El sermón del viernes
Por fin, mis dudas aclaradas. Un par de posts han conseguido despejar una niebla que hacía que no entendiera nada de lo que pasaba en las clases de la universidad (es injusto generalizar, quédense con el bulto y salven a una minoría).
Pueden ustedes leerlos: el primero es 13 cosas que me habrían gustado aprender en la Universidad (sic). Y digo "sic" porque "habría gustado" es lo correcto, no "habrían gustado". En fin, pecata minuta. Y el segundo es Cosas que se deben saber antes de entrar en la Universidad.
Como la contestación pormenorizada a ambos se hacía cansina he preferido cambiar de estrategia: voy a contarles las pocas cosas que me gustaría que los alumnos tuvieran claras al entrar en la universidad.
Todo encaja en la frase de E. W. Dijkstra que ya cité en otro post:
La tarea de la universidad no es ofrecer lo que la sociedad demanda, sino lo que la sociedad necesita. Las cosas que la sociedad demanda son, en general, bien conocidas, y para ello no necesitas una universidad, la universidad tiene que ofrecer lo que nadie más puede proveer.A la sombra de esa síntesis me gustaría comentarte unas pocas cosas:
- Que la Universidad no tiene como objetivo colocarte lo más rápidamente posible en una empresa, para eso están las agencias de empleo. Es posible que lo haga pero no es su principal objetivo.
- Que la Universidad no tiene porqué enseñarte lo que las empresas quieren: los deseos de las empresas no son las obligaciones de las universidades. Es seguro que coincidirán en un porcentaje alto pero la empresa no dirige la formación ni la investigación
- Que la Universidad no es la prolongación del Instituto: tus técnicas y tus hábitos de trabajo, si los tienes, deben cambiar. Si no, fracasarás.
- Que la Universidad no puede enseñar solamente habilidades sino preferentemente las bases del conocimiento. Algunas te parecerán inútiles pero aquí no decides tú.
- Que yo, como profesor, doy por sentado que eres adulto y que vienes voluntariamente: no tengo que vigilarte ni llevarte de la mano como haría con un niño de primaria.
- Que yo, como profesor, no tengo porqué darte apuntes de las asignaturas sino guiarte, explicar e sugerir sobre lo que debes aprender, leer y estudiar.
- Que aunque te de esos apuntes, se trata de que los uses como guía, no como texto: puedo exigirte más y, de hecho, lo haré.
- Que tú, como alumno, debes trabajar, leer y estudiar dentro y fuera de las clases a jornada completa: la universidad es tu trabajo.
- Que yo, como profesor, no voy a entender fácilmente que tu única curiosidad sea si tal cosa “entra en el examen”.
- Que yo, como profesor, no voy a entender fácilmente que las tutorías estén vacías hasta una semana antes del examen.
- Que yo, como profesor, no voy a entender fácilmente que me pidas una prórroga para las prácticas cuando veo que en tu ordenador del aula el Messenger ocupa el 80% del tiempo de actividad.
- Que la universidad tiene problemas, en efecto, pero que las leyes del mínimo esfuerzo y del botellón la noche de los jueves no van a solucionar los que tú tienes.
- Que yo ya tengo trabajo, eres tú el que se está jugando el futuro: ponte las pilas.
Y no me contestes que los profesores somos un desastre o que la universidad padece una corrupción generalizada. Yo lo sé mejor que tú, ya hablé de eso en otros posts y no disculpo a los parásitos que la universidad, como gran organismo que es, soporta y soportará. Pero hoy no toca eso, hoy hablamos de ti.
Postdata: David Santo ha decidido corregir y aumentar esta historia. Lo ha hecho, creo, con más sabiduría y menos agresividad que yo. Échenle un vistazo. Los improperios, en su caso, me gustaría quedármelos yo ¿de acuerdo?