21 enero 2006

La universidad desasosegada (I)

Acabo de leer en la edición digital de El País y confirmado en la homóloga de El Mundo que en Ministerio de Educación perpetra otra modificación de los títulos de grado y postgrado universitarios. Tras superar la tentación de tirarme por la ventana (inútil por otra parte porque estoy en la planta baja de mi casa), he recuperado un artículo que tuvieron la amabilidad de publicarme en El Periódico de Extremadura hace unos meses. Con él comenzaré una pequeña serie de entradas sobre la situación universitaria en España tal como yo la veo desde mi punto de vista, sin duda distorsionado. Vaya por delante una confesión: no entiendo nada de lo que está pasando. O hay un “diseño inteligente” detrás, muy por encima de mis capacidades o esto es una sucesión de chapuzas y sinsentidos donde parecen haberse puesto de acuerdo los “neocon” y los “neopro” para ver quién la hace más tonta. El artículo fue el siguiente:
Las funciones de las universidades son esencialmente la docencia y la investigación. La primera transmite conocimiento mientras que la segunda lo genera por lo que su evolución debería desarrollarse paralela y armónicamente. Sin embargo, en mi opinión, y debido a algunos cambios que se están produciendo, este no es el camino hacia el que vamos. Estamos en un tiempo de cambios en la Universidad. Uno de los más notables es que las actuales titulaciones deben adaptarse al Espacio Europeo de Enseñanza Superior cuyo objetivo fundamental es establecer títulos homologables entre los diferentes países, facilitando así la competencia y movilidad laboral de los egresados universitarios.
Dejando aparte los aspectos puramente docentes, esta adaptación hace prevalecer en las titulaciones de Grado (equivalentes a las actuales Licenciaturas e Ingenierías) el aprendizaje de utilidades frente al conocimiento básico. El aprendizaje de la investigación se pospone y podría plantearse en un ciclo posterior (y opcional) de Postgrado, aunque ni siquiera de forma obligatoria. Cabe esperar, en consecuencia, promociones de egresados universitarios que no han tenido contacto alguno con la actividad investigadora en toda su carrera. No sé si las consecuencias de este nuevo perfil serán positivas a nivel individual, pero parece razonable prever un descenso general en los indicadores que valoran la cantidad y calidad de la investigación nacional.
El segundo dato que quiero comentar proviene del reciente nombramiento de la nueva Comisión Europea. El nuevo responsable europeo de ciencia e investigación es Janez Potoĉnik, un economista que ha sido claro estableciendo sus prioridades en declaraciones a la revista Science (número del 26 de noviembre de 2004): el enlace de la ciencia con el crecimiento social e industrial. Parece previsible que este planteamiento penalizará severamente la investigación básica pues condicionará la financiación a criterios economicistas ajenos al objetivo esencial de la ciencia: incrementar el conocimiento.
Esta impresión se refuerza por algunas otras circunstancias inquietantes. La primera es el reconocimiento expreso de que Potoĉnik tiene un escaso bagaje en ciencias naturales. La segunda es que se muestra entusiasmado por el papel de la pequeña y mediana empresa como conductores de la actividad investigadora.
Respecto a lo primero, recordemos que la expresión “ciencias naturales” incluye la biología, geología, física, química... y dentro de ellas la astrofísica, la bioquímica o la genética. El propio comisionado reconoce que tiene una cierta tarea de aprendizaje por delante que, me permito acotar, abarca la práctica totalidad de las ciencias experimentales.
Respecto a la segundo, tal vez por desconocimiento me parece desconcertante pensar en algún mecanismo por el cual la dirección de la investigación pueda traspasarse a las PYME. Esta cuestión aún no ha sido aclarada por Potoĉnik aunque sí el objetivo: usar la ciencia “to boost Europe’s economy”.
Hay más luces, sombras e incertidumbres pero valgan estas dos notas para que nos preguntemos cómo se conjugarán todas estas circunstancias en un futuro inmediato. Las Universidades, las Comunidades Autónomas y los Estados tienen un relativo margen de maniobra propio. Esperemos que entre todos se cubran los huecos y no se olvide la investigación básica.
Pues podemos esperar sentados, la universidad va camino de una FP con título en papel couché. Mientras tanto, estamos diseñando los postgrados que, por imperativo legal, entrarán en funcionamiento antes que los título de Grado. Ya lo comentaré en otro momento...

