09 noviembre 2006

Recovecos de Internet

De protocolos e identificadores en Internet, más una sugerencia para bibliografías

Sí, hoy es un apunte tecnológico. Menos bonito que el Tassili de hace unos días pero tal vez útil. Los protocolos son a Internet más o menos como los idiomas al lenguaje: diferentes formas de transmitir información sobre un mismo canal de comunicación.
Así, todos usamos el protocolo http para “navegar” y poder leer, entre otras cosas, estas páginas. Los diferentes navegadores nos permiten la tarea sin saber en realidad absolutamente nada del funcionamiento interno del protocolo. Lo mismo ocurre cada vez que accedemos a los correos en el servidor de turno, para lo cual suele usarse un protocolo específico llamado POP3.
Otro ampliamente utilizado es el ftp, diseñado para la transferencia de ficheros entre ordenadores. Probablemente el ftp sea el que menos ha cambiado ya que esencialmente sigue siendo el mismo que hace 30 años sólo que ahora ya no se ejecuta necesariamente desde una ventana de texto sino que hay aplicaciones que nos facilitan la tarea.
Los usuarios de a pie ya no conocemos ni usamos protocolos que hace años eran de uso obligado, como el telnet, que permite acceder remotamente y en modo texto a otro ordenador. Telnet sigue operativo tanto en Windows como en Linux aunque el modo de trabajo original ha sido sustituido por alternativas más cómodas.
Hoy les comentaré brevemente un pseudoprotocolo que puede resultarnos útil en nuestro trabajo si estamos interesados en el acceso a documentos a través de la red. Aunque parezca aburrido no abandonen todavía.

Supongan que hay un trabajo en la revista Emerging Themes in Epidemiology que se titula Migration and health: fact, fiction, art, politics. Si yo quiero recomendarles que lo lean, la opción más habitual es decirles que accedan a

http://www.ete-online.com/content/3/1/15

Esto es el URL, que define dónde está el objeto al que queremos acceder. O más bien, donde estaba cuando se escribió la dirección porque puede haber cambiado. En ese caso recibiríamos el famoso “404 File not found”.
El problema es que el sistema basado en URL no identifica al objeto sino al lugar donde está almacenado y ese lugar no es permanente por lo que es inadecuado para citas académicas de documentos y cualquier otra que deba perdurar. Los enlaces rotos son, además de una molestia, un feo síntoma de falta de atención y mantenimiento. Este problema cada vez es más grave y ha sido objeto de artículos específicos (ver citas al final).


Para superar este problema podemos utilizar los DOI, siglas de Digital Object Identifier, un identificador único, público y persistente de cada “objeto” existente en la red.
Encuentro que este cambio de URL a DOI tiene su utilidad en los trabajos científicos y muy especialmente en las tesis doctorales y en los curricula, donde los tribunales deberían tener acceso directo a los trabajos citados. Una cita completa podría ser algo así:
Tam, Clarence C., 2006, Migration and health: fact, fiction, art, politics, Emerging Themes in Epidemiology, 3:15. [DOI:10.1186/1742-7622-3-15]
La primera parte identifica perfectamente el trabajo mediante los campos clásicos pero para localizar el artículo habría que invertir un buen rato rastreando la revista, el número, etc. En los tiempos que vivimos podemos facilitarle la jugada al lector y añadirle el DOI. Es más, si las tesis doctorales y los curricula comienzan a editarse y distribuirse en CD de una santa vez, el DOI podría ser utilizado directamente para acceder al trabajo desde el propio ordenador añadiéndole el enlace adecuado.
¿Cómo se hace eso? Pues hay dos vías equivalentes. La más simple es teclear

http://dx.doi.org/
seguido del DOI. La dirección URL pertenece a la IDF (International DOI Foundation) y resuelve el identificador llevándonos directamente al documento. Por tanto:

http://dx.doi.org/10.1186/1742-7622-3-15

les llevará al artículo antes mencionado.
Pero puede ser más cómodo y fácil todavía si usan Mozilla Firefox como navegador ya que hay un pequeño aditamento de apenas 4 kb que hace la función de evitar teclear el URL. Se llama Mozilla Handle/DOI Protocol Handler y sirve para que la cosa funcione utilizando directamente:

doi://10.1186/1742-7622-3-15

Por la expresión parecería que DOI es un protocolo, por eso comencé el post hablando del http, ftp.... En realidad no lo es, es sólo una especie de alias, pero nos da igual: es un recurso útil que se ha generalizado hasta el extremo de que CrossRef, por ejemplo, ha superado los 20 millones de DOI en apenas 6 años.
Yo he decidido, a partir de ahora, completar mis referencias, anímense. La mayoría de los que lo lean no sabrán qué es pero no importa, queda muy moderno :-p


Bibliografía sobre el “problema 404”

Wren, J.D. (2004) “404 not found: the stability and persistence of URLs published in MEDLINE” Bioinformatics, 20: 668-672. [http://dx.doi.org/10.1093/bioinformatics/btg465]

Lawrence, S. et al. (2001) “Persistence of Web References in Scientific Research” Computer, 34: 26-31. [http://dx.doi.org/10.1109/2.901164]


Actualización: otra opción que acabo de probar es añadir el buscador de DOIs a la barra de buscadores de Firefox que aparece en la esquina superior derecha del navegador. Para hacerlo sólo hay que cargar la extensión OpenSearchFox y, tras reiniciar el navegador, abrir la página http://dx.doi.org/, pinchar en la ventana de búsqueda con el botón derecho y elegir "Añadir buscador OpenSearch". El resultado es un nuevo "motor de búsqueda":


07 noviembre 2006

Rematando la faena

O cómo barrer una cultura del mapa y de la historia.

Hay formas de destruir un país. Una bastante eficaz es bombardear las infraestructuras de comunicación, los centros de producción de energía y los hospitales. El daño es enorme pero no es completo. Tan importante como lo anterior, o más, es destruir la cultura, las raíces y la historia.
En Iraq la eficacia es impresionante ya que el saqueo del Museo de Bagdad fue inmediato tras la entrada de las tropas de los EE.UU. en la capital. La quema de la Biblioteca Nacional, de los Archivos y de la Biblioteca Coránica vino apenas unas horas después. Todo ocurrió en abril de 2003 y entre los centenares de miles de libros y documentos que se perdieron estaban, por ejemplo, los originales de Averroes o las más antiguas traducciones de Aristoteles al árabe.
Hubiera sido suficiente tal vez, pero hay perfeccionistas a los que no les gusta dejar las cosas a medio hacer. Siguió el saqueo de las excavaciones y luego se pasó a una fase más animada: la caza de escritores, científicos y, en general, cualquiera que pueda poseer algo de ese peligroso atributo que se llama cultura.
El último ha sido Isam Kadhem F. al-Rawi, fundador y presidente de la Iraqi Association of University Lecturers, geólogo en el Departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Bagdad.


Un tipo que hablaba con frecuencia de los riesgos del extremismo religioso y que fue asesinado a tiros hace apenas 7 días al salir de su casa. No sé si era bueno, malo o regular. Ni me importa demasiado. En una de sus declaraciones denunciaba la cacería:
"Assassins are targeting Iraqi university professors in a coordinated, liquidation process to force well-known scholars to leave the country and thus hinder the country's reconstruction."
No ha sido el único, sólo el último. En junio de este año se descubrió una lista con 461 nombres de personas que debían ser asesinadas: científicos, ingenieros, periodistas... Ya antes, desde abril de 2003, había sido comprobado el asesinato de unas 200. Añadamos otros tantos desaparecidos y unos miles de exiliados. La aparición de la lista revela que estas muertes no son casuales dentro de la extrema violencia que impera en Iraq sino resultado de una estrategia de profundizar en la destrucción e impedir cualquier recuperación cultural.
Para terminar les comentaré que no tengo espíritu gremial y estas muertes no me parecen mejores ni peores que otras, pero sí me preocupa la pérdida de la memoria. Por ese motivo me conformo hoy con llamar la atención sobre los intentos para barrer un país del mapa y de la historia.

