20 agosto 2007

Gulen (13.12.1893-28.4.1895)

El 17 de junio de 1896, un gentlemen con traje de cuadros estrechaba una mano grasienta en cuyo otro extremo estaba un individuo greñudo y apestoso vestido con prendas indefinibles negras de hollín. El aspecto de este segundo individuo no era de extrañar ya que llevaba 16 meses sobreviviendo sobre los hielos del casquete polar ártico lo que incluía un invierno completo. Este último era el noruego Fridtjof Nansen y el primero el inglés Frederick Jackson.

La historia comenzó años antes aunque podríamos fijar su etapa madura en una conferencia impartida por Nansen ante la Sociedad Geográfica de Londres en noviembre de 1892. Nansen era ya conocido como explorador polar por la nada desdeñable hazaña de haber cruzado Groenlandia sobre esquíes pero la idea que proponía no tenía nada que ver con las técnicas convencionales de exploración polar. Nansen había llegado a la conclusión de que la banquisa ártica no permanecía estática en su conjunto sino que las placas de hielo derivaban llevadas por las corriente marinas. La clave de su idea era la hipótesis de que estas corrientes podrían arrastrar un barco varado sobre los hielos hacia el Norte y llegar muy cerca del Polo geográfico. La estrategia era, por tanto, acercar un barco a la banquisa en el verano, dejarse atrapar por los hielos y viajar "cómodamente" con ellos hasta salir de nuevo a aguas libres por el otro extremo del casquete polar. No se planteaba como objetivo la conquista del Polo Norte pero bueno, si se ponía a tiro tampoco iban a rechazar la oportunidad.

Nansen era prudente tanto respecto al derrotero como al material. Por ejemplo, planteaba que la travesía duraría probablemente tres años y tal vez hasta cinco. Lógicamente, durante este tiempo las necesidades básicas deberían estar garantizadas en lo posible: comida, combustible, entretenimiento y, sobre todo, seguridad.

Los precedentes eran malos: unos años antes, en 1879, el Jeanette se vió atrapado por los hielos al Norte de Siberia. La presión aplastó su casco con el resultado de la muerte de casi toda la tripulación, bien en el naufragio, bien en la huida en botes hacia las costas siberianas. Algunos restos del Jeanette aparecieron tres años después en el otro lado de los hielos, en la costa Oeste de Groenlandia. Este fue uno de los argumentos usados por Nansen para apoyar su idea de una corriente a través del Polo que habría transportado estos restos.

Para evitar la catástrofe, Nansen tuvo muy claro que el barco debía ser especial, no uno convencional más o menos adaptado a la expedición. Así se construyó el Fram, con 39 m de eslora, 11 de manga y 400 t de registro bruto. Entre las novedades destacaba la forma del casco, de sección redondeada y sin quilla aparente, con el fin de que el hielo, al comprimirlo, lo levantase en vez de aplastarlo. El Fram era original en muchos otros aspectos. Además de su forma, la protección contra el frío incluia calefacción, múltiples revestimientos en las paredes y suelos, cuatro puertas en cada escalera de salida al exterior, ventanas con triple vidrio... Pero, además, contaba por primera vez con iluminación eléctrica mediante lámparas de arco. Para alimentar la dinamo cuando la máquina de vapor estuviera parada se incorporó un generador eólico desmontable que funcionó a la perfección. Fue embarcada comida para cinco años, tanto para la tripulación como para los treinta perros. Su elección y empaquetado, en latas herméticas o cajas de zinc soldadas, lograron su conservación y evitaron el escorbuto.

A finales de julio de 1893, el Fram abandonaba las tierras noruegas en su extremo noreste y se dirigió hacia las islas de Nueva Siberia para dejarse atrapar, cosa que ocurrió a finales de septiembre. Los tripulantes se organizaron para pasar una larga noche polar que según el diario de Nansen transcurrió con comodidad y sin problemas.

