30 abril 2007

Por la boca muere el pez

Don Miguel Ángel Quintanilla Fisac, Secretario de Estado de Universidades e Investigación, debería tener asesores para quedarse mudo de vez en cuando. Me entero a través de Assembleia de Filosofía, que en el V Congreso de Universidades, celebrado en Toledo hace unos días dijo, hablando de las relaciones universidad-empresa:
"Se trata de ofrecer a las empresas lo mejor de la universidad, la mejor mercancia"
Con lo cual ya lo ha dicho todo y yo no voy a comentar nada que son las 0:01 y a estas horas puede uno soltar más de una impertinencia. Las declaraciones aquí, los comentarios de la asamblea de estudiantes de filosofía de la Universidad de Santiago de Compostela aquí.
Hace unos meses comenté algo sobre sus intervenciones y singular capacidad para molestar y crear problemas, en vez de solucionarlos. Se nota que necesitaba un poco de protagonismo.

28 abril 2007

5 directrices con estrambote para tu tesis doctoral

Hace más de un año toqué este mismo tema pero tan vez de forma demasiado prolija. Les traigo un remake breve pero (espero) intenso para que esa tesis doctoral tenga un planteamiento adecuado, un nudo no traumático y un desenlace feliz. No hay misterios pero sí algunas normas simples que hacen bueno el refrán: más vale prevenir que lamentar. A ello:
  • Empieza por elegir bien a tu director de tesis. Sí, elígelo tú, adelántate. Es una decisión importante porque un director que no ejerza de tal, en el mejor de los casos no te ayudará, y en el peor hará que la tesis fracase. La acción profiláctica es vital porque además hay doctores que se prestan a ser directores pero luego no ejercen, bien por falta de tiempo, de dedicación o por simple incompetencia. ¿Cómo distinguir un buen director de un director “virtual”? Pues enterándose:
    • investiga las circunstancias del "candidato". Comprueba cuantas tesis está dirigiendo y mira que no sea ni ninguna ni muchas. Si aparece una docena lo más recomendable es una retirada a tiempo porque no cabe posibilidad alguna de atender a esa cantidad de tesis simultáneamente: esos doctorandos estarán abandonados a su suerte y quien los acompañe estará en idéntica condición.
    • asegúrate de cuantas tesis dirigidas por el candidato a director han sido defendidas con éxito en los últimos años. Ese dato nos dará una idea de nuestra expectativa de éxito ya que los pupilos de los directores virtuales rara vez acaban.
    • comprueba que tu candidato sea realmente un investigador y capaz de dirigir la investigación de otras personas. Mira qué publicaciones tiene y confirma que sabe lo que se trae entre manos, si trabaja en equipo y cual es la productividad científica de su grupo de trabajo.
    • habla con los otros doctorandos, pregúntales cómo van, qué problemas tienen, cuánto tiempo llevan en ello y qué tal es su director. Habrá gente discreta que no dirá gran cosa pero a poco observador que seas notarás si hay problemas.
    • si el candidato supera los pasos anteriores habla con él y confirma que el trato es bueno y que es y está normalmente accesible. El director de tesis puede ser cualquier doctor, aunque resida en otro país. Sin embargo, no recomiendo elegir un director con el que no puedan hacerse reuniones, como mínimo, mensuales. En mi experiencia, la dirección de tesis “a distancia” no funciona.
  • Elige bien tu tema. Bueno, aquí me temo que no te toca a tí. Defiendo que son los directores los que deben decidir el tema de tesis de sus doctorandos ofreciendo tres o cuatro opciones. Esto parece una conducta dictatorial pero tiene una justificación práctica: todo investigador normal tiene una o dos líneas de investigación sobre las que está al día en bibliografía y conocimientos, así como de los problemas pendientes que pueden ser objeto de tesis. De esta forma, tendrás garantizadas varias cosas: que el problema planteado es real y está pendiente de solución (es un buen tema, en consecuencia), que el director tiene experiencia y conoce el asunto (y por lo tanto podrá asesorarte con solvencia) y, finalmente, que tendrá ya recopilada la bibliografía básica. Lo ideal sería que las nuevas tesis se apoyaran en las ya finalizadas avanzando poco a poco en una línea de investigación coherente. Si cada doctorando planteara su tema preferido, el director debería dirigir, asesorar y solucionar problemas de temas sin relación entre sí y que, además no tendrían relación con sus propias líneas: lo haría mal.
