05 septiembre 2013

La imperiosa necesidad de mejorar el diccionario de la RAE

El diccionario de la RAE tiene unas 90000 entradas y se define como diccionario normativo que, según él mismo, es el que fija la regla que se debe seguir. El diccionario ha sido objeto de crítica y discusión por muchas de sus interpretaciones, nuevas incorporaciones o significados atribuidos a las palabras. Valgan unos pocos ejemplos: incorporaciones chocantes (muslamen, pechamen), invención innecesaria (cederrón, oenegé) o la españolización torturada de palabras foráneas que convivían pacíficamente con las españolas (güisquibluyín). Todo es discutible y todo es mejorable, especialmente si te dan una vía para contribuir a hacerlo.
En mi opinión, los términos científicos están contemplados con indiferencia o, para los mal pensados, con cierto desprecio.
Les pongo como ejemplo el post que Paleofreak escribió en su blog hace una temporada: Paleo-DRAE. de donde extraemos la definición de
Dinosaurio: se dice de ciertos reptiles fósiles que son los animales terrestres más grandes que han existido, con cabeza pequeña, cuello largo, cola robusta y larga, y extremidades posteriores más largas que las anteriores, y otros con las cuatro extremidades casi iguales, como el diplodoco. 
Como dice el autor, la descripción sólo coincide con un tipo particular de dinosaurios: los saurópodos. Ha habido dinosaurios pequeños, con cabeza enorme, con cuello corto (incluso dentro de los saurópodos)... Consecuentemente, la definición no aporta casi nada.
Según la definición actual del DRAE, este Compsognathus no sería un dinosaurio por enano.
¿Cuál sería una definición correcta? Bueno, yo no soy especialista en esto por lo que mi propuesta sería poco documentada. Podría aventurarse algo como lo siguiente (que los que saben me corrijan):
Dinosaurio: se agrupa bajo esta denominación a un conjunto de vertebrados saurópsidos que surgió en el Periodo Triásico, hace unos 235 millones de años y desapareció en la extinción masiva de Cretácico-Terciario, hace unos 65 millones de años. Los dinosaurios, aunque variados en muchas características, presentan algunos elementos anatómicos comunes, como tener las patas articuladas por debajo de la cadera en vez de por los laterales, algo que les diferencia de otros reptiles como pterosaurios, ictiosaurios y plesiosaurios.
Lógicamente, todo es una cadena que debe quedar bien cerrada: la definición anterior exige incorporar los términos saurópsido y pterosaurio, hoy ausentes, y aconseja corregir ictiosaurio y plesiosaurio (que aparece como ictiosauro y plesiosauro con definiciones defectuosas). Por otra parte, enlaza con términos ya incluidos, como los Periodos Triásico y Cretácico y la Era Terciaria.

Les pongo otro ejemplo. En este caso se trata  de un informe exhaustivo de un especialista:
Inconsistencias, incorrecciones, atrasos y errores en las definiciones de términos relativos a la Ictiología en el Diccionario 2001 de la Real Academia de la Lengua Española (RAE), por Alfonso L. Rojo (enlace al PDF)
En este documento se habla de los problemas de consistencia interna en las definiciones relacionadas con los peces, así como casos de clasificaciones obsoletas o definiciones con errores, a veces de bulto. Les pongo una entrada de las muchas que se citan, según el DRAE:
Lamprea: pez del orden de los Ciclóstomos, de un metro o algo más de largo, de cuerpo casi cilíndrico, liso, viscoso y terminado en una cola puntiaguda. Tiene el lomo verde, manchado de azul, y, sobre él, dos aletas pardas con manchas amarillas, y otra, de color azul, rodeando la cola; a cada lado de la cabeza se ven siete agujeros branquiales. Vive asido a las peñas, a las que se agarra fuertemente con la boca. Su carne es muy estimada.
Aparte de lo dudoso que resulta dar definiciones morfológicas prolijas (que suelen ser poco útiles e imprecisas), el autor señala que el Orden Ciclóstomos no existe (sería, en su caso, Petromyzontiformes, según el Catalogue of Life) y que la lamprea no vive, en absoluto, asida a la peñas por la boca, una leyenda absurda que se ha colado en el DRAE.
Problemas similares se presentan en las definiciones de tiburón, raya, esturión, etc., donde los errores e imprecisiones son abundantes.

