El aprendizaje de idiomas no es uno de mis puntos fuertes. Aún así, es un asunto que me atrae irresistiblemente y, dentro de mis muy limitadas posibilidades, intento defender el nuestro, el español ante la colonización innecesaria por otras lenguas. Y digo innecesaria porque hay ocasiones donde los neologismos son imprescindibles.
Probablemente es en los campos técnicos donde es más obvia la necesidad de introducir términos nuevos. Algunos son elegantes, como pixel, una contracción de picture element, que también es uno de los necesarios. En otros, su propia historia, su génesis, es toda una aventura, como el caso de quark.
Pero sin pasarse, que muchos tienen un claro equivalente en español, a veces mucho más propio que el inglés. Y otros son, simplemente, copias descaradas de términos ingleses que aparecen por desidia (siempre es más fácil pasar al spanglish que aprender una palabra nueva) o por ignorancia.
La informática es uno de esos campos donde es difícil traducir la jerga, siempre de origen foráneo. Algunos términos se han traducido directamente, como mouse, y todos manejamos el ratón sin complejo lingüístico alguno. Otras traducciones o adaptaciones han fracasado, como byte, que inicialmente se intentó traducir por octeto, término ya olvidado. Y otras son auténticas barbaridades, como decir displayar a las presentaciones en pantalla (oído en directo en la Córdoba de Argentina).
Como curiosidad, comentaré que llamar bitácora a los blogs es un error. Blog es una contracción de biographical log, siendo log un término originado en los albores de la informática y que representa un archivo donde se registra una secuencia de operaciones. Bitácora no es el cuaderno donde los marinos escribían sus notas, sino un arca o armario donde se guardaban, entre otras cosas, los diarios o cuadernos de bitácora. Para la adaptación de blog al español, si queremos hacerla, será mejor usar los términos anteriores.
Finalizo con dos ejemplos opuestos sobre traducciones inglés-español de términos informáticos. Del primer documento es responsable Rafael Fernández Calvo y a mí me parece una propuesta razonable en sus adaptaciones y traducciones. Y por poner algo en el otro platillo de la balanza, les propongo otra opción, en mi opinión descabellada, sobre el mismo problema, perpetrada en este caso por Yolanda M. Rivas.
15 enero 2006
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