Aún así, esta entrada no es para comentar sólo eso sino el hecho sorprendente de que, apenas a 20 años de la inauguración, el exterior se deshace. Este ladrillo no durará lo que lleva aguantando el del acueducto de Los Milagros. Como pueden ver en las fotos de abajo, las filtraciones de agua han deteriorado amplias zonas de la fachada. ¿Otra chapuza? Parece que si, que lo del agua no se ha resuelto correctamente. Y es que no basta con un buen diseño. hay que rematar la faena con una buena ejecución de la obra.
Por cierto, sigo sin entender como es posible que el Museo cierre todos los festivos (incluyendo domingos claro) a partir de las 14 h. Misterios de las estrategias turísticas.
1 comentarios:
Fíjate que a mí el Museo Romano de Mérida es la única obra famosa de Moneo que me gusta, porque por lo general no lo trago. No sé, creo que está muy bien distribuido, que el efecto del ladrillo es bueno estéticamente y que el espacio interior es agradable y permite visitar el contenido de forma muy intuitiva (que parece que para que un museo sea bueno hay que perderse dentro, leches, ni que fuese un laberinto). Evidentemente, si los ladrillos están que se caen, muy mal negocio para el museo. A mí me da que es una forma de empatizar con los visitantes de a pie, que recuerdan las chapuzas que les hicieron los albañiles en su propia casa.
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