  • Define el camino. Las tesis en las que no se sabe muy bien qué hay que hacer no se finalizarán. Frecuentemente no sobrevivirán más de unos meses por pura desorientación y desánimo. Para comenzar con buen pie, el problema a solucionar debe estar completamente claro y una forma de conseguirlo es empezar elaborando el índice. Definido el tema y título de la tesis, el director y el doctorando deberán reunirse y de esa reunión debe salir un índice preliminar de la tesis. Este índice debe especificar el flujo de trabajo en la medida de lo posible para que actúe de guía. Es seguro que el índice cambiará en cierta medida pero será una referencia valiosa para comenzar. En esta etapa, el director proporcionará la bibliografía fundamental que debes leer. No será una bibliografía exhaustiva, que sólo valdría para confundir, sino unos pocos trabajos bien elegidos que servirán para comprender y acotar bien el problema que la tesis debe resolver. El resto de la lectura vendrá en una etapa más avanzada.
  • Mide tu esfuerzo. Las tesis no deben ser eternas y que sus objetivos deben ser alcanzables en un plazo razonable y sin alta probabilidad de contratiempos serios. Hay proyectos de tesis donde se propone resolver media docena de problemas, cada uno de los cuales podría ser objeto de una tesis por sí mismo. Esto es típico de una mala planificación y debe evitarse. ¿Qué es un plazo razonable? Pues no más de tres años (la realidad suele encargarse de alargar ese tiempo). No te plantees nada para lo que sea necesario tener datos, instrumentos o métodos que no sean fáciles de obtener aunque sería mucho mejor tenerlos ya al principio. Por supuesto, la extensión de la tesis (medida en número de páginas) es irrelevante pero asegúrate de que eso lo entiende tu director. Lo que importa es que aportemos algo original al conocimiento, y eso no es función de la extensión del documento. Ya hay muchas tesis de menos de cien páginas, mientras que otras son volumétricamente infumables. Por poner un ejemplo conocido, la tesis de John Nash (el matemático protagonista de la película “Una mente maravillosa”) se presentó en la Universidad de Princeton en 1950 y tenía 27 páginas.
  • Márcate un ritmo y un calendario. Sí, el trabajo debe ser intenso: la expresión “voy a empezar la tesis pero la voy a hacer con calma, porque no tengo prisa” significa en el 99% de los casos que esa tesis no se acabará (incluso no se empezará). La realización de una tesis se beneficia de un ambiente especial de intensidad, no de relajación. Una cuestión más a tener en cuenta: cuando el director de la tesis nos asigna un tema estamos aceptando una responsabilidad porque, a partir de ese momento, ese tema ya no puede dárselo a otras personas. Si no trabajamos en la tesis estamos actuando irresponsablemente y perjudicando al director y a otros posibles doctorandos.
  • otras pequeñas cosas:
    • si es posible, los datos deben estar disponibles desde el principio. Existe una ingente cantidad de datos ya recogidos y disponibles por lo que si somos capaces de planificar una tesis que los use tendremos mucho camino avanzado. Si nuestra tesis necesita una toma de datos específica, esta no debe suponer más del 15-20% del tiempo total.
    • la bibliografía debe estar a nuestro alcance no sólo por tener acceso a ella sino por saber leerla: mal asunto plantearse una tesis sobre Kant y no saber alemán, o una tesis de ciencias (cualquiera) y no saber inglés.
    • seamos ordenados y usemos aplicaciones adecuadas para la gestión de la tesis; por ejemplo, la bibliografía debe estar integrada en una base de datos. Programas como EndNote son extraordinariamente útiles para gestionar las referencias en el texto de la tesis. Otros, como SigmaPlot, nos permitirán realizar gráficos de buena calidad. Los procesadores de textos del MS Office o de OpenOffice.org tienen características que si se utilizan nos ahorrarán mucho tiempo y prevendrán errores: referencias cruzadas, uso de estilos, inserción automática de tablas de contenidos...
    • no elijamos un tema de tesis que dependa totalmente de resultados que se obtendrán en una etapa tardía de la elaboración. Si esa etapa fracasa habremos perdido una enorme cantidad de tiempo.
    • se supone que debemos conocer la totalidad de la bibliografía relevante de nuestro tema de tesis, no sólo unas cuantas referencias. Al llegar el momento de la defensa pública, el doctorando debe ser el que más sabe del tema tratado y no puede correr el riesgo de haber ignorado trabajos relevantes por desidia o una mala búsqueda documental. Por cierto: hay que revisar y conocer las publicaciones de los integrantes del tribunal. Si son buenas, deberían aparecer en las referencias de la tesis. Si son malas, esa persona no debería estar en el tribunal.
    • respecto a los tribunales, la norma básica es prevenir y evitar problemas innecesarios. Nuestro director de la tesis deberá evitar proponer a personas conflictivas, desequilibradas o con tendencia a intentar ser la novia en la boda y el muerto en el entierro. Estar en un tribunal da a sus miembros un poder temporal importante y hay gente que cae con facilidad en el efecto dibu.

