23 abril 2006

Mi vida sin sentido, según Javier Aranguren

Donde un filósofo trampea con el lenguaje y pretende convencerme del sinsentido de mi vida
Pues no, últimamente no tengo suerte con los libros. De paseo por la biblioteca, encontré uno titulado “¿Puedo estar seguro de algo? Responde: Javier Aranguren”. Y me dije ¡qué bien! Un librito de apenas 80 páginas tratando un tema esencial en ciencia. Y me equivoqué (de nuevo). Menos mal que esta vez salió gratis.


Al grano: el libro NO trata del tema de cómo distinguir lo verdadero de lo falso. Lo que hace es ejecutar una serie de saltos mortales dialécticos hasta llegar a la conclusión de sólo en Dios está el sentido de la existencia. No me importa este final, que me trae al fresco, sino el camino que se sigue para llegar a él y en el que me siento aludido. Podríamos suponer cierta presunción en don Javier porque pretende, nada menos, que llegar al dios de turno con un argumento lógico, el reto que más fracasos ha cosechado en la historia. Pero, aparte de ello, hay afirmaciones que me molestan porque caen en tópicos que sólo se justifican en la superficialidad. Me quedo sólo con dos ejemplos:

Afirmación 1:
“Si no hay Dios, si nada responde a una legalidad, si todo es fruto ciego de una evolución ciega, entonces no hay razones para limitar el daño que podemos causar a los otros y viceversa: todos nos convertimos automáticamente en enemigos, en competidores”.
Mis comentarios:
Falacia 1: “si no hay Dios” no es igual a “si nada responde a una legalidad” como pretende el filósofo. Los seres humanos nos marcamos las reglas de convivencia y comportamiento a través de nuestro desarrollo cultural, a veces en contradicción con las estrategias puramente biológicas donde, por ejemplo, el altruismo sólo tiene sentido en grupos familiares. Mal empezamos, por tanto, intentando colarnos una falsa equivalencia.
Falacia 2: “si no hay Dios nos convertimos en enemigos”. Eso es una suposición demagógica y sin argumentos. La cooperación entre individuos es una estrategia biológica que surge de forma natural porque es beneficiosa, útil para la supervivencia. Nosotros, el género humano, vamos más allá y desarrollamos un sentido ético. Destacaré que ese sentido ético es tanto más genuino en los ateos porque se adopta sin amenazas, con auténtica libertad, ya que no hay ni la coacción del castigo eterno ni la promesa de premio final. ¿Cómo explica don Javier que existan ateos con una ética sólida? No quiero ni entrar en la justificación de las matanzas en nombre de los dioses a lo largo de la historia. "Todo aquel que no crea en mi dios es mi enemigo" sería una frase más certera.
Afirmación 2:

“Dice María: Hay bastantes científicos que sostienen […] que todo es materia, que lo que surge de la materia no es sino materia. El hombre es fruto casual de una evolución casual de la materia. El hombre no es más que otro momento o estado de un proceso material total.
Contesta Javier: María, me parece que de lo que dices hay que concluir necesariamente lo siguiente: hay que suponer que el fundamento del sentido es un sinsentido, es la ausencia total de sentido, pues todo lo que existe es un fruto casual de esa azarosa evolución”
Y María: Parece que sí.”
Jo, María, que poco batalladora eres.
Falacia 1: “el hombre es fruto casual de una evolución casual…”. Sugiero amablemente que la frase refleja una posición antropocéntrica no justificada. Sustituyamos “el hombre” por “la vida” porque nosotros no somos más que una especie que surge de una evolución que tiende a la complejidad porque ésta es generadora de estabilidad y de adaptabilidad. Don Javier confunde de nuevo el azar que genera las variaciones con la propia evolución. Error de creacionista o testigo de Jehová, qué pena. Probablemente la vida es una consecuencia probable de la propia existencia de la materia, no un milagro que necesite una intervención divina o extraterrestre (que tal para cual).
Falacia 2: “hay que suponer que el fundamento del sentido es un sinsentido”. Aquí introduce don Javier un alien, un concepto ajeno: “sentido”. La necesidad de ver un “sentido” a la vida o al universo es, de nuevo, un síntoma antropocéntrico firmemente enraizado en la cultura cristiana, según la cual somos creaciones privilegiadas de Dios. Y claro, así no hay quien se escape a la pregunta tonta del milenio ¿porqué estoy aquí? La respuesta es muy dura para los creyentes: no eres más que un organismo entre miles de millones. Pero para algunos eso nos basta porque esa aparente o real intrascendencia la llenamos con un sentido ético. Y lo encontramos en cosas tan banales como contribuir un poquito al avance del conocimiento o paliar algo de sufrimiento físico de los demás. No nos hace falta un dios para eso.
Curiosamente, en un libro que trata aparentemente de la veracidad de las cosas no aparecen nunca palabras como evidencia, dato, observación, experimentación, verificación…
No, doctor Aranguren, no. Su relato es deficiente y falaz, su argumentación débil, los argumentos de sus contertulios lamentables (prácticamente no tienen pensamiento propio). Incurre usted en errores como hacer creer que una paradoja verbal tiene repercusiones sobre el mundo real o hacer sinónimos la evolución biológica con el sinsentido. Somos muchos los que no necesitamos que un santón (Dios nunca aparece directamente) nos diga cómo y con qué reglas hemos de vivir. Y tome nota: los ateos no somos necesariamente propensos al suicidio, ni más crueles ni más egoístas que otros. Eso sí, tal vez seamos los más consecuentes con nuestras ideas aunque usted opine lo contrario.

6 comentarios:

Luis F. González dijo...

Vaya, más postmodernismo en concentraciones no aptas para consumo humano.

Me recordó una frase del viejo Heidegger: la escencia de la verdad es la verdad de la escencia.

Cuando te enteras de que el que dijo esa burrada es el filósofo más influyente de los últimos cincuenta años, te dás cuenta de por qué está asi el mundo.

Saludos.

Anónimo dijo...

Javier: ¿Hacemos...?
María: No, hoy no, me duele la cabeza. Por favor.
Javier: Pero es que perdemos otro día sin glorificar al señor, sin buscar otro ente más de reproducción.
María: Tienes razón. Siendo así...

¡Ja! Me llamaréis machista. ¡Pero es que lo ponen a huevo! Me juego el cuello a que en su libro María no gana nunca ninguna discusión. De este autor se comenta que usa el método socrático. No me extraña. De los Diálogos de Platón recuerdo que Sócrates soltaba largos monólogos entre los que se intercalaban respuestas de sus discípulos tales como: "Efectivamente" "Tienes razón" "Yo opino lo mismo" y así. ¡método socrático!
Para roland: tranquilo que éste no es José Luis Aranguren, el archiconocido filósofo. este es Javier, menos conocido, que da clase en Navarra (Universidad, colegio Gaztelueta) y por lo leído parece bastante nacionalcatólico

Ángel M. Felicísimo dijo...

Claro que no hay discusión, se trata de que, bajo la apariencia de debate, quede claro que lo único coherente es la tesis defendida por el autor. He estado revisando un poco de sus intervenciones en otros foros y corre un grave riesgo de acabar como Aquilino Polaino (tengo alguna entrada sobre él de hace unos meses).

Anónimo dijo...

Stephen Unwin comenta que nuestra sociedad tiende a admirar la certeza. Aplicando el teorema de Bayes cifra la probabilidad de la existencia de Dios en un 67 % .
Es decir, ha calculado el peso específico de la fe.

(Vínculos en http://materia.grix.mine.nu)

Ángel M. Felicísimo dijo...

Una buena paja la de Unwin, casi me ha convencido. Por cierto ¿como establece la probabilidad a priori?

legendario dijo...

hola cómo están

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