27 abril 2006

Información pública para "el decreto"

El proyecto de decreto sobre "terapias naturales" en Cataluña está en periodo de información pública. Es el momento de que algún residente en Cataluña presente alegaciones, los de fuera no podemos. El edicto ha salido en el Diari Oficial de la Generalitat de Catalunya, núm. 4622 de hoy, 27 de abril, y el plazo finaliza el 31 de mayo.

25 abril 2006

Psicofonías en Radio Nacional de España

Donde RNE1 da una de cal y otra de arena
El sábado pasado, la sección “Los sonidos de la ciencia”, en el programa No es un día cualquiera de Radio Nacional de España 1, dedicó sus cinco minutos a las psicofonías. Estaba esperando que pusieran la grabación en el archivo para llamar la atención sobre ella y animaros a descargar los 2.5 Mb y escucharlos. Como al cabo de unas semanas los retiran, también lo he puesto aquí, de forma permanente. El responsable de la sección es Bartolomé Luque, doctor en física y profesor en el Departamento de Matemática Aplicada y Estadística en la UPM cuya página web merece ser visitada, especialmente la sección de divulgación.
Y hoy, hace unos minutos, la sección “Dolores del alma” en el programa El tranvía de Olga, de la misma cadena, dedicó un cuarto de hora a alabar la homeopatía. La responsable de la sección es Victoria Prego, periodista (no he encontrado que se dedique a la divulgación científica, vaya) . Al final del programa han mencionado de pasada el correo electrónico que les envié (palabra clave: “fraude”) pero a quien han sacado ha sido a una señora con eso tan original de que “pues a mí me va muy bien”.

23 abril 2006

Mi vida sin sentido, según Javier Aranguren

Donde un filósofo trampea con el lenguaje y pretende convencerme del sinsentido de mi vida
Pues no, últimamente no tengo suerte con los libros. De paseo por la biblioteca, encontré uno titulado “¿Puedo estar seguro de algo? Responde: Javier Aranguren”. Y me dije ¡qué bien! Un librito de apenas 80 páginas tratando un tema esencial en ciencia. Y me equivoqué (de nuevo). Menos mal que esta vez salió gratis.


Al grano: el libro NO trata del tema de cómo distinguir lo verdadero de lo falso. Lo que hace es ejecutar una serie de saltos mortales dialécticos hasta llegar a la conclusión de sólo en Dios está el sentido de la existencia. No me importa este final, que me trae al fresco, sino el camino que se sigue para llegar a él y en el que me siento aludido. Podríamos suponer cierta presunción en don Javier porque pretende, nada menos, que llegar al dios de turno con un argumento lógico, el reto que más fracasos ha cosechado en la historia. Pero, aparte de ello, hay afirmaciones que me molestan porque caen en tópicos que sólo se justifican en la superficialidad. Me quedo sólo con dos ejemplos:

Afirmación 1:
“Si no hay Dios, si nada responde a una legalidad, si todo es fruto ciego de una evolución ciega, entonces no hay razones para limitar el daño que podemos causar a los otros y viceversa: todos nos convertimos automáticamente en enemigos, en competidores”.
Mis comentarios:
Falacia 1: “si no hay Dios” no es igual a “si nada responde a una legalidad” como pretende el filósofo. Los seres humanos nos marcamos las reglas de convivencia y comportamiento a través de nuestro desarrollo cultural, a veces en contradicción con las estrategias puramente biológicas donde, por ejemplo, el altruismo sólo tiene sentido en grupos familiares. Mal empezamos, por tanto, intentando colarnos una falsa equivalencia.
Falacia 2: “si no hay Dios nos convertimos en enemigos”. Eso es una suposición demagógica y sin argumentos. La cooperación entre individuos es una estrategia biológica que surge de forma natural porque es beneficiosa, útil para la supervivencia. Nosotros, el género humano, vamos más allá y desarrollamos un sentido ético. Destacaré que ese sentido ético es tanto más genuino en los ateos porque se adopta sin amenazas, con auténtica libertad, ya que no hay ni la coacción del castigo eterno ni la promesa de premio final. ¿Cómo explica don Javier que existan ateos con una ética sólida? No quiero ni entrar en la justificación de las matanzas en nombre de los dioses a lo largo de la historia. "Todo aquel que no crea en mi dios es mi enemigo" sería una frase más certera.
Afirmación 2:

