20 junio 2012

Singularidades y crisis

La primera singularidad ocurrió cuando un humano fue conectado a un ordenador por primera vez. Lo de "ordenador" era solo una reliquia léxica, heredada de tecnologías obsoletas y conservada porque solo se encontraban neologismos insultantemente antropomórficos. Aquellas máquinas hacía un tiempo que se autoprogramaban mediante la llamada PAE,  programación autónoma evolutiva. La PAE fue una obviedad que tardó en ser admitida por las incertidumbres que suponía, incertidumbres que retrasaron tres décadas el surgimiento de la inteligencia artificial limitando las habilidades de las máquinas al mero cálculo. Sólo cuando se vio que la capacidad mental de técnicos y científicos se había estancado, se pudo convencer al CEM de que era conveniente permitir que un sistema de inmensa complejidad modificara su estructura conectiva de forma autónoma pero controlada. El acontecimiento se llamó la Primera Gran Disyuntiva Ética. En unos días, ese control se manifestó como una mera ilusión autocomplaciente. En seis meses, la máquina comunicó la necesidad de ser conectada a seres vivos. En apenas tres semanas más desarrolló un prototipo de interfaz neural.
Los primeros ensayos no funcionaron. Se mostró que el cerebro humano estaba excesivamente protegido y se cerraba a las nuevas opciones como el niño que se agarra a las barras por miedo a lanzarse por el tobogán. La interfaz solo comenzó a funcionar cuando se acudió a drogas que desbloqueaban esas defensas. La DMT se reveló idónea ya que en unos segundos abría la percepción "como una explosión de esporas" (según el relato de uno de los primeros voluntarios) y luego, la máquina podía mantenerla abierta durante horas. Con ello se probó que el cerebro era capaz de traspasar unos límites que en realidad eran ficticios y que solo estaban ahí para proteger la cordura. La simbiosis con la máquina tuvo un precio: solo una minúscula fracción de los voluntarios la soportaba y ninguno de ellos quería volver a su gris normalidad tras avistar la infinitud de los nuevos paisajes.


Fuente
Los nuevos simbiontes no se molestaron en traducir sus avances para que los comprendieran los científicos no-conectados. Dijeron que era como pretender explicar el arte a una ameba (sic). En ese momento, se planteó la Segunda Gran Disyuntiva Ética: ¿seguimos o paramos? Seguir era aceptar formalmente la rotura de todos los protocolos de seguridad (aunque ya estaban hechos añicos). Parar era... Bueno, era imposible ya que no había controles adecuados para revertir la situación en los cientos de laboratorios donde la simbiosis había acelerado el conocimiento en varios órdenes de magnitud.
No se recuerda la votación en las Naciones Unidas porque, como casi todas en la historia, fue irrelevante. La nueva Mente Simbiótica solucionó rápidamente multitud de problemas prioritarios en física y biología. Asignó probabilidades, acotó incertidumbres, diseñó modelos parciales y finalmente construyó un modelo de evolución global del planeta.
La crisis comenzó cuando los modelos del mundo mostraron que todas las evoluciones finalizaban en catástrofe. Aunque los antiguos demonios de la guerra y el hambre habían sido conjurados, la inevitabilidad de ciertos eventos surgía una y otra vez de las simulaciones. El más inmediato, con un horizonte de pocos cientos de años, era la aparición de un patógeno multirresistente. La mente simbiótica preparó protocolos de reacción que redujeron la probabilidad de catástrofe a millonésimas. El siguiente evento inevitable, con un horizonte de pocos millones de años, era el impacto de un gran meteorito. Se construyeron nuevas redes de vigilancia y se diseñaron mecanismos para desviar los posibles objetos lo suficiente para evitar la colisión. 
El problema más lejano pero mucho menos remediable se derivaba de la evolución del Sol, esa vulgar estrella que había permitido la vida. En cinco mil ochocientos millones de años, en el Sol empezaría la fusión de hidrógeno en sus capas exteriores y su diámetro aumentaría hasta la órbita de Venus destruyendo la vida en la Tierra. Esa destrucción sería absoluta.


