Italo Calvino es un escritor que tiene escrita una trilogía muy recomendable formada por "El barón rampante", "El vizconde demediado" y "El caballero inexistente". Son tres novelas cortas y absolutamente chifladas que me han venido a la cabeza al oir las últimas declaraciones de nuestro ministro de asuntos exteriores Miguel Ángel Moratinos, que tal vez podría ampliar la colección hasta conformar una tetralogía. Sería la historia de un señor que llega a ministro en un mundo real pero que vive en un plano paralelo de la realidad donde algunas cosas ocurren de otro modo mientras otras, aparentemente, no ocurren. De otra forma no se explican declaraciones perpetradas sin el más mínimo sonrojo en los últimos tiempos. Por ejemplo, ese extraño empeño en convencernos de que las relaciones con Marruecos son excelentes. Conste que me considero más cercano a los marroquíes que a los suecos, por poner un ejemplo, pero nuestros vecinos del Sur sólo se atusan el caftán si ven negocio en el horizonte, y nuestras relaciones son lo que han sido siempre: un regateo constante donde somos, sin duda, los menos profesionales. Otra declaración de origen indudablemente alienígena es aquella donde el entrañable ministro nos alecciona sobre los esfuerzos del gobierno marroquí en la defensa de los derechos humanos, terreno donde ni el actual Mohammed Ben Al Hassan ni su difunto progenitor fueron nunca los primeros de la clase.
Y en cambio, no parecen existir en ese plano astral pequeños detalles como la existencia de un antiguo Sahara Español (sí, español), abandonado a su suerte, donde la gente aún espera que España deje de mirar hacia otro lado, se vuelva y dé la cara, aunque sea tarde. Tampoco parece que moleste demasiado la situación de otra ex-colonia, antes llamada Guinea Española, donde hace ya más de 25 años un tal Teodoro Obiang llegó al poder mediante golpe de estado, ejecutando de paso a su antecesor y dejando el país cual merienda de negros (con perdón).
El ministro no está sólo, sin embargo. Y para que no se me acuse de sectario baste recordar a un tal José María Aznar que nos aseguraba (supongo que abducido por extraterrestres, porque si no, no hay explicación) la indudable existencia de armas de destrucción masiva en Irak ("créanme", decía el tío). O Manuel Fraga, capaz de dar saltos de funámbulo como supone el recibir a Fidel Castro (otro demócrata de aquí te espero) con gaitas, pulpo a feira y lo que haga falta.
21 octubre 2005
15 octubre 2005
Murphy y los conspiranoicos
Acabo de leer el libro "Las 20 grandes conspiraciones de la historia". Bueno, casi. Debo reconocer que cuando llegué a que lo de la Luna de 1969 fué una película grabada en un estudio, y además, con fallos que no tenían las pelis de la época ("2001 Una odisea del espacio", de Stanley Kubrik, por ejemplo), me dí por vencido. El librito en cuestión fue recomendado, como no, por Iker Jiménez en su programa (ver más abajo) como una obra de referencia para comprender las manipulaciones a las que nos somete no se sabe muy bien quién.
Vaya por delante que no voy a hablar del libro, salvo para decirles que no se han perdido nada.
El fondo de las historias es la palabra "conspiración" que se usa en la acepción de un gran engaño urdido por grupos misteriosos para objetivos oscuros. A los adeptos a esta visión de las cosas se les llama, para bien y para mal, "conspiranoicos".
La conspiranoia tiene un problema intrínseco que parece haber pasado inadvertido para los adeptos: achaca a gobiernos, grupos misteriosos, herederos de ocultas sectas iniciáticas, la capacidad de planificar, ejecutar y controlar toda clase de hechos de repercusión mundial y, además, de camuflarlos vendiendo falsas versiones perfectamente orquestadas y maquilladas de forma que todo el mundo (salvo los conspiranoicos, claro) es engañado y lo ve de otra manera.
¿Cuál es el problema? Pues básicamente que no hay nadie capaz de planificar semejantes conspiraciones. Somos una chapuza, no somos capaces de hacer más allá de una O con un canuto (algunos ni eso). Baste ver la planificación (?) de la invasión de Irak por la nación más potente, informada y satelizada, con perdón, del mundo para empezar a dudar que los USA sean capaces de ocultar un platillo volante desde 1947 hasta nuestros días (incidente Roswell). Si realmente hubiera pasado, alguno hubiera cantado al primer divorcio, depresión o borrachera de fin de semana y hubiera salido en el "Hello" (el "Hola" versión guiri). A lo mejor, a los conspiradores no les pasa nada de eso, no sé...