Lamentablemente, una actualización de los términos científicos es muy compleja, no solo por los que faltan, sino por la coherencia interna de la información y la dificultad de los temas, de los que los académicos parecen no tener demasiado conocimiento. Pensando en ello se me ocurrió que podría pedir a algún académico que considerara que un poco de ayuda externa no les vendría mal. Hay miles de personas que estaríamos dispuestas a echar una mano dentro de nuestros campos de conocimiento a incorporar términos ausentes o depurar y corregir los actuales.
Un ejemplo de definición delirante, fíjense en eso de "los partidarios de la doctrina transformista".
Cuando me puse manos a la obra me encontré con la sorpresa de que ya existe dicha vía. Se llama UNIDRAE, Unidad Interactiva del DRAE y cuya responsable es Silvia María Fernández Alonso. Lamentablemente solo existe un correo electrónico y un PDF un tanto cutre pero que trae algunos ejemplos. La idea se resume en  una de sus páginas:
... para facilitar y canalizar la participación popular se ha creado recientemente un vehículo a tal efecto: la Unidad Interactiva del DRAE (UNIDRAE). Esta unidad, dependiente de la Secretaría de la institución, coordinadora de todas las comisiones de trabajo referentes al Diccionario, pretende atender, unificar, concentrar y agilizar el proceso de estudio, revisión y respuesta a las consultas externas que sobre el Diccionario llegan a esta Real Academia tanto por correo ordinario como por correo electrónico.
En este PDF, aparentemente único, sobre la actividad de UNIDRAE se menciona haber recibido 288 sugerencias en un año, de las cuales fueron pasadas a consideración de los académicos 97 y aprobadas 76. Personalmente me parece muy poca actividad por lo que les animo a participar a modo de ensayo clínico: vamos a enviar sugerencias de vocabulario científico y comprobar si responden y, en su caso, que acogida tienen.
Respecto a las propuestas no he encontrado reglas explícitas pero sí algunas pistas; por ejemplo, en una de las cartas de respuesta mencionan lo siguiente:
... la Real Academia Española solo recoge en su Diccionario voces suficientemente documentadas en textos, preferentemente de autores de reconocido prestigio.
Entiendo, por tanto, que cualquier propuesta de palabra nueva (clado, por ejemplo) tiene más probabilidad de ser aceptada si se acompaña de unas cuantas citas en libros. Respecto a qué autores científicos consideraría la Academia como de "reconocido prestigio" es algo en lo que prefiero no meterme.
El correo de la Unidad Interactiva del DRAE es unidrae@rae.es
Intentemos mejorar el diccionario, a ver si nos dejan.

5 comentarios:

Copépodo dijo...

¡Con el DRAE hemos topado! Totalmente de acuerdo con el problema mencionado, al menos en biología este diccionario es bastante inútil. Las definiciones excesivamente técnicas y que no acaban siendo en absoluto representativas del significado de la palabra (como pasa con dinosaurio) son muy abundantes y muchas obedecen a un estilo similar en el que se mezclan cuatro palabros de jerga para que parezca una cosa seria y a correr. Sus aspiraciones normativas son inaceptables en estos ámbitos.

Ahora bien, como hay que ser constructivo, me daré por enterado del recurso que aportas para quejarme menos y contribuir alguna que otra vez.

Un detalle que sí me gustaría comentar al hilo de palabras que designan grupos de organismo: yo, personal y profesionalmente, no sería partidario de empeñarse demasiado en hacer coincidir la definición de una palabra del castellano con un taxón "oficial" (grupos monofiléticos o clados). Hay que distinguir entre el uso cotidiano de un idioma y la nomenclatura taxonómica, que tiene sus propias normas, ya de por sí bastante estrictas, nada intuitivas y a menudo incompatibles con el uso coloquial de las palabras.