15 enero 2006

De bitácoras y displays

El aprendizaje de idiomas no es uno de mis puntos fuertes. Aún así, es un asunto que me atrae irresistiblemente y, dentro de mis muy limitadas posibilidades, intento defender el nuestro, el español ante la colonización innecesaria por otras lenguas. Y digo innecesaria porque hay ocasiones donde los neologismos son imprescindibles.
Probablemente es en los campos técnicos donde es más obvia la necesidad de introducir términos nuevos. Algunos son elegantes, como pixel, una contracción de picture element, que también es uno de los necesarios. En otros, su propia historia, su génesis, es toda una aventura, como el caso de quark.
Pero sin pasarse, que muchos tienen un claro equivalente en español, a veces mucho más propio que el inglés. Y otros son, simplemente, copias descaradas de términos ingleses que aparecen por desidia (siempre es más fácil pasar al spanglish que aprender una palabra nueva) o por ignorancia.
La informática es uno de esos campos donde es difícil traducir la jerga, siempre de origen foráneo. Algunos términos se han traducido directamente, como mouse, y todos manejamos el ratón sin complejo lingüístico alguno. Otras traducciones o adaptaciones han fracasado, como byte, que inicialmente se intentó traducir por octeto, término ya olvidado. Y otras son auténticas barbaridades, como decir displayar a las presentaciones en pantalla (oído en directo en la Córdoba de Argentina).
Como curiosidad, comentaré que llamar bitácora a los blogs es un error. Blog es una contracción de biographical log, siendo log un término originado en los albores de la informática y que representa un archivo donde se registra una secuencia de operaciones. Bitácora no es el cuaderno donde los marinos escribían sus notas, sino un arca o armario donde se guardaban, entre otras cosas, los diarios o cuadernos de bitácora. Para la adaptación de blog al español, si queremos hacerla, será mejor usar los términos anteriores.
Finalizo con dos ejemplos opuestos sobre traducciones inglés-español de términos informáticos. Del primer documento es responsable Rafael Fernández Calvo y a mí me parece una propuesta razonable en sus adaptaciones y traducciones. Y por poner algo en el otro platillo de la balanza, les propongo otra opción, en mi opinión descabellada, sobre el mismo problema, perpetrada en este caso por Yolanda M. Rivas.

Y esa tesis ¿cómo va?

Dado que el perfil de mis más bien silenciosos lectores es preferentemente universitario (así lo muestran los identificadores de los que acceden a las páginas), me parece procedente resucitar unas páginas que tenía escritas hace un par de años y ponerlas aquí.
Van de tesis, de esas tesis doctorales que son secuencia de ciclos maníaco-depresivos, de vivo sin vivir en mí, y cosas así. Que acaban o no, que duran y duran como las pilas esas, que parecen emular la odisea de Frodo camino del Monte del Destino. Todo siguiendo reglas aparentemente misteriosas. Pero no, mi hipótesis es que no hay misterio. Lo que hay es una buena o mala gestión, tanto del doctorando como, principalmente, del director o tutor.
Por eso redacté en su momento un documento mínimo que se titula 10 reglas para conseguir que nuestra tesis de doctorado se acabe. Admito añadidos, claro. Y experiencias buenas o malas, ya contarán...
Mientras tanto, sigo recomendando el clásico “Cómo se hace una tesis” de Umberto Eco y publicado por Gedisa. Es un libro muy interesante, lógicamente más orientado a las letras que a las ciencias, pero muy aprovechable por todos.


Hay una breve recensión en la Central del Libro.
Termino con un consejo cínico, ahora que no nos lee nadie: si necesita una tesis imperiosamente y no le llega la cabeza o el tiempo para hacer algo decente, por favor, no haga una basura. Busque una buena tesis de un indio, o chino, o uzbeco, busque un traductor y fírmela como si fuera suya. Nos hará un favor a todos divulgando una tesis que de otra manera se perdería y, lo que es aún más importante, no contribuyendo al lado oscuro de la ciencia con un asco de trabajo. Ah, y acuérdese de silenciar al traductor.

