El diccionario de la RAE tiene unas 90000 entradas y se define como diccionario normativo que, según él mismo, es el que fija la regla que se debe seguir. El diccionario ha sido objeto de crítica y discusión por muchas de sus interpretaciones, nuevas incorporaciones o significados atribuidos a las palabras. Valgan unos pocos ejemplos: incorporaciones chocantes (
muslamen,
pechamen), invención innecesaria (
cederrón,
oenegé) o la españolización torturada de palabras foráneas que convivían pacíficamente con las españolas (
güisqui,
bluyín). Todo es discutible y todo es mejorable, especialmente si te dan una vía para contribuir a hacerlo.
En mi opinión, los términos científicos están contemplados con indiferencia o, para los mal pensados, con cierto desprecio.
Les pongo como ejemplo el post que Paleofreak escribió en su blog hace una temporada:
Paleo-DRAE. de donde extraemos la definición de
Dinosaurio: se dice de ciertos reptiles fósiles que son los animales terrestres más grandes que han existido, con cabeza pequeña, cuello largo, cola robusta y larga, y extremidades posteriores más largas que las anteriores, y otros con las cuatro extremidades casi iguales, como el diplodoco.
Como dice el autor, la descripción sólo coincide con un tipo particular de dinosaurios: los
saurópodos. Ha habido
dinosaurios pequeños,
con cabeza enorme, con
cuello corto (
incluso dentro de los saurópodos)... Consecuentemente, la definición no aporta casi nada.
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Según la definición actual del DRAE, este Compsognathus no sería un dinosaurio por enano. |
¿Cuál sería una definición correcta? Bueno, yo no soy especialista en esto por lo que mi propuesta sería poco documentada. Podría aventurarse algo como lo siguiente (que los que saben me corrijan):
Dinosaurio: se agrupa bajo esta denominación a un conjunto de vertebrados saurópsidos que surgió en el Periodo Triásico, hace unos 235 millones de años y desapareció en la extinción masiva de Cretácico-Terciario, hace unos 65 millones de años. Los dinosaurios, aunque variados en muchas características, presentan algunos elementos anatómicos comunes, como tener las patas articuladas por debajo de la cadera en vez de por los laterales, algo que les diferencia de otros reptiles como pterosaurios, ictiosaurios y plesiosaurios.
Lógicamente, todo es una cadena que debe quedar bien cerrada: la definición anterior exige incorporar los términos saurópsido y pterosaurio, hoy ausentes, y aconseja corregir ictiosaurio y plesiosaurio (que aparece como ictiosauro y plesiosauro con definiciones defectuosas). Por otra parte, enlaza con términos ya incluidos, como los Periodos Triásico y Cretácico y la Era Terciaria.
Les pongo otro ejemplo. En este caso se trata de un informe exhaustivo de un especialista:
Inconsistencias, incorrecciones, atrasos y errores en las definiciones de términos relativos a la Ictiología en el Diccionario 2001 de la Real Academia de la Lengua Española (RAE), por Alfonso L. Rojo (enlace al PDF)
En este documento se habla de los problemas de consistencia interna en las definiciones relacionadas con los peces, así como casos de clasificaciones obsoletas o definiciones con errores, a veces de bulto. Les pongo una entrada de las muchas que se citan, según el DRAE:
Lamprea: pez del orden de los Ciclóstomos, de un metro o algo más de largo, de cuerpo casi cilíndrico, liso, viscoso y terminado en una cola puntiaguda. Tiene el lomo verde, manchado de azul, y, sobre él, dos aletas pardas con manchas amarillas, y otra, de color azul, rodeando la cola; a cada lado de la cabeza se ven siete agujeros branquiales. Vive asido a las peñas, a las que se agarra fuertemente con la boca. Su carne es muy estimada.
Aparte de lo dudoso que resulta dar definiciones morfológicas prolijas (que suelen ser poco útiles e imprecisas), el autor señala que el Orden Ciclóstomos no existe (sería, en su caso,
Petromyzontiformes, según el
Catalogue of Life) y que la lamprea no vive, en absoluto, asida a la peñas por la boca, una leyenda absurda que se ha colado en el DRAE.
Problemas similares se presentan en las definiciones de tiburón, raya, esturión, etc., donde los errores e imprecisiones son abundantes.
Lamentablemente, una actualización de los términos científicos es muy compleja, no solo por los que faltan, sino por la coherencia interna de la información y la dificultad de los temas, de los que los académicos parecen no tener demasiado conocimiento. Pensando en ello se me ocurrió que podría pedir a algún académico que considerara que un poco de ayuda externa no les vendría mal. Hay miles de personas que estaríamos dispuestas a echar una mano dentro de nuestros campos de conocimiento a incorporar términos ausentes o depurar y corregir los actuales.
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Un ejemplo de definición delirante, fíjense en eso de "los partidarios de la doctrina transformista". |
Cuando me puse manos a la obra me encontré con la sorpresa de que ya existe dicha vía. Se llama UNIDRAE, Unidad Interactiva del DRAE y cuya responsable es Silvia María Fernández Alonso. Lamentablemente solo existe un correo electrónico y un
PDF un tanto cutre pero que trae algunos ejemplos. La idea se resume en una de sus páginas:
... para facilitar y canalizar la participación popular se ha creado recientemente un vehículo a tal efecto: la Unidad Interactiva del DRAE (UNIDRAE). Esta unidad, dependiente de la Secretaría de la institución, coordinadora de todas las comisiones de trabajo referentes al Diccionario, pretende atender, unificar, concentrar y agilizar el proceso de estudio, revisión y respuesta a las consultas externas que sobre el Diccionario llegan a esta Real Academia tanto por correo ordinario como por correo electrónico.
En este PDF, aparentemente único, sobre la actividad de UNIDRAE se menciona haber recibido 288 sugerencias en un año, de las cuales fueron pasadas a consideración de los académicos 97 y aprobadas 76. Personalmente me parece muy poca actividad por lo que les animo a participar a modo de ensayo clínico: vamos a enviar sugerencias de vocabulario científico y comprobar si responden y, en su caso, que acogida tienen.
Respecto a las propuestas no he encontrado reglas explícitas pero sí algunas pistas; por ejemplo, en una de las cartas de respuesta mencionan lo siguiente:
... la Real Academia Española solo recoge en su Diccionario voces suficientemente documentadas en textos, preferentemente de autores de reconocido prestigio.
Entiendo, por tanto, que cualquier propuesta de palabra nueva (clado, por ejemplo) tiene más probabilidad de ser aceptada si se acompaña de unas cuantas citas en libros. Respecto a qué autores científicos consideraría la Academia como de "reconocido prestigio" es algo en lo que prefiero no meterme.
El correo de la
Unidad Interactiva del DRAE es
unidrae@rae.es
Intentemos mejorar el diccionario, a ver si nos dejan.