27 abril 2007

Pensar

Cuentan que un reconocido científico de la Universidad Estatal de Pensilvania, cuando aparecía por su despacho algún empleado de la Universidad para supervisar a qué dedicaba su tiempo, le decía, cortés pero enérgicamente: “Estoy pensando”, ante lo cual el enviado desaparecía, confundido. Si al cabo de los días la cabeza del muchacho asomaba de nuevo, tímidamente, por su puerta entreabierta, nuestro colega vociferaba contrariado: “I’m still thinking”.
Así empieza un documento de dos páginas que circula por internet y del que son autores Juan Manuel García Ruiz (Profesor de Investigación del CSIC y director del LEC) y Fernando Hiraldo
(director de la Estación Biológica de Doñana). Desde mi mucho más modesta posición de CITCLP (cutre investigador torpe con los papeles) estoy de acuerdo y por eso lo transcribo aquí. El documento original es éste, abajo me he permitido reducir un poco la extensión manteniendo forma y espíritu para adecuarlo a una entrada de blog, que prefiero sea un poco más breve.
El oficio de científico requiere periodos de una continuada concentración y de periodos de dedicación mental casi exclusiva. A pesar de ello, la administración española tiene una habilidad extraordinaria, casi un empeño, en evitar que los científicos nos dediquemos a eso. Dirigir un proyecto de investigación debería ser algo simple donde sólo habría de resolver las dificultades de lo inesperado en la investigación. Pues no. Dirigir hoy un proyecto de investigación es un calvario donde las tareas administrativas ocupan la mayor parte del tiempo y constituyen lo principal de las inquietudes. No las de investigación sino las que genera tramitar la adquisición de equipamiento, la contratación de servicios, la captación de personal, los viajes de campo, todo ello con procedimientos burocráticamente arcaicos que, en el mejor de los casos, no entiendes. La penitencia puede llegar hasta tener que mendigar un sitio donde llevar a cabo tus proyectos.