“Dice María: Hay bastantes científicos que sostienen […] que todo es materia, que lo que surge de la materia no es sino materia. El hombre es fruto casual de una evolución casual de la materia. El hombre no es más que otro momento o estado de un proceso material total.
Contesta Javier: María, me parece que de lo que dices hay que concluir necesariamente lo siguiente: hay que suponer que el fundamento del sentido es un sinsentido, es la ausencia total de sentido, pues todo lo que existe es un fruto casual de esa azarosa evolución”
Y María: Parece que sí.”
Jo, María, que poco batalladora eres.
Falacia 1: “el hombre es fruto casual de una evolución casual…”. Sugiero amablemente que la frase refleja una posición antropocéntrica no justificada. Sustituyamos “el hombre” por “la vida” porque nosotros no somos más que una especie que surge de una evolución que tiende a la complejidad porque ésta es generadora de estabilidad y de adaptabilidad. Don Javier confunde de nuevo el azar que genera las variaciones con la propia evolución. Error de creacionista o testigo de Jehová, qué pena. Probablemente la vida es una consecuencia probable de la propia existencia de la materia, no un milagro que necesite una intervención divina o extraterrestre (que tal para cual).
Falacia 2: “hay que suponer que el fundamento del sentido es un sinsentido”. Aquí introduce don Javier un alien, un concepto ajeno: “sentido”. La necesidad de ver un “sentido” a la vida o al universo es, de nuevo, un síntoma antropocéntrico firmemente enraizado en la cultura cristiana, según la cual somos creaciones privilegiadas de Dios. Y claro, así no hay quien se escape a la pregunta tonta del milenio ¿porqué estoy aquí? La respuesta es muy dura para los creyentes: no eres más que un organismo entre miles de millones. Pero para algunos eso nos basta porque esa aparente o real intrascendencia la llenamos con un sentido ético. Y lo encontramos en cosas tan banales como contribuir un poquito al avance del conocimiento o paliar algo de sufrimiento físico de los demás. No nos hace falta un dios para eso.
Curiosamente, en un libro que trata aparentemente de la veracidad de las cosas no aparecen nunca palabras como evidencia, dato, observación, experimentación, verificación…
No, doctor Aranguren, no. Su relato es deficiente y falaz, su argumentación débil, los argumentos de sus contertulios lamentables (prácticamente no tienen pensamiento propio). Incurre usted en errores como hacer creer que una paradoja verbal tiene repercusiones sobre el mundo real o hacer sinónimos la evolución biológica con el sinsentido. Somos muchos los que no necesitamos que un santón (Dios nunca aparece directamente) nos diga cómo y con qué reglas hemos de vivir. Y tome nota: los ateos no somos necesariamente propensos al suicidio, ni más crueles ni más egoístas que otros. Eso sí, tal vez seamos los más consecuentes con nuestras ideas aunque usted opine lo contrario.

22 abril 2006

Marlo Morgan ilumina mi espíritu

La novela más idiota del último año, huyan hacia donde puedan
“Marlo Morgan sirve de guía a miles de personas en busca de un nuevo camino hacia la espiritualidad” dice la reseña en la contraportada. Como verán a continuación, no estoy muy seguro de la veracidad de esa afirmación pero tampoco quiero hurtarles a ustedes la oportunidad de tomar ese camino espiritual diciendo que este libro es lo peor que he leido en los últimos meses (vaya, ya se me escapó).

