30 mayo 2006

El sentido de la vida: guión biográfico con final previsible (II)

Donde defiendo la irrelevancia de la confesión de ateísmo pero la militancia en otras cuestiones relacionadas

En la entrada anterior de esta serie-culebrón hablé del aprendizaje. Tocaré en ésta un tema de discusión recurrente sólo para manifestar que lo veo desde otro punto de vista: Dios(es), religiones e iglesias.
La anécdota: llegaron hace unos años dos Testigos de Jehová a mi casa. Desde hacía tiempo tenía preparada la estrategia que coincide sinceramente con mi forma de ver este asunto. El diálogo fue más o menos así, empezando por una pregunta de ellos a bocajarro:
- Buenos días ¿cree usted en Dios?
- ¿Perdón? No entiendo de qué me habla.
- Le preguntaba que si cree usted en Dios.
- Sigo sin entender ¿me explica qué quiere decir?
- Dios es nuestro padre, el creador del mundo, el que nos premia o castiga por nuestros actos...
- Ahora sí que no entiendo nada, disculpe ¿quién dice que es mi padre?
....
El diálogo de sordos siguió sólo durante unos minutos porque quería dejarles con la sensación de que su visión teísta del mundo no era necesariamente algo natural y podía ser absolutamente incomprensible para algunas personas.
Lo importante para mí de la anécdota es que cuando se habla de dioses se parte de unas premisas que no hay porqué asumir. Por ejemplo, se supone que todo el mundo sabe qué o quién es Dios y que si un ateo y un creyente discuten al respecto el tema será sobre su existencia.
Mi manera de ver estas cosas es algo diferente. Los dioses están tan lejos de mi pensamiento cotidiano (incluso cuando me pongo trascendente después de dos copas de Mascaró) que hacer confesión de ateísmo me parece completamente irrelevante. Y como esa divinidad que mucha gente tiene presente a lo largo de su vida no figura en la mía, me permito, cada vez que alguien me habla del tema, preguntar desde cero: ¿de qué me hablas que no entiendo nada? No tenemos base de discusión, me suena la palabra dios pero no sé que es. Y es curioso que nadie ha sabido explicármelo construyendo el edificio desde abajo.
Consecuentemente, no suelo comentar mi posición dentro de la dicotomía ateo/creyente porque es irrelevante. Sería como tener que decir obligatoriamente de qué equipo de béisbol eres, no siendo de ninguno y, además, no pensando nunca en ese deporte, nada popular en España.

Lo menciono aquí porque cuando sale el tema de qué pinta uno en este mundo, parece que los dioses son un punto que conviene dejar aclarado. Pues quede aclarado: están tan lejos de mi pensamiento cotidiano como puede estarlo la hípica: sé lo que es, a veces me pilla de observador involuntario, pero me aburre y cambio de canal en la TV.

La segunda parte va de religiones, no de dioses. Y es que no son lo mismo. Por ejemplo, vaya por delante mi convencimiento de que ningún dios ha hecho mal al mundo. No pueden. Las que sí han intervenido e intervienen son las religiones. Algunas son, hasta donde yo sé, esencialmente inocuas, como el budismo o algunas suertes de panteísmo. Otras son esencialmente nocivas: todas aquellas que son proselitistas y que tienen como objetivo convertirse en ecuménicas. La religión patibularia es una de ellas, el islamismo otra.
En este sentido no diferencio entre religiones oficiales y sectarias porque es sólo una cuestión de éxito evolutivo: las sectas lo son porque aún no han conseguido suficientes acólitos.