La deriva no les llevó al Polo Norte pero les acercó mucho ya que el 9 de abril de 1895 llegaron a la latitud más septentrional nunca alcanzada: 86º 14'. Habían pasado casi dos años desde su salida. Pero Nansen no había esperado tanto. Mientras transcurrían los meses dedicados a las observaciones científicas y al mantenimiento y conservación de la nave, la idea de alcanzar el Polo no le abandonaba. Consideraba que si tenían un poco de suerte con el estado del hileo podían alcanzar la meta sin demasiado esfuerzo. Se equivocaba.

El Fram varado en los hielos

El 14 de marzo de 1895, en los 84º N, Hjalmar Johansen y Fridtjof Nansen abandonaron el Fram con 3 trineos cargados con unos 240 kg de peso cada uno (incluyendo 2 kayaks) y 28 perros. Llevan comida para un centenar de días, tiempo suficiente para cubrir los 665 km que les separan del Polo Norte y regresar hacia el Sur.

Nansen y Johansen abandonan el Fram y parten hacia el Polo Norte

Pero las previsiones optimistas de Nansen no se cumplen. Apenas tres semanas después, tras recorrer penosamente 220 km deciden volver. Habían llegado a los 86º 14', el punto más septentrional alcanzado hasta la fecha, pero las malas condiciones del hielo, todo bloques y grietas, el gran peso de los trineos y problemas con los perros, algunos de los cuales mueren de agotamiento o de convulsiones, les persuaden de la inutilidad del esfuerzo. La distancia media recorrida fue de apenas 10 km diarios mientras que la temperaturas nocturnas bajaban de -40 ºC. Lamentablemente no pueden volver a la comodidad del Fram porque no saben donde está. Deberán alcanzar la Tierra de Francisco José, a más de 600 km al SO.

Semana tras semana avanzan lentamente. Verán después que su camino se cruza con el del Fram, aunque a destiempo. Poco a poco empiezan a matar a los perros más débiles, que sirven de comida a los demás. Algunos se niegan al principio a probar esa carne pero cuando el hambre aprieta acaban cediendo. A mediados de mayo les quedan doce, a finales sólo siete. Johansen cumple 28 años.

A los tres meses de salir del Fram no han encontrado tierra firme a pesar de que sus cálculos les decían que debían haber llegado. En realidad, y a pesar de haber perdido el odómetro en uno de los múltiples vuelcos y accidentes, los cálculos eran correctos sólo que la tierra que esperaban, supuestamente avistada por otros exploradores, no existía. En junio han tenido que racionar la comida, muy escasa, y todos, perros y hombres, están hambrientos. Aunque llevan armas de caza no ven nada vivo en esta travesía hasta que el 22 de junio logran cazar una foca.

A partir de aquí deciden usar los canales en vez de evitarlos. Suben los trineos a los kayaks y reman hacia el Sur con los tres perros que quedan, acampando sobre bloques flotantes para dormir. La tierra no aparece hasta finales de julio en el horizonte. Les parece cercana pero aún tardarán quince días en llegar. Se trata de un islote del NE del archipiélago de la Tierra de Francisco José.

El viaje sigue semana tras semana. Ya no hay perros. Aparecen plantas entre las rocas y a mediados de agosto llegan a lo que parece, por fin, un mar abierto. Pero Nansen y Johansen se dan cuenta de que se les acaba el verano y entre días de mal tiempo y vientos en contra deciden construir un refugio para invernar en una isla que luego bautizarán como Isla Jackson. Sin herramientas, arrancan piedras del suelo helado y levantan poco a poco unas paredes de apenas un metro de altura intentando sellar los huecos con musgo. Cavan en el suelo con huesos de morsa y un patín de trineo pero está lleno de piedras y no llegan a igualarlo bien. El techo tienen que hacerlo con pieles de morsa que cazan en los alrededores y un tronco que encuentran varado. También abaten osos blancos cuya carne será la base de la monótona comida durante varios meses. La grasa de morsa les sirve para alimentar una cocinilla y un fanal.

