09 marzo 2006

Spamference, el lado oscuro de la producción científica

Donde comento algunas miserias, negocios y estupideces en las que caemos de vez en cuando al aplicar aquello de “publica o perece”

La ciencia se publica, sino seríamos como Nostradamus, que dicen que sabía mucho pero no hay forma de confirmarlo. Hay tres caminos difundir el trabajo de uno: libros, revistas y congresos. En los libros encontraremos conocimiento consolidado pero no la última novedad ya que su redacción y edición suponen unos cuantos años. Las revistas sí publican novedades pero existe un tiempo no despreciable desde que envías el trabajo hasta que llega, con fortuna, a publicarse. Este tiempo es variable, desde apenas tres o cuatro meses para Science y Nature hasta dos años para algunas revistas que no están bien gestionadas. Finalmente tenemos los congresos, donde deberían publicarse las novedades más recientes, donde debería estar la ciencia y tecnología de vanguardia, ya que el trabajo está publicado en uno pocos meses.Existen miles de revistas y miles de congresos. Cada revista saca entre una y dos docenas de artículos por número con una periodicidad que suele estar entre 7 días y 2 meses. Cada congreso suele acoger entre 50 y 200 comunicaciones; algunos tienen aún más y ya se editan en DVD porque no caben en los 700 Mb de un CD.La actividad científica es, por tanto, enorme, mucho más intensa de lo que aparece en los medios de comunicación, donde sólo sale lo susceptible de ser espectáculo.
A pesar de todo, no es oro todo lo que reluce y hoy me apetece comentar algunas formas frecuentes pero menos conocidas de hacer un curriculum rápido y fácil. Finalizaré con un ejemplo llamativo de ocultismo científico.

Facies 1: la ciencia puede ser negocio.
Es el caso del Wessex Institute of Technology: se ha especializado en la organización de congresos, docenas al año y no precisamente gratis. Precios 2006: tarifa normal, 1295 euros; reducida para autores, 903 euros; estudiantes, 466 euros (estos sin derecho a recibir las actas o libro del congreso). Lógicamente, si te apuntas al sarao, tendrás que añadir el desplazamiento, alojamiento, comida...
El WIT es un ejemplo de un buen negocio montado sobre la necesidad de publicar. Yo piqué el anzuelo hace unos años buscando un congreso de calidad y creyendo haberlo encontrado, pero prometí no tropezar de nuevo en la misma piedra. Por suerte el coste económico reduce el riesgo de recaída. Pero ¿cómo puede ser que con ese coste el WIT cada vez organice más congresos, año tras año?
Hay un par de hipótesis. La primera es que hay autores con mucho dinero disponible, lo cual es una parte de la verdad. La segunda es que hay que publicar cueste lo que cueste, literalmente hablando. Y eso nos lleva a la segunda facies del espectáculo.

Facies 2: la basura también es publicable.
Los trabajos realmente valiosos, definiendo como tales a aquellos que suponen un pequeño avance en el conocimiento son, como mucho, uno de cada diez. El resto no tiene por que ser un fraude: un porcentaje amplio son trabajos que repiten técnicas ya conocidas o investigaciones ya realizadas pero variando los escenarios experimentales. Aportan información probablemente prescindible pero no mala. Pero, finalmente existen trabajos que no aportan absolutamente nada a lo ya conocido. No son fraudulentos sino simplemente de malos y serían normalmente impublicables. En este contexto se acuñó el término spamference uniendo los términos spam y conference, una de las forma de denominar los congresos en inglés. Se trata de congresos basura que tienen un comité científico para selección de los trabajos pero donde, en la práctica, todos son aceptados. Explicación: un trabajo rechazado supone una pérdida de dinero directa porque los autores no se inscribirán.
Hay ejemplos notables de esta práctica y de sus variantes. En un caso reciente (del año pasado) se celebró un congreso en España donde pagar la inscripción era una condición previa para enviar un trabajo. Probablemente se aceptaron todos.

¿Qué es una publicación basura?
No sería un fraude sino simplemente eso, una basura. Una PB no aporta nada a lo ya conocido, suele estar mal elaborada, con una deficiente revisión bibliográfica, llena de citas espurias, tomadas por los pelos e incluidas solo para rellenar el apartado de referencias. Frecuentemente la introducción y los antecedentes están copiados de otro porque cuesta trabajo hacerlos (supone un ejercicio de reflexión y síntesis). Finalmente los resultados son mínimos y la discusión inexistente.
Las PB se hacen normalmente por dos motivos, o bien porque el autor no da para más o bien porque hay que publicar a toda costa para rellenar el curriculum ante algún acontecimiento próximo.