05 noviembre 2006

Jirafas, satélites y arena, mucha arena

En medio del Sahara se encuentra un macizo montañoso llamado Tassili-n-Ajjer (las transcripciones varían). Está en Argelia aunque creo que aquí las fronteras son, más que nunca, entelequias humanas. En los recovecos de este paisaje extraño que se extiende como una franja rocosa de 50 km de anchura a lo largo de 800 km se han catalogado más de 15000 pinturas y grabados, lo que lo convierte en la más importante galería de arte antiguo del mundo. Las más antiguas se han datado en 8000 años (6000 A.C.) y una selección puede verse en Les sites du Sahara central.

El rectángulo encuadra el macizo Tassili-n-Ajjer

Este lugar fue descubierto para Europa por Henri Lhote que hizo su primer viaje al Tassili en 1935 pero no fue hasta la década de los 50 que hizo el primer estudio sistemático de los grabados y pinturas acompañado de fotógrafos y pintores. Podríamos preguntarnos qué hacen todas estas pinturas aquí, en medio de unas rocas perdidas en el mar de arena. La pregunta todavía es más pertinente cuando encontramos que se representa una fauna donde aparecen gacelas, elefantes, avestruces, jirafas... hipopótamos. Además de escenas de caza, bueyes, vacas, carros...


Es obvio que algo ha cambiado y que ese lugar no siempre fue lo que ahora, el centro de la nada. Esta suposición tiene su historia pero hoy sólo les enseñaré la imagen que dió la primera respuesta. El 12 de noviembre de 1981 un sensor bautizado SIR-A despegó a bordo de la lanzadera Columbia. SIR son las siglas de Shuttle Imaging Radar, un radar que estuvo tomando imágenes de la Tierra durante apenas dos días desde 260 km de altura.Algunas de ellas fueron sobre el Sahara:

Imagen tomada del Remote Sensing Tutorial

La parte coloreada es una vista más o menos convencional tomada por el satélite Landsat y muestra en un color bastante saturado el mar de arena que cubre esta enorme zona. La parte central, en tonos grises, está tomada por el SIR-A y descubre lo que la arena oculta. Las microondas (este radar funciona en los 1.275 Ghz) pueden penetrar en la arena incluso más de 5 m siempre que la humedad sea mínima. Esta capacidad de devolver ecos del subsuelo es suficiente para mostrar que, bajo el actual paisaje se esconde una antigua red fluvial. Hubo ríos aquí hace tiempo pero, como al ejército de Cambises, los cubrió el mar de arena hace milenios. En efecto, árboles y pastos cubrieron el Sahara, lo que permitió el poblamiento, la agricultura y la existencia de la fauna representada en las viejas pinturas rupestres.

¿Cuando ocurrió este gran cambio? Algunos trabajos se han ocupado de ello. Uno de ellos habla de un sistema fluvial de unos 800 km de longitud en el Sudeste del Sahara que fluía hacia el Nilo: el Wadi Howar. Restos de fauna típica de sabana permiten decir que este valle era fértil hace menos de 4000 años. Otro menciona que la zona es compleja y en modo alguno homogénea: el Gran Mar de Arena parece existir desde hace al menos 25000 años aunque hay evidencia de arenas aún más antiguas, hasta 86000 años, en la actual Túnez. Otros muestran que hace 9800 años comenzó una época húmeda en Egipto y Sudán que finalizó hace unos 5000-6000 años. Una realidad compleja.

Algunos autores (El-Baz 1998 por ejemplo) dicen que la arena tiene su origen primario en la erosión fluvial sobre las masivas areniscas del Sur en las épocas húmedas. Las arenas han rellenado las depresiones preexistentes que probablemente representaron extensas zonas de agua en los periodos húmedos. El Gran Mar de Arena (72000 km2) a caballo entre Egipto, Libia y Sudán muestra numerosos wadis (valles) secos que discurren desde las montañas de areniscas del Sur (Oweinat y la meseta de Gilf Kebir). Según este autor, el cambio climático descubrió estos sedimentos y los expuso a la erosión eólica. Este segundo efecto, propio de la época más seca, hace intervenir los vientos que en esta zona son preferentemente del NE y que modelan las dunas que hoy conocemos.