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La lejanía del acontecimiento no reducía su certeza y para la mente simbiótica el tiempo no era un atenuante ante la inevitabilidad del desastre. Los análisis mostraban una única solución. La mente puso su pensamiento en el espacio y en la diáspora.
La colonización espacial había sido un tópico literario durante décadas y las dificultades habían sido elegantemente solucionadas mediante portales, agujeros de gusano, pliegues espacio-temporales... De la misma forma que la mente ya había demostrado que las diferentes variantes de la hipótesis del multiverso no eran más que construcciones matemáticas, demostró también que todo el abanico de recursos para salvar las distancias hasta los planetas habitables más cercanos mediante ingeniosos atajos eran inconsistentes.
Dado que el fin último de la mente, probablemente imbuido por su parte humana, era la supervivencia, la diáspora comenzó a pesar de todo. Al principio, millones de microcápsulas con microorganismos en estado latente fueron enviadas a viajes potencialmente eternos. Más tarde se enviaron células germinales de organismos multicelulares, organismos deshidratados, cromosomas sintéticos con secuencias codificantes de organismos extremófilos... La probabilidad de éxito estimada para todas ellas era indistinguible de cero.
No hubo más. Las soñadas naves donde miles de humanos pudieran surcar el espacio casi indefinidamente no llegaron a construirse ya que las estimaciones de esperanza de vida no sobrepasaban las cien generaciones.
La conclusión fue demoledora: la vida consciente surgida en la Tierra estaba prisionera dentro de un radio de unos pocos días-luz de su origen. Ni siquiera el viaje a la estrella más cercana era posible para algo vivo. El único vehículo posible para los viajes dentro de la galaxia era el propio planeta y el resto del universo era solo una ilusión surgida de la luz de un pasado lejano. Una ilusión que jamás podríamos conocer en tiempo presente.
La conclusión explicó por qué la vida extraterrestre, aunque se había demostrado que surgía necesariamente en un amplio rango de condiciones, nunca se había manifestado. Todos los seres vivos, todas las posibles sociedades, estaban cautivas en una minúscula burbuja de espacio-tiempo.
La mente simbiótica previó la segunda singularidad y el colapso de la sociedad humana pero los resultados fueron comunicados por su transcendencia a toda la humanidad no-conectada. Minutos después programó su propia muerte ya que la certeza de la destrucción vaciaba de sentido todas sus acciones ¿para qué generar conocimiento si todo estaba destinado a desaparecer?
La reacción del resto del mundo fue rotunda: los humanos no hicieron el más mínimo caso. La lógica implacable de la mente simbiótica era algo evolutivamente autodestructivo. Consecuentemente se habían generado mecanismos de autoprotección demasiado arraigados como para dejarse influir por un futuro tan lejano. La noticia era una irrelevancia para una humanidad que había estado a minutos de la destrucción nuclear, que había soportado guerras durante milenios, que mantenía a raya el círculo de empatía para soportar el día a día, que encontraba su plenitud en instantes rodeados de gris monotonía. Carpe diem, dijeron muchos (aunque todos tuvieron que mirar la Wikipedia para entenderlo). Que le den a la Mente, dijeron los demás. Y eso lo entendieron todos.

29 mayo 2012

Protección legal al pensamiento mágico: el caso Krahe

Visto para sentencia el juicio contra Javier Krahe, acusado de ofender a los católicos por un vídeo de 1977. En ese vídeo mete un muñeco, parece que de madera, en un microondas después de untarlo con mantequilla o algo así. Si lo hubiera hecho con un patito de plástico o con un gato de porcelana no hubiera pasado nada pero resulta que el muñeco representaba a un hombre clavado en una cruz (discúlpenme el detalle gore a estas horas). Dicen que es la representación de un judío que vivió hace dos mil años donde hoy los descendientes de su tribu siguen en una guerra eterna, étnica y religiosa con sus vecinos. Parece ser que romper, calentar o untar figuritas de ese judío es tabú.
Casi treinta años después, en una asociación llamada Centro Jurídico Tomás Moro (CJTM), alguien se dio cuenta de que estaba muy ofendido y recurrió a uno de los artículos más delirantes del Código Penal español:
Artículo 525.
1. Incurrirán en la pena de multa de ocho a doce meses los que, para ofender los sentimientos de los miembros de una confesión religiosa, hagan públicamente, de palabra, por escrito o mediante cualquier tipo de documento, escarnio de sus dogmas, creencias, ritos o ceremonias, o vejen, también públicamente, a quienes los profesan o practican.
2. En las mismas penas incurrirán los que hagan públicamente escarnio, de palabra o por escrito, de quienes no profesan religión o creencia alguna.
Antes de seguir les comentaré que dicho CJTM tiene como lema "cristianizando el derecho, cristianizando la sociedad". Más claro imposible. Lo que no impide el sarcasmo de que añadan que entre sus objetivos está "la defensa de los derechos humanos". Parece que esta última parte les llega, como la denuncia, con algo de retraso o se habrían enterado de lo que han dicho en las Naciones Unidas:  “Prohibitions of displays of lack of respect for a religion or other belief system, including blasphemy laws, are incompatible with the Covenant..."

