Quema de libros en Berlín, 10 de mayo de 1933 |
Esa deseable reacción de indiferencia no será unánime. Si Jones está, por hacer un símil estadístico, en una cola de la distribución, los del otro extremo reaccionarán de forma similar, posiblemente mimética, con lo que nosotros, que estamos en el medio, deberemos tratar a ambos de igual forma.
Pero analizando lo que ha pasado con el mencionado Jones podemos darnos cuenta de varias cosas:
el anuncio de la quema de Coranes por parte de este soplagaitas recibió una publicidad incomprensible que gracias a las escasas luces de los medios de comunicación alcanzó en pocas horas una repercusión internacional. Ese es el primer problema serio que deberíamos solucionar: la educación de los medios. Si eso no se produce, visto el facilísimo éxito mediático de la iniciativa, siempre habrá gente dispuesta a anunciar cualquier cosa con tal de aparecer en la televisión. Es tan barato...
El segundo problema ha sido la reacción de la mayoría de la sociedad estadounidense. La indiferencia no se produjo sino más bien una reacción en cadena de emociones dispares aderezada por intervenciones que nunca recomendaron la conducta más razonable: ignoren a ese payaso.
El tercer problema fue que nadie "importante" (al menos que yo sepa) defendió el derecho a quemar cualquier libro, estatua o fotografía que uno pueda tener. Quemar un Corán (o una Biblia) es un gesto que, aunque a mí me parezca innecesario, no tiene efecto alguno sobre las cosas. Es, o debería ser, como quemar una guía telefónica, "El capital" o, si nos ponemos a lo grande, las obras completas de Lenin.
Sin embargo, nadie se atrevió a plantear esa cuestión en un contexto de completo acojone ante la prevista ira islámica y sus posibles consecuencias.
Y eso nos lleva al otro lado. En este caso concreto desconozco la proporción de musulmanes que podrían ofenderse por esa anunciada combustión y tampoco sé cuántos de ellos estarian dispuestos a matar al autor de la ofensa. Temo, sin embargo, que la minoría no es aquí sólo una anécdota y que la acción violenta vía fatwa o cualquier otro pretexto es probable vista su persistencia en imponer el pensamiento mágico sobre la sociedad civil, sea ésta o no de la misma cuerda. Personalmente creo que ello refleja falta de fe porque un creyente de verdad no puede rebajar a su dios hasta el extremo de creer que puede ofenderse porque una reacción química degrade unos papeles en un rincón de este mundo. Pero bueno, muftíes y ayatolás tiene la iglesia por lo que ese tercer problema a solucionar es nuestro y se traduce en la falta de convicción a la hora de defender derechos elementales (digo elementales en su acepción de obvios) cuando a ellos se opone un grupo de fanáticos.
Relacionado: los libros arden tan bien.
4 comentarios:
"Ese es el primer problema serio que deberíamos solucionar: la educación de los medios."
Amén a eso.
Estoy de acuerdo. Lo incomprensible es que nadie en los medios haya planteado las cosas así. Alguien debería haberlo hecho... aunque fuera por estadística. Supongo que el miedo juega un papel importante.
Un saludo.
Pues creo que lo estas viendo alrevés: No se trata de que se tenga que tener el derecho a quemar el Corán o la Biblia como si fuese cualquier libro sino por el contrario, ni siquiera el Corán o la Biblia se deberían quemar porque son libros Y SOLO LOS IGNORANTES O FANATICOS (COMO LOS AYATHOLAS, NAZIS O PASTORES DESQUICIADOS) queman libros.
No creas. Lee el enlace que puse al final a otro post sobre la quema de libros (los lirbos arden tan bien) y verás que coindimos en nuestra opinión al respecto.
Publicar un comentario