13 enero 2006

Argumentos falaces

Falacia:
  1. f. Engaño, fraude o mentira con que se intenta dañar alguien.
  2. f. Hábito de emplear falsedades en daño ajeno.
Esta es una entrada didáctica, si me lo permiten. La pobreza argumental de los debates más recientes me recordó la existencia de una especie de catálogo de falacias, pseudoargumentos que se utilizan con excesiva frecuencia por personajes indocumentados en la lógica, bien sea de la subespecie política o paranormal. Busqué por ahí y encontré las expresiones que dispongo a continuación, algunas bien conocidas, otras no tanto. Allá van:
  • argumento ad hominem: método que se basa en rebatir lo que dice el adversario descalificando a la persona, más que a sus razones. El ejemplo más reciente que recuerdo son los famosos "patriotas de hojalata" y "bobo solemne" con que se regalaron Rodríguez Zapatero y Rajoy. El auténtico debate, los presupuestos de la UE, quedaron en un segundo (o tercer, o inexistente) plano.
  • argumento ad populum, identificado popularmente como demagogia: son discursos que pretenden captar la aprobación de la ciudadanía sobre una conclusión que no tiene apoyos lógicos apelando a sentimientos básicos. La patria que se rompe, la cultura oprimida, el "hecho diferencial", son ejemplos manidos.
  • argumento ad ignorantiam: un método muy usado por los parapsicólogos y demás fauna donde un hecho se da por cierto a partir de que su contrario no ha sido probado; por ejemplo: no se ha demostrado que los extraterrestres no nos hayan visitado, luego nadie puede negar que los OVNIS sean naves extraterrestres. Una versión ligera de la falacia es volcar la necesidad de probar la necedad de lo que se dice en el contrario: si yo digo que tengo unos parches milagrosos que disuelven las grasas y tú dices que eso es una estafa, yo respondo que las pruebas de que no funciona debes aportarlas tú (en vez de aportar yo las pruebas de que sí funciona).
  • argumento ad verecundiam: donde se pretende dar por buena la tesis debido al prestigio real o supuesto de una persona ajena que lo defiende. Un ejemplo gracioso de esta falacia es el anuncio de Revital, un producto que según te lo tomas, hecho polvo, te devuelve la energía y bla, bla, bla... El anuncio finaliza con un argumento ad verecundiam: "palabra de Jimmy Giménez-Arnau". Sin comentarios...
He añadido de mi propia cosecha, forzando un poco las cosas, otros dos elementos al conjunto:
  • argumento ad nauseam: donde una falacia se repite buscando que la gente acabe creyéndola por puro aburrimiento o porque, tarde o temprano, la pillas con la guardia baja. Un triste ejemplo son los argumentos de un aparente historiador, llamado Pío Moa, que ha disfrutado de múltiples entrevistas y apariciones en algunas cadenas de radio y televisión rehaciendo la historia reciente con una desfachatez monumental. Como es una persona preparada, don Pío utiliza también con soltura los argumentos ad ignorantiam y ad verecumdiam.
  • argumento ad googlem: una especie nueva, muy de moda entre mi alumnado, donde una cosa es cierta porque la ha encontrado a través de Google, magnífica herramienta pero que lo mismo nos sirve filetes de primera que despojos de autopsia.
A veces echo de menos aquello de Barbara, Celarent, Darii, Ferio ¿alguien se acuerda de cuando se estudiaban los silogismos en el instituto?

11 enero 2006

El tramposo cutre

Al hilo del tramposo Woo Suk Hwang y sus clones de las Guerra de las Galaxias me apetece comentar un par de obviedades sobre la publicación de trabajos científicos y la posibilidad de fraude en ellos. Intentaré ser ordenado por una vez:
  • los trabajos científicos se publican en revistas una vez que dichos trabajos han sido revisados y dados por buenos por dos o tres revisores, normalmente anónimos.
  • los revisores no se plantean si los datos son reales o no: se supone que lo son. Sólo se proponen revisar las novedades del artículo, lo adecuado de la metodología, lo correcto de las conclusiones...
  • algunos revisores pasan bastante de su tarea y no examinan a fondo los trabajos que les llegan, lo que facilita que no se publiquen solamente los buenos trabajos.
  • los tramposos existen y existirán porque de las publicaciones se deriva la promoción profesional, la financiación y el prestigio.
  • los trabajos científicos han llegado a un grado de sofisticación elevado de forma que ningún revisor puede detectar el fraude a primera vista si el artículo está bien cocinado técnicamente.

