21 septiembre 2010

Un hombre sin más

No podía dejar de hablar, aunque sea poco y aunque todo el mundo los haya hecho ya, sobre Labordeta. Es raro que un personaje me deje una huella profunda, debe ser falta de sensibilidad, pero de vez en cuando aparece alguno. Ya hice algunos posts dedicados a gente como Ernesto Sabato, Vicente Ferrer o Juan Rulfo.
Hoy toca uno más, un tipo de voz rotunda con la que lanzaba mensajes como piedras, nítidos y demoledores. A finales de los 70 pasaba yo por una época un tanto tormentosa de mi vida y una tarde de julio de uno de esos años recalé en un pueblo de Salamanca cuyo nombre he olvidado. Esa noche hubo un recital en un campo de las afueras y entre mis confusos recuerdos aparece cantando un tal José Antonio Labordeta.
No lo seguí en los años siguientes y reconozco que Labordeta nunca me llamó la atención como cantante. Luego fue posible conocerlo un poco mejor como persona y poco a poco pasó a formar parte de la escasa galería de gente a la que daría un abrazo si un día me cruzara con él por la calle. Hoy aprecio algunas de sus canciones porque lanzan esos mensajes simples que a veces necesitamos para que nos estremezcan y nos saquen del perpetuo sopor en que vivimos. Cada vez hay menos gente que consiga eso.

1 comentarios:

volaya dijo...

Yo le vi una vez en concierto y unas cuantas recitando poesía (de lejos, lo que más me gustaba de él, aunque esa faceta parece que no ha sido tan popular...), y puedo decir que era un tipo inmenso. Era un placer verle. Da gusto cuando ves a un gran artista que a la vez es una gran persona.

Una pena que se haya ido.

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