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30 noviembre 2007

Una historia sobre salud y contaminación

En 1950, dicen que Avilés era una villa asturiana con 21300 habitantes y con una población claramente envejecida. En esa misma década, la zona fue elegida como cabecera industrial del "milagro económico" de los 50 y 60 en España. Aparecieron la Empresa Nacional Siderúrgica, S.A. (ENSIDESA, 1950), Cris­talería Española, S.A. (1952) y la Empresa Nacional del Aluminio, S.A. (ENDASA, 1958).

En sólo unos años la población se dobló (48500 habitantes en 1960) y experimentó un fuerte rejuvenecimiento. Fue la década de la emigración interior por la Ruta de la Plata romana y Avilés se llenó de andaluces, extremeños y castellanos. Algunos pueblos de Burgos o León perdieron toda su población joven buscando ese Eldorado norteño.

Los cambios introducidos por la instalación de las industrias básicas tuvie­ron, entre otras consecuencias, un claro deterioro de las condiciones ambientales. Mi padre, un emigrante catalán, recordaba años después que cuando llegó a Avilés a mediados de los 50, el café en las terrazas de los bares se tomaba con el plato encima de la taza para que recogiera el orbayu de cenizas.

Baste para terminar esta introducción con decir que en 1981, Avilés había llegado a los 86500 habitantes, una parte de los cuales vivía en barrios al pie de las chimeneas.

En esta situación, el Servicio de Pediatría del Hospital San Agustín (el que atendía a la comarca) hizo públicas algunas cifras que empezaron a llamar la atención. Por ejemplo, que de todos los niños ingresados en el Servicio en la década de los 80, el 46% lo hacía por problemas respiratorios mientras que lo más común en otras zonas de España eran porcentajes cercanos al 25%.

La creación de un Servicio de Lucha contra la Contaminación a finales de los 70 permitió organizar una red de medidores y conocer los niveles de inmisión de algunos contaminantes. Los resultados hicieron que Avilés se declarase en 1981 Zona de Atmósfera Contaminada, ya que los niveles de inmisión de partículas eran entre 2 y 30 veces superiores a los máximos declarados admisibles en la legislación del momento.

En este contexto se planteó la realización de un estudio epidemiológico cuyo objetivo era:

[...] establecer si exis­te una relación significativa entre los niveles de contaminación atmosféri­ca y los síntomas, enfermedades e indicadores relacionados con la fun­ción respiratoria.

La cosa tuvo dos vertientes interesantes. La primera fue personal ya que, recién salido de biológicas, este fue mi primer trabajo freelance. Me llamaron para que me encargara del diseño del muestreo y elaboración estadística de los datos, tareas a las que hubo que añadir la revisión bibliográfica, cartografía de la contaminación y redacción de los informes (800 páginas)...

Interesante también porque no había precedentes en España sobre este tipo de estudio que surgía, además, de las administraciones responsables del posible daño ya que las mayores industrias eran de titularidad estatal.

Con un estusiasmo un poco inconsciente nos pusimos a trabajar. Se definieron tres zonas según el nivel de contaminación que sufrían: alto, medio y bajo. Se eligieron 10 colegios de esas zonas y durante dos cursos escolares se realizaron 28230 espirometrías forzadas a un total de 2962 niños, mayoritariamente entre los 8 y 11 años. De las espirometrías se extrajeron los valores de 7 variables de capacidad pulmonar y flujo eliminando los casos de afecciones agudas.

Quedan anécdotas del momento, como que la base de datos y la estadística se hizo en el ordenador de mi casa, un Sharp con 48 kb de RAM. O que todos los análisis se hicieron con aplicaciones que tuve que programar en un dialecto de BASIC, desde los estadísticos más simples hasta el análisis de la covarianza.

Los resultados que encontramos son largos de exponer, demasiado para el espacio de un post pero, aunque sólo sea por recordar a esos niños que hoy habrán pasado ya de la treintena, les resumo que encontramos, entre otras cosas:

  • que la función respiratoria en niños y niñas era progresivamente menor según aumentaba el nivel de contaminación de la zona donde vivían.
  • que todos los grupos, incluso los de la zona de menor contaminación, presentaban menores valores de variables respiratorias que los considerados estándar. En los niños la reducción era de un -8% aproximadamente; en las niñas, de un -13%.
  • que en la zona de alta contaminación, la prevalencia de problemas respiratorios era más elevada para bronquitis aguda, tos habitual, catarros con flemas, silbidos en el pecho, haber padecido enfermedad respiratoria de más de 7 días de duración...

En fin, lo esencial es que a finales de los 80 encontramos una clara relación entre las condiciones de vida al pie de la fábrica y la salud de niños que aún no habían llegado a la adolescencia. Entonces lo tomamos como un ejercicio profesional, el primero de nuestra carrera. Ahora lo veo de otra forma porque recuerdo las mañanas en los colegios, las ojeadas curiosas al espirómetro, la decepción de un niño porque le decíamos que estaba enfermo y no podía hacer las pruebas, la atención preocupada con la que algunos pediatras locales seguían el trabajo...

En la zona de alta contaminación ya no vive nadie. Las familias de los 149 escolares y todos sus vecinos dejaron sus casas, antes rurales, y fueron realojadas en otros barrios. Con la crisis industrial, el cierre de instalaciones o la apertura de otras nuevas ya dotadas de electrofiltros, se redujo la contaminación general de forma que hoy Avilés se parece muy poco al de hace veinte años.

Del estudio epidemiológico nunca más se supo. Hubo un avance el primer año y a su finalización fue olvidado completamente. Se presentó como una iniciativa pionera dentro de las acciones de lucha contra la contaminación pero nunca llegó a publicarse ni a publicitarse. Tampoco tuvo efecto alguno ya que el desalojo de la zona más contaminada estaba decidido previamente y el resto se quedó como estaba.

Y este post viene a cuento porque encontré hace unos días el estudio original en unos archivadores y releyendo los nombres de los niños, decidí recordar y contárselo a ustedes.

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