Está situación se ve agravada por la falta de personal conexo a la investigación y por la falta de incentivos para el existente: la falta de administrativos, ayudantes y técnicos es aún más acuciante que la de científicos. El esfuerzo que se lleva haciendo en los últimos años por incorporar científicos de calidad al sistema de ciencia y tecnología puede resultar, en cierta medida, estéril si esta situación no se corrige. En el mundo, las estructuras científicas eficientes son piramidales: una ancha base formada por el personal conexo, mayoritario, que se va estrechando conforme avanzamos hacia un minoritario personal científico. En España la relación entre técnicos y otro personal auxiliar y científicos la cuarta parte de lo que se encuentra en países europeos más avanzados, EE.UU. y Japón.

Y hoy por hoy la tendencia es más a agravar el problema que a solucionarlo. Como muestra, el CSIC ha tenido en la oferta pública del 2007 una concesión de 275 plazas de científicos a la cual debería corresponder un mínimo de 550 plazas de personal conexo que, en la realidad, se han quedado en 110 plazas de técnicos, 6 de gestión y ninguna de administrativo. Nada nuevo porque en los años anteriores ha sido similar.

Esta tenacidad en el error, con la inestimable ayuda de la ininteligible maraña de normas administrativas a la que antes nos hemos referido, han conseguido construir una de las herramientas más eficientes que imaginarse puedan para impedir que los científicos españoles piensen, descubran e innoven. No debe pues extrañarnos los relativos escasos logros de la ciencia en nuestro país. Más bien deberíamos sorprendernos y admirarnos de la existencia de un buen número de científicos excelentes en España. Eso sí, cansados, agobiados y bastante hartos de un sistema que no les deja hacer aquello para lo que se han formado: pensar.

Todo se valora hoy con parámetros numéricos que, se supone, miden objetivamente el éxito pero quienes dirigen las universidades y los organismos públicos de investigación no suelen preocuparse por saber si sus científicos tienen las condiciones adecuadas para llevar a cabo su trabajo, si sus ideas van a poder desarrollarse sin más trabas administrativas que las necesarias. Y eso que están ahí para ayudar al resto de los científicos, que son el alma del sistema, para quitar obstáculos a la investigación, para animar a que se afronten grandes retos, para buscar soluciones que mejoren el marco cotidiano en el que se desarrolla su vida profesional. Están ahí para pensar y para ayudar a pensar.

Esa generosidad de mirar hacia dentro del sistema, y no sólo hacia fuera y hacia arriba, es la que marca la diferencia. Es imprescindible que las instituciones dedicadas a la investigación estén en manos de profesionales que hayan ejercido y que conozcan como se hace la ciencia, pero que a la vez hayan optado por servirnos y servirse desde la función de Gestionar, con mayúscula, el ejercicio de la ciencia. Y que estén comprometidos con el único objetivo posible en este su mundo: que el sistema funcione por y para quienes hacen ciencia, para los científicos. Y eso también es objetivable. Son los que están en el laboratorio, los que imaginan proyectos, los que disfrutan descubriendo, los que se deleitan leyendo el gran artículo de un colega, los que exploran la naturaleza, los que miden, los que … En fin, todos los que se dedican a pensar.

En los albores de la democracia, el gran Perich nos alegró una mañana de huelga reivindicativa con un chiste que decía: “¿Qué querrán estos (científicos)? Disfrutan con lo que hacen y encima quieren que les paguen”. Hoy, intentamos recuperar la dignidad de una profesión maldita por siglos en España. Ya es hora de poner este país a pensar.

Y yo, no todo va a ser protestar, quiero reconocer que en mi universidad se está haciendo desde hace unos años un esfuerzo grande para reducir esos problemas. Ojalá fuera en todo el sistema.