Por ejemplo, resultaria tentador hacer coincidir la palabra dinosaurio con el clado Dinosauria, en cuyo caso hay que recordar que las aves forman parte de él, y esto potencialmente afecta a la definición bastante. La definición del DRAE debería basarse en el uso real de las palabras, y hoy por hoy, la mayor parte de la gente, cuando habla de dinosaurios, no incluye a las aves. Esto se debe a que los dinosaurios es un grupo parafilético, que en principio no son válidos como clados (y no deben recibir nombres formales regidos por un código y práctica nomenclatural), pero que son, muy, muy intuitivos y útiles para todo tipo de menesteres, pese a que no constituyan grupos naturales. Los que son más papitas que el papa y más cladistas que Hennig suelen hacerse la picha un lío y decir que los grupos parafiléticos "no son reales", "no existen" y cosas por el estilo (no miento, a poco que busques verás por ahí gente que dice que los invertebrados, los peces o los reptiles no existen). El problema de que nos tomemos demasiado en serio una "actualización" de las definiciones de grupos de organismos en el DRAE es que potencialmente podemos arrastrar los problemas que tiene de por sí la clasificación taxonómica (que son muchos, oscuros, y capaces de llevar a la locura al más cuerdo), con la dificultad añadida de que el uso cotidiano del lenguaje no puede admitir un rigor taxonómico. Y además: la clasificación taxonómica está sujeta a los cambios producidos por los nuevos descubrimientos, así que podría quedarse obsoleta también (caso de los ciclóstomos, que era donde se englobaban a lampreas y mixinos).

Total: que ninguna clasificación es perfecta ni inmutable y que no debemos aspirar a que una definición de un grupo de organismos en el DRAE sea rígida y delimitada por la nomenclatura biológica formal. En el uso cotidiano de las palabras hay espacio para solapamientos, ambigüedades y demás (pájaro/ave, simio/mono, y otros ejemplos) en los que la precisión absoluta no es posible porque la propia población no usa de forma estricta esas palabras; personalmente no veo motivo para angustiarse con ello porque si se necesita precisión científica, para eso está la nomenclatura formal (y no hay que confundir la palabra con su significado).

Virginia Avendaño dijo...

Me encantó lo de "españolización torturada": muy exacta definición.

Cariños desde Buenos Aires.

Virginia

Ángel M. Felicísimo dijo...

Gracias Virginia.
Copépodo: de acuerdo, por supuesto. El diccionario recoge lo que se usa y aunque no debe ser contradictorio tampoco hay que ponerse exquisito. En mi supuesta propuesta de dinosaurio eliminé lo de "clado" aunque no lo borré del párrafo anterior precisamente por no pasarme.
Conste que no se nada de dinosaurios, es solo un ejemplo como podría haber otros. La idea sería que las cosas fueran, como mínimo, coherentes. Por ejemplo, en muchas ocasiones añaden una referencia taxonómica ("perteneciente al orden de los ***"). Habría que ver hasta qué punto eso debe ser general o no.
En fin, un mundo entero para jugar. Yo ya envié ayer la primera propuesta (sobre "paleontología"), ya os contaré.

Ángel M. Felicísimo dijo...

He quitado la referencia a "clado" en el post ya que no era necesaria para la definición posterior.

Copépodo dijo...

Mi comentario venía a raíz de que esa es una reflexión que he hecho varias veces sobre el tema, que me parece muy interesante y que me parecía adecuado puntualizar, pero no pretendía ser ninguna crítica ni a tu definición de dinosaurio (que no sabría mejorar) ni a la reacción (casi refleja en un científico) de recurrir a la sistemática buscando estabilidad en las definiciones zoológicas o botánicas.

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