Lo compré porque me gustan los libros de antropología (El antropólogo inocente debería ser de lectura obligatoria) y metí la pata hasta el corvejón. Pero miren, no todo se ha perdido porque puedo contarles a grandes rasgos de qué va la historia y luego tomen sus propias decisiones, que ya son “personas humanas” adultas.
Se supone una historia autobiográfica, donde una mujer realiza el clásico viaje iniciático. Viaje que, como todos los iniciáticos, le permitirá descubrir lo equivocada que estaba, lo llena de prejuicios y lo bien que se lo monta un grupito de aborígenes australianos. Novela del buen salvaje químicamente pura.
La chica en cuestión, que se dice médica acupuntora, viaja a Australia. Allí la está esperando un grupo de indígenas que han oído su “llamada” psi porque la pobre pasa por malos momentos personales. Pero claro, antes de abrirle los ojos hay que hacerle algunas pruebas a ver si es digna de tal regalo. Las pruebas son difíciles: coger una piedra de un montón, bendecir una fruta a ver si luego se pelaba así o asá y tirar unos huesos a ver como caen (es que allí no usan los posos del café porque no hay).
Superadas estas pruebas de sabiduría profunda, la ponen a caminar descalza por el desierto. Lógicamente, los pies le duran 5 minutos y sangra copiosamente. Pero no hay problema, una del grupo le dice que “ponga su atención en otra cosa”, y listo, a seguir. Al final del día el chamán le cura los pies con una canción:
“Hace sonidos especiales para curar heridas y cortes. También emite sonidos que extraen los fluidos de la hinchazón”.
Lógicamente, todo funciona y la Morgan empieza a darse cuenta de su cerrazón mental de urbanita.
El siguiente paso es entender la profunda filosofía del grupo aborigen. Les ahorro detalles pero al leerla me pregunté como podían haber llegado al desierto profundo australiano los tópicos de la beatería ecológica “new age” típica de los EE.UU. Misterios de la vida.
Bueno, siguen caminando, la Morgan se vuelve rápidamente fuerte y receptiva, soporta temperaturas de hasta 55 ºC sin problemas. Oye los pasos de las lagartijas, la mirada de las águilas y cosas así. Y todo sin comer peyote, que se sepa.
Pero lo más interesante viene después. Por ejemplo, los tales aborígenes son telépatas. No de vez en cuando, ni alguno en concreto, no. Todos y continuamente.
“Por fin comprendí porqué caminábamos siempre en silencio. Aquella gente se comunicaba la mayor parte del tiempo mediante telepatía, y yo era testigo presencial” (sic).
Aparte del sistema de comunicación, poseen muchas otras virtudes. Lógicamente, su dieta “desintoxica el cuerpo”, están en perfecta armonía con el mundo, no padecen enfermedades, no conocen la ira, la envidia ni, supongo, ningún otro pecado capital.
Curan la fiebre poniendo los pies en arena fría: “me dijeron que si conseguían atraer el calor de la cabeza a los pies se equilibraría su temperatura corporal”. Y funciona, claro.
Esa terapia fue, sin embargo, muy poca cosa comparada con la cura de una fractura abierta que hizo el chamán mediante imposición de manos.
¿El resultado?
“Sencillamente, el hueso volvió a meterse por el agujero del que asomaba”. “Al día siguiente […] se levantó y caminó con nosotros. No cojeaba en absoluto.”
Aquí la presunta médica nos regala los oídos con un discurso definitivo:
“De hecho, estoy convencida de que jamás ningún médico en ningún lugar de ningún país y en ninguna época de la historia ha curado a nadie. Cada persona lleva la curación en su interior”.
Y aquí, sobre la página 150, dejé de leer.

20 abril 2006

Una brevísima historia de Rapa Nui

Un par de misterios (?) resueltos por la aburrida ciencia oficial
¿Se acuerdan de Erich von Däniken? Es un personaje que en las pasadas décadas vendió teorías explicativas de misterios como la construcción de las pirámides egipcias, las líneas de Nazca, los moai de Pascua (Rapa Nui) y muchas otras construcciones reales o imaginarias. El Von sigue vivito y coleando y acaba de inaugurar incluso un parque temático (¿adivinan de qué tema?), con resultados aparentemente decepcionantes (enlace a 'El retorno de los charlatanes', con una historia un poco más extensa).
Las explicaciones de don Erich son elegantes e impecables y se basan en dos premisas: a) levantar todas estas construcciones era tarea imposible con la tecnología de su tiempo, ergo b) la única explicación posible es la presencia de extraterrestres de tecnología avanzada que las hicieron o enseñaron a hacerlas. Aparte de la discutible construcción del silogismo, sus ideas van siendo desautorizadas por la cruda realidad, que se empeña en ser simple.
Un artículo reciente en una revista de “ciencia oficial” aburrida y encorsetada, cuando no claramente contubérnica, habla de uno de sus lugares favoritos: la Isla de Pascua o Rapa Nui.
Les recuerdo algunos datos: Rapa Nui está llena de estatuas más bien grandecitas de bustos de señores, llamadas moai. Existen 887 estatuas monolíticas de las cuales el 288 están en su sitio definitivo, 397 siguen en la cantera donde comenzaron a excavarse y 92 están a medio camino, algunas rotas en el transporte, otras aparentemente abandonadas. Dos sitios excelentes para hacerles una visita son Secrets of the Eastern Island y Territorio Rapa Nui.