Ha sido necesario esperar hasta hace apenas unos meses para que se analice una zona amplia, buscando el diseño de la red fluvial olvidada. Robinson y colegas (2006) lo han hecho sobre una extensa zona del SE de Libia mediante imágenes tomadas por el Radarsat-1 canadiense y han delineado dos grandes cuencas fluviales que se extienden más alla de los 347000 km2 cubiertos por las imágenes. Los autores comparan morfológicamente la gran cuenca con la actual del Río Negro del Amazonas, con la salvedad de que el canal africano era 4 veces más ancho. Los dos paleocauces confluyen en el actual oasis de Kufra, en Libia.


Mapa de la red fluvial oculta por el actual desierto [pulsar para ampliar]

Lo antiguo y lo nuevo se unen otra vez para dar respuestas a viejas preguntas.

Algunas referencias:
El-Baz, F. (1998), Sand accumulation and groundwater in the eastern Sahara, Episodes, 21(3): 147-151.
Haynes, C.V. (2001), Geochronology and climate change of the Pleistocene-Holocene transition in the Darb el Arba'in Desert, Eastern Sahara, Geoarchaeology, 16(1): 119-141.
Mathieu Schuster, M. et al. (2006), The Age of the Sahara Desert, Science
, 311: 821.
Robinson C.A. et al. (2006) , Use of radar data to delineate palaeodrainage leading to the Kufra Oasis in the eastern Sahara, Journal of African Earth Sciences, 44 (2): 229-240.
Williams K.K. y Greeley R. (2001), Radar attenuation by sand: laboratory measurements of radar transmission, IEEE Transactions on Geoscience and Remote Sensing, 39 (11): 2521-2526.



02 noviembre 2006

Una de romanos

Pequeña historia de una excursión arqueológica

Ayer fuimos a conocer un dolmen que está apenas a media hora de coche de donde vivimos. La experiencia fue de pesadilla. Las más o menos venerables piedras (unos pocos miles de años) rodeadas de coches, mesas plegables, adolescentes en plena berrea, no tan adolescentes con motos de dos y cuatro ruedas... Por ese motivo no les voy ni a mencionar el pueblo porque no se merecen ninguna promoción.
La publicidad nunca fue buena para los restos arqueológicos, al menos en un país como el nuestro, analfabeto funcional, donde las paredes de la Universidad Cisneriana, fundada en 1499, aparecen de vez en cuando pintadas con lo que ahora se ha venido en llamar arte urbano.
En fin, para resarcirme les voy a contar una menos conocida y que deja mejor sabor de boca. Saben que Mérida es el nombre moderno de Emérita Augusta, una ciudad fundada por orden de Octavio Augusto hace 2031 años para acoger a los veteranos de las legiones romanas, retirados tras las Guerras Cántabras.
En estos tiempos, Mérida sigue recibiendo muchos turistas atraidos por los monumentos y restos que las guerras o el simple vandalismo han dejado sobrevivir. Pero el viajero curioso puede encontrarse con algunas sorpresas si se sale del circuito oficial. La foto de abajo corresponde con las afueras de la ciudad y puede observarse como sobresalen de los campos unas formaciones claramente artificiales.


De cerca podríamos ver que son como brocales de poco tapados con una gran piedra, a veces cuadrada, otras veces circular. Algunas de ellas están desplazadas y entonces podemos asomarnos a ver si desvelamos la naturaleza de estas construcciones. Abajo lo tienen: un pozo formado por piedras de buena factura y al fondo agua. Pero no estancada sino corriente, una lámina de agua de unos centímetros que circula a 3 o 4 m bajo la superficie del terreno.


Estos pozos pueden seguirse durante un largo rato según nos alejamos de la ciudad. A unos 4 km encontramos una estructura algo diferente.

A la izquierda aparece el brocal del pozo de turno, algo mayor que los vistos hasta ahora, unos 60 desde que iniciamos la marcha. A la derecha encontramos algo distinto: el hueco del suelo da acceso a una escalera. Una docena de grandes escalones nos llevan hasta el pozo.