En el diario de Nansen hay grandes vacíos en estos 9 meses ya que intentan pasar el tiempo durmiendo lo máximo posible. Las condiciones son malas, con mucho frío, viento y humedad. Sus ropas se les caen a pedazos e intentan no salir de los sacos que se han confeccionado con piel de oso.

El refugio de invierno

No pueden reemprender la marcha hasta el 19 de mayo. Uniendo sus kayaks en forma de catamarán e improvisando una vela navegan hacia el Sur y el 17 de junio de 1896 llegan a Cabo Flora. Una noche, en uno de sus campamentos, les parece oir ladridos a lo lejos. Por la mañana, 16 meses después de dejar la seguridad del Fram, Nansen se encuentra con Jackson. La conversación debería ser tan famosa como la de Livingstone y Stanley:

—¿No es Vd. Nansen?
—Sí, soy yo.
—¡Por Júpiter! Me alegro de verle.

Jackson está esperando un barco de avituallamiento que devolverá a los dos supervivientes, ya limpios, a Noruega.

En la Tierra de Francisco José

Apenas un par de semanas después, el 20 agosto de 1896, Nansen recibe la buena noticia de que el Fram ha aparecido después de tres años de su partida. Se reunen todos en el puerto de Tromsø. Como Nansen y Johansen, han pasado este último invierno polar confinados pero en inmejorables condiciones.

Si han llegado leyendo hasta aquí tal vez se pregunten quien era el Gulen que da título a este post. Gulen era uno de los perros y Nansen lo menciona en su diario de esta forma:

En el transcurso del día le llegó la hora a Gulen. Apenas se sostenía en pie, completamente extenuado. ¡Pobre animal! Trabajó leal, bondadosa y valientemente hasta su última hora y en pago a sus servicios iba a ser sacrificado para servir de comida a sus compañeros. Gulen nació en el Fram el 13 de diciembre de 1893 y, auténtico hijo de la noche polar, nunca vió otra cosa que nieve y hielo.

Gulen fue sacrificado el 28 de abril de 1895.

En 1922, a Fridtjof Nansen se le concedió el Premio Nobel de la Paz por su actividad en defensa de los refugiados y exiliados.

Un buen libro para seguir esta travesía:

Fridtjof Nansen
En la noche y entre los hielos. La expedición polar noruega de 1893 a 1896.
Planeta, Col. Viajes y Aventuras, Booket 9056, 1ª ed. junio de 2004. ISBN 84-08-05332-9.

Existe el Museo del Fram en Noruega.

7 comentarios:

Pedro Terán dijo...

Qué interesante, gracias por el post.

Lanarch dijo...

Por cosas como estas (aunque no solo) me enganché a tu blog :D

raul rodriguez dijo...

Realmente toda una aventura, muy bueno el post y el blog.
un saludo

Anónimo dijo...

Excelente, ¿Conoces "El Peor Viaje del Mundo"?

Ángel M. Felicísimo dijo...

Sí pero hace poco. Encontré una edición de bolsillo de casualidad y claro, no pude resistirme. Ahora está en la mesilla de noche junto con otra media docena de libros y lo estoy leyendo. Muy interesante desde el principio porque te cuenta los precedentes al viaje de Scott y son aventuras tan apasionantes como de de él mismo.

David Urquiza dijo...

En esas estoy yo, leyendo "El Peor Viaje del Mundo". Lo regalan por seis euros en el supermercado, me dió cosa pagar tan poco por esa joya. Ampliando información he llegado a tu artículo. Está muy bien.

Amudsen sacrificó también sus perros en su viaje al sur, creo que con premeditación, cosa que quita lustre a su hazaña, porque algunas contemplaciones hay que dejar de tenerlas sólo cuando hay que dejar de tenerlas.

Ángel M. Felicísimo dijo...

De esa edición hablaba yo, 6 euros en el "carrefú". Sorprendente, sobre todo por las compañias que tenía en la estantería.
Saludos

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