Donde los errores no invalidan las tesis
Como comenté hace un tiempo, rectificar es de sabios, pero de sabios equivocados (obviamente). Casi todos estamos de acuerdo en que la economía es perfectamente capaz de explicar las subidas y bajadas de la bolsa, por ejemplo, siempre que sea a posteriori. Del mismo modo, los políticos son capaces de predecir con exactitud la inflación del año que viene. Y si ésta se desvía de la predicción (la inflación es muy respondona) se hace una “revisión al alza”.Pues hay un curioso ejemplo que implica al movimiento ecologista. Lo reencontré estos días al abrir una caja superviviente de mi última mudanza. Dentro esperaba camuflado “Manifiesto para la supervivencia” libro colectivo que trata de la necesidad de cambiar radical y rápidamente el estilo de vida del mundo bajo amenaza de inminente catástrofe.
Conste que estoy de acuerdo con la mayor, porque el crecimiento actual no es sostenible ad aeternum. Otra cosa es que según este libro y sus previsiones, ahora, mayo del año 2006, deberíamos estar más o menos extintos.
El libro es de 1972, por lo que estamos viendo su futuro local a 30 años vista. El primer autor es Edward Goldsmith, fundador de la revista The Ecologist donde el libro fue publicado en enero de 1972. El original inglés está disponible en internet bajo el título A Blueprint for Survival.
El libro es muy interesante y hay que tomarlo con respeto dadas las circunstancias y los tiempos en los que fue escrito. La primera frase es perfectamente exportable a la actualidad: “El defecto fundamental del modo de vida industrial, con su prurito de expansión, es el de ser insostenible”. Yo la suscribo y además valoro su carácter pragmático. Sin moralina, sin arrebatos por la justicia cósmica, su rotundidad viene de su egoísmo, por lo que debería ser tomado en serio por todos, primates éticos, inmorales o teístas: si el tren descarrila, los pasajeros van dentro, y aquí no se puede apear uno.
Se equivocaron, sin embargo. En su sincera militancia, se atrevieron a hacer predicciones concretas a partir de los conocimientos del final de los años 60.
Les destaco algunas de ellas (las que han cumplido plazo):
La demanda de petróleo excederá a la oferta en el año 2000 y se agotará antes del año 2040 (hipótesis de demanda creciente).Todo fue inexacto, especialmente los augurios sobre los metales. En el caso del petróleo, durante las décadas siguientes se descubrieron muchos más yacimientos de los conocidos en 1970. Los métodos de extracción han cambiado, algunos yacimientos no explotables ahora sí lo son, las subidas de precios
Antes del año 2000 se habrán agotado las reservas minerales de plata, oro, mercurio, plomo, platino, estaño y zinc.
El cobre y el wolframio se agotarán sobre el año 2010.
El gas natural se agotará antes del año 2000 (hipótesis de demanda creciente).
El uranio 235 será escasísimo antes del año 2000.
Pero eso no significa nada más allá de que tenemos prórroga. A pesar de las predicciones fallidas (menos mal, porque nadie les hizo el más mínimo caso), las estimaciones actuales de agotamiento del petróleo son muy variables, pero ninguna pasa de los 80-90 años y varias coinciden en el rango de 40 a 50. A esto se añaden los tintes siniestros que han teñido el asunto en la última década por motivos que eufemísticamente se llaman “geopolíticos”.
Mientras tanto, habrá que releer el libro para, obviando los augurios, rescatar el mensaje que aún pueda ser válido y adaptarlo a la cruda realidad porque la premisa sigue siendo la misma perogrullada: no puede haber crecimiento económico ilimitado con recursos limitados.