Y aquí, finalmente, descubrimos el misterio (¡qué gran programa podría hacer alguno sustituyendo "romano" por "atlante" o algo así!): los pozos son respiraderos de un canal subterráneo que recorre varios km llevando agua hacia la ciudad.

Estos canales (hay varios) están perfectamente conservados. El de la foto mide unos 70 cm de ancho y unos 170 cm de alto, algo incómodo de recorrer si el camino es largo. Formaban parte de un complejo sistema de abastecimiento de agua potable que servía a la Emérita Augusta. Esta ciudad recibía agua de dos embalses importantes: Cornalvo y Proserpina, ambos aún conservados, mediante canales y acueductos. Pero también se trazó un árbol de canales subterráneos que, además de conductores, eran captadores: el agua se filtraba a través de la obra y poco a poco el caudal creciente era conducido a cisternas y pozos de decantación antes de ser distribuida a la población. Estos canales aún funcionan (las fotos están tomadas en época de sequía) y fueron construidos justo al lado o por debajo de los riachuelos de la zona.
Lamentablemente, en Mérida sólo se ha conservado intacto lo que se desconoce. Otro día hablaremos de algunas barbaridades cometidas desde las propias administraciones pero, por hoy, quedémonos con la sensación de haber conocido un lugar que ha sido poco visitado en los últimos dos mil años.

31 octubre 2006

Uno de los nuestros

Verán que hoy no me lo he currado nada pero este artículo debe ser promocionado todo lo posible. Publicado en El País, lunes 30 de octubre.

"Uno de los nuestros..."

Aunque apenas despierta interés en la sociedad, pocas cosas tienen tanta trascendencia para nuestras expectativas de vida como la selección del profesorado universitario. Elegir mal nos hace perder el tren del desarrollo y la innovación, disminuye las oportunidades de nuestros hijos en una sociedad tecnificada y compleja y dilapida de forma absurda nuestro dinero: un profesor malo cobra lo mismo que uno bueno y, no lo olvidemos, ellos formarán a los futuros médicos, jueces, arquitectos. Para que la universidad cumpla con su papel como motor del desarrollo, debe seleccionar a los mejores profesores en base a criterios de excelencia docente e investigadora. Por desgracia, en nuestro país los profesores universitarios se seleccionan con demasiada frecuencia por procedimientos poco transparentes, donde amiguismo y enchufe pesan sustancialmente más que la investigación y la docencia.

En la universidad, los catedráticos deberían ser los máximos referentes en cuanto a excelencia. Por ello conviene seleccionarlos con sumo cuidado. Sin embargo, desde hace décadas la selección de catedráticos se ve, no pocas veces, alterada por un sistema de padrinazgo, amparado en una estructura de áreas de conocimiento que establece una red de intercambio de favores entre catedráticos ("yo voto a tu candidato para que luego tú votes al mío"). Como resultado, a los aspirantes les sale más a cuenta "buscarse un padrino" que buscar la excelencia docente e investigadora. En un tímido intento, la Ley Orgánica de Universidades (LOU, 2002) promovió el examen nacional de habilitación para enmendar esta situación. Siete miembros, elegidos por sorteo, deciden qué candidatos pueden llegar a ser catedráticos. El funcionamiento del sistema está defraudando buena parte de las expectativas que algunos pusieron en él.

Si pretendemos de una vez por todas que la selección del profesorado se realice en función de los criterios de excelencia que caracterizan a una universidad moderna, tenemos que asegurar, por un lado, que los tribunales de selección estén compuestos por los profesores más idóneos, y por otro, que sus decisiones sean totalmente transparentes. En el proceso de selección de profesores en cuanto a su capacidad científica, existe un sistema aceptado internacionalmente que permite valorar la calidad de su trabajo. Los científicos tratan de publicar sus investigaciones en las mejores revistas internacionales de su especialidad. La calidad de una revista científica se mide por un número llamado "índice de impacto". Pero los editores sólo publican los mejores manuscritos que reciben, rechazando los demás tras un complicado proceso de evaluación en que el anonimato garantiza el juego limpio. Cuanto mayor impacto tiene una revista, más difícil es publicar en ella. Los buenos científicos, capaces de publicar en las mejores revistas, tienen más "índice de impacto" -obtenido como la suma del impacto de todas sus publicaciones- que los malos. Dos agencias internacionales (Institute for Scientific Information, ISI y SCOPUS) permiten hacer estas evaluaciones. Cualquier persona puede entrar en sus páginas web y averiguar la calidad de un científico. En consecuencia, no existe justificación alguna para que una comisión de selección no elija correctamente.