Como consecuencia, las spamferences están causando un grave daño a la credibilidad de los congresos y afectando a las valoraciones curriculares. De hecho, en muchas áreas los congresos no puntúan en el curriculum, sólo las publicaciones en revistas. Hay congresos realmente serios, donde incluso sólo se seleccionan veinte o treinta de los cientos de comunicaciones presentadas, en una especie de oposición: ganan los mejores. Pero no todo es así.

Cuando ya hablamos de ciencia en serio, hay una medida de la calidad de los trabajos que es irrefutable: la cantidad de citas por parte de otros autores. Si alguna vez consigues entrar en los listados de Hot Papers del ISI Web of Knowledge significa que una parte relevante de autores en tu área ha considerado que tu publicación debe ser citada como referencia para el tema. Pero esto sólo se aplica a los artículos en revistas.

Y para finalizar, un divertimento acerca de la ciencia oscura. Les pongo una nota de una página titulada “Acerca del binomen Peucedanum lancifolium Hoffmanns. & Link ex Lange (Umbelliferae)”. El farragoso título es sólo un avance de lo que nos espera dentro. Disfruten de texto hermético sólo apto para sectas floridas, en este caso de la botánica española. Les pongo el primer párrafo para los que no quieran descargar el PDF (160 kb):
“Dejemos claro que tal es el nombre correcto de nuestra especie occidental, para la que Lange (1886), como nom. nov. -sin describirla-, creaba su binomen sobre la base, por de pronto, del por doble capítulo ilegítimo Siler lancifolium Hoffmanns. & Link (1834) -es homónimo posterior del Siler lancifolium Moench (1794) y en su protólogo se menciona el tipo del Selinum uliginosum Link (1806); cf. ICBN arts. 52.1 y 52.2- más del Selinum peucedanoides Brot. (1827), asimismo ilegítimo ya que también se menciona en su protólogo el tipo del Selinum uliginosum Link —sinónimos ambos aceptablemente descritos e ilustrados en publicaciones que nuestra sinonimia final cita de modo pleno, como las restantes a que a continuación se alude.”
Por suerte, este tipo de chifladuras ya no es frecuente, pero ahí queda el ejemplo para la posteridad. ¿Recuerdan lo de “la primera parte contratante” de los hermanos Marx? Sólo que aquello tenía gracia.

4 comentarios:

Pedro Terán dijo...

"Cuando ya hablamos de ciencia en serio, hay una medida de la calidad de los trabajos que es irrefutable: la cantidad de citas por parte de otros autores".

Me temo que no puedo estar de acuerdo. La cantidad de citas es un indicador de popularidad, no de calidad. Lo que tú dices sería parecido a usar el número de referencias en la tele como medida de la importancia de la gente.

Ángel M. Felicísimo dijo...

Hola Pedro,
He hecho una mínima revisión y, al menos en mis áreas de trabajo os trabajos más citados son realmente buenos. Sí es más fácil que pase lo contrario: que un trabajo bueno sea poco citado porque no tiene relación con los temas "de moda".
También pasa que hay trabajos que probablemente serían más citados de publicarse en revistas que no están en los grandes distribuidores (Elsevier y tal), lo cual plantea de nuevo la necesidad de elegir adecuadamente la revista por su potencial difusión pública.
Y aún más, si publicas en una revista de fuera del área (nuestras revistas "tecnológicas" alcanzan a duras penas un factor de 2) corres el riesgo de que luego no te lo valoren precisamente por eso, en fín, un lío.

Pedro Terán dijo...

Bueno, no quiero decir que los trabajos que se citan vayan a ser menos buenos que los que no se citan :)

En el número de citas de un investigador influyen muchos factores, como: ¿En qué revista está publicado ese trabajo? ¿Cuánto "spam de autocitas" (valga la expresión) contienen sus artículos? ¿Está de moda el tema en que trabaja? ¿Ha trabajado durante muchos años en el mismo tema? ¿El título describe fielmente el alcance de los resultados obtenidos? ¿Fulanito "sugiere" a los autores de los trabajos que evalúa que hagan múltiples referencias a su trabajo?

Lejos estaría yo de decir que hay una relación inversa entre las citas y la ética profesional, pero cuanto menos joven me hago, más escéptico soy con estas cosas.

Ángel M. Felicísimo dijo...

Estoy de acuerdo. Una parte de los condicionantes que planteas deben formar parte de decisiones del grupo de investigación sobre su "política" de publicaciones. Por ejemplo, es importante trabajar en un tema "de moda" porque solo así podrás conseguir financiación. Estas líneas de investigación gastronómicas permiten que tengas paralelamente líneas no financiables pero que son lo que a tí te gustan.
Luego, al menos en nuestra área, no hay que publicar sólo en revistas JCR porque algunos tribunales se mosquean si no tienes cosas en congresos y revistas nacionales, aunque sean lastimosas.

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