26 abril 2007

Problemas

Que la universidad tiene problemas es verdad. No sé si más, menos o igual que en otros tiempos, pero es verdad. Que de una parte de esos problemas somos responsables los profesores también es verdad. Tampoco sé bien si del 50%, del 60% o del 90%. Pero del 100% creo que no aunque hay gente que piensa lo contrario (no se pierdan los comentarios). Yo creo que hay una pequeña, pequeñísima parte de la que tal vez, sólo tal vez, no seamos los profesores los responsables. Les copio a continuación una respuesta en un examen que acabo de corregir. Se preguntaba sobre dos conceptos: ¿qué es la latitud? ¿qué es la longitud? Lógicamente, había sido explicado en clase y, además, está en unos apuntes que siempre hago públicos. Vean sólo la página 4 si tienen dudas o curiosidad o quieren evaluar si el texto que les dí era claro o críptico o, simplemente, quieren contrastar la respuesta. Era un examen sin tiempo límite (es un riesgo pero no me gusta que haya estrés por eso) y su respuesta fue, literalmente:
La longitud geográfica puede definirse como meridiano, que es una longitud constante, dicha longitud de polo a polo del geoide. Latitud: lineal perpendicular formada desde un punto P al geoide que conforma un arco con el meridiano.
Ante este tipo de cosas hay que tomar posición. Y no lo tengo claro. O sí, pero no me gusta la conclusión a la que llego. Espero que el autor de esa respuesta haya tenido simplemente un mal día porque si no es así saldrá rebotado de la universidad con el fracaso personal y colectivo que eso supone y tal vez acabe haciendo comentarios como alguno de los del primer enlace.

Nota: no conozco al autor del texto ya que, además de usar los DNI como identificadores, la asignatura es de libre elección y vienen alumnos de otras carreras. Lo digo por aquello de que no piensen que le voy a mirar raro a partir de ahora, no.

23 abril 2007

El auténtico carácter de la investigación

No lo puedo resistir. Les reproduzco un par de frases tomadas de este post de Mario Núñez, de cuyo blog soy asiduo, en respuesta a este otro de Ramón López. Conste que no estoy de acuerdo con ninguno de los dos pero ese es otro tema. Las cursivas son mías:
"...hay que estar consciente que el método experimental es una tradición de investigación basada en un paradigma colonialista en el cual los sujetos son manipulados por el experimentador para producir determinados resultados. Además, el experimento es una situación artificial y por lo tanto carece de validez ecológica y sus resultados no pueden ser generalizados a otros contextos."
Las frases están en el contexto de una discusión sobre la necesidad o conveniencia de aplicar esquemas de las "ciencias duras" a las "ciencias sociales" y debo reconocer que lo del paradigma colonialista y la validez ecológica son hallazgos. Me dejan perplejo, pero son hallazgos. En mi próximo diseño experimental intentaré tenerlo en cuenta. No sé cómo pero algo tendré que hacer. Supongo.

21 abril 2007

¿Cuanto valen mil niños paralíticos? ¿Y cien mil?

La poliomielitis es una enfermedad vírica que afecta especialmente a niños entre 5 y 10 años. Tengo una historia personal sobre la polio que, si les interesa, pueden leer en el otro blog. Baste decir aquí que esa historia hace que lo que les cuento me preocupe bastante, por decirlo suavemente.
Resulta que desde que se realizan campañas masivas de vacunación la polio ha disminuido radicalmente desde unos estimados 380000 casos en 1988, cuando la OMS planteó su erradicación, hasta 1997 en el 2006. Cuando se comenzó la Global Polio Eradication Iniciative, la enfermedad era endémica en 125 países de cinco continentes e infectaba a más de 1000 niños cada día. Desde entonces han sido vacunados en el mundo unos 2 mil millones de niños gracias a 20 millones de voluntarios y con un coste estimado de 3 mil millones de dólares.
En el año 2006 se detectaron casos en 17 países aunque algunos son anecdóticos y donde sólo 4 se considera la polio como endémica. El más afectado, con 1124 casos (el 56% del total) es Nigeria (endémico). Le siguen Pakistán (40, endémico), Somalia (36), Afganistán (31, endémico), India (18, endémico), Etiopía (17) y Namibia (18). En Polio Case Count de la OMS pueden encontrar estadísticas históricas muy detalladas y confirmar que América, Europa, Asia oriental y Oceanía están libres de la enfermedad desde hace algunos años (ver mapa aquí). El último caso en América se detectó en septiembre de 1991 en Junín (Perú).