Sin embargo, varias comisiones siguen saltándose a la torera todas las indicaciones objetivas de calidad. Sirva de ejemplo una reciente habilitación de catedrático de universidad (la número 1/700/0904) celebrada en la Facultad de Veterinaria de la UCM. La plaza en cuestión era para un área de conocimiento muy delicada, la producción animal, donde una mala selección puede tener graves consecuencias sobre la salud pública (recordemos las vacas locas, dioxinas, acumulación de pesticidas, metales pesados y otras conocidas intoxicaciones alimentarias, resultado de una mezcla de baja cualificación y mala praxis en la producción animal). La persona con mayor índice de impacto (119) fue la menos votada de los que pasaron el primer ejercicio (currículum vitae). Sorprendentemente, el candidato más votado sólo tiene un índice de impacto de 26 (casi 5 veces menor). El caso viene explicado en detalle en la revista Apuntes de Ciencia y Tecnología número 19, páginas 17 y 18 (versión electrónica en http://www.aacte.es). Como por desgracia estas situaciones son mucho más comunes que lo deseable en la selección del profesorado, la pregunta clave es: ¿por qué muchos tribunales de habilitación seleccionan tan mal, máxime cuando un catedrático bueno cobra igual que uno malo y en las universidades españolas y OPIs hay excelentes científicos para seleccionar al profesorado? Existen tres causas evidentes:

1. Falta de rigor en la selección de los miembros de las comisiones nacionales. Sigamos con el anterior ejemplo: el presidente de dicha Comisión Nacional de Habilitación (un catedrático del departamento de Producción Animal de la Facultad de Veterinaria de la UCM), sólo tiene un impacto sumado de 4.4. Sin embargo, no tiene problema en juzgar (y rechazar) a candidatos con un currículo cuyo impacto objetivo es 29 veces mejor que el suyo. Desgraciadamente, esta situación está más extendida de lo razonable: el currículo del presidente de la anterior Comisión Nacional de Habilitación de Producción Animal no es mejor que el del actual. Pero, como a todo hay quien gana, la guinda la pone el que va a ser presidente de la próxima Comisión Nacional de Habilitación (un catedrático de la Escuela Superior de Ingenieros Agrónomos de Madrid). Gana por goleada (0 artículos, 0 de impacto sumado). Que alguien pueda llegar a catedrático sin haber publicado ni un solo artículo en una revista internacional de impacto ya es más que sorprendente, pero que además vaya a presidir la siguiente comisión nacional de habilitación indica que algo muy grave está pasando en la universidad española. Ver más detalles en Apuntes de Ciencia y Tecnología número 19, páginas 17 y 18 (versión electrónica en http://www.aacte.es).

2. Total impunidad: como un tribunal no tiene que dar explicaciones a ninguna instancia superior (en la práctica, sólo se les exige respeto a las formas del proceso ya que son soberanos respecto al fondo de su decisión), puede elegir sin que la más descarada de las arbitrariedades tenga consecuencias. Como resultado, los contribuyentes terminamos pagando de por vida el sueldo a quienes son hábiles para conseguir el favor del tribunal y no a los buenos investigadores y docentes. Asimismo, pagamos a un tribunal (dietas, hoteles) que representa al Estado (y, por tanto, a nosotros) para que al final haga lo que quiera y no lo que deba.

