La encefalitis japonesa fue descrita en Japón en 1871. Es una enfermedad vírica que se transmite por la picadura de mosquitos del género Culex. Actualmente, aunque prácticamente ha desaparecido de Japón debido a vacunaciones y pesticidas, es endémica de amplias zonas rurales del Sudeste asiático donde se registran anualmente entre 30000 y 50000 casos aunque probablemente son muchos más.
Una inquietante imagen (ganadora de un premio) de un Culex saliendo como adulto del estado de pupa (foto tomada de aquí). Pulsar encima para verla con más resolución.
El reservorio de virus está en los cerdos domésticos y en las aves, donde se desarrollan intensamente, no existiendo aparentemente el contagio entre humanos. Algunos otros animales domésticos pueden padecer también la enfermedad aunque no parece que la transmitan a través de los mosquitos.
La EJ es una enfermedad que afecta especialmente a niños y que es mortal en el 30% de los casos. Tras la infección, el virus invade el sistema nervioso central incluyendo el cerebro y la médula espinal.
Los síntomas de los casos graves son parálisis, convulsiones, coma y muerte. Los que se libran de morir quedan con secuelas, frecuentemente graves, que afectan a su función neurológica: convulsiones, parálisis parcial motora y de nervios craneales, ceguera cortical... Hasta un 75% de los niños que sobreviven sufren alteraciones psicológicas.
Declarada la enfermedad no existe tratamiento específico ya que no se han descubierto antivirales adecuados y, como ya sabemos, los antibióticos no son eficaces contra los virus. Sólo cabe la hospitalización para un cuidado intensivo, algo imposible en muchas de las zonas afectadas. Sí existen vacunas que son bastante efectivas (entre un 85 y un 98% según la modalidad) pero exigen una planificación y un calendario para las dosis de recuerdo que no son de frecuente ejecución.
Después de esta larga introducción les comentaré que no se sabía cómo el virus era capaz de dañar permanentemente las células del sistema nervioso ya que en muchas encefalitis víricas la recuperación es completa en unas semanas mientras que aquí los daños son permanentes. Una jovencísima científica llamada Sulagna Das y un investigador "senior", Anirban Basu, del National Brain Research Center han dado con la clave y la publican en el Journal of Neurochemistry.
Su trabajo ha revelado que los virus no sólo matan las neuronas sino también a las células madre que debían regenerarlas (las llaman indistintamente neural stem cells y neural progenitor cells, NPC). La destrucción de las NPC no permite la reparación de los daños y las secuelas se hacen permanentes. Por si fuera poco, los virus bloquean una fase específica de la división de las NPC supervivientes impidiendo su proliferación. Tres efectos que explican la gravedad de la enfermedad y sus secuelas.
Aunque este descubrimiento no ofrece soluciones sí permite saber que el problema es múltiple y permite también situarlo, con lo que las investigaciones futuras pueden dirigirse más directamente a las dianas adecuadas.
Para terminar, me ha llamado la atención que al buscar información sobre esta enfermedad aparece sobre todo como un riesgo para turistas y como un problema veterinario. Es como si la gente que vive en las zonas afectadas no existiera.
PS.: Otros posts sobre enfermedades que afectan a países en desarrollo y avances en ellas:
1 comentarios:
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