Luego tenemos las Leyes de Murphy, implacables y de aplicación universal. Baste con recordar la primera: si algo puede salir mal, saldrá mal.
Hacer conspiraciones en este entorno es imposible, oiga. Los conspiranoicos infravaloran por varios órdenes de magnitud la estupidez humana y la capacidad de la naturaleza para sembrar el caos.
Aunque ahora ha surgido un nuevo chivo expiatorio para dirigir las miradas conspiranoicas: los "illuminati". Están de moda, parece que han gobernado el mundo desde siempre y tienen hasta página web. Aunque en este caso creo que debe ser verdad porque lo he visto en una peli ("Tomb Raider") y perdonen pero Angelina Jolie, aparte de ser algo más palpable que los herederos del Temple o de las sectas piramidales, me da muchísimo mejor rollo.
Vaya por delante que no voy a hablar del libro, salvo para decirles que no se han perdido nada.
El fondo de las historias es la palabra "conspiración" que se usa en la acepción de un gran engaño urdido por grupos misteriosos para objetivos oscuros. A los adeptos a esta visión de las cosas se les llama, para bien y para mal, "conspiranoicos".
La conspiranoia tiene un problema intrínseco que parece haber pasado inadvertido para los adeptos: achaca a gobiernos, grupos misteriosos, herederos de ocultas sectas iniciáticas, la capacidad de planificar, ejecutar y controlar toda clase de hechos de repercusión mundial y, además, de camuflarlos vendiendo falsas versiones perfectamente orquestadas y maquilladas de forma que todo el mundo (salvo los conspiranoicos, claro) es engañado y lo ve de otra manera.
¿Cuál es el problema? Pues básicamente que no hay nadie capaz de planificar semejantes conspiraciones. Somos una chapuza, no somos capaces de hacer más allá de una O con un canuto (algunos ni eso). Baste ver la planificación (?) de la invasión de Irak por la nación más potente, informada y satelizada, con perdón, del mundo para empezar a dudar que los USA sean capaces de ocultar un platillo volante desde 1947 hasta nuestros días (incidente Roswell). Si realmente hubiera pasado, alguno hubiera cantado al primer divorcio, depresión o borrachera de fin de semana y hubiera salido en el "Hello" (el "Hola" versión guiri). A lo mejor, a los conspiradores no les pasa nada de eso, no sé...
Luego tenemos las Leyes de Murphy, implacables y de aplicación universal. Baste con recordar la primera: si algo puede salir mal, saldrá mal.
Hacer conspiraciones en este entorno es imposible, oiga. Los conspiranoicos infravaloran por varios órdenes de magnitud la estupidez humana y la capacidad de la naturaleza para sembrar el caos.
Aunque ahora ha surgido un nuevo chivo expiatorio para dirigir las miradas conspiranoicas: los "illuminati". Están de moda, parece que han gobernado el mundo desde siempre y tienen hasta página web. Aunque en este caso creo que debe ser verdad porque lo he visto en una peli ("Tomb Raider") y perdonen pero Angelina Jolie, aparte de ser algo más palpable que los herederos del Temple o de las sectas piramidales, me da muchísimo mejor rollo.
11 octubre 2005
La vacuna de la razón
Hay un programa radiofónico en la SER que se llama Milenio 3. Lo dirige un periodista llamado Iker Jiménez y lo he escuchado atentamente algunas veces que se me ha puesto a tiro. Hoy lo he buscado en internet y en la presentación del programa en su página web aparece lo siguiente: "Misterios no resueltos, periodismo de investigación, fenómenos extraños, ciencia de vanguardia..."; y aquí es que me sale lo del "no pasarán". Vaya por delante que cada uno se gana la vida como puede pero hasta aquí hemos llegado. Y es que los contenidos del programa son cualquier cosa menos ciencia. La ciencia se publica, es pública y transparente, y se somete a verificación a través de procedimientos (el método científico) mejorables pero honrados. Sería complicado explicar con brevedad las trampas semánticas, los retortijones a la lógica, la verborrea sin contenido que alimenta este programa y renuncio a ello. Pero a lo que no renuncio es a reclamar respeto para los que creemos que la razón es la herramienta fundamental que nos permite separar la verdad de la mentira, lo probable de lo improbable, los hechos de las supersticiones. No me toquen la ciencia, please, que hablar de método científico aplicado a parapsicología, fantasmas, psicofonías y demás bichos de la nutrida fauna del zoo Iker es como dice un ilustre tertuliano de la radio "una parajoda".
