06 septiembre 2006

La ciencia como un Lego

Mira que irme de vacaciones sin el Lego... Bueno, imagínense una construcción de bloques de colores puesta sobre el suelo. O, a falta de mecano, tomen la imagen de abajo, que pillé por Internet sin ánimo de lucro. La construcción es como esa isla, más alta hacia el interior, a nivel del mar en la periferia. También hay alguna pequeña península, alguna roca aislada, alguna islilla suelta…


Esa imagen representa uno de los modos de entender la evolución de la ciencia. Una forma muy simple, cierto, pero creo que útil para algunas cosas. Esa construcción representa el estado del conocimiento en un momento concreto, una instantánea.
Vemos una gran isla que representa el conocimiento consolidado. Se asienta sobre una superficie de hechos, el mar, de extensión desconocida y que se explora poco a poco según el conjunto de procedimientos que se ha venido en llamar método científico. Llamo conocimiento consolidado al que está razonablemente contrastado por lo que es improbable que cambie más que en detalles. Por ejemplo: la fotosíntesis, las reacciones que permiten a algunos seres vivos arrancar energía de los fotones para generar hidratos de carbono se conoce bien y sus diversas variedades forman parte del cuerpo de conocimiento consolidado.
La altura de cada zona de la isla es algo así como el desarrollo conseguido hasta el momento. Los cimientos fueron muy difíciles de construir y consolidar pero ahora el conjunto en general crece con buen ritmo en muchas disciplinas como, por ejemplo, la genética o la bioquímica. La física llegó muy arriba en el siglo pasado, donde las revoluciones de la relatividad y de la cuántica cambiaron las formas de abordar la estructura y funcionamiento del mundo.
Los colores, ausentes en la imagen (imagínenlos como el desierto de colores de “La historia interminable”) representan las disciplinas, antes muy definidas y cada vez más imbricadas: todas muestran fronteras, contactos y mezclas con las demás. No hay disciplina de desarrollo independiente salvo la matemática que, de todas formas, se aplica al avance del resto de las ciencias.
Los colores serían un continuo donde los especialistas trabajarían en una pequeña porción del espectro pero desde la cima hasta las bases y los generalistas (aún quedan dos o tres) en una zona más amplia pero sólo en un reducido número de estratos.
Una gran parte de los científicos se dedica a añadir material en el centro, procurando que las nuevas piezas se asienten lo más perfectamente posible sobre las anteriores.
Luego están los que trabajan en la periferia de la isla. Las costas representan avances en terrenos nuevos: la fusión nuclear que comentamos hace unas semanas, la física del plasma son ejemplos de este tipo de trabajos, sólidamente unidos al continente pero avanzando sobre nuevas zonas del mar.
También podemos ver penínsulas unidas por un pequeño istmo y que representan avanzadillas en terrenos poco conocidos, hipótesis nuevas y arriesgadas pero coherentes. A veces los istmos unen por primera vez zonas antes separadas... La tectónica de placas y la deriva continental fueron penínsulas precarias en su momento; al pasar el tiempo y añadir nuevas piezas (evidencia) al istmo, este se ha ensanchado y crecido y ambas ideas han acabado por incorporarse al continente.
Lo mismo ocurrió con la teoría de la relatividad, construida sin apoyo experimental por don Alberto. Aunque se basó en trabajos previos de Lorentz y Poincaré entre otros, se trató de una visión nueva de la física cuyo funcionamiento fue confirmado poco a poco sólo en las décadas posteriores.
Luego hay islas que se quedaron aisladas y no crecen. Ausentes de contenido, se demostraron falsas y se abandonaron. Una relativamente reciente fue la de la fusión fría, reacciones de fusión nuclear catalizadas a temperatura ambiente. Tras los aparentes resultados iniciales no se encontró evidencia de su existencia a pesar de los esfuerzos de muchos grupos en el mundo. Otra isla es la del psicoanálisis, cuyo desarrollo no ha conseguido su unión con el continente y cuya teoría no se apoya en el conocimiento científico aunque intenta tener apoyo experimental. Islas que la erosión y el tiempo harán desaparecer.
Finalmente tendríamos algunas islas suspendidas en el espacio. Representan desarrollos que no tienen contacto ni con el cuerpo de conocimiento consolidado ni con el plano de la base: no usan el método científico para crecer y consolidarse, ni siquiera se apoyan en hechos. Encontramos aquí representantes como la energía orgónica, la astrología, la homeopatía...
Algunos representantes de estas últimas piensan que probablemente su asteroide descenderá al suelo tarde o temprano, cual la isla volante de Gulliver. Son pertinaces porque llevan décadas de frustración y no cejan en su empeño pero lo tienen complicado porque la realidad no les hace mucho caso y los métodos que usan no les dan excesiva credibilidad. También hay muchos que saben que no llegarán a ocupar un sitio con el resto del conocimiento pero no les importa, están dispuestos a explotar la credulidad de los demás en beneficio propio mientras puedan.
También aparecen actores nuevos, como los partidarios del Diseño Inteligente, que desean introducirse en este escenario para ser tratados igual que las teorías científicas. Incluso algunos creacionistas quieren ver sus ideas incluidas en el cuadro general y usan los fósiles como apoyo a sus planteamientos. Es el caso del libro “En busca de los orígenes ¿Evolución o creación?” escrito por Jean Flori y Henri Rasolofomasoandro y editado por la editorial española Safeliz de cuyas interesantes ideas hablaremos dentro de poco.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buena la metáfora,Ángel.Pero¿no crees que entre los que van en el asteroide algunos no desean bajar a tierra firme? Son los "Iluminados".
Saludos

Anónimo dijo...

Me ha encantado la metáfora. Y es curioso que estaba pensando en la isla flotante de Los viajes de Gulliver cuando la has sacado a relucir.

Lo que más me gusta de esa isla es su nombre: Laputa, que además cuadra muy bien con el comentariio.

Ulisses 101 dijo...

A mi también me ha gustado la metáfora. Es muy ilustrativa y en colores.

Solo objetaria la presencia de esas islas suspendidas en el espacio. Puede que me quedara atascado en la física newtoniana pero creo que eso no es posible.

Estoy de acuerdo que las ideas a las que te refieres no pueden ser islas de pleno derecho pues no se apoyan en los hechos.
Yo no las pondria flotando (lo cual sólo da alas a los que levitan, valga la expresión) sinó sumergidas: son hechos (en cuanto hay sujetos que idean esas ideas), pero no conocimentos, porque son ideas falsas.

Ángel M. Felicísimo dijo...

Vale, acepto la idea de transformar los asteriodes levitantes en submarinos. Pero conste que se puede, como lo demuestra la isla flotante de Laputa de los viajes de Gulliver.

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