13 mayo 2017

De políticas y ejes a izquierda y derecha

Vale, las barras de los bares no son el mejor sitio para hablar de política pero, inevitablemente, es donde el paisano de al lado dice que es apolítico y, si el día es especialmente aciago, añade que eso de la izquierda y la derecha está ya superado.
La idea es intentar convencerle de que, aunque no lo sepa, él no es apolítico y que no, que tampoco ese eje izquierda-derecha está superado (sea lo que sea que signifique tal palabra).
Tal vez lo primero sea definir qué es eso de “ideología”. La mejor definición que se me ocurre sin caer en ambigüedades o en tecnicismos que no domino, es que consta de dos componentes. El primero es necesario ya que es la expresión minimalista del concepto. El segundo es opcional aunque creo que poca gente carece por completo de ideas al respecto.
Entrando en el tema: el primer componente es el modelo de sociedad en la que quisiéramos vivir y que vivieran nuestros hijos (por decir algo que le dé dimensión temporal). A este modelo se llega inevitablemente, aunque sea sólo de forma parcial: cuando la carretera está llena de baches nos gustaría que estuviera bien, cuando llevamos caminando un rato por una calle bajo un sol de justicia echaríamos de menos que hubiera unos árboles en las aceras, cuando ha pasado el autobús hace media hora quisiéramos un servicio de transporte más frecuente… Esto son, obviamente, ejemplos anecdóticos y no conforman un escenario de sociedad ideal pero sirven para ilustrar por dónde quiero ir. Otros ejemplos menos banales son, por dar alguna idea, aquellos relativos a la sanidad, a la educación, a la igualdad (o no), a los servicios públicos… Imagínate que un día te duele intensamente el abdomen y te diagnostican una peritonitis que debe ser operada urgentemente ¿crees que deberías tener derecho a una operación gratuita (pagada por la sociedad) en un hospital o piensas que eso no es correcto y que cada uno debe tener la sanidad que pueda pagarse con su propio dinero? ¿o tal vez sólo se atenderían las urgencias y no las enfermedades crónicas como, por ejemplo, una diabetes? ¿desearías una sociedad donde la educación fuera pagada por todos hasta cierta edad o te parecería mejor que cada niño tuviera una educación a medida del poder adquisitivo de sus padres? ¿en tu sociedad ideal cabría pobreza extrema o, al contrario, erradicar esa situación sería un objetivo? ¿y la riqueza extrema? ¿estarían las ciudades de tu sociedad ideal libres de contaminación o la calidad del aire no es algo que deba ser tenido en cuenta? ¿tendrían todas las personas los mismos derechos sociales o estos dependerían de algún factor como, por ejemplo, su sexo o su religión?
Independientemente de las opciones que cada persona considere deseables, construir ese escenario (o fragmento de escenario) supone una decisión entre alternativas y conforma un esbozo de ideología. Hasta el momento no conozco a nadie que no tenga una propuesta a varias de las preguntas anteriores y a docenas de otras que pueden formularse sobre los objetivos que una sociedad imaginada nos gustaría que cumpliera.
El segundo componente es más elaborado: definido, al menos en parte, el escenario de tu sociedad ideal ¿cómo crees que debe ser el camino para llegar a ella?
Las opciones aquí ya suelen ser más complejas. Por ejemplo, si has decidido que en tu sociedad no debe haber esclavitud ¿crees que un trabajador debe tener un sueldo mínimo asegurado por las leyes o que ese sueldo debe ser fruto de una negociación personal con el empresario? Si consideras bueno que haya una financiación de ciertos servicios públicos ¿crees que los impuestos, de existir, deben ser un porcentaje fijo de las ganancias o ese porcentaje debe depender de la magnitud de estas?
Preguntas como estas permiten diferenciar caminos diferentes para llegar, a veces, a los mismos objetivos. No es lo mismo plantear una revolución violenta como vía para llegar a la justicia social (o lo que sea) que plantear cambios progresivos desde dentro de la maquinaria existente. No es lo mismo decidir que la producción de energía eléctrica debe ser pública a decidir que puede ser privada pero con controles sobre los precios o, tercera vía, liberar dichos precios con independencia de que todo el mundo pueda o no pagarlos.
Definir un escenario deseado y plantear los caminos concretos son cosas diferentes pero complementarias y ambas conforman una ideología, al menos en su nivel básico. Lógicamente, elegir un camino u otro casi nunca es banal y pocas veces debe confiarse solamente en el instinto: son decisiones que frecuentemente necesitan conocimientos algo elaborados para que sean sólidas y tengan garantías de funcionar.
No será sorprendente que en este punto establezca una relación con mi anterior artículo sobre las tramas cognitivas: hace falta cultura para tomar decisiones sabias y aunque esa palabra suene “grande” no deberíamos renunciar a ella. Nuestras decisiones como ciudadanos serán potencialmente mejores si nuestra trama cognitiva es amplia y compleja porque ello nos permitirá evaluar mejor las alternativas y elegir con menor riesgo de error o de engaño.
En este contexto, el apoliticismo es difícil de concebir porque supone no sólo renunciar a los cambios sociales sino no tener ideas sobre cómo te gustaría vivir, ser indiferente ante la posible solución a problemas e injusticias. En el momento en el que no eres así, ya estás tomando una posición política, que no depende solamente de votar o no votar en unas elecciones.
Con lo de la izquierda y la derecha pasa algo similar porque muchas de las opciones ante una situación social tienen su posición en este eje ideológico. La izquierda tiende a hacer prevalecer los derechos de la sociedad sobre los individuales y la derecha tiende más a sacralizar los derechos personales sobre los colectivos. Dentro de esta simplificación caben multitud de variantes y complejidades pero el eje existe, tiene una larga historia y todos, en cuanto tomamos unas pocas decisiones sobre ideales y cómo llegar a ellos, nos ubicamos en algún punto sobre él. Para cerrar esta reflexión incluyo un cartel sobre las características de la izquierda y la derecha. Lamentablemente, esta muy focalizado sobre los Estados Unidos de América con lo que a los europeos nos pueden chocar algunas cosas pero vale para ilustrar la complejidad de la situación y la banalidad de ignorar que las ideologías existen y nos afectan, y que no es posible ponerse por encima o fuera de ellas sin tener que dar muchas explicaciones.


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