3. Amiguismo sistemático. En la universidad española han accedido a catedráticos excelentes científicos. Sin embargo, en demasiados casos la adjudicación de plazas se rige por una ética perversa. El incompetente defiende su puesto manteniendo alejados a los profesionales de excelencia. Para ello mantiene un sistema de padrinazgo ("mi candidato es fulanito", "le debo un favor a menganito"), aderezado por una retórica imposible de entender fuera de la universidad ("no da el perfil", "no es lo normal en el área"). Fomenta siempre al protegido cuya virtud principal suele ser la servidumbre. Y sobre todo pretende convencer de que la selección del personal docente e investigador en la universidad es una cosa tan compleja que la sociedad civil no está capacitada para opinar. La realidad es que cualquier jefe de recursos humanos, de empresas competitivas, seleccionaría mejor.

Lo queramos o no vivimos en una sociedad de ciencia, tecnología e innovación. Si seguimos separando el grano de la paja para quedarnos con la paja nuestro país perderá el tren del futuro. Hay que hacer que la sociedad exija una universidad que se corresponda con nuestro nivel socioeconómico, en la que los criterios de excelencia científica y docente destierren a los sistemas de padrinazgo-servidumbre. Recordemos que durante la transición española se demostró que buena parte del sector industrial estaba obsoleto y era inviable. Con gran sacrificio, la sociedad afrontó una reconversión industrial dolorosa que afectó a miles de personas. Pese a sus grandes costes no perdimos el tren del progreso y la competitividad industrial. Quizás ahora ha llegado el momento de hacer una profunda reconversión en la universidad, sin duda difícil, pero necesaria.

Firman este artículo Miguel Delibes de Castro. Profesor de Investigación. CSIC. Premio Nacional de Investigación Alejandro Malaspina. Fernando Hiraldo. Profesor de Investigación. CSIC. Director de la Estación Biológica de Doñana. Premio BBVA de Investigación en Biología de la Conservación. Joaquín Tintoré Subirana. Profesor de Investigación. CSIC. Director de IMEDEA. Premio Nacional de Investigación Alejandro Malaspina. Manuel Toharia.José Antonio Donazar.Xim Cerdá. Vicedirector de Investigación. EBD. CSIC. Javier Juste. Ex vicedirector de Investigación. EBD. CSIC. Antonio Delgado. Estación Experimental del Zaidín. CSIC. Luis Rull. Catedrático. Universidad de Sevilla. Juan Martínez Hernández. Jefe de Servicio de Medicina Preventiva y Salud Pública. Hospital Carlos III. Madrid. José Luis Blanco. Profesor Titular. Universidad Complutense. Antonio Rodríguez Artalejo. Catedrático. Universidad Complutense. Eduardo Costas. Catedrático. Universidad Complutense Presidente de la asociación española para la comunicación científica. Profesor de Investigación. CSIC.

Enace a las revistas mencionadas en el artículo:
Apuntes de Ciencia y Tecnología, núm. 19 (PDF)

30 octubre 2006

A la ministra de Cultura, Carmen Calvo

(Muy) malos tiempos para la cultura

Mi hija tiene 7 años y saca libros de la biblioteca. Para ella ir y rebuscar en los estantes es una aventura que le ilumina la cara. Dentro de pocos meses, tendrá que pagar por hacerlo porque se va a imponer un canon por leer esos libros. La Ministra de Cultura (¿) Carmen Calvo se disculpa diciendo que “es cosa de Europa”. ¿No sería el momento de dar un puñetazo encima de la mesa? ¿No sería el momento de desobedecer a la Europa de los Mercaderes?
Pero no, no será así. Nosotros no dejaremos de leer, ni Ruth, ni su hermano, ni el resto de la familia. Pero tal vez otros tengan otras necesidades y no les sea tan fácil pagar por leer. Ministra, me avergüenza usted y me hace avergonzarme de este país que no sabe defender lo más elemental, lo que hizo que el Mediterráneo fuera la cuna de la Cultura con mayúscula, la que acuñó, entre otros derechos, el de acceder a ella. Las bibliotecas tienen miles de años y usted, no rehuya responsabilidades, va a cambiarlas para mal, para que los menos pudientes pero que quieren leer, tengan más dificultades para hacerlo. Felicidades ministra.
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