicos 1.6 millones de euros.
Sobre esta espada existe una tradición historiográfica muy amplia que identifica la misma como la famosa espada de don Rodrigo Díaz de Vivar. La tradición asegura haber sido regalada por Fernando el Católico al primer Marqués de Falces. Una parte de la hoja fue forjada en un centro andaluz en la primera mitad del siglo XI. Fue objeto durante el último tercio del siglo XV de una severa intervención consistente en la adición del recazo y de grabarle la tosca inscripción acreditativa que ahora se aprecia.
Aparte de la autenticidad del mortal instrumento, la espada fue esgrimida de nuevo (dialécticamente) en una batalla política, donde la Junta de Castilla y León la compró a poco de las elecciones autonómicas y el Ministerio (del partido contrario) no tardó ni diez minutos en airear los informes a modo de contrapropaganda.
La presunta Tizona hace de reliquia laica para la cohesión de los que la interpretan como signo patrio, en este caso más local, más politizado y también discutible porque el "héroe de Castilla" fue mercenario cuando le tocó, sin distinguir demasiado entre moros y cristianos. Pero eso no importa para lo que es la reliquia, que formó parte de la exposición "El Cid, del hombre a la leyenda" y ejerció su función totémica ante la tribu moderna.
¿Caemos nosotros, los que vamos de científicos y de espíritu crítico, en un efecto similar ante la bobería del árbol de Newton, una anécdota que ni siquiera está confirmada? "No es lo mismo" dirán algunos, supongo. En cambio yo no veo diferencias sustanciales y espero que la reacción general en la comunidad científica sea la de una absoluta indiferencia. Sin embargo, como cabía esperar, el presidente de la Real Sociedad británica, Martin John Rees confirmó que el trozo de corteza formará parte de una exhibición permanente sobre la historia de la Real Sociedad, que se inaugurará este año 2010.