07 noviembre 2006

Rematando la faena

O cómo barrer una cultura del mapa y de la historia.

Hay formas de destruir un país. Una bastante eficaz es bombardear las infraestructuras de comunicación, los centros de producción de energía y los hospitales. El daño es enorme pero no es completo. Tan importante como lo anterior, o más, es destruir la cultura, las raíces y la historia.
En Iraq la eficacia es impresionante ya que el saqueo del Museo de Bagdad fue inmediato tras la entrada de las tropas de los EE.UU. en la capital. La quema de la Biblioteca Nacional, de los Archivos y de la Biblioteca Coránica vino apenas unas horas después. Todo ocurrió en abril de 2003 y entre los centenares de miles de libros y documentos que se perdieron estaban, por ejemplo, los originales de Averroes o las más antiguas traducciones de Aristoteles al árabe.
Hubiera sido suficiente tal vez, pero hay perfeccionistas a los que no les gusta dejar las cosas a medio hacer. Siguió el saqueo de las excavaciones y luego se pasó a una fase más animada: la caza de escritores, científicos y, en general, cualquiera que pueda poseer algo de ese peligroso atributo que se llama cultura.
El último ha sido Isam Kadhem F. al-Rawi, fundador y presidente de la Iraqi Association of University Lecturers, geólogo en el Departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Bagdad.


Un tipo que hablaba con frecuencia de los riesgos del extremismo religioso y que fue asesinado a tiros hace apenas 7 días al salir de su casa. No sé si era bueno, malo o regular. Ni me importa demasiado. En una de sus declaraciones denunciaba la cacería:
"Assassins are targeting Iraqi university professors in a coordinated, liquidation process to force well-known scholars to leave the country and thus hinder the country's reconstruction."
No ha sido el único, sólo el último. En junio de este año se descubrió una lista con 461 nombres de personas que debían ser asesinadas: científicos, ingenieros, periodistas... Ya antes, desde abril de 2003, había sido comprobado el asesinato de unas 200. Añadamos otros tantos desaparecidos y unos miles de exiliados. La aparición de la lista revela que estas muertes no son casuales dentro de la extrema violencia que impera en Iraq sino resultado de una estrategia de profundizar en la destrucción e impedir cualquier recuperación cultural.
Para terminar les comentaré que no tengo espíritu gremial y estas muertes no me parecen mejores ni peores que otras, pero sí me preocupa la pérdida de la memoria. Por ese motivo me conformo hoy con llamar la atención sobre los intentos para barrer un país del mapa y de la historia.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Menos mal que es el mundo civilizado el que quiere meter en vereda a esos salvajes, que sólo nos sacan 3.000 años de historia.

Anónimo dijo...

Los nazis en Polonia hicieron exactamente eso.

Pedro J. Sabalete Gil dijo...

...qué razón tiene. En Iraq no veo nada más que motivos para el pesimismo.
Saludos.

Pereque dijo...

Cuando menos nuestros ancestros en las Américas se tomaron la molestia en poner por escrito sus impresiones sobre la cultura de los nativos antes de quemar códices, demoler templos, fundir ídolos y matar sacerdotes.

Y mientras un país se muere, la raza feliz porque van a condenar a muerte a un dictador venido a menos. Qué triste. - P.

Anónimo dijo...

Ahora el islamismo puede decretar sin documentos que lo desmientan que el islam es el alma, la historia y todo lo que hay y ha habido en Irak.

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