Erich Von Däniken afirma en el libro “Retorno a las estrellas” que los extraterrestres suministraron a los colonos herramientas avanzadas y que luego se fueron, abandonándolos a su suerte. Con el tiempo las herramientas se estropearon y la sociedad olvidó, fracasando en posteriores intentos de talla y transporte (supongo que el Von intenta explicar así la cantidad de moai a medio hacer o rotos). Por cierto, dos observaciones: 1) de las herramientas no queda ni rastro, qué pena, yo pensaría que serían de aleaciones indestructibles, y 2) ¿avanzadas? bastaría con un camión grúa y un par de martillos neumáticos (pero molan menos que los rayos láser, es verdad). Sigamos...
Como es gratis, yo he elaborado mi hipótesis propia (el licor de cereza del Jerte está de miedo e ilumina mucho para estas tareas). Mi idea es que a la Tierra sufrió una serie de hipos telúricos que pusieron en pie a todos los moai y los colocaron en su sitio. Improbable, vale, pero demuéstrenme que es falso.
Finalmente, la hipótesis más vulgar es la de Jo Anne van Tilburg: un conjunto de personas coloca la estatua sobre una cuna de madera y la mueve sobre troncos. Lo malo de esta hipótesis para el Von y para mí, es que la posibilidad de mover así las grandes piedras ha sido demostrada con un moai de 10 toneladas y no demasiada gente.
Pero mientras nos entretenemos con estas bobadas, y como creo recordar que decía el Super Ratón, el bien nunca descansa: les comentaré algo bastante más aburrido, que son los últimos resultados de las investigaciones sobre la evolución social y ecológica de Rapa Nui. Y es que a algunos científicos se les ha ocurrido que, a pesar de que Von Däniken ya lo ha explicado todo, tal vez no estaría de más hacer algunos análisis polínicos y algunas dataciones con carbono 14.
El trabajo, publicado por Terry L. Hunt y Carl P. Lipo en Science (17 de marzo de 2006) permite resumir la triste historia de Rapa Nui más o menos así:
Rapa Nui fue colonizada por polinesios sobre el año 1200 (esta fecha es más tardía de lo que otros habían propuesto antes). A partir de su llegada, los colonizadores se asentaron y destruyeron la mayoría del bosque subtropical y palmeras gigantes que proveían de madera para las canoas, para transportar las estatuas y para el fuego. Las palmeras, por ejemplo, desaparecieron en apenas un siglo. Los datos se deducen a partir de una duna de la isla que contiene un buen registro estratificado en excelentes condiciones de conservación. La capa inferior del análisis contiene un suelo poco formado con presencia de artefactos, carbón y restos de fauna, entre los cuales aparece Rattus exulans, una pequeña rata llegada con los colonizadores que probablemente no contribuyó en nada a la conservación de la fauna original de la isla. También aparecen restos de la extinta palmera gigante del género Jubaea. Por debajo de este estrato hay una absoluta ausencia de artefactos humanos lo que da una pista para datar la llegada de los primeros pobladores.
A partir de aquí, existe una clara evidencia de deforestación y erosión de la isla, producida con rapidez debido probablemente al incremento de población. La construcción de los moai se realiza en los primeros 200 años desde la colonización. Luego, la destrucción ecológica de la isla y el incremento de población hizo que en 1722, los europeos encontraran una isla con una población en precario estado debido especialmente a los conflictos internos y a la escasez de recursos básicos.
Hoy Rapa Nui es territorio de Chile. Se conoce la antigua lengua aunque de la escritura sólo se han conservado un par de docenas de tablillas grabadas. Se va conociendo la historia y los extraterrestres no tienen lugar en ella. Mejor, realmente, porque esto es como los milagros de tres al cuarto de algunos lugares: ya que los ET tenían una tecnología apabullante, podían habernos dejado algo más productivo. Siempre positivo, les doy la idea de la energía de fusión, por poner un ejemplo útil en estos tiempos del petróleo por la nubes. Pero no, nos dejan una colección de estatuas de piedra puestas en pie. Vete a hacer puñetas, ET.

18 abril 2006

SOHO, una visión alternativa

Imágenes tan reales como otras aunque no podamos verlas
Estos días estuve en Oviedo y visité una pequeña exposición sobre energía. Aunque probablemente no era lo más llamativo, en una de las salas había una pantalla que mostraba el Sol. Las imágenes son suficientes para dejar claro que no hacen falta fenómenos más extraordinarios que los normales para maravillarse.
La misión funciona desde 1995 y se llama SOHO, acrónimo de Solar and Heliospheric Observatory, un proyecto de la NASA y de la Agencia Espacial Europea cuyos objetivos genéricos son estudiar la estructura interna del Sol y el viento solar. La órbita de SOHO ha sido calculada de forma que, aprovechando la fuerza gravitatoria combinada de la Tierra y el Sol, se mantenga siempre en línea entre los dos a unos 1.5 millones de km de nosotros. SOHO hace patente que nuestros sentidos sólo nos permiten abarcar una mínima parte de la realidad, apenas vemos entre los 380-780 nm de un espectro electromagnético mucho más amplio. En esa pequeñísima ventana percibimos las sensaciones del espectro de color completo. Las imágenes siguientes son sólo dos de las visiones alternativas que nos perdemos.


Esta imagen del Sol es una composición en falso color formada a partir de la radiación emitida en tres longitudes de onda (17.1 , 19.5 y 28.4 nm, en el ultravioleta extremo) asignadas respectivamente a los colores rojo, verde y azul.




Y aquí el Sol visto a través del EIT (Extreme Ultraviolet Imaging Telescope) que nos muestra un poco más de lo que hay tras esa aparente brillante homogeneidad.
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