Por ejemplo, si aparecen unas fotografías de electroforesis en gel como las de la figura (las he tomado prestadas y no sé ni de qué son), el revisor no puede saber si reflejan realmente los resultados de la prueba; ni siquiera puede saber si el aparato estaba correctamente calibrado, si los "gusanitos" de gel no estaban contaminados o caducados, si las condiciones ambientales de la prueba eran las correctas... Por defecto, supondrá que todo ha sido correcto.
Los fraudes en las publicaciones son normalmente menos graves que el de Hwang; algunos ejemplos, de menor a mayor que pueden encontrarse con cierta frecuencia:
  • el "leve" retoque del dato inconveniente que molesta porque no confirma la hipótesis, no se inventa nada pero se quita aquello que estorba.
  • la ocultación de información estadística relevante que debería darse para saber si los resultados son realmente consistentes; por ejemplo, el tamaño de la muestra, los intervalos de confianza para los estadísticos...
  • la invención de datos para engrosar la muestra y hacerla más representativa: sólo se tomaron 30 medidas pero si las cuadruplico, llego a las 120, por ejemplo, y la cosa tiene un pasar.
A los tramposos persistentes podemos dividirlos a grandes rasgos en dos grandes grupos: los cutres y los finos.
A los cutres se les nota porque el cocido está poco hecho o se les ha pasado. Normalmente saben poca estadística y un revisor atento puede notar que su trabajo huele porque los datos y los análisis son, en menor o mayor medida, inverosímiles.
Los finos son harina de otro costal. Sus recetas son tan buenas que sólo cuando otros equipos se ponen a repetirlas aparece el problema: nadie es capaz de llegar a sus resultados. Cuando el trabajo es irrelevante el fraude cuela y queda escrito para siempre. Pero cuando el tema es importante, como el caso de los clones del Hwang, el pestazo se va a notar más bien temprano que tarde.
Por cierto, que estos tramposos de fino estilo suelen acompañarse por más firmantes que han confiado en él y que, sin participar en el trabajo, aceptan la autoría regalada (otro tipo de fraude) para engrosar su curriculum. Luego vienen las rebajas, las retractaciones, los balones fuera (no, si en realidad yo no intervine en el trabajo...).
Por eso el caso del coreano es extraño, porque no podía colar.

10 enero 2006

La parajoda constitucional

No quiero entrar demasiado a fondo en el asunto pero quede claro que en este país hemos avanzado mucho. Resulta que antes los militares daban golpes de estado para su propio beneficio, simultaneando esta noble tarea con la más prosaica de cepillarse a cualquiera que tuviera dos dedos más de frente que la mona Chita.
Ahora ya no, ahora un tal José Mena Aguado, teniente general, riza el rizo y pretende que el ejército "intervenga" si el parlamento español decide aprobar el estatuto de autonomía de Cataluña en unos términos inconvenientes. Pero, eso sí, nada de alzamientos ilícitos, lo haría en nombre de la Constitución.
Un golpe de estado plenamente constitucional, vamos...
No merece mucho la pena comentar la creativa ocurrencia del ciudadano Mena porque a estas alturas del generalato dudo que sea permeable a cualquier réplica. Sin embargo, sí resultaría interesante que ampliara su idea, tal vez patentable. Ha dejado cabos sueltos y me corroen las dudas.
Por ejemplo, ¿quién sería el encargado de decidir si el parlamento se había pasado de la raya? ¿El cabo furriel o el oficial de guardia en las Chafarinas? ¿O harían un referendum?
¿Qué haría exactamente el ejército en caso necesario? Lo de siempre, supongo. Para variar propongo una idea creativa y mucho más barata (los misiles están por las nubes): abandonar Cataluña a su suerte vaciando los cuarteles y dejándola a merced de los gabachos, que siempre le tuvieron ganas. Así se iban a enterar, los listillos, de lo que es el centralismo de verdad.
En fin, ciudadano Mena, ha logrado usía el más difícil todavia: que aplaudan su filípica aquellos que en su momento no apoyaron la Constitución. O peor todavía: que, en silencio, algunos miserables sonrían al ver el desaguisado. Felicidades.

Para enterarse, que luego dicen que manipulo, dos documentos que, al menos hoy, funcionan: el discurso completo del ciudadano y el párrafo más interesante en formato mp3.
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