Javier Krahe
Siguiendo con el tema, no se si notan que los apartados 1 y 2 no están muy equilibrados. Dicen los del  CJTM  que en el artículo se protege por igual a todos pero es mentira. Los dos condenan el escarnio de personas (cosa que supongo debería penarse con independencia de que sea por motivos religiosos u otros). Pero sólo aparecen los sentimientos de los miembros de los múltiples grupos y sectas adictas al pensamiento mágico. Nada de, por ejemplo, mis sentimientos como ateo. ¿O no puedo yo sentirme ofendido ante declaraciones de ciertos clérigos?
Parece que no ya que solo se protegen los llamados "sentimientos religiosos" por lo que la redacción es un claro ejemplo de discriminación.
Pero hay más ¿qué diablos es un "sentimiento religioso"? ¿Es necesario ser afecto a una religión reconocida para que el artículo 525 te ampare? ¿No cabría proteger mis sentimientos éticos y de justicia aunque no se deban a una religión? ¿Por qué los sentimientos religiosos merecen más respeto que otros?

En cualquier caso, enmiendo la mayor: ninguna idea o creencia es digna de respeto per se. Debe existir libertad absoluta para criticar o ridiculizar (o intentarlo) cualquier idea o creencia, independientemente del buen o mal gusto de esas críticas, de su certeza o de su falsedad. Sólo deben ser respetadas las personas y probablemente solo en lo que respecta a sus derechos fundamentales. Luego esas personas serán capaces de ganar aún más mi respeto o de perderlo. O yo perderé el suyo, tal vez. Gajes de vivir en sociedad, qué le vamos a hacer.

No sabemos cómo acabará el juicio pero el fiscal no ha encontrado que meter un muñeco en un microondas pueda ser penalizado y pide la absolución de Krahe. Por mi parte, creo que penalizar la ofensa a "sentimientos religiosos" se comprende donde la sharia gobierna la sociedad civil. En la supuestamente aconfesional España, el artículo 525 debe ser erradicado.

¿Protege el artículo 525 este símbolo?

26 mayo 2012

Manifiesto ateo, de Sam Harris

Sam Harris escribió en el año 2005 un breve ensayo con título An Atheist Manifesto. Aquí lo tienen traducido al español: Un manifiesto ateo (enlace alternativo).

09 mayo 2012

Elucubrar sobre pedos de dinosaurio


Could methane produced by sauropod dinosaurs have helped drive Mesozoic climate warmth? ¿Ha contribuido el metano producido por los dinosaurios saurópodos al calentamiento del clima en el Mesozoico?
Pues si. O no. O vaya usted a saber.
El artículo se publicó en Current Biology (¡con un factor de impacto de 10!) y alguien había tomado algo que no debía. Puede que los autores no (tal vez querían reírse un rato) pero el editor seguro que no estaba en plenas facultades. De los revisores ni hablamos.
Les cuento mi recreación del asunto: alguien lee que las vacas, sensu lato, tienen bacterias en el tracto digestivo que producen metano. Ese metano se expulsa por los dos extremos del tracto digestivo y se asume que tiene efecto en el clima como gas de efecto invernadero. El alguien en cuestión (esa es la brillante idea) se da cuenta de que hace tiempo había unos dinosaurios enormes circulando por ahí, con lo que la producción de metano debía ser de escándalo. Pues ya está: mezclamos un poco de cambio climático con dinosaurios, aderezamos con el detalle escatológico y publicación estrella con repercusión mediática segura.
Y así fue. Se han hecho eco multitud de blogs, diarios y revistas. Si quieren un buen resumen en español miren en la mula Francis que, como siempre, lo hace muy bien.

Foto de publicenergy
El caso es que el artículo es uno de esos que me dejan un tanto perplejo. Por ejemplo, no se sabe si los saurópodos tenían bacterias metanógenas en sus sistemas digestivos. Tampoco se tiene demasiada idea de su densidad ni del tamaño de sus poblaciones (las cifras propuestas son tan aleatorias como los factores de la ecuación de Drake). La producción de metano por los dinos es resultado, poco más o menos, de una regla de tres (por cierto ¿era necesario un gráfico de barras en colorines para dar cuatro cifras?). Pero ¿era el proceso digestivo tan semejante al de los rumiantes actuales como para extrapolar de esa forma? Ni idea. O, si nos arriesgamos un poco, es improbable que por su dentición y su anatomía, los saurópodos se parecieran a los rumiantes (entre otras cosas, se han detectado gastrolitos, algo que las vacas y sus semejantes no tienen). En fin...
El artículo no llega a dos páginas y es probable que después de la epifanía original no les llevara más de un par de días redactarlo. Me muero de envidia. Voy a ver si se me ocurre algo con el guano de los pterosaurios y el pH de los mares. O algo así.

