Un largo viaje desde el Norte de España al de Guatemala
Asturias es un paraíso de la espeleología debido a la enorme potencia de las calizas de los tres macizos de los Picos de Europa (no se salten este enlace, échenle un vistazo especialmente a la foto del pozo P90 y se harán una buena idea sobre qué estamos hablando).
Las cuevas ahí son verticales, frías, con cascadas de agua que se pierden en la oscuridad. La más profunda por ahora es la Torca del Cerro, con un desnivel de 1589 m entre la boca superior y el final; la segunda es el Sistema del Trave, con -1441 m.
Yo hice espeleología durante una década hasta que la dedicación que exigía me hizo mirar otras aficiones, y es que nunca fui amigo de dedicarme a una sola tarea. Una lástima porque las cuevas son la última aventura al alcance de la mano. Los polos, los desiertos, han perdido la parte de misterio que tenían pero el mundo subterráneo permanece inexplorado, a la espera de que encuentres la entrada y sigas los pozos y galerías cuya única trampa es la oscuridad y el esfuerzo. Y no funciona el GPS, culpable de que los viajes ya no sean lo que fueron.
Tengo dos recuerdos intensos de esa etapa. El primero me marcó una parte de mi carácter y el segundo de mis aficiones.
Ese primer recuerdo es una sensación, la de entrar en un lugar, una sala, una galería, donde nadie ha estado nunca. Era una sensación real porque no era difícil descubrir cuevas y su exploración nos llevaba a salas y galerías que las lámparas de carburo iluminaban por primera vez en su historia de miles de años. Y a veces posiblemente por última.
El segundo recuerdo no viene de esos laberintos verticales que la humanidad nunca ocupó ya que incluso hoy son extremadamente hostiles. Hay que descender a las zonas bajas, menos frías y menos impresionantes pero donde las cuevas fueron refugio de nuestros antepasados en tiempos difíciles. Una vez llegamos a una pequeña sala chapoteando por el río, y bajo las luces de los cascos pudimos ver, en una terraza elevada, restos de madera quemada bajo una pared con pinturas. Pinturas muy simples, de círculos y puntos rojos, hechas por alguien que se alumbró en algún momento con aquella fogata. La pátina de limo y calcita que lo cubría todo era transparente y estaba intacta. Localizamos la entrada original, cegada por un derrumbe, y salimos siguiendo el cauce del arroyo aguas abajo. Éramos tres y no tocamos ni dijimos nada nunca porque quisimos mantener la sensación de haber tenido una visión privilegiada y única. Y ahí nació mi afición por la arqueología, en esa cueva de apenas 200 metros de desarrollo.
Esa afición me llevó después a disfrutar visitando sitios tan distantes como Tirinto o las orillas de un helado Lago Argentino donde en una roca en medio del viento vi pinturas similares.
Por eso, ya en presente, me ha ilusionado leer que un equipo de arqueólogos ha encontrado cosas interesantes en un lugar llamado San Bartolo, en Petén, Guatemala. Son restos de la cultura maya y hasta el año 2001 sólo había sido excavado por saqueadores.
Una de esas cosas es un bloque de piedra como cualquier otro, con la salvedad de tener pintada una decena de signos jeroglíficos con una edad probable de 2200 años. La escritura, ese milagro al que ya me he referido varias veces en este blog, no tiene nada de tosca lo que hace suponer que no estamos viendo una muestra de sus inicios sino algo mucho más maduro.
Y otra de las cosas es un mural policromado de apenas uno o dos siglos después: en un “lienzo” de 9 metros de largo el artista ha representado el mito de la creación del mundo, la historia de un dios y la coronación de un rey.
Poco después, cerca de la pirámide donde está el mural, se encontró una tumba real maya, la más antigua hasta el presente y casi contemporánea con el mural. Eso sólo en unos pocos años de excavación.
La información publicada sobre San Bartolo es escasa, todo es un copio/pego, en parte por el poco tiempo que el proyecto lleva en ejecución pero también posiblemente por las condiciones que la National Geographic Society impone por ser la principal entidad financiadora de la aventura.
No me ha sido fácil encontrar buenas imágenes o artículos de nivel sobre los últimos hallazgos. Pero al final, en sitios no muy evidentes, encontré un buen documento sobre mural en español, con esquemas casi completos, y un video sorprendente donde podemos entrar en la excavación y asistir casi en vivo a la liberación de las imágenes de los restos que las protegieron. Son 20 Mb pero creo que merece la pena, descárguenlo aquí.
El caso es que aunque ya sa sabía que la selva oculta secretos no deja de asombrar que en este siglo aún aparezcan vestigios de aquello que una vez fue y parecía perdido.
7 comentarios:
Acabo de conocer tu blog y sólo por este artículo ya lo he agregado ;)
Tenía muchas ganas de saber algo más sobre lo descubierto en los murales de San Bartolo, porque estoy pensando en viajar a Guatemala algún verano. ¿Podrías indicarme algunos buenos sitios sobre la cultura maya centrada en Guatemala? Ya he visitado las webs oficiales. Un saludo!
PD. 1589 metros!
Bueno, no es por nada, pero el mural que publicaste en esta entrada ha sido finalmente descifrado, y es realmente impresionante. Traducido al castellano dice: "Espacio para su publicidad"
Todos los días se aprende algo nuevo...
Tal vez el sitio más adecuado que he visto sea http://www.gomaya.com/
Jack: me lo esperaba, yo tenía en mente publicidad de carromato último modelo o alguna bebida tridestilada pero como no conocían la rueda ni el alambique...
Una pregunta ¿cuál sería el rótulo que perdudaría en nuestra cultura si se eligiera uno al azar?
Lo primero que se me ha venido a la cabeza, como rótulo de nuestra cultura, es la imagen del cartel de Coca-Cola desenrollándose hacia abajo, a lo largo de un edificio, en la película Goodbye Lenin (por cierto, la recomiendo con entusiasmo).
http://www.independientesporextremadura.blogspot.com/
en esta dirección tienes un lugar donde opinar si te interesa Extremadura
Me parece increíble que yo, en Guatemala, me haya tenido que enterar de esto por vos. Te lo agradecemos mucho, seguí enseñándonos.
Ana, a veces queremos mirar tan lejos que nos perdemos lo que tenemos en el patio de casa. Con toda seguridad hay más españoles conocedores de Egipto que del románico español.
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