Lo cierto es que a pesar del claro éxito de la GPEI, no ha sido posible erradicar aún la polio de los últimos países, donde una mezcla de pésimas condiciones higiénicas, pobreza, altas densidades de población e incluso cuestiones ideológicas se unen para que el goteo de casos no se detenga.

Y en mayo del año pasado tres personas salen a la palestra cuestionando la conveniencia de la erradicación. En un trabajo titulado Is polio eradication realistic? (DOI 10.1126/science.1124959) sostienen que la OMS no debe seguir con el objetivo de la erradicación. Comentan que bastaría con mantener controlada la enfermedad ("effective control"), admitiendo unos miles de casos al año y, dicen, dedicando el dinero que se ahorre a la malaria o SIDA. El primer firmante es Isao Arita, presidente de la Agency for Cooperation in International Health de Japón y protagonista años atrás de la erradicación de la viruela. Aquí pueden encontrar un resumen del artículo en español.

Los promotores de esta idea han conseguido eco en personas de mucho peso, como Donald A. Henderson director de la primera campaña de erradicación de la viruela, o Konstantin Chumakov, de la US Food And Drug Administration, o Vadim Agol, de la Academia de Ciencias Médicas de Rusia, todos pesos pesados.

Por suerte, también ha habido una fuerte oposición desde la propia OMS que no está muy dispuesta a aceptar que la campaña haya sido un fracaso como dicen Arita y colegas. Para echar una mano, hace unos días se publicó un trabajo titulado "Eradication versus control for poliomyelitis: an economic analysis" (DOI 10.1016/S0140-6736(07)60532-7) donde se plantea que el control supone costes acumulados mayores que la erradicación ya que debe ser mantenido indefinidamente (nota de prensa de la Harvard SPH aquí).
Debo reconocer que el debate me resulta ofensivo porque se apoya esencialmente en argumentos económicos. Hay gente que lo ha manifestado así, como Bruce Aylward, actual director de la campaña de erradicación, que recuerda que el criterio es también humanitario y no sólo económico.

Pero incluso centrándonos en el dinero ¿es mucho ese coste de 3 mil millones de dólares hasta el momento?
¿Es mucho dinero los 715 millones de dólares que hacen falta para el periodo 2007-2009?
Pues no me duelen prendas en recordar la unidad monetaria llamada IWD (Iraq War Day) que mencionaba aquí, y que es equivalente a lo que le cuesta a los EE.UU. un día de guerra en Irak: 190 millones de dólares. Según esa cifra todo lo gastado hasta la fecha en la erradicación de la polio no llega a los 16 IWD y lo necesario para 2007-2009 son menos de 4 IWD.
Creo que no hace falta decir mucho más salvo recomendar al doctor Arita que se jubile y se dedique a la contemplación absteniéndose de dar ideas a los neocon. Recordemos que la polio no tiene cura, sólo es válida la prevención. Y, aunque sólo sea por egoísmo, la erradicación es necesaria ya que o seguimos inmunizando hasta la eternidad en los países libres de polio o cualquier importación puede desatar de nuevo una epidemia. Tal vez este último argumento convenza a los que sólo se miran el ombligo.

Nota siniestra: en el año 2003, en varios estados del norte de Nigeria se boicoteó la campaña de vacunación debido a que varios clérigos musulmanes difundieron que la vacuna podría estar contaminada con el virus del SIDA y con drogas para esterilizar a las niñas (ver aquí y aquí). Esta chifladura ocasionó, no sólo un fuerte rebrote de la enfermedad en Nigeria, sino la propagación a una docena de países vecinos que ya estaban libres de polio. Este último tema fue comentado en Ciencia y Lejos hace poco. Las religiones echando una mano, como siempre...
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