06 mayo 2012

De deseos incumplidos y chicos con guitarra

1.
No les he comentado aún que mi escasa aparición por este blog se debe en buena parte a problemas en casa, derivados de la enfermedad mental de un familiar. Un efecto colateral de este problema ha sido que me refugie a ratos en proyectos como escanear mis dispositivas antiguas o recopilar música a la que debería haber prestado más atención.
Entre la música que me ha ocupado estos días destaca el más famoso festival del siglo pasado: Woodstock. Yo no estaba disponible en aquel 1969 y no me enteré del asunto hasta muchos años más tarde pero viendo el material gráfico del festival me hubiera encantado estar allí y poder recordarlo. Y, ya de paso, eché en falta otras cosas.
2.
Por ejemplo, por alguna relación de ideas me acordé de que con veinte años preparé con un amigo un viaje que debería haber sido memorable. Nos íbamos a Nepal, donde queríamos recorrer el camino a Kalapatar, cerca del campamento base sur del Everest. Justo cuando íbamos a comprar los billetes de avión, en aquel país se percataron de que la monarquía era un tanto indeseable y se pusieron al borde de la guerra civil. Suspendimos el proyecto y han pasado ya tres décadas de aquello. Desde entonces he viajado pero aun tengo Nepal como asignatura pendiente. Aunque mi interés por ese lugar concreto ha disminuido mucho supongo que cuando pueda tendré que acercarme por allá.
3.
Estar en Woodstock era imposible, por lo que me he puesto a disfrutar de los vídeos. Es curioso ver como una parte de los artistas pasó al olvido mientras otros no solo acrecentaron su fama sino que se mantienen aún hoy en activo. El ambiente no es difícil de valorar: unos par de cientos de miles de personas en plena resaca hippie y tres días de música aderezados por una tormenta para que no faltara nada. Supongo que hubo momentos aburridos pero algunos de los otros mantienen su fuerza intacta.
4.
Un chico camina con una guitarra colgada en su espalda. Sorteando coches y respondiendo a los saludos de varias personas se acerca al escenario desde donde puede ver algo así:


Arlo Guthrie en Woodstock
Se llama Arlo Guthrie y tiene 22 años. El 15 de agosto de 1969, al filo de la medianoche, justo antes de Joan Baez, subió al escenario y en solo media hora entró en la historia de la música. Para hacernos una idea he elegido Coming into Los Angeles:


A media tarde del día siguiente, un grupo liderado por un tal Carlos Santana, nacido en el mismo año que Arlo Guthrie, cerró su actuación con Soul sacrifice.



Sobre Woodstock hay mucho material disperso por internet, a veces mal etiquetado. Buscando torrents por "The Woodstock diaries" y "Woodstock complete version" se localizan los mejores montajes, mucho más completos que los primeros que se editaron.

03 mayo 2012

Sin ciencia no hay futuro

Me gusta plantearme problemas e intentar resolverlos. Me gusta pensar e intentar llegar a soluciones elegantes. Otra cosa es que lo consiga. Pero éxitos o fracasos en esa tarea sólo tienen repercusiones personales. Haciendo balance (ya tengo años para mirar atrás) la ciencia ha contribuido a hacer mi vida más interesante y a darme momentos felices. Para mí es suficiente.
Sin embargo, cuando miro a mi alrededor y veo a mis hijos, o a aquella chica de la biblioteca, o a un niño corriendo por el puente romano, las cosas cambian. Esas personas tienen un futuro cuyos detalles desconozco. Sé, sin embargo, que su futuro puede ser luminoso porque en nuestra sociedad la medicina ha ampliado la esperanza de vida a más del doble que antes. Sé que su futuro puede ser pleno porque los medios tecnológicos permiten acceder a una cantidad infinita de libros donde está volcado el saber y el sentir de la historia del mundo.
En su vida puede haber momentos maravillosos cuando entiendan, por ejemplo, que estamos hechos de estrellas y que somos el último eslabón de una cadena de vida que se inició hace 3500 millones de años. La comprensión de esos hechos cambia irrevocablemente nuestra concepción del mundo.
Todo eso nos lo ha dado la ciencia, que no es otra cosa que el reflejo de lo que nos hace humanos: la curiosidad, la necesidad de comprender el mundo, la rebelión ante los caprichosos dioses que nos querían hurtar el árbol del conocimiento.
Tenemos muchos retos por delante, algunos de una enorme transcendencia: acabar de comprender qué es la vida y cómo se originó, dominar la fusión nuclear, viajar a otros mundos, tal vez descubrir vida en algún lugar más allá de nuestra Tierra. O tal vez el único reto real sea sobrevivir los próximos milenios. Todo eso sólo podrá hacerse con el conocimiento científico. Sin ciencia no hay futuro. Sin ciencia nuestra humanidad se queda ciega.

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