Y finalmente, en tercer lugar, están las iglesias, esas estructuras que se arrogan la representación de la religión en la vida colectiva. En sentido estricto, las relaciones con los dioses suelen tener una base esencialmente privada pero en el tiempo eso no es viable. Las religiones que se hacen colectivas tienen más éxito evolutivo: es el sentido de tribu biológica aplicado a las ideas. Y aquí tienen que aparecer los atributos de los que ninguna religión colectiva carece: los rituales colectivos y la progresiva toma de las riendas por una jerarquía de "expertos" o canalizadores de la conexión con el dios. El que encuentre diferencias sustanciales entre los sacerdotes y los mediums que avise.
Aparecida la estructura iniciática siempre estrictamente jerárquica, su programa de actuaciones se hace siempre más ambicioso. Las metas iniciales, básicamente espirituales, se amplían de forma que las iglesias se entremeten en la vida pública con la intención de ganar prosélitos a través de la injerencia en las leyes y en la educación.
Las iglesias son, por tanto, estructuras que sólo se sostienen si su intervención en la vida pública se hace fuerte. Y mi hostilidad hacia ellas (todas) es debido a algunas de sus coincidencias: ninguna promueve la cultura, sólo el adoctrinamiento; ninguna promueve la libertad de actuación, sino la sujección a una red de normas dictadas por la jerarquía; ninguna promueve la tolerancia, sino la visión de los demás a través del filtro doctrinal.

¿Qué tiene que ver el primer post con este? Verán, si tienen paciencia, que son piezas que encajan para definir una postura razonable ante el destino que nos espera a todas las máquinas biológicas. Y recuerden que la culpa la tiene Bujanda, que empezó a filosofar primero.

7 comentarios:

Sentido Comun dijo...

A chinga...como dice mi presidente Fox: Y yo porque?...

Es broma, ahora estoy trabajando en dos post, uno de Humanismo Laico y otro de las consecuencias del laicismo en las democracias modernas, creo que vamos por donde mismo.

Por lo pronto, te robare la idea de como recibir a los testiculos de Jehova. Ya quiero que llegue el domingo.

Saludos

Ángel M. Felicísimo dijo...

¡Dios mío! (con perdón) ¿te llegan los TJ todos los domingos? Ya contarás la experiencia, que yo vivo bastante inaccesible y ya no me visitan. Saludos y esperando los post prometidos...

Jack Maybrick dijo...

A mí acaban de visitarme ayer un par de Testículos de Jehová (de esos que quieren que los atiendas a güevo), y por fortuna ya había leído tu página, que si no me hubiera metido en una discusión filosófica sin sentido (y eso que tengo una biblia, una constitución y una enciclopedia a la mano, para discutir con conocimiento de causa.

No me lo van a creer, pero los Testículos de Jehová sólo se quedaron 3 minutos en lugar de los 15 minutos habituales. Puedo certificar que responderles "Ah, chingá... ¿en quién?" sí funciona. Aunque de hecho tuve que meter al Monstruo Volador de Espagueti en la lucha, cuando les pregunté que si en el Cielo había un volcán de cerveza yucateca helada y una fábrica de estrípers. Me respondió "No..." y antes de que pudiera decirme algo más yo le dije "Pues el Cielo debe ser un lugar muy aburrido". Acto seguido... los Testículos se miraron entre sí y se largaron sin decir ni un adiós siquiera...

Ya espero con ansia que lleguen con refuerzos...

Ángel M. Felicísimo dijo...

Veo que la receta es transnacional, me alegro. Ciertas discusiones es mejor hacerlas delante de esa cerveza celestial y con buena compañía, no con un par de peleles. Pero no cantes aún victoria Jack, vendrán legiones...

Pereque dijo...

Por mi casa los Testículos de Jabón se han parado una sola vez a dejar un folleto. Todos mis encuentros con ellos en los últimos 10 años han sido de hola-folleto-adiós-siguiente.

Los que sí se están volviendo medio jodones por mi barrio son los mormones. Una vez estuvieron como 10 minutos en mi casa; los recibí con la esperanza de que me dejaran un Libro de Mormón para la biblioteca. Me dejaron un tríptico chafa con la dirección de su templo.

¿Funcionará esta estrategia con ellos también?

P.

Ángel M. Felicísimo dijo...

El problema de los mormones es que, al menos en España, son clónicos, rubios, yanquis y no entienden demasiado bien qué les dices. La mejor solución para ellos la ví en un letrero a la entrada de una casa en Ushuaia: "no se admiten maleantes ni mormones". Con letras grandes.

Pereque dijo...

Pues lo voy a intentar. Los que me han tocado hasta ahora son capaces de sostener una conversación normal y vienen acompañados de un mormón de ascendencia local. Podría funcionar. Luego les platico cómo me fue.

P.

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