El problema es que es muy fácil alimentar con chorradas la imaginación del personal. Yo soy un buen aficionado al cine y literatura de ciencia ficción y no me perdía los expedientes X en la tele. Pero de aquí a comulgar con ruedas de molino hay un abismo. ¿Dónde está la trampa? Pues está en que las opiniones de barra de bar y los razonamientos marca Groucho Marx los puede hacer cualquiera. Lo que no es tan fácil es acumular conocimiento, contexto y fundamentos para debatir, criticar y valorar en profundidad. Eso lleva tiempo, estudio y esfuerzo, y claro, es demasiado pedir. Es más fácil escuchar a personajes como Rappel, la pitonisa Lola o Iker Jiménez que a Manuel Toharia o a Juan Luis Arsuaga (y pongo ejemplos con pico de oro), o leer las memeces de J. J. Benítez que la divulgación de altura de Stephen Jay Gould.
Acabaremos teniendo un "Instituto de Ciencias Religiosas" ya verán.
El problema es que es muy fácil alimentar con chorradas la imaginación del personal. Yo soy un buen aficionado al cine y literatura de ciencia ficción y no me perdía los expedientes X en la tele. Pero de aquí a comulgar con ruedas de molino hay un abismo. ¿Dónde está la trampa? Pues está en que las opiniones de barra de bar y los razonamientos marca Groucho Marx los puede hacer cualquiera. Lo que no es tan fácil es acumular conocimiento, contexto y fundamentos para debatir, criticar y valorar en profundidad. Eso lleva tiempo, estudio y esfuerzo, y claro, es demasiado pedir. Es más fácil escuchar a personajes como Rappel, la pitonisa Lola o Iker Jiménez que a Manuel Toharia o a Juan Luis Arsuaga (y pongo ejemplos con pico de oro), o leer las memeces de J. J. Benítez que la divulgación de altura de Stephen Jay Gould.
Acabaremos teniendo un "Instituto de Ciencias Religiosas" ya verán.
09 octubre 2005
Estrategia evolutivamente estable
En 1989, un biólogo llamado Richard Dawkins publicó un libro titulado "El gen egoísta". Aunque la idea es anterior, aquí lei por primera vez la expresión "estrategia evolutivamente estable" (EEE). Se llama así a un comportamiento que por su propia naturaleza tiende a perpetuarse en la sociedad. Un contraejemplo sería una sociedad que decidiera matar a sus hijos al nacer; obviamente, dicha sociedad desaparecería en breve por adoptar este comportamiento de decrecimiento insostenible. Una EEE políticamente incorrecta pero indiscutible sería que una sociedad practicara la eutanasia de los más viejos para poder sobrevivir en tiempos de penuria (véase la película de Shohei Imamura "La balada de Narayama").
La idea me llamó la atención y con los años he ido interpretando, a veces dando saltos mortales, algunas cosas que nos pasan a la luz de las EEE.
Por ejemplo, a pesar de lo inverosímil de la monarquía como régimen (eso de que el derecho a gobernar se propaga por los espermatozoides es algo difícilmente defendible) ahí tenemos la nuestra, con tanto apoyo popular que hasta Labordeta se apunta, eso sí, sólo cuando le sube la alcoholemia. Y resulta que en nuestro país el rey ni siquiera gobierna, sólo reina, sea lo que sea tal cosa. La EEE es que, ante el patético espectáculo de la clase política, rebosante de gañanes y treparriscos, el único asidero con visos de firmeza y por encima del lodo parlamentario es un tal Juan Carlos R. Y la EEE funciona porque si tuviéramos realmente que confiar en los gobiernos que periódicamente nos salen de la urnas sería para echarse a temblar y apuntarse a otra EEE infalible: las religiones, cuanto más oscurantistas mejor, que pensar es duro.
