25 marzo 2007

El viaje del Nautilus

Todo el mundo sabe que Robert Edwin Peary y sus acompañantes fueron los primeros en alcanzar el Polo Norte, allá por abril de 1909. El Polo Sur le correspondió a Roald Amundsen en diciembre de 1911, mientras que Robert Falcon Scott y su equipo lo alcanzaron apenas un mes después muriendo en la vuelta.
Pero poca gente sabe que William R. Anderson capitaneó el primer equipo que alcanzó el Polo Norte por debajo de la capa de hielo que cubre el Océano Ártico.
Y es que el Nautilus existió. Fue un submarino de propulsión nuclear estadounidense con nombre USS Nautilus SSN 571. Fue botado el 21 de enero de 1954 y detuvo sus máquinas definitivamente 25 años después, en marzo de 1980. Nunca entró en combate.
La aventura comenzó el 22 de julio de 1958 en la famosa base Pearl Harbor en Hawai cuando zarpó rumbo Norte con una tripulación de 116 hombres en cumplimiento de una misión secreta llamada Sunshine. No era la primera vez: el año anterior lo habían intentado pero los hielos les cerraron el paso en las aguas poco profundas del Mar de Chukchi, al Norte del estrecho de Bering. En cierto momento pasaron entre el fondo marino y un enorme témpano flotante con apenas un par de metros de holgura lo cual fue suficiente para que Anderson ordenara dar media vuelta y esperar tiempos mejores. Estos llegaron al verano siguiente. Después de intentar meterse bajo la banquisa por el mismo lugar que el año anterior lograron llegar al mar Barrow que hoy podemos ver en directo a través de una webcam. Allí encontraron aguas profundas y avanzaron hacia su objetivo.

Batimetría del Océano Ártico, desconocida en los años del viaje. Los azules más oscuros señalan mayor profundidad (hasta 4500 m aprox.)

Finalmente, el 3 de agosto de 1958, el Nautilus llegó al Polo Norte geográfico. Un lugar sin características especiales, en medio de la nada, donde la temperatura del agua era exactamente 0 ºC y la profundidad 4089 m. La travesía en inmersión continua fue de 1830 millas, casi 3400 km, y se realizó en 96 horas. Anderson envió más adelante (las transmisiones eran imposibles sumergidos) un mensaje al jefe de Operaciones Navales en un buen ejercicio de síntesis: “Nautilus 90º Norte”.
Derrota aproximada del Nautilus en su viaje bajo la banquisa ártica

¿Por qué hubo que esperar a la propulsión nuclear para el fantasmal viaje bajo la banquisa boreal? Básicamente porque en los submarinos convencionales es necesario salir a la superficie periódicamente (o al menos sacar un snorkel) para recargar los acumuladores mediante sus motores diesel que, además, necesitan oxígeno para funcionar. Un viaje en inmersión tan largo era imposible. Los submarinos atómicos no tienen esa necesidad y además son más rápidos, algo conveniente para recorrer 3400 km sumergido. También fue necesario perfeccionar los girocompases y sistemas inerciales de navegación, avances que luego serían muy útiles en usos civiles.

En algún sitio, hace años, encontré la lista de nombres que formaban la tripulación del Nautilus. Nemo no estaba pero sí anoté a un tal Stepherd M. Jenks, oficial de derrota, que tuvo la difícil pero crítica tarea de saber dónde diablos había que ir ya que a latitudes altas la brújula no funciona y los giróscopos necesitan atención constante para no caer en lo que se llama la “ruleta de las longitudes”, una desorientación de los instrumentos que puede acabar haciendo que el submarino de continuas vueltas al Polo sin poder definir el rumbo ni la posición.

El USS Nautilus navegando en superficie

7 comentarios:

Unknown dijo...

Bueno, yo sí recuerdo (¡viejo que es uno!) la travesía bajo el Polo Norte del Comandante Anderson, al mando de su Nautilus... Poco después, el 17 de marzo de 1959, el USSN-578 Skate, uno de los primeros submarinos nucleares de ataque, salió a la superficie en el mismo Polo Norte.
No obstante, han sido muchos los buques que han llevado el nombre de Nautilus. El primero fue el diseñado por Robert Fulton para el Cónsul Napoleón Bonaparte, botado en 1800. La Armada británica ha tenido (que yo sepa) 10 buques con ese nombre, de los que el botado en 1914 era un submarino, y la estadounidense creo que ha tenido 6, de los que los dos últimos fueron submarinos. En fin, es una denominación que se ha utilizado mucho.
Saludos.

Ana dijo...

Los diarios de mi país destacaron la noticia del paso del Nautilus bajo los hielos boreales --hasta hoy supe que se llaman banquisa-- pero jamás hubiera imaginado que la pericia del oficial Jenks hubiera sido determinante.

Tampoco sabía de la primera y fallida intentona.

Sobre la cómoda de mi habitaciòn tengo dos amonites fósiles que me recuerdan siempre a Nemo. Ahora, cuando los vea pensaré tambièn en Jenks.

Ángel M. Felicísimo dijo...

Apfelbaum, gracias por los datos. La verdad es que no me sorprende que el nombre haya sido popular pero no esperaba tanto. Saludos.

Ángel M. Felicísimo dijo...

Ana, ya ves que me gusta dar algún nombre que NO se hizo famoso pero que estuvo implicado hasta las cejas en el asunto. Saludos.

Ángel M. Felicísimo dijo...

"no creo que el Nautilus alcanzara la profundidad que parece que dices que alcanzó (4.089 metros)"
No, claro que no, he debido escribirlo más claramente, la profundidad es la que hay en el Polo Norte, el submarino estaba mucho más cerca de la superficie, probablemente a 200 o 300 m.
El Nautilus llevaba sonares tanto hacia arriba, para trazar el "techo" de hielo, como hacia abajo, para medir la distancia al fondo.
Saludos.

CarVill dijo...

Hay que ver! Esta entrada me ha recordado un libro que me dieron como premio en el colegio al acabar el 4º curso de EGB, allá por 1974. Se titula (aún lo conservo) La Conquista del Polo Norte, de Antonio Ribera (no confundir con el "ufólogo" himbestigador de mismo nombre), publicado por Ediciones AFHA.
De una forma muy resumida pero amena, ya que va dirigido a público juvenil, narra desde los viajes de Piteas el Marsellés en el siglo IV a.c. hasta el viaje del Skate, pasando por leyendas como la de San Balandrán, los intentos de llegar a las Indias por el Norte, los descubrimientos de Parry y Ross, los viajes de sir John Franklin, Nordenskjöld, Nansen, Peary, etc.
Creo que esta obra, junto con las novelas de Verne, hizo que empezara a ver el mundo desde la apasionante perspectiva de la Ciencia.
Saludos.

HECTOR SCAGLIONE dijo...


Tengo entendido que hubo que modificar el girocompás, se le agregó otro giróscopio colocándolo a 90 grados con respecto al original, porque debido a que, al llegar al norte geográfico se comportaba en forma errática, el conjunto mejoró notablemente el funcionamiento, la resultante achicó los tiempos de precesión para orientarlo a los meridianos, y al llegar al norte geográfico y pasarlo, giraba 180 grados. Actualmente esta modificación sirvió para ser aplicado a todos los buques civiles y militares.

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