Pequeña historia de una excursión arqueológica
Ayer fuimos a conocer un dolmen que está apenas a media hora de coche de donde vivimos. La experiencia fue de pesadilla. Las más o menos venerables piedras (unos pocos miles de años) rodeadas de coches, mesas plegables, adolescentes en plena berrea, no tan adolescentes con motos de dos y cuatro ruedas... Por ese motivo no les voy ni a mencionar el pueblo porque no se merecen ninguna promoción.
La publicidad nunca fue buena para los restos arqueológicos, al menos en un país como el nuestro, analfabeto funcional, donde las paredes de la Universidad Cisneriana, fundada en 1499, aparecen de vez en cuando pintadas con lo que ahora se ha venido en llamar arte urbano.
En fin, para resarcirme les voy a contar una menos conocida y que deja mejor sabor de boca. Saben que Mérida es el nombre moderno de Emérita Augusta, una ciudad fundada por orden de Octavio Augusto hace 2031 años para acoger a los veteranos de las legiones romanas, retirados tras las Guerras Cántabras.
En estos tiempos, Mérida sigue recibiendo muchos turistas atraidos por los monumentos y restos que las guerras o el simple vandalismo han dejado sobrevivir. Pero el viajero curioso puede encontrarse con algunas sorpresas si se sale del circuito oficial. La foto de abajo corresponde con las afueras de la ciudad y puede observarse como sobresalen de los campos unas formaciones claramente artificiales.
De cerca podríamos ver que son como brocales de poco tapados con una gran piedra, a veces cuadrada, otras veces circular. Algunas de ellas están desplazadas y entonces podemos asomarnos a ver si desvelamos la naturaleza de estas construcciones. Abajo lo tienen: un pozo formado por piedras de buena factura y al fondo agua. Pero no estancada sino corriente, una lámina de agua de unos centímetros que circula a 3 o 4 m bajo la superficie del terreno.
Estos pozos pueden seguirse durante un largo rato según nos alejamos de la ciudad. A unos 4 km encontramos una estructura algo diferente.
A la izquierda aparece el brocal del pozo de turno, algo mayor que los vistos hasta ahora, unos 60 desde que iniciamos la marcha. A la derecha encontramos algo distinto: el hueco del suelo da acceso a una escalera. Una docena de grandes escalones nos llevan hasta el pozo.
Y aquí, finalmente, descubrimos el misterio (¡qué gran programa podría hacer alguno sustituyendo "romano" por "atlante" o algo así!): los pozos son respiraderos de un canal subterráneo que recorre varios km llevando agua hacia la ciudad.
Estos canales (hay varios) están perfectamente conservados. El de la foto mide unos 70 cm de ancho y unos 170 cm de alto, algo incómodo de recorrer si el camino es largo. Formaban parte de un complejo sistema de abastecimiento de agua potable que servía a la Emérita Augusta. Esta ciudad recibía agua de dos embalses importantes: Cornalvo y Proserpina, ambos aún conservados, mediante canales y acueductos. Pero también se trazó un árbol de canales subterráneos que, además de conductores, eran captadores: el agua se filtraba a través de la obra y poco a poco el caudal creciente era conducido a cisternas y pozos de decantación antes de ser distribuida a la población. Estos canales aún funcionan (las fotos están tomadas en época de sequía) y fueron construidos justo al lado o por debajo de los riachuelos de la zona.
Lamentablemente, en Mérida sólo se ha conservado intacto lo que se desconoce. Otro día hablaremos de algunas barbaridades cometidas desde las propias administraciones pero, por hoy, quedémonos con la sensación de haber conocido un lugar que ha sido poco visitado en los últimos dos mil años.
6 comentarios:
¡Impresionante! Me gustaría visitarlo. ¿Está abierto al público? ¿Puedes precisar un poco dónde queda eso?
¡Cómo me recuerda a la cloaca máxima de Roma!
Siempre he admirado lo que hicieron los romanos en su Imperio y antes de él: vías, puentes (el de Alcántara me fascinó), acueductos, termas, teatros, anfiteatros, estadios, basílicas, templos, foros, puertos, ciudades... No creo que haga falta citar ejemplos.
Cuando vuelva por Mérida buscaré el canal. De los edificios sobre patitas para que se vean los cimientos romanos prefiero no hablar.
Hice voto de silencio en su momento sobre la localización exacta de los canales pero si dais una vuelta por los campos de la zona nordeste de Mérida las "tapas" de los pozos están a la vista. Basta con seguir la pista. Respecto a los edificios "con patitas" hablaremos próximamente porque también me parece un auténtico atentado.
Mérida sigue siendo una gran desconocida ¿no? ¿Estos canales contribuyen a aportar algo de luz acerca de si la presa de Proserpina es de etapa medieval? Me parece muy interesante (para un profano en temas científicos) las cuestiones que trata en su blog. Saludos.
Estos canales son indpendientes de los embalses de Proserpina y Cornalvo (caen más cerca de este último). Respecto a la antiguedad de Proserpina he asistido interesado al debate y leido los argumentos de las dos partes y me inclino claramente por que sea de origen romano. Hay pruebas de datación de restos de madera difíciles de rebatir.
Recientemente he llegado de una visita a Roma. Nunca había estado allí y he podido comprobar que el circo máximo se encuentra en un estado de conservación mucho peor que el de Mérida. Esta ciudad tiene algunas cosas muy interesantes que son desconocidas por la mayoría. Hasta que no estuve viviendo allí (durante 3 años) no me di cuenta del montón de pequeños hallazgos que descubre uno cuando pasea con tiempo por la ciudad y se pierde entre las calles menos frecuentadas.
Publicar un comentario