El rey, por tanto, es un asidero emocional para la peña, y para eso se le paga. Yo, que no soy nada y mucho menos monárquico, espero sin embargo que cumpla con su trabajo. Por el momento lo va haciendo con solvencia, aunque hay que reconocer que las casas reales europeas han dejado el listón por los suelos. Eso sí, que no se quejen demasiado, que el presupuesto de la Casa Real para el 2006 es de 9,05 millones de euros, algo más de 1505 millones de pesetas.
La idea me llamó la atención y con los años he ido interpretando, a veces dando saltos mortales, algunas cosas que nos pasan a la luz de las EEE.
Por ejemplo, a pesar de lo inverosímil de la monarquía como régimen (eso de que el derecho a gobernar se propaga por los espermatozoides es algo difícilmente defendible) ahí tenemos la nuestra, con tanto apoyo popular que hasta Labordeta se apunta, eso sí, sólo cuando le sube la alcoholemia. Y resulta que en nuestro país el rey ni siquiera gobierna, sólo reina, sea lo que sea tal cosa. La EEE es que, ante el patético espectáculo de la clase política, rebosante de gañanes y treparriscos, el único asidero con visos de firmeza y por encima del lodo parlamentario es un tal Juan Carlos R. Y la EEE funciona porque si tuviéramos realmente que confiar en los gobiernos que periódicamente nos salen de la urnas sería para echarse a temblar y apuntarse a otra EEE infalible: las religiones, cuanto más oscurantistas mejor, que pensar es duro.
El rey, por tanto, es un asidero emocional para la peña, y para eso se le paga. Yo, que no soy nada y mucho menos monárquico, espero sin embargo que cumpla con su trabajo. Por el momento lo va haciendo con solvencia, aunque hay que reconocer que las casas reales europeas han dejado el listón por los suelos. Eso sí, que no se quejen demasiado, que el presupuesto de la Casa Real para el 2006 es de 9,05 millones de euros, algo más de 1505 millones de pesetas.
Cultura y cambalache
Kate Moss es una modelo que esnifa coca. No es que me moleste, cada uno que se destruya la vida como quiera siempre que no se lleve a otro por delante. Lo que me molesta es ver esa noticia en la sección de Cultura de un periódico nacional.
Y es que estamos en un país de cuchufleta lleno de sórdidos desmanes. Por mencionar uno: una conocida enciclopedia digital escolar sólo menciona con nombre propio en la Sección "Cultura contemporánea de España" a Pedro Almodóvar y, ya de paso, dedica más líneas a la entrada "movida madrileña" que a "Siglo de Oro". Ángel González, José Hierro, Mariano Barbacid, Antonio López, Francisco Ayala, o cualquier otro trabajador honesto de las artes o ciencias no parece que tenga cabida en esta perversa síntesis.
Y es que ahora cultura es cualquier cosa, lo contrario sería ir contra la LOGSE y el buen talante. Por lo visto debemos tomar como trascendentes hechos culturales las pintadas en los muros o la taquigrafía, que no idioma, de los móviles, al menos tanto como a Joaquín Sorolla o Miguel Delibes, respectivamente.
De cómo hemos llegado a este punto cabría discutir pero ahí va una pista: el periódico El Mundo publica sus "Top 25" (así, con T de tonto del haba, vaya perra con el inglés) en varias secciones. Le echo un vistazo a la de educación y encuentro (insisto, entre los 25 personajes más importantes de la educación) a Carmen Chacón. ¿Sus méritos? Pues literalmente "Formó parte de la comisión que en un solo día revisó 600 enmiendas sobre la LOU". Así nos va.
Las universidades, esos templos del saber, no se libran del desaguisado, no crean. La mía, la de Extremadura, acaba de firmar un acuerdo por el cual el Instituto de Ciencias Religiosas (?) impartirá 20 asignaturas de libre elección entre las cuales figura, por ejemplo, una "Cristología". Y esto sí que me molesta porque si ya empezamos a creernos que la cristología es una disciplina científica al estilo de la física o la biología, apaga y vámonos. Cuando me vence mi parte irónica pensaría en proponer otras dos patas para configurar un sólido taburete metafísico; por ejemplo "parapsicología y telequinesia" y "astrología para torpes". Me consuela pensar que la UEX no es un ejemplo único porque echando un vistazo a los cursos de verano que universidades aparentemente serias perpetran sin rubor podemos encontrar monográficos dedicados a la ya mencionada movida madrileña o a la telebasura.
No, si acabaremos viendo a mi más querido ex, José María Aznar, de profesor en alguna universidad...
Hoy resulta que es lo mismo
ser derecho que traidor.
Ignorante, sabio o chorro,
generoso o estafador.
Todo es igual.
Nada es mejor.
Lo mismo un burro
que un gran profesor.
(Fragmento del tango "Cambalache")
Y es que estamos en un país de cuchufleta lleno de sórdidos desmanes. Por mencionar uno: una conocida enciclopedia digital escolar sólo menciona con nombre propio en la Sección "Cultura contemporánea de España" a Pedro Almodóvar y, ya de paso, dedica más líneas a la entrada "movida madrileña" que a "Siglo de Oro". Ángel González, José Hierro, Mariano Barbacid, Antonio López, Francisco Ayala, o cualquier otro trabajador honesto de las artes o ciencias no parece que tenga cabida en esta perversa síntesis.
Y es que ahora cultura es cualquier cosa, lo contrario sería ir contra la LOGSE y el buen talante. Por lo visto debemos tomar como trascendentes hechos culturales las pintadas en los muros o la taquigrafía, que no idioma, de los móviles, al menos tanto como a Joaquín Sorolla o Miguel Delibes, respectivamente.
De cómo hemos llegado a este punto cabría discutir pero ahí va una pista: el periódico El Mundo publica sus "Top 25" (así, con T de tonto del haba, vaya perra con el inglés) en varias secciones. Le echo un vistazo a la de educación y encuentro (insisto, entre los 25 personajes más importantes de la educación) a Carmen Chacón. ¿Sus méritos? Pues literalmente "Formó parte de la comisión que en un solo día revisó 600 enmiendas sobre la LOU". Así nos va.
Las universidades, esos templos del saber, no se libran del desaguisado, no crean. La mía, la de Extremadura, acaba de firmar un acuerdo por el cual el Instituto de Ciencias Religiosas (?) impartirá 20 asignaturas de libre elección entre las cuales figura, por ejemplo, una "Cristología". Y esto sí que me molesta porque si ya empezamos a creernos que la cristología es una disciplina científica al estilo de la física o la biología, apaga y vámonos. Cuando me vence mi parte irónica pensaría en proponer otras dos patas para configurar un sólido taburete metafísico; por ejemplo "parapsicología y telequinesia" y "astrología para torpes". Me consuela pensar que la UEX no es un ejemplo único porque echando un vistazo a los cursos de verano que universidades aparentemente serias perpetran sin rubor podemos encontrar monográficos dedicados a la ya mencionada movida madrileña o a la telebasura.
No, si acabaremos viendo a mi más querido ex, José María Aznar, de profesor en alguna universidad...
Hoy resulta que es lo mismo
ser derecho que traidor.
Ignorante, sabio o chorro,
generoso o estafador.
Todo es igual.
Nada es mejor.
Lo mismo un burro
que un gran profesor.
(Fragmento del tango "Cambalache")
06 octubre 2005
Continente y contenido
Uno de los libros de la serie Dune presentaba a un personaje con una curiosa pero práctica misión: analizar el contenido de los discursos de los políticos y ver cuál era el mensaje que realmente se había dicho, camuflado por la retórica fatua típica de esas criaturas. Llamaban a esto análisis semántico. Lo curioso del asunto es que esta figura aparezca sólo en una novela de ciencia-ficción porque su utilidad práctica es evidente en el mundo real. Por poner un ejemplo, nuestro presi propuso hace ya un año en las Naciones Unidas la ya famosa "alianza de civilizaciones". Su discurso puede encontrarse en Internet pero no me resisto a poner un par de frases, aunque sea fuera de contexto, por ejemplo: "Esta alianza habrá de formarse a partir del estudio por parte de un grupo de alto nivel", o que la alianza "es el camino más poderoso hacia la paz".
No sé que sacaría nuestro analista sintáctico de este tipo de discursos (el del presi es sólo un ejemplo, no creais que quiero señalar) pero me recuerda a la más breve crítica literaria del mundo, que leí hace unos años, y que se limitaba a una frase: "un bello libro ausente de todo contenido".
No sé que sacaría nuestro analista sintáctico de este tipo de discursos (el del presi es sólo un ejemplo, no creais que quiero señalar) pero me recuerda a la más breve crítica literaria del mundo, que leí hace unos años, y que se limitaba a una frase: "un bello libro ausente de todo contenido".
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
Grab this Widget ~ Blogger Accessories